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El Día del Orgullo LGBTTTIQ+

FOTOS: Internet.

Sexo + psique

Por Andrea Elizabeth Martínez Murillo

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). El día del orgullo LGBTTTIQ+ (lésbico, gay, bisexual, transgénero, transexual, travesti, intersexual, queer) ha sido un referente durante décadas, no solo para visibilizar las distintas orientaciones sexuales, sino también para exigir los derechos que, al día de hoy, aún son omitidos en varios países o que, aunque en el papel se encuentren muy bien redactados, en la realidad, se continúa ejerciendo la discriminación y el rechazo. En la actualidad, sabemos que junio es conocido como el mes del orgullo, en el cual se realizan diversas actividades, marchas, conversatorios, entre muchas más actividades para visibilizar la realidad de la comunidad LGBTTTIQ+, todos los colectivos y aliados esperan que sea primero de junio para poner los filtros de los colores del arcoíris, sin embargo, en plena pandemia, parecer ser que muchas empresas han olvidado este detalle.

La historia de la lucha por los derechos de las personas LGBT+ se remonta a la década de los 50´s, pero no fue sino hasta el 28 de junio de 1969, donde se considera que inició todo. Ese día se llevó a cabo una redada en un bar de Nueva York, llamada Stonewall, bar conocido por ser frecuentado por personas gays y trans que, cansadas del abuso de autoridad, comenzaron con manifestaciones que darían origen al día del orgullo. Se atribuye a una mujer trans, afroamericana y con VIH ser la pionera de este movimiento, su nombre era Marsha P. Johnson. Posteriormente, para 1970, las marchas tomaron más seriedad y se fueron extendiendo de forma exponencial, y a manera de conmemoración por lo ocurrido en Stonewall, se declaró al 28 de junio como el Día Internacional del Orgullo LGBT+.

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De esta forma, año con año, más personas se han ido sumando y se han convertido en aliados de la comunidad LGBT+, aunque no han sido los únicos. Cada vez encontramos diferentes marcas, instituciones y/o empresas que se declaran a favor de la comunidad y crean productos conmemorativos o campañas en redes sociales. Gracias a la mercadotecnia se ha vendido de todo, ropa interior, termos, banderas, accesorios, casi cualquier cosa que se le pueda imprimir un arcoíris, pero, el problema no son los artículos que ponen en venta, si no la intención de estos, que, por lo general, solo buscan atraer a ciertos sectores de la población para elevar sus ganancias y no por solidarizarse con el colectivo.

Es común que en el mes de junio, estas empresas cambien el nombre de sus productos o saquen mercancía de los colores del arcoíris, sin embargo, empezando julio, quitan sus filtros, guardan las banderas y regresan a la cotidianeidad que implica el rechazo y la discriminación para la población LGBT+. O como le ocurre a la marca H&M que lanzó su Colección del Orgullo ´Love For All´ pero no la vende en Malasia en donde el coito homosexual se castiga con 20 años de cárcel. Es fácil proclamarse aliado cuando tienes un mercado prometedor.

Por otro lado, la realidad en México está polarizada, el 41% de personas trans tiene estudios superiores pero, pese a ello, tienen menos oportunidades de encontrar un trabajo. No es suficiente con mostrarse como una empresa incluyente si, a puerta cerrada se permite el acoso laboral o simplemente se descartan los currículos de aquellos que no sean normativos. En específico, me ha parecido muy interesante cómo en plena pandemia, muchas de las empresas que se vanagloriaban de apoyar a la comunidad LGBT+, se han mantenido en silencio, esperando a que se acerque el 28 de junio para mostrar su “apoyo”.

Y es que este es uno de los grandes problemas que tienen los diversos colectivos que luchan por los derechos de las personas LGBT+, ya que se aprovechan de sus historias de vida, sus represiones, su lucha, y los utilizan para enriquecer a empresas dirigidas por hombres cis, heterosexuales y llenos de privilegios, que son los que se benefician al momento de vender su mercancía en vez de hacer políticas para sus trabajadores.

