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BCS superó 2 millones de pasajeros que llegan vía aérea

FOTO: Setues

La Paz, Baja California Sur (BCS). En lo que va del año, Baja California Sur superó los dos millones de pasajeros que llegan vía aérea a los tres aeropuertos principales del Estado, siendo Los Cabos el que presenta el mayor incremento, con un porcentaje del 25% en el mes de junio, en comparación al mismo periodo del 2019 (antes de pandemia), lo que habla de una recuperación sostenida de la actividad turística, informó el Gobierno del Estado por medio de un comunicado de prensa.

En ese sentido, el Gobernador del Estado Víctor Castro Cosío, abundó en la relevancia de este comportamiento, pues dijo que la expectativa para finales de año es muy positiva, pues están en puerta las vacaciones de verano y eventos de talla internacional que ayudan a la promoción de los destinos sudcalifornianos, y con ello, el arribo de más visitantes, tanto nacionales como internacionales.

Estamos muy contentos con las cifras que se están presentando en la industria turística de Baja California Sur, pues habla de la solidez del destino y la preferencia de los visitantes, la cual va en aumento. El objetivo que tenemos como gobierno es continuar por este camino, pero lograr ese equilibrio para que el desarrollo económico que trae consigo el turismo, sea el motor de empuje también para el desarrollo social de las y los sudcalifornianos, expresó.

Por último, se informó que, la conectividad aérea hacia la entidad se fortalece, muestra de ello, son los próximos inicios de operaciones de las rutas de Volaris: del Aeropuerto Felipe Ángeles (AIFA) a Los Cabos, Toluca a Los Cabos y AIFA a La Paz, así como dos adicionales que ya están operando por Aeroméxico de la Ciudad de México a La Paz. Además, se mencionó que, la ruta internacional que se pondrá en marcha el próximo 18 de julio, a través de Iberojet, conectará de manera directa a Madrid con Los Cabos, concluyó el comunicado de prensa.




Pasajeros: viaje sin retorno a la mediocridad

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“Pasajeros” ya está en las salas de cine de La Paz. Fotos: Internet.

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Por Marco A. Hernández Maciel

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). En 2014, el director noruego Morten Tyldum sorprendió al mundo con la película El Código Enigma, misma que le consiguió su primera nominación al Oscar y lo trasladó al reconocimiento mundial de inmediato. Si a ello le sumamos una pareja protagonista del calibre de Jennifer Lawrence y Chris Pratt con una historia que promete suspenso a bordo de una nave espacial algunos años en el futuro, el resultado debería ser algo memorable. Pues no, estamos ante una tremenda decepción que funciona solamente por la presencia de los protagonistas, pero que sin ellos se queda sin ningún valor que pueda ser aprovechable de este film.

Y hablamos solamente de presencia porque es lo único rescatable que existe por parte de los actores; no su interpretación, ni sus diálogos, mucho menos su desarrollo de personaje. Este filme se ancla en esos fotogénicos rostros populares, con unas dosis de atractivo visual centrado en el bikini de Lawrence y el trasero de Pratt. Con un Chris Pratt demasiado encasillado en sus papeles de tipo alivianado y cómico y que nunca puede salir de ese rango aunque haya derramado lágrimas que en gravedad cero resbalan alegremente por su mejilla. Y después Jennifer Lawrence que le dota un poco de profundidad a la historia y en momentos parece que puede detonar en una travesía interesante, pero pronto cae envuelta sin remedio en  la mediocridad de la cinta que denota un hastío bárbaro hacia el final de la misma.

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Por otro lado el guión de Jon Spaihts (Prometeo, Doctor Strange) no muestra ningún respeto por el espectador. La historia intermitentemente navega entre el suspenso, acción, comedia y romance por lo que nunca logra afianzarse y se diluye hacia un final completamente irracional. Sin dejar de lado todos los datos inverosímiles que van derrochando minuto a minuto, convirtiendo esto en un festival de incoherencias que provocan querer abandonar la sala mucho antes del predecible final. Si, la mayoría de las producciones fílmicas de viajes espaciales no se acercan mucho a la realidad científica, pero cuando la historia no conecta en su nivel más básico de empatía con los personajes, estos detalles hacen insoportable la experiencia.

Eso sin mencionar la música de saxofón que parece sacada de una grabación bancaria que eligieron para recrear algunas escenas en el espacio; o la absurda insistencia de llenar la sala con el sonido de los supuestos movimientos robóticos de un androide interpretado por Michael Sheen, que increíblemente tiene los mejores diálogos de la historia.

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La premisa era una aventura prometedora, pero el mal hollywodense de hacerlo todo más grande, más brillante, más alto, más caro convirtieron esto en un circo espacial que nadie puede tomar en serio. La cultura del super size hace su brutal aparición en un filme que quiere abarcar todo, y al final no rescata nada. Una historia centrada la desesperación y necesidades de dos personajes en una situación aún desconocida por el ser humano, que fue atiborrada de excesos y cursilerías que son un lastre para el resultado final. Sin toda esa carga extra, la nave de los Pasajeros quizás no se hubiera perdido sin remedio en el universo de la intrascendencia y la mediocridad.