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20 Años sin George Harrison

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El librero

Por Ramón Cuéllar Márquez

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). El pasado 29 de noviembre se cumplieron 20 años de que George Harrison pasó a otro plano de la existencia, de su existencia. Recuerdo que ese año, en 2001, la noticia me llegó a través de la radio y comencé a escuchar todas las canciones escritas y cantadas por él en su etapa beatle y algunas posteriores que hizo en solitario en los setenta y ochenta.

Aunque no era un beatle con el que me sentía identificado, ese día no pude contener las lágrimas porque de alguna manera uno se acostumbra a las personas con las que creamos un vínculo, aunque jamás los lleguemos a conocer. Pero lo cierto es que sí, pues su música llega a ser tan entrañable, tan familiar, tan personal, que es imposible no sentirse tocado.

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Fue una noche triste. La relación de George con el resto de sus compañeros Beatles significaba una profundidad silenciosa, estética, quizá por ello le decía la gente el beatle quieto, el tranquilo; esto debido quizá a su relación con la mística de la India y con los Hare Krishna. Introdujo mucho de la música de ese país al rock y que derivó en composiciones complejas con sonidos nuevos, que habrían de influir en otras asociaciones musicales.

De las canciones que más guardo en la memoria están Here Comes The Sun, Something y I Need You. La delicadeza de las letras y la estructura de los sonidos repartidos en el ritmo son, con mucho, un toque especial para que siempre que regresemos a ellas volvamos a sentir lo que nos atrajo en principio.

Sin ser el beatle con mayor ego, ni haber sufrido una infancia que tuviera un desgracia, logró conectar con muchos seguidores, logrando además colocar varios éxitos y demostrando que igualmente era capaz de escribir con la misma habilidad que John y Paul. Su vida entregada a la música desde niño rindió frutos: ¿quién no recuerda a George Harrison, al beatle?

Así que, rindo un pequeño homenaje al poeta espiritual que le imprimió a Los Beatles una nueva perspectiva de la vida y la música.

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La separación de The Beatles: 10 de abril de 1970

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El librero

Por Ramón Cuéllar Márquez

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). El 10 de abril de 1970, hace 50 años, Paul McCartney anunciaba su separación de The Beatles, pero en realidad había comenzado desde antes, tal vez, como apuntan muchos biógrafos, desde la muerte de Brian Epstein en 1967, e incluso desde que dejaron los espectáculos y conciertos en vivo en 1966. Algunos afirman que por la relación de John con Yoko Ono, que comenzó en 1968.

Digamos que la declaración de Paul fue en realidad la crónica de una separación anunciada, a la que muchos se resistían aceptar, pues habían visto crecer y evolucionar a la banda durante los sesenta. The Beatles fueron amos y señores de esa década, reconocidos como los artistas más influyentes en la historia de la música, además del impacto sociológico, económico y comercial que significaron. Nadie, en ese sentido, los ha superado.

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La historia de The Beatles es la historia de los años sesenta. No se puede entender esa década sin la aparición de esa banda. Su separación en 1970, que coincide con la aparición de su último álbum, y de su película homónima, Let It Be, causó una profunda congoja en sus fans y un perpetuo deseo de que algún día volvieran a unirse en el futuro inmediato, lo cual nunca ocurrió, al menos no los cuatro, aunque Paul, George y Ringo sí llegaron a hacerlo durante la grabación individual de Harrison All Days Must Pass, en noviembre de 1970, tema que pudo ser parte del llamado “Álbum Blanco”.

Ese deseo habría de acabar con la muerte de John Lennon el 8 de diciembre de 1980, que por cierto este año cumple cuarenta años del deceso y ochenta de haber nacido. Paul, George y Ringo volverían a unirse para la grabación de los discos Anthology 1, 2 y 3 (acetatos y videos), en la década de los noventa, donde incluyeron dos canciones de John, grabadas con su voz domésticamente en la década de los setenta.

El rompimiento de The Beatles fue la fase final de un encuentro que comenzó el 6 de julio de 1957, cuando Paul —de 15 cumplidos en junio pasado— y John —de 16, a cumplir 17 en octubre— se conocieron en la iglesia de San Pedro de Woolton. Ese día John había tocado con su banda de skiffle The Quarry Men, que ya tenían un tiempo tocando y presentándose en diversos lugares, aspirando a convertirse en músicos profesionales.