Por otra parte, el mes del orgullo busca visibilizar a todas las orientaciones sexuales, no solo a los hombres gays; las personas lesbianas, bisexuales y hombres y mujeres trans también pertenecen al colectivo y se debe de buscar que tengan los mismos derechos. Aún hay mucha gente que no reconoce a un hombre trans como hombre, solo por no haber nacido con pene y testículos, y lo mismo para las mujeres trans, que, al no tener oportunidades de trabajo, se les orilla a la prostitución, recibiendo estigma tras estigma.

Por estos motivo, sigue siendo de suma importancia alzar la voz y seguir luchando por los derechos de las personas LGBT+, aunque tengamos la pandemia encima y no podamos salir a las calles a marchar, no debemos pasar por alto esta fecha. Es por esto que diversos colectivos en Baja California Sur convocan a la marcha virtual del Orgullo BCS y se siguen proponiendo actividades vía Zoom o Meet para brindar información y espacios seguros.

Las personas del colectivo LGBT+ no solo existen en junio, existen todo el año y si bien, este mes busca visibilizar la lucha de todas las personas que pertenecen a esta comunidad, la lucha no acaba aquí, solo comienza.

 

 Bibliografía

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Una década sin José Saramago. El visualizador de la pandemia moral

El Beso de la Mujer Araña

Por Modesto Peralta Delgado

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Un buen libro es como una piedra que se avienta a un río, sin saber nunca qué manos se encontrarán con ella, pero no para contemplarla sino para volver a arrojarla. No será la misma piedra, ésta contiene la potencia de la inspiración, es decir, habrá revelado a un nuevo escritor. El alcance puede ser tan insospechado que, por más honda o revuelta el agua, una pedrada podría atravesar continentes y épocas. Uno nunca puede saber hasta dónde llegará la palabra.

A 10 años de su muerte, dedico aquí unas pocas líneas a José Saramago, por ser uno de los escritores que más me inspiraron aunque jamás lo vi físicamente, ni de lejos, y nunca supo de mi existencia. Su literatura llegó un día a mis manos y ocupa un lugar importante, no sólo en el librero, sino en mi vida. El escritor nació en Azinhaga, Portugal, el 16 de noviembre de 1922, y murió en Tías, España, el 18 de junio de 2010. De familia pobre, trabajando en lo que pudiera darle para sobrevivir —como periodista—, vino a ser mundialmente famoso cuando ya había vivido más de seis décadas.

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Un Evangelio en las sombras

Hace casi 20 años lo leí por primera vez. Había salido de la licenciatura en Ciencias de la Comunicación en Mexicali, y regresaba a Ciudad Constitución. Sin encontrar trabajo, algún tiempo fui ayudante de albañil, haciendo una labor agotadora que no tenía nada que lo mío; sinceramente, me sentía frustrado. Pero por manos de un amigo llegó hasta mí El Evangelio según Jesucristo. Lo leía por las noches, y a pesar de mi cansancio, lo avancé rápido. Esas noches, su lectura me instalaba en una atmósfera más de terror que de un halo divino. ¿Qué estaba leyendo? De cabo a rabo, la historia atrapó toda mi atención y recuerdo que se me enchinó la piel al llegar a la última línea.

Súbitamente, José Saramago se convirtió en uno de mis autores favoritos. Empecé a buscar sus libros, que si bien no los he leído todos, sí buena parte, y el caso de la versión sacrílega de los hechos alrededor del Nazareno, no era una excepción el estilo que empecé a admirar desde el comienzo. Es un verdadero maestro de la narrativa, de las oraciones subordinadas: frases larguísimas, sin guión ni indicación de qué personaje hablaba, y sin embargo, lo entendías; apelaba a la oralidad: no es un escritor complicado, sino que ‘escuchabas’ hablar a los personajes con un lenguaje sencillo —sin embargo, podían tratar los asuntos más profundos de la condición humana; y mantiene entretenida una trama donde siempre ocurrían y ocurrían cosas, sin detenerse a dar algún discurso: simplemente te contaba un cuento, pero podías ver de otra manera al mundo. Sin dejar de mencionar que siempre dejaba un final doble, el que anticipabas porque ya se acababan las páginas, pero también se daba el lujo de sembrar una vuelta de tuerca en las últimas líneas.

