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Feminicidios en México, la indiferencia de un sistema corrupto

FOTOS: Internet.

Sexo + psique

Por Andrea Elizabeth Martínez Murillo

La Paz, Baja California Sur (BCS). Me dueles, México. En fechas recientes, ha sido cotidiano leer en redes sociales el creciente malestar de las personas —en su mayoría mujeres—, sobre la violencia que vivimos día con día, una violencia que ha escalado todos los niveles del violentómetro y que parece no importar en ciertas esferas de nuestro país. Esta indiferencia ha provocado aún más indignación y las muestras del hartazgo no se han hecho esperar: marchas, pintas, grafitis, hasta la propuesta de un paro nacional, pero, ¿por qué sigue pareciendo insuficiente para generar empatía?

México es el primer lugar a nivel mundial en materia de abuso sexual, violencia física y homicidios de menores de 14 años, según datos de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE); tan solo en 2019, más de seis millones de mujeres sufrieron delitos sexuales ¡en sólo seis meses! Y pese a estas cifras, los medios de comunicación se suman a la revictimización y al escándalo de los feminicidios, exhibiendo los cuerpos de mujeres ultrajadas para el goce de los morbosos y de un país que compara a una mujer, madre, hija, esposa, con un carnero a las brasas.

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“Es preciso aclarar que hay feminicidios en condiciones de guerra y de paz. El feminicidio es el genocidio contra mujeres, y sucede cuando las condiciones históricas generan prácticas sociales que permiten atentados contra la integridad, la salud, las libertades y la vida de las mujeres. En el feminicidio concurren en tiempo y espacio, daños contra mujeres realizados por conocidos y desconocidos, por violentos, violadores y asesinos individuales y grupales, ocasionales o profesionales, que conducen a la muerte cruel de algunas de las víctimas”, explica Ana Isabel Garita, experta del Programa de las Naciones Unidas para Poner Fin a la Violencia contra las Mujeres.

Y es que, por favor, hagamos un examen de conciencia, desde que tenemos uso de razón los estereotipos de género han grabado con fuego en nuestras mentes lo que debe de ser un hombre y una mujer. Al niño se le premia por ser valiente y a la niña por ser sumisa: este pequeño ejemplo nos ha acompañado desde siempre. Súmenle los recuerdos de su adolescencia y juventud, donde a las mujeres las llamaste putas por no hacerte caso; putas si eran mejores que tú; putas si no actuaban como tú querías; mujeres putas por existir y pensar por sí mismas. Este miedo disfrazado y alimentado por el odio, es lo que genera una sociedad homicida, misógina y podrida hasta la médula.

De los miles de feminicidios que ocurrieron el año pasado, de los que salieron a la luz, se leían comentarios como: se lo merecía, quien le manda andar a esas horas en la calle, porque estaba sola, o es que mira cómo iba vestida, entre muchos más, siempre culpando a la víctima en lugar de a su agresor. Pero, esta vez, el caso de la pequeña Fátima ha sacudido a todo México, porque los acusadores detrás de las pantallas de siempre, no la pudieron culpar a ella de lo que le pasó.

En palabras de Adriana Segovia, el caso de Fátima es un enorme ejemplo de todas las esferas de violencia y opresión de este asqueroso sistema. La mataron por ser niña, por ser vulnerable. Pero también la mataron las normas de las instituciones educativas públicas que sacan a las y los niños de la escuela al terminar el horario escolar. La mató la incompatibilidad de horarios con la extensa jornada laboral que no contempla ni comprende la maternidad en sus cuadrados estatus en medio de la precariedad. La mató la inseguridad en que vivimos. La mató la indiferencia de quienes la vieron y la supieron sola y no hicieron nada por acompañarla. La mató esa falta de red de apoyo que es fundamental en la crianza.

A las mujeres nos mata un sistema corrupto e indiferente. Sí, el perpetrador es un hombre, que es protegido por ese mismo sistema que archiva los casos de feminicidio, que se burla de las mujeres que quieren hacer su denuncia y que exhibe los datos personales y/o fotografías a los medios. Un sistema al que pertenecemos todos y que es momento de romper.

Y es verdad que no todos los hombres son feminicidas, pero sí los suficientes para que, en apenas mes y medio del 2020, ya se hayan registrado más de 265 feminicidios; no todos los hombres son pedófilos, pero sí los suficientes para que el algoritmo de Facebook recomiende “fotos sexys de menores de edad”; no todos los hombres acosan, pero sí los suficientes para que todas mis alumnas y conocidas hayan sufrido un acoso (Viñeta de Ariadna Moncada, Primera Vía). Los hombres que no son malos tienen la obligación moral de frenar las prácticas machistas que viven a diario.

Es momento de que los hombres que no son malos se cuestionen sus chistes, piropos, miradas y prácticas misóginas y le den cabida a una nueva masculinidad. No nos sirve de mucho que “nos quieran cuidar”, nos sirve más que dejen de acosarnos, que dejen de creer que son sólo bromas, que dejen de compartir las “nudes” y que dejen de creer que tienen poder sobre nuestro cuerpo. Que nos dejen en paz.