Ese encuentro de los dos adolescentes habría de ser la dupla de compositores más importantes en los años por venir y, con ello, las canciones más entrañables de la historia de la música. Antes de decantarse en la formación de The Beatles, pasaron por varios cambios de nombre: The Beetles (sin la “a”), The Silver Beetles, The Beatals, The Silver Beets, The Silver Beatles, Long John and the Silver Beetles, hasta sintetizarse en The Beatles en agosto de 1960, cuando se fueron por primera vez a Hamburgo, cuyo nombre se le atribuye al artista plástico y amigo de John, Stuart Sutcliff.

Los primeros integrantes de The Quarry Men habrían de fluctuar durante algún tiempo, hasta la llegada de McCartney y Harrison —de 14—, los que final serían los definitivos, pero cuya consolidación lograrían hasta la llegada de Ringo Starr y la salida de Pete Best, bajo la representación artística de Brian Epstein. The Quarry Men grabaron un disco sencillo —que tuvieron que pagar por hacerlo—, con dos canciones “That’ll Be the Day”, de Buddy Holly y “In Spite of All the Danger”, de Harrison y McCartney, cantada por Lennon.

Así que ese nacimiento en julio de 1957, con la llegada de Paul a la vida de John, hasta abril de 1970 con el anuncio de Paul rompiendo con la banda y por tanto de la vida de John (durante algún tiempo), marcaría la evolución de la música del siglo XX, y del rescate inglés del rock and roll estadounidense, que ya estaba de salida desde que Elvis Presley se alistó al ejército. Fueron 13 años de una fuerza musical que se desarrolló hasta que se mostraron los síntomas de la fatiga, el desencanto, la falta de armonía y la explosión de egos, en especial de Lennon y McCartney, que no supieron cómo manejar los efectos del éxito y que terminaron por separarlos para siempre como asociación musical.

La verdad es que no me los imagino reunidos en los setenta, ni si esa reunión hubiera evitado el asesinato de John, ni tampoco los veo tocando en tours internacionales ya ancianos, aferrados a glorias pasadas como les dio un tiempo a tantas bandas de la época. La separación sólo vino a reforzar el mito que ya eran para ese momento de sus vidas

 

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A medio siglo de la separación de The Beatles. Música para todas las generaciones

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El Beso de la Mujer Araña

Por Modesto Peralta Delgado

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). En abril de 1970, Paul MacCartney anunciaba oficialmente la separación de The Beatles. Un mes después salía a la venta su último álbum: Let It Be. A mi me faltaría casi una década para nacer, sin embargo, soy uno de los miles y miles en el planeta que tiene algún recuerdo ligado a la que —le pese a quien le pese—, podría considerarse como la banda de rock más grande de todos los tiempos. Y es que su música ha sido un poderoso pegamento entre las generaciones.

¿Qué es lo que hizo tan grande a estos genios de la música? A 50 años de la separación de The Beatles se han escrito un mar de cosas, y este es un breve artículo de cómo influyó en una vida —en mi vida—, como lo fue seguramente en la millones, así que responder en unas líneas en qué reside su grandeza resultaría absurdo. Con todo, creo que una de sus mayores cualidades es haber experimentado una evolución —con una audaz experimentación y cambios radicales—, que a medio siglo ha permitido que diferentes canciones puedan ser adoptadas por personas de diferentes edades. Cualquier disco, cualquier tema, podría formar parte de cualquier soundtrack de cualquier ser humano en el mundo.

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En mi niñez y adolescencia, la música de The Beatles llegó a través de algunos cassettes de éxitos como los Past Master I y II, con lo que creía conocer lo mejor de la banda. Claro, como cualquier neófito tarareas Yesterday o Hey Jude creyendo que eran sus mayores joyas, pero al ir creciendo te das cuenta que las más populares no siempre son las piezas más importantes de tu archivo personal; de hecho, algunas de las mejores canciones para uno, por supuesto, cambian con el tiempo, y a veces no aparecerían en un listado de sus mejores rolas, como en mi caso, la admiración que siento por la genialidad musical en I’ve Just Seen a Face, Hey bulldog o Happiness is a Warm Gun. Mi favorita de unos años para acá: While My Guitar Gently Weeps.