Después sabría que El Evangelio según Jesucristo, publicado en 1991, le había costado el exilio de su país: Portugal. Él alguna vez platicó que el título juraría haberlo visto en algún puesto de revistas, lo que no era cierto, pero lo imaginó tan vívidamente que así lo dispuso para su novela. Representaba una blasfemia inquietante para la grey católica, pero le concedió fama mundial, pues pronto empezó a conocerse su monumental obra, y más tarde, en 1998, ganar el Premio Nobel de Literatura.

Leer esta “versión” de las Escrituras te deja boquiabierto. Era la primera vez que la figura de José, el padre de Jesús, lo leía representado con tanto detalle. Ese personaje nunca le había creído a María que su hijo fue obra del Espíritu Santo, y sufrió remordimientos al huir con su niño por la amenaza de Herodes, por no avisar de la amenaza a las otras familias y con lo cual hubo una masacre de infantes que pudo prevenir. Aquí también descubres a un Dios maquiavélico, sediento de sangre y de gloria, que parecería ser más ruin que el mismo Diablo, quien es dibujado como una especie de sombra simpática del primero. Y es que a donde vaya Dios, irá el Diablo. El primero no quería deshacerse del segundo, pues le era sumamente útil para hacerse de nuevos simpatizantes. Y qué decir de un Jesús tan terrenal, tan existencial, lleno de dudas, nada contento con morir de modo tan infame.

Hasta la fecha, mi ejemplar obtuvo severas críticas y rayoneadas cuando lo llegué a prestar o hablar de él. Llamaba la atención desde el título, y supongo que yo estaba tan emocionado de describirlo que algunos vieron en mi rostro una sonrisa demoníaca. Como sea, el libro sigue allí. No dejaba indiferente a nadie, y algunos han temido leerlo. Tan osado es el libro que puede pasarte del lado de los ateos, agnósticos e iconoclastas, porqué aquí, definitivamente, Dios se muestra como un personaje cabrón y ojete.

Ensayando el COVID-19

Más tarde leí Ensayo sobre la ceguera, y reafirmé mi opinión sobre este maestro. Creo que a una década de su partida, es un material perfecto para leerse durante esta cuarentena —ochentena, cientoveintena o lo que resulte. Ahora que pasamos por una pandemia que ha detenido el mundo —una especie de guerra, sin muertos en la calle, pero que ha dejado en bancarrota a la población—, esta obra maestra se anticipa al comportamiento humano. En este “ensayo” hay una epidemia de ceguera, donde te haces ciego con el solo hecho de ver a otro ciego, hasta que prácticamente todos dejan de ver, pues es virtualmente imposible escapar. Se establece una cuarentena para los infectados, que viven un infierno bajo el confinamiento, y logran escapar para adentrarse en una ciudad devastada cuando se dan cuenta que la infección había llegado a todos. Sólo se trataba de sobrevivir.

En esta fábula moderna —publicada en 1995 y llevada al cine en 2008 por Fernando Meirelles— se pone a prueba la solidaridad y el amor frente al gandallismo y el egoísmo, tal como en estos tiempos. En las épocas de crisis, uno viene mostrando el cobre y termina sacando lo mejor y lo peor que cada uno tenemos. Y lo que hace evidente esta novela es que son más, muchos más, los abusivos que aquellos que actúan con compasión. ¿Qué tan dispuestos estamos a cooperar en favor de la sociedad en su conjunto? ¿Es más fácil tomar lo que no es tuyo que dar de lo tuyo a un desconocido?

No es una obra para decir “te enseña equis cosa”, pues el genio portugués no se proponía dar lecciones de moralidad, pero sí nos inspira a reflexionar sobre la condición humana, en especial en tiempos como el nuestro, frente a un mal que afecta literalmente a todo el mundo. José Saramago, seguramente, hubiera tenido alguna estupendo texto o una entrevista inteligente para estos días. Era un hombre pesimista, quizás no hubieran sido las mejores palabras de aliento, pero para él, los pesimistas son los que de verdad podrían cambiar el mundo, pues los optimistas están encantados con lo que hay. Y esa visión tan crítica es lo que uno como lector le agradece. En el fondo de todos sus escenarios y personajes, reflexiona sobre este mundo tan jodido e individualista que nos ha tocado vivir.