Ante toda esta ola de violencia contra la mujer, ¿cuál ha sido la respuesta de nuestras autoridades? En el panorama nacional, nuestro Presidente, al momento de ser cuestionado por los feminicidios mencionó No quiero que el tema sea nada más lo del feminicidio. Ya está claro, entre otras declaraciones, que solo evidencian la falta de empatía ante todo el dolor y el hartazgo de las miles de familias que tienen que levantarse con el corazón oprimido por la falta de su ser amado.

Por otro lado, en el panorama local, según el portal El Organismo, el director de Seguridad Pública y Tránsito Municipal de Los Cabos, el capitán Juan José Zamorano, propuso —ante la ola de abusos sexuales que se ha desatado en este municipio— que las mujeres no usaran cabello largo, poner atención a nuestros horarios y moderar la forma en que vestimos. O sea, nuevamente es la culpa de la mujer por “provocar” aquello que le pueda pasar.

¿Dónde está la condena y el repudio al agresor?, está en el pacto de silencio entre machos.

Es triste pensar que esta vez fue Ingrid, fue Fátima, pero que es sumamente probable que la próxima seas tú o alguien de tu familia o entorno. Nuestra realidad como mexicanas está jodida, y nos toca decir ya no más, ni una más. El pueblo no debería temer a los gobernantes, los gobernantes deberían temer al pueblo. Si es necesario acabar con todos los símbolos de un Estado misógino para evidenciar que nos están matando, pues tendremos que quemarlo todo. Se viene el paro nacional este próximo 9 de marzo, solidaricémonos con la causa.

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AVISO: CULCO BCS no se hace responsable de las opiniones de los colaboradores, esto es responsabilidad de cada autor; confiamos en sus argumentos y el tratamiento de la información, sin embargo, no necesariamente coinciden con los puntos de vista de esta revista digital.




Violencia sexual, características y recomendaciones

FOTO: Internet.

Ius et ratio

Por Arturo Rubio Ruiz

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). La OMS define la violencia sexual como “todo acto sexual, la tentativa de consumar un acto sexual, los comentarios o insinuaciones sexuales no deseados, o las acciones para comercializar o utilizar de cualquier otro modo la sexualidad de una persona mediante coacción por otra persona, independientemente de la relación de ésta con la víctima, en cualquier ámbito, incluidos el hogar y el lugar de trabajo” (Jewkes et al., 2002).

La Ley General de Acceso a las Mujeres a una Vida Libre de Violencia define a la violencia sexual como: “Cualquier acto que degrada o daña el cuerpo y/o la sexualidad de la víctima y que por tanto atenta contra su libertad, dignidad e integridad física. Es una expresión de abuso de poder que implica la supremacía masculina sobre la mujer, al denigrarla y concebirla como objeto”.

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La violencia sexual se manifiesta desde el acoso callejero mediante “piropos” o el exhibicionismo, hasta el abuso sexual, la violación o la trata de personas con fines sexuales.

Elementos característicos

  • Prácticas no deseadas
  • Sin consentimiento la víctima.
  • Coacción, a través de fuerza física, intimidación, violencia psicológica, extorsión, amenazas o abuso de una situación de poder desigual entre la víctima y quien ejerce la violencia.

La violencia sexual afecta también gravemente a niños y a hombres, aunque en un número mucho menor; en este caso, igualmente se ejerce como mecanismo de poder y humillación, mediante el cual las víctimas son colocadas o mantenidas en una posición subordinada en un ejercicio abusivo cuyo principal objetivo es la dominación.

Recomendaciones (*)

Los gobiernos tienen la responsabilidad de tomar acciones para combatir la violencia sexual en diferentes niveles y sectores de la sociedad. En particular, deben atender las necesidades de las comunidades más marginadas, proteger los Derechos Humanos de las mujeres y trabajar para disminuir todas las formas de violencia contra las mujeres. No sólo afecta a las víctimas, sino que también tiene consecuencias para los avances socioeconómicos y políticos de la sociedad. Por lo tanto, la violencia sexual debería conceptualizarse como parte de las prioridades de desarrollo de las políticas gubernamentales.

  • Crear mayor conciencia de la violencia sexual como un problema de salud pública y una violación de los Derechos Humanos, es una prioridad a nivel local, regional y mundial, y es necesario para generar mayor atención a los programas de prevención y apoyo para las sobrevivientes de violencia sexual.
  • Enfocarse en implementar y monitorear marcos jurídicos y políticos ya establecidos en la región. Lo ideal sería que esto incluyera amplios esfuerzos por fortalecer la respuesta del sector legislativo y de justicia a la violencia contra las mujeres en general y a la violencia sexual específicamente.
  • Asegurar que las estrategias relacionadas con la prevención primaria sean emprendidas por los gobiernos, los cuales están obligados por los acuerdos internacionales a combatir la violencia contra las mujeres, incluida la violencia sexual. Entre estas estrategias figuran incrementar la protección y justicia para las víctimas, concientizar a las comunidades, ampliar el acceso a servicios integrales y otros esfuerzos por empoderar a las mujeres y sensibilizar a los hombres.
  • Promover relaciones equitativas de género como una manera de cambiar las normas sociales y el comportamiento individual que apoyan o toleran a la violencia contra las mujeres en la región de LAC.
  • Mejorar la respuesta del sector salud a las víctimas de violencia sexual, mediante el fortalecimiento de la capacidad de las instituciones de salud para combatirla. El personal de salud necesita recibir capacitación completa y de alta calidad, así como apoyo institucional, para poder brindar atención a las niñas y mujeres que la sufren. Las prestadoras y los prestadores de servicios de salud deben tener pleno conocimiento de las normas y guías para combatir la violencia sexual; además deben haber sido capacitados desde una perspectiva de género y derechos humanos. Los países necesitan políticas y guías.
  • Incluir cursos sobre la violencia contra las mujeres — incluida la violencia sexual— en la formación académica de profesionales de abogacía, medicina, enfermería y psicología. Dado que la violencia sexual empezó a considerarse como un problema de salud recientemente, los sistemas de salud y las instituciones académicas de salud aún se encuentran en las etapas iniciales de incorporar esta temática en la formación académica de profesionales de la salud y esto debe ser ampliado.