Muchos artículos se han publicado, seguramente con pleitos entre los jueces, sobre sus mejores álbumes —de hecho, la música de The Beatles puede ser todo un campo de estudio desde cualquier ángulo, sea desde un medio frívolo o desde análisis académico. Para uno que creció con su música de una forma desperdigada, a como fuimos encontrando sus discos en el camino, sólo podríamos delimitarlo de forma caprichosa. En un momento de mi vida, el Rubber Soul lo rayé de tanto ponerlo en mi etapa universitaria, y el White Album —para mí el mejor, seguido con poco por el Revolver— de plano lo perdí en alguna borrachera. Porque eso sí, las canciones de estos ingleses estuvieron en medio de todo tipo de bebidas, desde el café hasta la cerveza. Lo que sí creo es que, en muchos casos, quien crea que el mejor es el Sargent Pepper —en muchos casos, repito— sería porque así se ha repetido hasta el cansancio; pero vamos de nuevo: lo más publicitado no es sinónimo de lo más significativo o trascendente para quienes hemos explorado su música.

Como sea, no buscamos establecer listados. Ni somos quién, ni nos importa. Sólo celebramos que hace medio siglo dejó de existir para siempre una banda de pop icónica en muchos sentidos, y la sentimos y la amamos como si hubiésemos estado en su concierto en la azotea. Incluso, viví sus “noticias” y las discutía, como entre amigos, al “establecer” que la separación había sido “por culpa de Yoko Ono“, pero al paso del tiempo uno se da cuenta que solo forma parte de los mitos, de las palabras que intentan explicar fácilmente procesos más complejos. Y cada que veo Imagine vuelvo a llorar cuando se anuncia la muerte de John Lennon. Sus biografías han sido parte de mi educación artística, y al igual que sus temas, las comprendo de diferente manera según la edad, y ocasionalmente regreso a las primeras canciones con la frescura de que apenas se hubieran publicado.

Sin duda, The Beatles son parte importante de mi vida. Cambia mi percepción de su historia musical conforme avanzo en edad, y no dejan de sorprenderme a pesar de la distancia en décadas. Jamás olvidaré cuando, siendo estudiante de la UABC en Mexicali, hace dos décadas, la galería de la universidad expuso la colección de un beatlemaniaco de aquella ciudad, y sería la primera y única vez que vi abarrotada una exposición, y al inaugurarla, se tocaron canciones en vivo, mientras de ni se sabe dónde, algunos hacían los coros agudos de Noregian Wood; ni cuando en La Habana, Cuba, en un concierto en tributo a John Lennon, espontáneamente, los espectadores nos tomamos de la mano y cantamos al unísono el Imagine con la fuerza y la emotividad que un himno de esa magnitud lo vale.

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20 años de ‘OK Computer’. Cuando Radiohead puso melodía a la depresión

Thom Yorke, líder y cantante de Radiohead. Fotos: Internet.

La Paz, Baja California Sur (BCS). El 21 de mayo de 1997 fue lanzado OK Computer, el tercer álbum de Radiohead. Para entonces, quien esto escribe, ni cuándo oírlo. Para mí, ellos sólo habían sido “la banda británica que cantaba Creep“. ¡Pfff, qué vergüenza! Seguramente escuché aisladamente alguna que otra canción de este álbum —que desde la portada, me parecía bastante fea, y con un título incomprensible— pero nunca me llamó la atención ni fui un seguidor entusiasta. Aquí escribo un poco de la historia de cómo llegó a mí y se convirtió para siempre en parte del soundtrack de mi vida, y con ello no sólo rindo un sencillo homenaje, sino que puedo hermanarme con quienes encuentren en esta música una píldora de placer… o de acompañamiento para la depresión.

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Yo había llegado a La Paz hacía diez años, en 2007, solo, con sólo 200 pesos que mi padre me dio para venir a buscar trabajo, luego de varios meses sin uno estable. Mi amigo Erik me prestó su vivienda en una zona al sur de esta ciudad, bastante retirado de la mancha urbana. Por ese periodo de tiempo trabajé en un restaurante, y por las mañanas dejaba solicitudes en todos lados; no me llamaban de ningún lado y yo tenía que lavar platos; así que llegaba agotado, de madrugada, a una casa semivacía y frecuentemente con unas cervezas, lo que constituía mi única compañía. Semanas pasaron en la misma situación, y junto a la grabadora de mi amigo encontré algunos CDs de Lucho Dalla, Joaquín Sabina, y el OK Computer de Radiohead, que pude escuchar de cabo a rabo, con un poco de escepticismo y un creciente deleite.