Queda decir una cosa. Hace 10 años yo era un empleado en una de esas pseudoempresas tecnológicas, y era la mañana del 18 de junio de 2010 cuando en las noticias del Internet se leía la muerte de José Saramago. Sentí una gran pena, como una pérdida personal muy fuerte —¡así era, para qué negarlo!— y no faltó el compañero que se sonrió preguntando porqué lloraba, que si lo conocía… ¡Claro que lo conocía! Lo había leído desde una década atrás, en una las peores épocas de mi vida, y encontrarme con sus letras me hizo recordarme que unas de las cosas que yo quería hacer y que le daba sentido a mi vida era escribir, que podía escribir, que él sería un referente importante, no importando que nunca lo fuera a igualar, sino que pudiera ser mi piedra de inspiración. Él nunca supo de mi existencia, ¡y qué importa!, yo me había encontrado con él a través de sus libros e intentaría empezar a practicar los mejores tiros en el río.

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La pandemia en La Paz (I)

FOTOS: Roberto E. Galindo Domínguez

La Última Trinchera

Por Roberto E. Galindo Domínguez

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Estas fotografías son un testimonio de la ciudad durante la Jornada Nacional de Sana Distancia, de las calles a través de su gente, de aquellos que por alguna razón salieron, de esos que no tienen una casa donde quedarse. Son testigos del miedo y de las ganas de vivir que se mezclan en el espacio público cuando un virus es la amenaza más letal sobre la Tierra. Son el recuerdo de los que ya se fueron para los que aún estamos.

 




La sombra de los giros negros

FOTOS: Internet

Ius et ratio

Por Arturo Rubio Ruiz

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). A finales del siglo pasado, cuando la agencia del Ministerio Público de Cabo San Lucas se ubicaba en la zona de giros negros, un reportero local entrevistó al comandante de la policía ministerial, a propósito de la disponibilidad de drogas de abuso en las calles sanluqueñas. El mando policiaco refirió entonces, que la venta de drogas era un mal necesario, porque los turistas, sobre todo los norteamericanos, venían a consumirla. Básicamente sostenía, que sin drogas, no habría turismo.

Esa falacia cayó por su propio peso, pues el tiempo ha demostrado que el potencial turístico no se relaciona necesariamente con el consumo de drogas.

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El antecedente viene a colación, porque a raíz de la pandemia que enfrentamos y la necesidad de reactivar económicamente la zona sur del estado -principal detonante de la actividad turística en la entidad-, debe establecerse el orden en que se irán aperturando los distintos rubros comerciales, y el aviso de reactivación inmediata de los giros negros, publicitado por prestadores de ese servicio, es indicativo de que para las autoridades municipales dicha actividad es prioritaria, y otra vez, aunque de forma vedada, ha surgido como justificante la afirmación de que se trata de un mal necesario, como se decía hace treinta años de la disponibilidad de drogas de abuso en las calles.

Es innegable que hay un sector del turismo que nos visita que consume drogas, y otro –o el mismo-, que nutre el mercado de los giros negros, pero ese sector no es el que sostiene el destino, y ello lo corrobora la estadística del crecimiento económico de la entidad, que ubica a la pesca deportiva como el principal detonante de la derrama económica en la entidad.

Ni el sector restaurantero, ni el hotelero, ni los prestadores de servicios recreativos lícitos, requieren de drogas ni giros negros para desarrollarse en la entidad, tal y como las estadísticas lo demuestran.

Si los establecimientos relacionados con la prostitución, trata de personas, y consumo de sustancias de abuso no son un mal necesario, ¿por qué la autoridad municipal prioriza su apertura?

La respuesta está en la disponibilidad inmediata de recursos que esta actividad genera para las autoridades municipales, principalmente aquellos recursos económicos que no ingresan a las arcas y que, por tanto, evaden el escrutinio de la fiscalización oficial. Representan ingresos no registrables que, en las manos adecuadas, se convierten en fuente de financiamiento no documentado de campañas políticas; y es que las elecciones intermedias están a la vuelta de la esquina, y hay que allegarse recursos para sufragar los gastos de campaña, sobre todo aquellos que no pueden reportarse a las autoridades electorales.

La reapertura económica del destino en el proceso de incorporación a lo que se ha llamado “la nueva normalidad”, no puede anteponer el interés de grupo al interés general que, en el caso, es la salud pública.