*Contreras, J. M.; Bott, S.; Guedes, A.; Dartnall, E. (2010) Violencia sexual en Latinoamérica y el Caribe: análisis de datos secundarios. Iniciativa de Investigación sobre la Violencia Sexual.




Relaciones peligrosas. ¿Qué pasa y qué hacer ante la violencia contra la mujer? (IV)

FOTO: El Sol de Torreón.

Ius et ratio

Por Arturo Rubio Ruiz

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). La violencia contra las mujeres, generada a partir de patrones conductuales atávicos, por su reiterada práctica, es una de las violaciones a los derechos humanos más extendida, que tiene serias repercusiones en la salud, la libertad, la seguridad y la vida; que genera inestabilidad e impide el libre desarrollo de las personas en un marco social de justicia, respeto y armonía.

En México, la violencia contra las mujeres representa un problema histórico en el cual la discriminación, la desigualdad de género y los actos cotidianos que se cometen contra ellas, conforma un común denominador, dentro de las ecuaciones de los distintos niveles sociales, que es preciso conocer, reconocer, atender combatir y erradicar.

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Éstos son algunos datos importantes: la violencia contra la mujer es infligida en la mayoría de los casos por su pareja; en uno de cada tres casos de mujeres que han tenido una relación de pareja, hay referencia de haber sufrido alguna forma de violencia por parte de ésta; cuatro de cada diez homicidios de mujeres son cometidos por su pareja masculina.

Los factores asociados al riesgo de ser víctima de violencia contra la mujer son bajo nivel de instrucción; indicios de haber sufrido maltrato infantil; exposición a escenas de violencia en la familia durante la infancia; actitudes de aceptación de la violencia o de la desigualdad de género; antecedentes de haber tenido otras parejas o sospechas de infidelidad; y dificultades para comunicarse con la pareja.

Estos mismos factores son compartidos en alguna medida por el victimario, pudiendo agregar a éste: tener un trastorno de personalidad antisocial; ingesta excesiva de alcohol y/o drogas; creencia en el honor de la familia y la pureza sexual; o creencia en los privilegios sexuales del hombre.

La violencia, generalmente, describe un ciclo recurrente durante el cual se intercalan periodos de calma con periodos violentos, generalmente más violentos cada vez, de tal suerte es preciso sensibilizar a las personas, a fin de detectar y atender cualquier situación de violencia que puedan experimentar a nivel familiar, escolar, laboral y sobre todo en su relación de pareja.

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La Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (INEGI 2016) dimensiona la problemática de las mujeres de 15 años y más, proporcionando información respecto del tipo de violencia que sufren (emocional, económica, física, patrimonial y sexual), en la relación de la pareja y en los ámbitos escolar, laboral, comunitario y familiar y nos muestra la cruda realidad de la situación:

◉ En el país residen 46.5 millones de mujeres de 15 años y más.

◉ El 57.1% de las mujeres se encuentran casadas o unidas, un 24.6% están solteras y el 18.3% restante, separadas, divorciadas o viudas.

◉ El 43.9% de las mujeres fueron agredidas por su pareja en algún momento de su relación.

◉ El 66.1% de las mujeres de 15 años y más (30.7 millones), han padecido al menos un incidente de violencia en sus vidas.

◉ El 49% sufrió violencia emocional.

◉ El 29% violencia económica, patrimonial o discriminación.

◉ El 34% física y el 41.3% sexual en los distintos ámbitos:

Ámbito de pareja y familiar

En los últimos 12 meses, el 10.3% fue víctima de violencia por parte de algún integrante de su familia, sin considerar al esposo o pareja. Los agresores más señalados: los hermanos, el padre y la madre. La violencia se ha ejercido principalmente en la casa y en la casa de algún familiar. Los principales agresores sexuales son los tíos y los primos.

En la comunidad

El 38.7% de las mujeres fueron víctimas de actos de violencia por parte de desconocidos. El 34.3% sufrió violencia sexual (intimidación, acoso, abuso o violación). Las agresiones ocurrieron principalmente en la calle y parques: 65.3%, autobús y microbús: 13.2%, y en el metro: 6.5%.

En el trabajo

El 26.6% de las mujeres que trabajan o trabajaron alguna vez, experimentaron violencia, principalmente de tipo sexual y de discriminación por razones de género o por embarazo. Los agresores más frecuentes son los compañeros de trabajo con el 35.2% y el patrón o jefe con el 19.3%.