No soy un erudito en música, pero sí un apasionado del rock. Y sabía que dicho álbum estaba considerado entre los mejores en cualquier listado de la historia del rock. Sin embargo, con Thom Yorke y compañía me pasó lo que con Julio Cortázar: en los primeros acercamientos —más por una cuestión de que ‘había’ que conocerlos como un referente, que por auténticas ganas— no me impresionaron, no me convencían, incluso, me parecían sobrevalorados. Su material era poco entendido por mí y no lograban conectarme. Y al tiempo, tanto el escritor como los músicos, habrían de formar parte indisoluble mí. Y no me tuve que obligar a nada, llegaron en el tiempo adecuado, y tocaron las fibras más íntimas cuando se necesitó. Me parece un cliché bastante petulante decir que ciertos autores o bandas “no son para cualquiera”; creo que a veces, con algunos, se da un clic emocional/espiritual en ciertos momentos y es todo, pero cuando sí, su permanencia puede ser para siempre.

Radiohead, para mí, es un estado de ánimo, y en particular su OK Computer. Y por cierto, deprimente. No es la idea promover u orgullecerse de ciertos trastornos emocionales —otro cliché petulante el de aquellos que presumen sus enfermedades—, pero para nadie es un secreto que la banda británica posee esa peculiaridad. Su música no es, ciertamente, optimista. Sería un poco loco decir que este álbum está lleno de ‘baladas’; si bien, hay un par de momentos muy rítmicos, el álbum es predominantemente deprimente, nostálgico, denso y oscuro. Seamos francos: quienes lo han oído y no les gusta lo tildan de aburrido.

¿Qué tiene de especial este disco valorado mundialmente como uno de los mejores de la historia? Olviden que dije que la portada era fea y el título poco entendible. Cuando te conviertes en un apasionado y le navegas un poco en Internet, comprendes mejor las cosas: te apropias de la obra de arte. El diseño de portada e interiores buscaba reflejar la alineación en la tecnología, con un toque futurista de deshumanización. Y el ‘OK Computer’ —declaró Thom Yorke—, fue el grito que lanzó un chico japonés en una tienda de discos, y sonaba como una “aterradora frase”. Se sabe también que el álbum fue grabado en una zona rural en Inglaterra, lejos de los estudios de las grandes ciudades, producido por ellos mismos, lo que le dio no sólo el toque indie sino quizá el ambiente místico idóneo, para finalmente crear el disco que los catapultó a la fama mundial, y que les ha valido el reconocimiento como los genios de la música que son.

Los ‘cabezas de radio’ pueden hacer tranquilamente lo que quieran: el álbum de casi una hora de duración obtuvo discos de platino en Estados Unidos e Inglaterra, y es considerado de los mejores de la historia, comparado con los trabajos de The Beatles. Probablemente, junto con el Nevermind de Nirvana, OK Computer sea una de las obras maestras monumentales del rock de las últimas décadas. Pero todo esto es ‘apenas’ el producto y sus resultados. ¿Qué hay de sus canciones? ¿Porqué ha logrado conmover a millones de personas en el planeta, incluyendo a los de habla no inglesa, que quizá a veces no podemos analizar sesudamente las letras, pero el conjunto de su obra nos sedujo?

No es éste un minucioso de análisis, y ya que confesé no ser un erudito —éstas líneas son más producto del gusto y el amor que del conocimiento—, he de decir que Radiohead me conquistó hace diez años en esa etapa de desempleo, desamor y soledad. Así, en resumidas cuentas. Creep ya no es, de hecho, para su servidor, ni la mayor referencia ni su mejor canción. La primera que me embrujó de este álbum fue No Surprises; luego repetía y repetía en la grabadora, boquiabierto, ¡lo que se habían logrado estos virtuosos en Paranoide Androide!; y después —y hasta la fecha—, escribo una historia de ficción donde Let Down formaría parte si algún día llegara a trasladarse a un guión de televisión o cine; y ¿qué decir de Airbag que arranca el disco con una rabiosa guitarra para hablarnos de que una bolsa de aire nos salvó de morir aplastado en un accidente de auto?

Y esta producción me llevó a oírlos disco por disco, ignorando la fama de ciertos sencillos, para redescubrir sus primeros trabajos y encontrar una constante exploración en los posteriores —como suele pasar en la relectura de libros chingonsísimos. Por cierto, he leído recientemente que In Rainbows, otro disco excelente, pudo haberse gestado con el disco del que hablamos, es decir, pudo haber sido originalmente un álbum doble, pero hubieron de esperarse diez años para lanzarlo. No suena tan descabellado. De cualquier modo, el disco referido que cumplirá 20 años este 21 de mayo, fecha oficial de su lanzamiento, es una verdadera joya de la música contemporánea. Radiohead logró lo que sólo los grandes artistas pueden: dar voz —y ritmo— al sentir de una generación; OK Computer le puso melodía a la depresión y a la preocupación por el lado oscuro de la tecnología.

