La lectura en México: su método y su enseñanza de Dulce Anyra Cota

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El librero

Por Ramón Cuéllar Márquez

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). El asunto de la lectura es un pendiente constante que no ha sido cubierto con el paso de los años. Es como una enfermedad que no ha sido atendida correctamente a pesar de los acertados diagnósticos y de las diferentes directrices que se implementen para superar los escollos que impiden una sanación lectora. Uno de esos trabajos de investigación y análisis es el libro publicado por el Instituto Sudcaliforniano de Cultura (ISC), La lectura en México: su método y su enseñanza (2017), de Dulce Anyra Alida Cota Salazar (La Paz, BCS, 1980), quien hace una propuesta concreta, bajo una visión clara que nos permite tomar un balance, vislumbrar sus causas y también rutas a seguir.

Es cierto que hay esfuerzos gubernamentales que se han enfocado en ese aspecto y que han influido más o menos en la población; sin embargo, no ha sido suficiente, las voluntades positivas a veces vienen más de la iniciativa de personas que de una estrategia institucional eficaz. Para nadie es un secreto que leer es fundamental para el desarrollo del intelecto en una sociedad, así como escribir para comunicarnos con claridad y certeza, de tal modo que ambas acciones —leer y escribir— se vuelvan una misma cosa y una misma acción, definido como lectoescritura, dos sucesos que están intrínsecamente vinculados, siameses de nacimiento, pero separados por la mala educación y la falta de compromiso de quienes se ocupan del tema.

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Hace años impartí cursos de redacción, y en el manual con el que nos guiábamos, Comprensión y redacción del español culto, rezaba la frase “el que sabe leer y escribir, sabe pensar”, es decir, la acción era complemento una de la otra y viceversa, donde se hacía hincapié en la lectoescritura como un conjunto para provocar la comprensión y la comunicación. En su análisis, Dulce Anyra tiene muy claro de lo que sucede y de lo que podría hacerse, las distintas vertientes que se podrían asumir y de las opciones educativas oficiales que se podrían involucrar. En su libro La lectura en México: su método y su enseñanza nos define por qué la lectura es una habilidad humana que puede ser entrenada no sólo a través de métodos pedagógicos, sino con la pasión y entrega de quien se interesa porque la gente aprenda a desarrollar esa capacidad innata que requiere de esfuerzo y paciencia. Es decir, que quien se encargue de esa enseñanza pueda asumirse también como lector, como lo recalca en su libro con una frase cardinal dentro del análisis, de la escritora brasileña Ana María Machado, que dice: “imaginar que alguien que no lee pueda hacer leer a otros es tan absurdo como pensar que alguien que no sabe nadar pueda convertirse en instructor de natación”.

Entonces ¿por dónde empezar?

Para Dulce Anyra Cota Salazar, pues, el profesor, el guía, debe estar completamente imbricado con la lectura, debe ser parte de su vida, como comer y dormir, un hábito que puede ser enseñado no sólo como técnica sino como modelo cotidiano de conducta. En este proceso de señalar las necesidades de la lectoescritura, la autora nos va desmenuzando cómo es el desarrollo, de tal modo que con cada etapa se puedan saber los procedimientos y resultados; un proceso que edificará un lector posible, de tal modo que la actividad se vuelva una práctica sociocultural inherente a nuestra idiosincrasia. No es ilusorio pensar que con el tiempo se haga norma y hábito no sólo del modelo y proceso educativo, sino de nuestras necesidades para entender la vida misma, ello con métodos de lectura y sus aplicaciones, que nos describe a lo largo del libro para comprender cómo ese ciclo es un fin, que bien estructurado teóricamente, resulta trascendente, con beneficios concretos como instrumentos de enseñanza.

La lectura en México es una larga reflexión y un modo de aplicarnos no sólo como docentes, sino como guías interesadas en que la lectura sea el centro motor de la adquisición de toda forma de conocimiento, donde el sistema oficial educativo lo implemente más que como asignatura, como ejemplo de vida a seguir, con un compromiso contundente que permita, quizá, crear —por ejemplo—, una carrera que se dedique exclusivamente a la enseñanza de la lectoescritura en todos los niveles de nuestra formación académica. Y aquí es fundamental la participación del profesorado como facilitador, pues sin él como instrumento, guía y amor por la lectura no sería posible ningún avance ni a corto ni a largo plazo, de tal modo que nuestras expectativas con respecto a la conducta lectora de los niños y adolescentes sean fructíferas y sólidas, que son quienes al final repetirán en las generaciones el hábito lectoescritor.

La lectura en México: su método y su enseñanza es un libro no sólo para reflexionar, sino para tomar conciencia de nuestro desarrollo social, intelectual y espiritual, una manera en que podemos entender nuestro lugar en el mundo lector y asumir las medidas pertinentes donde haya que hacerlas. Dulce Anyra Cota Salazar nos deja con su libro un abanico de oportunidades para inmiscuirnos y al mismo tiempo aprender y abonar donde haga falta, para así hacer de la lectura —la lectoescritura—, un disfrute y no una obligación, que es el comienzo de toda buena relación con las cosas que dejan huella y nos humanizan de modo profundo.

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AVISO: CULCO BCS no se hace responsable de las opiniones de los colaboradores, esto es responsabilidad de cada autor; confiamos en sus argumentos y el tratamiento de la información, sin embargo, no necesariamente coinciden con los puntos de vista de esta revista digital.

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Ramón Cuéllar Márquez

Nació en La Paz, en 1966. Estudió Lengua y Literaturas Hispánicas en la UNAM. Actualmente se desempeña como locutor, productor y guionista en Radio UABCS, en programas como “En Consulta” y “Libreta Cultural”. Ha publicado los libros de poesía: “La prohibición del santo”, “Los cadáveres siguen allí”, “Observaciones y apuntes para desnudar la materia” y “Los poemas son para jugar”; las novelas “Volverá el silencio”, “Los cuerpos” e “Indagación a los cocodrilos”; de cuentos “Los círculos”; y de ensayos: “De varia estirpe”.

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