En la escuela

El 25.3% enfrentaron violencia por parte de compañeros 47.1%, compañeras 16.6% y maestros 11%. En los últimos 12 meses, el 10.7% de las mujeres que asistieron a la escuela, fueron agredidas sexualmente. La violencia en éste ámbito ocurre en un 74.3% dentro de las instalaciones de la escuela.

¿Qué hacer?

Si vas a entrar o ya te encuentras en una relación de pareja, no permitas que la violencia se manifieste de manera alguna, pues si lo permites, muy probablemente escalará.

Si sufres de violencia en tu relación o sabes o sospechas de alguien que pueda estar experimentándola, ¡no esperes más! Acude de inmediato a la Agencia del Ministerio Público de atención inmediata en tu municipio. Es preciso intervenir para evitar que escale y tenga consecuencias irreversibles.

Toma como referencia la siguiente escala, elaborada por la Unidad de Género del Instituto Politécnico Nacional (IPN) de México, popularizada con el nombre de Violentómetro, y que constituye una herramienta de detección y sensibilización que permite alertar para atender este tipo de prácticas, describiendo una escala de tres niveles que son indicadores de un peligro potencial.




Feminicidio en Baja California Sur. La violencia nuestra de cada día (III)

FOTO: El Universal.

Colaboración Especial

Por Lorella Castorena Davis 

 

“¿Por qué salió tan tarde, por qué andaba sola?”

“El Ministerio Público no hizo nada”

“No le gustó lo que preparó de desayunar”

“Se muere uno en vida”

“Me habló para decirme que iba a matar a Mariana”

“Quiero que caiga todo el peso de la ley”

“Lo primero que hicieron fue revictimizarnos”

“Le dije: debes sentirte contento, ya la mataste”

“Levantemos la voz y pidamos justicia para nuestras hijas”

Testimonios de madres de hijas víctimas de feminicidio,

publicado en El País. Marzo de 2017.

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Dedicaré esta tercera entrega a uno de los temas menos discutidos, comprendidos y difundidos en Baja California Sur, pero que forma parte sustancial de la violencia nuestra de cada día: los feminicidios entendidos como la expresión irreparable de la más terrible, profunda, denostada e ignorada violencia de género, esa que se origina en la misoginia, en la aversión y el odio a las mujeres, como primera causa del fenómeno.

Feminicidio y machismo

Cuando hablamos de feminicidio, lo primero que surge en la discusión es la incomprensión de la propia noción: ¿porqué feminicidio y no homicidio? ¿Qué de especial tienen los asesinatos de mujeres cuando se matan más hombres? La respuesta es relativamente sencilla: las circunstancias en que mujeres y hombres son asesinados son muy diferentes y, obedecen a razones también muy diferentes, aunque ocurren en el mismo contexto social y cultural. Las circunstancias primero: a ellos los matan otros hombres, generalmente con armas de fuego, en el espacio público y como resultado de una gresca provocada por una demostración de fuerza individual o colectiva para dejar bien asentado quién o qué grupo domina tal o cuál actividad. Los hombres matan a otros hombres, para demostrar su poderío.

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A ellas, también las matan los hombres para demostrar su poderío, pero sobre ellas. Las matan por lo general, en el espacio privado, sus parejas, exparejas, padres, hermanos, parientes y amigos, es decir, los hombres más cercanos a sus vidas, los que se supone las aman, cuidan y protegen. Las violan, acuchillan, apuñalan, asfixian, ahorcan, golpean, envenenan, queman, destrozan. Las matan por el sólo hecho de ser mujeres.

Y ello ocurre en un contexto social y cultural específico. Decía al principio, que feminicidio y violencia extrema contra las mujeres son de los temas menos discutidos, comprendidos y difundidos en nuestra entidad, pero que forman parte sustancial de la violencia nuestra de cada día. Entre las razones que explican esta situación, se encuentra, en primer lugar, el machismo, cuya definición resumiré así: se trata de un modelo negativo de masculinidad, una forma de relacionarse que se aprende desde la infancia y funge como modelo para todo intercambio personal, esto es, no se presenta sólo con relación a las mujeres, sino también hacia los otros hombres, los niños, las niñas y las personas subordinadas.

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Esta es la clave: se trata de una forma de relación en la que prima la desigualdad: alguien está arriba y para sostenerse en ese lugar, requiere que alguien esté abajo. Se trata de una pretensión de dominio que se ejerce especialmente sobre las mujeres, pero que también explica la rivalidad entre los hombres, la búsqueda interminable de conquistas sexuales y la necesidad de exhibir rasgos supuestamente viriles, tales como el valor, la indiferencia al dolor: los hombres son valientes, no lloran, son seductores y, sobre todo, desprecian los valores femeninos (Marina Castañeda en El machismo invisible regresa, 2007). Es precisamente en este desprecio que se originan la violencia, la discriminación y la explotación de las mujeres, todos mecanismos que terminan por desatar la violencia feminicida.

Todos los estudios sobre violencia contra las mujeres señalan que existe un continuo de violencia donde el feminicidio, la violación, el hostigamiento, la pornografía y el abuso físico a las mujeres y a las niñas, son expresiones de la violencia sexual masculina, esa que, al amparo del machismo, ejercen los hombres sobre las mujeres.

Ola de violencia en BCS. FOTOS: Luis Roldán.