Otras entidades, como la Ciudad de México, han colocado la apertura de los giros negros en la última etapa de reactivación económica, precisamente porque no es prioritaria y, en cambio, si se constituye en una potencial fuente de contagios masivos, dado que resulta prácticamente imposible aplicar un dispositivo de sano distanciamiento, por la cercanía que este tipo de servicios exige entre quienes lo prestan y quienes lo reciben, lo reducido de los locales en proporción al número de asistentes, y las complicaciones relativas a las labores oficiales de supervisión, dado los horarios en que operan este tipo de establecimientos.

Autorizar la apertura de los locales destinados a los giros negros, en esta etapa de la pandemia, es un grave error, que pone en peligro no solo a la comunidad, sino al turismo cuyo retorno se pretende detonar.

El riesgo de contagio es sumamente elevado durante la operación de estos establecimientos, y lo cierto es que la entidad no está preparada para enfrentar un brote masivo de complicaciones médicas relacionadas con la infestación viral.

Independientemente del peligro en que se pone la salud de visitantes y residentes, cabe la posibilidad de que el gobierno norteamericano emita una alerta sanitaria, lo que conlleva el riesgo de perder el atractivo que tradicionalmente ha colocado al sur de la entidad como importante destino turístico de visitantes norteamericanos.

Finalmente, hacemos hincapié en la conveniencia de reorientar la nueva normalidad con un enfoque que permita canalizar el impulso oficial a las actividades productivas que realmente generan un crecimiento económico sustentable y saludable, y en ese espacio, los giros negros deben ser la última opción en el esfuerzo público, no solo por el riesgo de contagio que en esta época pandémica representan, sino por su tradicional vinculación con actividades ilícitas altamente lesivas, como resultan la trata de personas, la explotación sexual de mujeres y menores de edad, el consumo de drogas, delincuencia organizada y criminalidad marginal.

Hacemos un llamado a los integrantes del cabildo cabeño, para que se ubique a los giros negros en la última etapa de reactivación económica del destino. El dinero fácil que bajo la mesa genera esta actividad no vale la pena, comparado con los riesgos que ello implica a la salud pública de la localidad.

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Nacer en medio de la pandemia. Ser madre en tiempos del COVID-19

pandemia

FOTOS: Internet

Hilo de media

Por Elisa Morales Viscaya

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Lo último que pensó Claudia —mamá primeriza de 37 años—, al saber de su embarazo, es que su bebé nacería en medio de una emergencia sanitaria por una pandemia. Tuve a mi bebé un domingo 29 de marzo, ya estaba en la semana 41 y se tomó la decisión de inducir el parto para no estar en la siguiente semana en el hospital, ya que comenzaban a haber los primeros casos. No funcionó la inducción así que se tomaron medidas más drásticas y decidieron realizarme la cesárea cuanto antes, para que no tuviera que permanecer en el hospital durante más tiempo

Durante mi estancia en la clínica —la 1 del IMSS en La Paz, BCS– , las enfermeras murmuraban entre ellas de la situación que se aproximaba y lo temerosas que se sentían. Escucharlas me provocó temor de estar ahí expuestos mi bebé tan pequeño y yo. Al salir del hospital nos acompañó una enfermera a la salida y las indicaciones fueron que no tocáramos nada, así que preferí caminar —a pesar de haber tenido una cesárea hacía menos de 24 horas—  antes de sentarme en una silla de ruedas, por temor al contacto. Recuerdo que en el último pasillo, para salir, lo primero que vi al fondo fue a unos doctores vestidos de blanco con caretas y todos cubiertos. Fue impresionante, el área de los contagiados estaba ahí mismo, a unos cuantos pasos del área obstétrica.

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De finales de marzo a la fecha, el mundo se encuentra suspendido. Las actividades económicas y sociales que no se consideran indispensables, están detenidas. La interacción social, familiar y educativa, pendiente. Pero no todo puede esperar. En México, entre abril y junio de 2020 habrá 235 mil nacimientos, calcula el Centro Nacional de Equidad de Género y Salud Reproductiva (CNEGSR) de la Secretaría de Salud. ¿Cómo están afrontando las mujeres embarazadas este reto extraordinario?