 




50 años del Sargent Pepper’s Lonely Hearts Club Band, de The Beatles

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Imágenes: Internet.

Colaboración Especial

Por Ramón Cuéllar Márquez

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). El 10 de abril de 1970, The Beatles decidieron separarse para siempre. Hace 47 años el mundo se quedó sin el sonido del Mersey Beat londinense, pero durante ese tiempo todo lo que tuviera que ver con el cuarteto más famoso del siglo XX se convirtió en leyenda y aun en mito fantástico. Quienes no vivimos su apogeo crecimos escuchando su música y aferrándonos a su historia, a una posbeatlemanía que no termina.

Durante la década de los 60’s, The Beatles fueron las figuras más importantes de la música popular, en especial del rock, que tuvo varias vertientes y de las cuales ellos fueron innovadores en todos los sentidos. Prácticamente se puede decir con justicia que hay un antes y después de The Beatles. En esos diez años obtuvieron 27 Número 1 en las listas de popularidad tanto del Reino Unido como de Estados Unidos, además del resto del mundo; asimismo, grabaron catorce álbumes de estudio, un sinfín de sencillos y todos con un éxito arrollador.

Claro, no surgieron de la nada, ni eran el diseño publicitario de una campaña fríamente calculada como sugieren algunos conspiranoicos. Su historia comienza en el verano de 1957, cuando John Lennon y Paul McCartney se conocieron (que, datos aparte, en este 2017 cumplirían 60 años de ese hecho); luego seguiría Hamburgo en Alemania a principios de los 60’s y de regreso a Liverpool en el club La Caverna, que es una especie de templo beatlémano en la actualidad. La historia interna de The Beatles se cuenta aparte, pues algunos miembros de origen terminaron abandonando la agrupación, principalmente cuando se hacían llamar The Quarrymen; después en The Silver Beatles, cuyo caso más sonado fue el de Pete Best, que fue sustituido por Richard Starsky, más conocido como Ringo Starr, y la muerte prematura del mejor amigo de John Lennon, Stuart Sutcliffe, quien fue el que, se cuenta, le puso Beatles a la banda.

Por supuesto, no sólo fueron catorce LP’s, hicieron recopilaciones de sus canciones más emblemáticas y más populares, como consta en los álbumes rojo y azul, Let It Be Naked, Past Masters 1 y 2, por mencionar algunos. A mediados de los 90’s se renovaría el sonido beatle con las ya famosas Antologías 1, 2 y 3, que incluyó CD’s y VHS’s en su momento, con un éxito total, donde se incluyeron dos canciones inéditas, Free As A Bird y Real Love, ambas cantadas y compuestas por el fallecido John Lennon, y que gracias a la magia de la tecnología, se pudo incorporar a los otros tres ex integrantes, logrando con ello que el cuarteto se reuniera por primera vez desde 1970.

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Quienes fuimos seducidos por la música beatle, la escuchamos o por discos o por canciones en particular, o por ambos casos. Por eso sabemos que fue con Help! , de 1965, que The Beatles iniciaron su transformación y perfeccionamiento musical, alejándose de sus triunfos iniciales cuyo único propósito fue el de alcanzar el éxito y la fama; además, en Help!, a diferencia de sus otros álbumes, esta vez, exceptuando Act Naturally y Dizzy Miss Lizzy, todas las canciones estaban firmadas por la dupla Lennon y McCartney, más dos de Harrison. En seguida vinieron dos de sus discos más aclamados por la crítica, Rubber Soul y Revolver, de 1965 y 1966, respectivamente, y donde ahora sí todas las canciones estaban compuestas por ellos y su evolución se hizo más patente. En opinión de George Harrison, esos dos discos eran lo mejor de su producción discográfica, a los que pensaba como un álbum doble.

La cosa es que The Beach Boys, a quienes se les consideraba The Beatles estadounidenses, quedaron impresionados con el álbum Revolver, y quisieron hacer algo parecido pero muy superior, algo jamás visto ni oído. Ese disco fue Pet Sounds, que tuvo un éxito sin precedentes en su historia como banda de rock, y al que se califica como uno de los mejores álbumes de toda la historia. The Beatles, al ver el resultado, no quisieron quedarse atrás, y para sacarse la espinita clavada, comenzaron a idear algo que superara lo hecho por The Beach Boys, incluso algo que venciera a sus propios éxitos. Era el Sgt Pepper’s Lonely Hearts Club Band, de 1967.