Pandemia nacional

Cada 8 de marzo, con motivo del Día Internacional de la Mujer, y cada 25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia Contra las Mujeres, en los principales medios de nuestro país, se publican los datos que testimonian la tragedia que representa el feminicidio en México, donde siete mujeres son asesinadas cada día y sólo 25% de los casos son investigados como feminicidios (Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio, marzo 2017). El 9 de marzo de 2017, el periódico El País, dedicó un número especial al feminicidio en México, porque ocupamos el lugar 16 en asesinatos contra mujeres en el mundo.

Desde 2013, la representación de ONU Mujeres en México calificó a la violencia feminicida como una pandemia que provoca siete feminicidios al día, de los cuales, una cuarta parte se concentran en cinco municipios del territorio nacional, comenzando por Ciudad Juárez y Chihuahua, en Chihuahua, seguidos de Tijuana, Baja California; Culiacán, Sinaloa; y Ecatepec de Morelos, Estado de México. Baja California Sur se encuentra en la zona de influencia de dos de las entidades (Baja California y Sinaloa) donde la violencia feminicida ha alcanzado dimensiones epidémicas.

Cifras escalofriantes en BCS

Según el Estudio sobre Violencia Feminicida en México. Características, tendencias y nuevas expresiones en las entidades federativas 1985-2010 (Incháustegui, 2012), los asesinatos de mujeres por razón de género tuvieron un repunte entre 2007 y 2010, período en el que se presentó un incremento de 106.2% con relación a otros periodos. El mismo estudio demostró que entre 1985 y 2010 se registró un total acumulado de 36 mil 606feminicidios en México y, que Baja California Surocupaba el lugar 16 en defunciones femeninas con presunción de asesinato (a sólo una posición por debajo del Distrito Federal que ocupaba el lugar 15), con una tasa de 2.9, esto quiere decir que, en 25 años, ocurrieron un total de 92 asesinatos de mujeres en nuestra entidad, con un promedio anual de cuatro.

Según el estudio Violencia Feminicida en el Estado de Baja California Sur. Investigación Diagnóstica, 2007-2014, (Lorella Castorena, ISMujeres, 2015), para dimensionar la evolución del fenómeno en BCS, basta con señalar que en 1985 nuestra entidad ocupaba la posición 26 —una por encima de la vecina Baja California que ocupaba el sitio 27— y que 25 años después, ascendió al lugar 16, es decir, escaló 10 puntos en el rango nacional sobre feminicidios en el período 1985-2010.

Según el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Infromática (INEGI), en el período comprendido entre 2010-2016, en BCS ocurrieron 81 asesinatos de mujeres, con un promedio de doce mujeres asesinadas por año. La diferencia entre un período y otro es enorme: mientras en 25 años (1985-2010) se asesinaron 92 mujeres a un promedio de cuatro mujeres por año, en el período siguiente, que sólo abarca 6 años (1910-2016), fueron asesinadas 81 mujeres, a un promedio de doce por año. Esto significa que en BCS, en los 6 años más recientes, se triplicaron los asesinatos los asesinatos de mujeres.

FOTO: Actitud Fem.

Invisibilidad

A partir de entonces y más específicamente desde 2014, las cifras publicadas sobre los homicidios de mujeres fueron opacadas por la ola de violencia generalizada que desataron los denominados “homicidios alto impacto” consignados así por la Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE). De hecho, en el informe de occisos en eventos de alto impacto que se encuentra en la página oficial de la PGJE, se recogen los asesinatos ocurridos entre el 31 de julio del 2014, al 15 de abril del 2017, con un total de 560 personas asesinadas, sin que sepamos cuántos fueron hombres y cuántas mujeres, ni tampoco nada de las circunstancias en que éstos ocurrieron. Sólo un número y nada más, esto es opacidad.

Según la información registrada por INEGI relativa a las defunciones por homicidio según sexo entre 2007 y 2016, que se muestran en la siguiente gráfica, los asesinatos de mujeres —un promedio de diez por año— y los homicidios —asesinatos de hombres, un promedio de 35 por año— tuvieron hasta 2013 un comportamiento similar. Entre 2014-2016, el promedio de homicidios se elevó a 153 por año, en tanto que el promedio de asesinatos de mujeres se elevó a doce.

Hasta donde se puede reconstruir la información estadística con base en los datos de INEGI, Baja California Sur “contribuye” a la pandemia feminicida con el asesinato de una mujer al mes desde 2010. El feminicidio, es, ante todo, un crimen de odio, que consiste en el asesinato de una mujer por el hecho de ser mujer, que ocurre en un contexto social, cultural e institucional, en el que prima el machismo y donde la violencia de género contra las mujeres ha sido invisibilizada, transcurre normalizada y permanece impune.

No es asunto prioritario

Hasta la fecha y a pesar de un tremendo y profundamente machista “estire y afloje” entre el Congreso del Estado, el Ejecutivo Estatal y la sociedad civil observante —que sería objeto de un artículo completo—, en febrero del 2014, Baja California Sur fue la última entidad en reformar el Código Penal para incluir la figura de feminicidio, cuando se aprobó la adición del Artículo 256 Bis, que a la letra dice: “Artículo 256 Bis.- Homicidio Agravado por Feminicidio. Cuando el homicidio sea ejecutado sobre una mujer por razón de su género, se impondrá de veinticinco a cincuenta años de prisión y multa de trescientos a novecientos días de salario mínimo vigente, así como la pérdida del derecho a heredar que pudiera tener respecto a la víctima”.