Al platicar con mujeres de diferentes edades y semanas de gestación (SDG), todas ellas coincidieron en que la pandemia del COVID-19 ha alterado, principalmente, su calendario de citas de control y seguimiento. Muchos hospitales públicos han cerrado el servicio de atención preventiva, lo que ha obligado a mujeres en gestación a llevar sus seguimientos en clínicas con médicos privados. Dulce, de 22 años con 31 SDG, dijo que estos últimos 2 meses que debo ir a cita, he acudido a particular pues mi clínica cerró las consultas de medicina familiar. Estoy a pocas semanas de pedir la licencia de maternidad y no sé cómo le vaya a hacer pues no me dan información de cuándo puedan regresar a actividades normales. Por su parte, Edelmira, de 31 años y 38 SDG, contó que el control del embarazo lo realizaba a través del ISSSTEen La Paz–, pero a partir de que inició la cuarentena la atención de especialidades de no-urgencia se canceló, por lo que tuve que realizar el seguimiento con un especialista particular. Quien no tenga acceso a ello por razones económicas o de cualquier tipo, se queda sin atención regular. Existe el servicio de urgencias, pero no de prevención.

Pero la contingencia sanitaria no sólo ha impactado el aspecto clínico de las mujeres gestantes, quienes destacan el aislamiento social como uno de los aspectos que más han resentido en esta pandemia al no poder llevar sus embarazos, partos y puerperios cobijadas de su familia y amigos. Mis papás son de edad avanzada, con diabetes e hipertensión y son considerados dentro del sector vulnerable, por eso nos hemos mantenido sin verlos prácticamente desde que empezó la cuarentena y, por la relación que mantengo con ellos, realmente es un apoyo que me hace mucha falta, obvio nos comunicamos por teléfono y redes sociales, pero nunca será lo mismo, detalla Edelmira.

Claudia: Una vez fuera del hospital solo tuve contacto con un miembro de mi familia, mi madre, quien estuvo a mi lado cuidando de nosotros. Por culpa del COVID mi bebé solo conoce las paredes de su hogar y a 3 personas —su papá, su abuela y a mí, su mamá—, los planes de mi familia de viajar a conocerlo quedaron inconclusos por la emergencia sanitaria. Mi bebé ya casi cumple 2 meses y nadie lo conoce en persona, solo ha recibido “amor virtual” por parte de mi familia y amigos. Hay días difíciles por el cansancio físico y mental de la soledad que siento, porque aunque sé que estamos rodeados de amor, también es bueno tenerlos cerca y sentir su presencia físicamente.

pandemia

Esta soledad se convierte en algo aterrador cuando acompaña el momento propio del parto, Ángeles, quien tuvo recientemente a su hijo en una clínica del IMSS, considera que su peor momento fue cuando no tenía quien la acompañara a tener a su bebé: no había nadie en la sala de espera, todo mundo afuera, solo las embarazadas podían estar ahí y solo para esperar que las atendieran. Y los familiares afuera.

Miedo al contagio

El 13 de abril, ​​​​​​​el Subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Hugo López Gatell, informó de 20 embarazadas infectadas con COVID-19 en México, de las cuales cuatro fallecieron. Aunque la cifra parece pequeña, muchas mujeres embarazadas están cambiando sus planes de parto por miedo al contagio en los hospitales públicos, donde se está atendiendo a los pacientes por COVID-19, sobretodo en aquellas que han registrado contagios al mismo personal médico, y defunciones por esta pandemia. Génesis, de 24 años y 12 SDG, lo tiene claro: de mi primer bebé me alivié en hospital público y en esta ocasión también me gustaría, pero como está la cosa tendré que sacar debajo de las piedras para poder parir en un hospital privado. Mi miedo es que en un hospital público hay demasiada gente y no quiero exponerme ni exponer a mi bebé.

De hecho, durante esta pandemia, los nacimientos han sido el servicio que más ha pedido el gobierno a hospitales privados dentro del convenio de subrogación de servicios médicos firmado con la Asociación Nacional de Hospitales Privados y el Consorcio Mexicano de Hospitales. El director del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), Zoé Robledo, dijo en la conferencia matutina de presidencia del 28 de abril que en una semana habían derivado 159 pacientes, de los cuales, 127 fueron partos, embarazos y puerperios, y 22 cesáreas. Es decir, el 94% de lo que el sistema público ha enviado al privado. Sin embargo, esto no se ha concretado en todo México.