George Martin declaró alguna vez que sin Pet Sounds, el Sargent Pepper jamás hubiera existido. La idea la principió Paul, haciendo esbozos y trazando la fisonomía de los que sería el álbum siguiente. Se introdujeron canciones tanto de John, Paul y George, con la voz de Ringo en A Little Help Of Muy Friends. Experimentaron con nuevos sonidos y nuevos instrumentos, como la cítara hindú de Harrison en Within You Without You, y se aventurarían por el rock psicodélico de Lucy In The Sky With Diamonds. Por primera vez se incluirían las letras en un cuadernillo diseñado con fotos de The Beatles, ataviados con uniformes tipo militar de diferentes colores, que hoy son clásicos. Y lo espectacular vino con la portada del disco, que sería catalogada como la mejor de su época y como la más icónica de todos los tiempos (claro, también está la de Abbey Road, de 1969, pero ese es otro asunto), donde se incluyó la figura de personajes de la Historia y la farándula cinematográfica, a quienes The Beatles admiraban. No entraré en el debate de los mensajes “ocultos” y de los que tanto se ha hablado en los últimos cincuenta años (y que muchos de ellos giran en torno a la supuesta muerte de Paul), si no en el de la versión de que la portada simbolizaba la muerte de The Beatles y el nacimiento de la Banda de Los Corazones Solitarios del Sargento Pimienta, es decir, rompían con su pasado reciente y se incorporaban a la creatividad desbordada y al arte conceptual, que fue como terminó denominándose al Sargent Pepper.

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El éxito fue instantáneo. Para inicios de 1968 el disco ya había vendido millones de copias. El 8 de enero de ese año, Jimmi Hendrix interpretó la primera canción del álbum, Sgt Pepper’s Lonely Hearts Club Band, en un concierto que ofreció en Londres, como una manera de reflejar el impacto que había suscitado en él. Después se sucedieron las críticas y todas fueron unánimes: The Beatles se habían reinventado, habían logrado el mejor disco de la Historia del Rock. Después vinieron otros acetatos, con éxitos equiparables y novedosos, aunque sin la conmoción lograda con el Sargent Pepper. The Beach Boys quisieron revolucionarse haciendo lo propio con otro más, sin embargo, aunque lo realizaron, jamás salió al mercado. A pregunta expresa, alguna vez se le cuestionó a uno de los integrantes si creían que habrían podido superar a The Beatles, él contestó: “El Sgt Pepper nos hubiera pateado el trasero”.

Así que hace 50 años The Beatles encontraron su Buda y lo destruyeron para convertirlo en el mejor disco de los sesenta, pero también como el inicio de la evolución del rock, un disco considerado conceptual desde todos los ángulos: como música y como objeto de arte. Las trece canciones incluidas parecen enlazadas unas con otras, pero distintas entre sí, cada una desde su propio universo y al mismo tiempo como una obra total. Para celebrarlo, este año se planea un documental que saldrá a finales de mayo, sobre todo lo ocurrido en torno al álbum, dirigido por el mismísimo Allan Parker; además, por supuesto, el relanzamiento del disco, que incluirá dos canciones que debieron salir originalmente: Strawberry Fields For Ever y Penny Lane, que en su momento fueron lanzadas como sencillos, y que según George Martin fue un completo error haberlas excluido. La primera fue integrada al Magical Mistery Tour y la segunda al llamado Disco Blanco.

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50 años se dicen fáciles. 1967 fue el año también de la publicación de Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez, y que este año cumple también su primer medio siglo. Fue el año en que The Beatles comenzaron a convertirse en mitos geniales, en monstruos fantásticos que seguimos recordando a través de su música. Ni las descargas mp3 en línea han logrado que dejen de ser rentables ni la música moderna ha logrado destronarlos. En esta media década se han hecho películas en torno al Sargent Pepper, unas memorables, como la de 1978, actuada y cantada por los Bee Gees, más una pléyade de músicos y cantantes de la época, llamada homónimamente Sgt Pepper’s Lonely Hearts Club Band y dirigida por Michael Schultz.

Celebremos, pues, los cincuenta años del nacimiento del Sargent Pepper. No hay un mínimo de nostalgia recordar a la más grande banda del siglo XX, porque están vivos aquí en el presente, leyendas auténticas que respiran en las venas de los que aman a The Beatles y a la Historia.

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