“Existen razones de género de parte del sujeto activo, cuando concurra alguna de las siguientes circunstancias:

  1. La víctima presente signos de violencia sexual de cualquier tipo;
  2. A la víctima se le hayan infligido lesiones infamantes, degradantes o mutilaciones, previas o posteriores a la privación de la vida;
  3. Existan datos que establezcan que se han cometido amenazas, acoso, violencia o lesiones del sujeto activo en contra de la víctima;
  4. El cuerpo de la víctima sea expuesto, depositado o arrojado en un lugar público;
  5. Exista antecedente de violencia en el ámbito familiar, laboral, vecinal o escolar del sujeto activo en contra de la víctima; o
  6. La víctima haya sido incomunicada, cualquiera que sea el tiempo previo a su fallecimiento.”

A pesar de esta clara adición al Código Penal vigente, no existe en BCS un solo caso de los 71 homicidios de mujeres ocurridos desde entonces y hasta 2016, que hayan sido juzgados desde esta perspectiva. De hecho, priman la confusión, la resistencia y la ignorancia propias de una sociedad machista. Antes decía que la violencia contra las mujeres en general y la feminicida en particular, han sido opacadas por la violencia generalizada de los últimos años. Quienes se oponen a avanzar en este campo, han encontrado el argumento perfecto: hay otras prioridades.

Tipos de femincidio en BCS

Para terminar, incorporamos algunos resultados de nuestra investigación sobre el feminicidio en Baja California Sur, que están siendo actualizados con la finalidad de crear el Observatorio sobre Violencia Feminicida en nuestra entidad, como una iniciativa ciudadana y académica, sobre un problema urgente. Los datos corresponden a 73 feminicidios ocurridos en BCS durante el período 2007-2014. A finales de este año, tendremos procesada toda la información correspondiente a 2015-2017. Por lo pronto, lo que hemos avanzado se muestra a continuación.

En Baja California Sur predominan los feminicidios íntimos, esto es, los cometidos por hombres con quienes las víctimas tenían o habían tenido una relación o vínculo íntimo: marido, exmarido, novio, exnovio o amante. En este tipo, se incluye también al hombre que asesina a una mujer —amiga o conocida— que rechazó entablar con él una relación íntima.  En BCS, 30 de los 73 casos identificados corresponden a esta categoría, 24 de los cuales fueron perpetrados por la pareja de la víctima en solitario; en un caso el feminicida se hizo acompañar por dos amigos y entre los tres, golpearon y violaron a la mujer antes de matarla. En otro caso, la pareja estaba acompañada por la amante. En cinco de los 30 casos de feminicidio íntimo, el perpetrador fue la expareja.

Dado que ocho de las 73 mujeres víctimas de feminicidio eran menores de 15 años, incluimos al feminicidio infantil y feminicidio familiar, que es el asesinato de una niña hasta los 14 años cometido por un hombre solo o en complicidad con otro u otra, en el contexto de una relación de responsabilidad, confianza o poder que le otorga su situación adulta sobre la minoría de edad de la niña y que se produce en el contexto de una relación de parentesco entre víctima y victimario/a. El parentesco puede ser por consanguinidad, afinidad o adopción. En el caso de BCS, se han cometido ocho feminicidios infantiles, todos ellos consumados en su entorno familiar: tres por la pareja de la madre, uno por la expareja de la madre, dos por el padre, uno por padre y madre y, uno por la pareja de la madre y la madre.

Otro tipo identificado fue el feminicidio por conexión que se comente cuando una mujer es asesinada “en la línea de fuego” de un hombre que intenta o mata a otra mujer. Puede tratarse de una amiga, una parienta de la víctima, madre, hija u otra; o una mujer extraña que se encontraba en el mismo escenario donde el victimario atacó a la víctima. En BCS esto ocurrió en un caso en que la víctima fue asesinada por la pareja de su amiga, un exmilitar que previamente había matado a su amiga.

Identificamos también un caso de feminicidio por prostitución que consiste en el asesinato de una mujer que ejerce la prostitución cometido por uno o varios hombres. Entran en esta tipología los casos en los que él o los victimarios asesinan a la mujer motivados por el odio y la misoginia que despiertan en estos la condición de prostituta de la víctima. Los casos también conllevan la carga de estigmatización social y justificación del feminicidio por prostitución en la mente de los asesinos: “se lo merecía”; “ella se lo buscó por lo que hacía”; “era una mala mujer”; “su vida no valía nada”. En el caso ocurrido en BCS se trataba de una sexoservidora y bailarina de espectáculo nocturno cuya pareja la asesinó porque ella ya no quería prostituirse.

Cuatro casos pueden identificarse como feminicidio no íntimo, uno, el que se refiere al que fue cometido por un hombre desconocido con quien la víctima no tenía ningún tipo de relación, pero que previamente fue agredida sexualmente hasta morir a manos de un extraño. En este tipo se considera también el caso del vecino que mató a su vecina, sin que existiera entre ambos algunos tipos de relación o vínculo. En esta categoría entrarían cuatro de los 73 casos identificados en nuestra base de datos.