Edelmira: En cuanto al parto, estamos en espera —e incertidumbre— de ver la situación de la contingencia en la ciudad, y las condiciones de saturación y servicios del hospital en el momento que llegue la hora de que nazca. Si las condiciones son adecuadas acudiremos al ISSSTE, pero si existe algún problema o riesgo deberemos buscar alguna alternativa con un servicio de atención particular y asumir el costo de ello, que es considerable. Creo existe un programa de acuerdos entre los servicios hospitalarios de seguridad social, pero tengo entendido que aún no se han habilitado para la ciudad de La Paz.

Gestación en la crisis

Esta incertidumbre sobre las condiciones y riesgos de contagio al momento del parto son una constante, sobre todo en quienes no cuentan con el recurso económico para afrontar el gasto de una clínica particular. Al respecto, Jazmín, de 15 SDG, dijo me estresa el hecho de que con lo mal que está la economía me tendré que aliviar en el IMSS y me da mucho miedo que para ese entonces aún allá COVID ya que la clínica que me toca es donde tienen a los infectados por la pandemia.

A causa de la misma emergencia sanitaria se ha desatado una crisis económica para muchas familias que han reducido sus ingresos o incluso perdido sus empleos, como la familia de Oralia. La verdad si tengo miedo, mañana cumplo 36 semanas y me tocará atenderme en hospital público pues particular no podemos permitírnoslo, ya que a mí esposo lo descansaron desde hace 2 meses sin sueldo.

Me siento feliz –por mi embarazo— pero también triste al ver a mi esposo sin trabajo, ha llevado solicitudes de empleo a tiendas, fábricas, supermercados y en ninguna hay respuesta. Dimos por hecho que las cosas materiales son para sacarnos de un apuro y así nos hemos mantenido adelante en esta pandemia, vendido aparte extras que teníamos, señaló Génesis.

Y es que no solo se ha complicado el servicio hospitalario, a causa de la pandemia en muchos lugares trabajan con plantilla mínima por las restricciones de movilidad, lo que limita la generación de empleo, y muchas otras actividades permanecen cerradas, como oficinas de gobierno. Esto dificulta también los procesos administrativos que conlleva el tener un recién nacido en casa, como le sucede a Claudia: Mi hijo ni siquiera tiene nombre oficialmente ya que todo permanece cerrado y no lo he podido registrar, tampoco he podido darlo de alta en el seguro porque el acta es un requisito, tampoco tiene un lugar en una guardería por los mismos motivos. Hasta el día de hoy no he podido llevar a mi hijo al pediatra para una revisión y aclarar tantas dudas que tengo.

Ya la propia experiencia del embarazo, parto y puerperio suponen una alteración en la vida de la futura madre, que hace frente a cambios físicos y emocionales inherentes a su condición con la carga de estrés que esto supone, en algunos casos más o menos, dependiendo de su situación particular en lo económico, laboral, familiar y de salud. Ahora, vivirlo en medio de una contingencia sanitaria mundial, una pandemia que dicta un distanciamiento social, que ha resultado en pérdidas de empleo, que anticipa devaluaciones y obliga al encierro, sin contar las restricciones en los hospitales y clínicas a las que una mujer embarazada suele acudir al menos una vez por mes, es un reto inmenso.

pandemia

Nadie sabe ser padres en sí, es mi primer embarazo, el primero dentro de mi familia y de la familia de mi pareja, así que sumarle a eso la incertidumbre de una pandemia mundial, obvio da miedo por todo lo que puede pasar. Definitivamente hemos perdido muchos momentos que podrían ser mejores emocional, familiar y económicamente, pero hemos tratado de disfrutar el embarazo y estamos muy felices con ello, la cuarentena nos ha dado el tiempo de preparar la casa donde viviremos y crecer como pareja en todo el proceso, concluye Edelmira.

Génesis comparte estos buenos ánimos: trato de mantenerme tranquila para mi niña, y también para mi esposo. Espero en la vida que todo esto mejore, mi esposo tenía un buen trabajo, y deseo que vuelva a él, que todo mejore para que esta cría nazca con mucha salud y en un ambiente sin carencias.

El COVID me deja cosas buenas como disfrutar de mi hijo sola y ver que soy capaz de sobrellevar situaciones difíciles, finaliza Claudia.

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