Finalmente, el colectivo Femincidio.Net propone la noción de feminicidio sexual sistémico para explicar el asesinato de mujeres que son secuestradas, torturadas y violadas. Sus cadáveres, semidesnudos o desnudos son arrojados en las zonas desérticas, los lotes baldíos, en los tubos de desagüe, en los tiraderos de basura y en las vías del tren. Los asesinos por medio de estos actos crueles fortalecen las relaciones sociales inequitativas de género que distinguen los sexos: otredad, diferencia y desigualdad. Al mismo tiempo, el Estado, secundado por los grupos hegemónicos, refuerza el dominio patriarcal y sujeta a familiares de víctimas y a todas las mujeres a una inseguridad permanente e intensa, a través de un período continuo e ilimitado de impunidad y complicidades al no sancionar a los culpables y otorgar justicia a las víctimas. Se divide en las subcategorías de organizado y desorganizado y toma en cuenta a los posibles y actuales victimarios.

En la categoría de feminicidio sexual sistémico desorganizado, se considera al asesinato de mujeres que está acompañado —aunque no siempre— por el secuestro, tortura, violación y disposición del cadáver. Los asesinos, presumiblemente, matan por una sola vez, en un período determinado; y pueden ser hombres desconocidos, cercanos o parientes de las víctimas que las asesinan y las depositan en parajes solitarios, en hoteles, o en el interior de sus domicilios.

En tanto que el feminicidio sexual sistémico organizado, se refiere al asesinato de mujeres que está acompañado por secuestro, tortura, violación y disposición del cadáver. Los asesinos pueden actuar como una red organizada de feminicidas sexuales con un método consciente y sistemático a través de un largo e indeterminado período, dirigido a la identidad de sexo y de género de las niñas y mujeres.

Con base en todos los datos aportados por nuestras fuentes, podemos afirmar que en Baja California Sur se han cometido en siete años 73 feminicidios —poco más de diez por año—, de los cuales al menos 34, podrían considerarse feminicidio sexual sistémico desorganizado, en tanto que ocho feminicidas entrarían en la categoría de perpetradores de feminicidio sexual sistémico organizado.

FOTO: Puebla Roja.

Crece la brutalidad

Algunas hipótesis vienen a la mente cuando vinculamos el hecho de que la violencia en México se ha disparado a partir del 2006 a niveles de barbarie y brutalidad terrorífica, violencia que, sumada al machismo y misoginia característicos de la cultura mexicana, ha terminado por convertir a las mujeres en botín de guerra y por naturalizar e invisibilizar aún más —si se puede— la violencia contra las mujeres y los feminicidios.

Hoy sabemos que las víctimas de la violencia de género son cada vez más jóvenes y que la saña con se cometen los feminicidios se ha incrementado: cadáveres de mujeres que han sido previamente torturadas, violadas y luego descuartizadas y desmembradas son tirados cada vez más cerca de la vista de todos, en desagües, ríos o parques públicos. Para Ana Güezmez García, representante en México de ONU Mujeres, México vive una situación similar a la de países que padecieron conflictos armados como Guatemala o Colombia, donde las mujeres quedaron a merced de los bandos en conflicto y la violencia de género se normalizó, a tal grado que todos los días desaparecen decenas, cientos de mujeres jóvenes que a menudo son víctimas de redes de explotación sexual, otro de los grandes negocios de los cárteles de la droga que además, trafican armas e inmigrantes, extorsionan y secuestran.

En México y en Baja California Sur, la violencia feminicida se ha acentuado y brutalizado desde la expansión del crimen organizado y la impunidad. Es terrible e indignante que, a pesar de las evidencias, la barbarie y la brutalidad, la violencia contra las mujeres apenas existe en la agenda del Gobierno Estatal y del Poder Legislativo, que se niegan a reconocer el problema, no terminan por ajustar la legislación y se resisten a declarar las alerta de género, escudándose en argumentos legaloides y lo que es peor, al negarse a reconocer que hemos llegado a límites impensables, no existe costo político ni condena social, ni legal para las autoridades que no actúan conforme a la ley. Si ante la violencia social y la provocada por el crimen organizado y desorganizado impera la impunidad, frente a la violencia de género y el feminicidio, se suman la negación e invisibilización de una realidad que cada día nos cercena lo que nos resta de dignidad.




Paro Internacional de Mujeres: denuncia global contra una pandemia mundial

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Paro Internacional de Mujeres, en el Día Internacional de la Mujer. Fotos: Internet.

Colaboración Especial

Por Alma Margarita Oceguera Rodríguez

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). El 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer trabajadora, conmemoramos la lucha y la vida de miles de mujeres, que por defender sus derechos por mejores condiciones de vida, de trabajo y de salario, fueron reprimidas y asesinadas. Por ello, este día, organizaciones feministas de cientos de ciudades en más de 50 países alrededor del mundo convocamos al Paro Internacional de Mujeres, una huelga internacional en defensa de los derechos reproductivos, por el Estado laico, contra la violencia contra las mujeres y los feminicidios.

Mujeres de BCS, también al paro

Existen infinidad de razones cotidianas para enfrentar las estructuras patriarcales, como las conductas culturales que se promueven y se reproducen en todos los espacios públicos y privados hasta lograr normalizarlas; por ejemplo, la realización de las labores domésticas y el cuidado de infantes y de personas mayores que significa un trabajo no remunerado de servicios indispensables, sin horarios y los 365 días del año, sin prestaciones ni derechos, el cual recae fundamentalmente en el tiempo de las mujeres y que representan en México, de acuerdo a datos de INEGI, al menos una quinta parte del Producto Interno Bruto nacional.

La brecha salarial entre mujeres y hombres en las empresas privadas el porcentaje puede alcanzar hasta un 40% y un 46% en los grupos de mujeres económicamente pobres. Así, las mujeres ocupan posiciones de jerarquía inferiores, con menores prestaciones sociales y oportunidades para ingresar al mercado, que disminuyen a medida que se tienen un número mayor de infantes, etcétera. En el ámbito político, aunque los gobiernos mexicanos del país deben implementar la paridad de género en los cargos de gobierno, en los puestos de primer nivel en Baja California Sur, las mujeres están subrepresentadas y con menores ingresos salariales.

En la educación, en todos los niveles de escolaridad la tasa de participación de las mujeres es inferior que la de los hombres, no obstante, a mayor nivel educativo, dicha diferencia es menor, sin embargo, las oportunidades de ingreso laboral son ampliamente inferiores.

De igual manera, en los espacios públicos y privados las mujeres enfrentamos el acoso y hostigamiento laboral, sexual, el acoso callejero, la discriminación naturalizada en el trabajo, generando el incremento de una violencia y la escalada de la crueldad en los mismos. La casa es el lugar más inseguro para las mujeres y donde vive el mayor número de agresiones. La violencia contra las mujeres es multifactorial y la respuesta institucional exige planeación e implementación de acciones integrales, de una educación y cultura con perspectiva de género, ya que son piezas clave para el avance de las mujeres y hombres; la capacitación a los tres poderes y órdenes de gobierno debe supervisarse y vigilarse su cumplimiento.

Este paro, por la dimensión de su tamaño, diversidad de países involucrados y de contingentes organizados, marca como movimiento feminista, un hito importante contra los graves retrocesos que golpean y amenazan los derechos de las mujeres en algunas regiones; así como las resistencias contra las acciones de recortes cuantiosos a fondos presupuestales destinados a garantizar los derechos sexuales y reproductivos; y la atención para erradicar la discriminación y la violencia contra las mujeres, entre otras.

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La convocatoria del Paro Internacional de Mujeres expresa un posicionamiento feminista internacional contra la misoginia y el sexismo institucional; el clasismo, el racismo, la xenofobia, la discriminación basada en la orientación sexual e identidad de, y el rechazo a las políticas internacionales y de gobiernos locales neoliberales, intervencionistas e imperialistas.

La violencia contra las mujeres se manifiesta en todos los ámbitos de la vida y las relaciones humanas, es una pandemia mundial no atendida con eficiencia y efectividad y con insuficientes recursos, profesionalismo y responsabilidad por la mayoría de nuestros gobiernos locales. En México, datos oficiales indican que 7 mujeres son asesinadas diariamente, mientras que en Baja California Sur al menos una al mes, cifras que anualmente tienden a aumentar y, paradójicamente, los recursos etiquetados para su atención, tienden a disminuir seriamente.

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La cultura institucional posee un marco jurídico, teórico, ético y metodológico que permite la aplicación e implementación de los derechos humanos con perspectiva de género, tal como lo establece el marco normativo y programático de las leyes mexicanas y los instrumentos internacionales para generar la igualdad sustantiva entre mujeres y hombres, y esto requiere de un grupo de mujeres y hombres expertas, que como personal de la función pública, conozcan las estrategias y bases de cooperación y colaboración interinstitucionales, intermunicipales y nacionales ya que son responsabilidad ineludible e irrenunciable.

Aunado a lo anterior, la transparencia y rendición de cuentas, son un factor fundamental para el avance de la democracia y prevenir que los recursos etiquetados para la violencia contra las mujeres se destinen a objetivos ajenos, como frecuentemente ha sucedido; o bien, que sencillamente no se destine lo suficiente, ni siquiera para contar con oficinas en cada uno de los 5 institutos municipales de las mujeres, ni suficientes módulos de atención a la mujer ni refugios para las mujeres, niñas y niños en situación de violencia.

Este 8 de marzo, las feministas de nuestra entidad convocamos al Paro Internacional de Mujeres a las 17:00 horas en el Parque Cuauhtémoc, en La Paz, para dirigirse en una marcha hacia el kiosko del Malecón donde se presentarán actividades e intervenciones político-culturales.

Asímismo, el sábado 11 de marzo, de 9:00 a 14:00 y de las 16:00 a 19:00 horas, se celebrará el I Conversatorio Estatal Feminista cuyos objetivos son dar a conocer el Frente Feminista Nacional de Baja California Sur, así como compartir testimonios en las voces de mujeres sobre los procesos e historia de los feminismos y de los aportes de la sociedad civil organizada, para el adelanto de los derechos humanos de las mujeres en Baja California Sur. La sede será el Instituto Nacional Electoral, INE, ubicado en Ave. Golfo de California 180, Colonia Esperanza 1, en La Paz, Baja California Sur.

Si las mujeres paramos, para el mundo. ¡Ni una menos! ¡Vivas nos queremos!