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Juan de Ugarte, el padre que abrazó a los indígenas: un legado de amor y compasión

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Tierra Incógnita

Sealtiel Enciso Pérez

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). En la historia de América Latina, pocos personajes han dejado una huella tan profunda y emotiva como aquel sacerdote cuya vida se entregó por completo a los indígenas. En sus múltiples logros y su incansable labor, el Padre Juan de Ugarte encontró un inexplicable y profundo amor por los indígenas que le rodeaban. Este amor, que a menudo le costaba lágrimas, era el reflejo de un corazón enorme que no se acobardaba ante los riesgos, ni se aterraba ante los trabajos.

Su gran corazón, capaz de abarcar todas las aflicciones del mundo, no podía soportar la más ligera vejación hacia sus queridos hijos californios. El dolor y la pena que sentía cuando alguno de ellos enfermaba o moría eran inmensos, al punto que parecía desearles la inmortalidad. Este afecto no sólo nacía de su gran cariño, sino también de la docilidad y la amable condición de los indígenas cochimíes, quienes encontraban en el Padre a alguien dispuesto a procurarles gusto en todo aquello que no contraviniera las buenas costumbres ni perjudicara los progresos de la cristiandad.

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El sacerdote Juan de Ugarte, con sabiduría y prudencia, formó un dictamen que sería su legado: todas aquellas costumbres antiguas de los gentiles, siempre que no se opusieran a la religión católica ni contuvieran error alguno, debían ser permitidas. Él entendía que estas costumbres eran fuente de gusto y recreación para los indígenas, y que respetarlas era esencial para su bienestar y felicidad. Solía predicar: “Suelen pintarse los californios, así hombres como mujeres, teniendo esto por una grande gala. Dejémoslos pintar, pues esta costumbre, y el gusto que tienen en ella, es herencia de sus padres y abuelos, y en nada es contraria a la ley de Dios, y el que se afean poniéndose así, ni yo, ni otro, se lo ha de persuadir fácilmente”.

En un tiempo en que la conquista y la colonización imponían un doloroso choque de culturas, la postura del Padre Ugarte se destacó como una guía de esperanza y humanidad. En lugar de imponer a fuerza las nuevas creencias y costumbres, abogó por una convivencia respetuosa, donde las tradiciones indígenas pudieran coexistir con la fe cristiana. Cuando el sacerdote Ugarte veía competir a los californios a través de demostraciones de fuerza, decía “Luchen en buena hora, que ninguno de estos nació para leer los tomos de Santo Tomás, ni para registrar concilios, sino para trabajar, y el que más fuerza tuviere lo hará mejor, y es gloria de esta gente parecerse a los antiguos romanos en los juegos”.

Esta perspectiva no sólo aliviaba las tensiones, sino que también facilitaba la labor evangelizadora, mostrando un camino de respeto mutuo y comprensión. El sacerdote no veía en los indígenas seres inferiores que necesitaban ser civilizados, sino almas iguales, dignas de amor y respeto, cuya riqueza cultural merecía ser preservada. Cuando los demás sacerdotes le preguntaban sobre los bailes de los nativos y si era lícito permitirles, el padre razonaba: “Que bailen, con tal que se quiten todas las ocasiones, que puede haber de culpa o de menos decencia en los bailes. No podemos desde luego reducirlos a que vivan tan ajustados, y sean tan devotos como unos novicios”.

En estos tiempos modernos, donde aún luchamos con la aceptación de la diversidad y el respeto por las culturas indígenas, el ejemplo del Padre Juan de Ugarte se mantiene con una vigencia innegable. Recordar su historia es recordar que el camino hacia una sociedad más justa y comprensiva empieza por el amor y el respeto hacia todos, sin importar su origen ni sus costumbres.

Referencia bibliográfica:

Vida y Virtudes de el Venerable, y Apostólico Padre Juan de Ugarte de la Compañía de Jesús. Misionero de las Californias, y uno de sus primeros Conquistadores. Juan Joseph de Villavicencio. Reedición Sealtiel Enciso Pérez.

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AVISO: CULCO BCS no se hace responsable de las opiniones de los colaboradores, ésto es responsabilidad de cada autor; confiamos en sus argumentos y el tratamiento de la información, sin embargo, no necesariamente coinciden con los puntos de vista de esta revista digital.



Reseña de la reedición del libro Vida y Virtudes del Padre Juan de Ugarte Vargas

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Tierra Incógnita

Sealtiel Enciso Pérez

 

La Paz, Baja California Sur (BCS).  En el vasto y árido paisaje de la Baja California Sur, donde la historia de las misiones se entrelaza con los desafíos naturales, surge la figura del padre Juan de Ugarte Vargas, un sacerdote jesuita cuya vida dedicada a la misión evangelizadora marcó un hito en la región entre 1700 y 1730. Originario del Reyno de Guatemala, Ugarte manifestó desde temprana edad una vocación inquebrantable que lo llevó a adentrarse en las difíciles tierras californianas. El recorrido vital de Ugarte se entrelaza con una vocación que despertó en su corazón desde joven.

Como novicio en el colegio de San Pedro y San Pablo en la Ciudad de México, demostró una inteligencia aguda y habilidades excepcionales para la enseñanza y la administración. Sin embargo, su anhelo misionero prevaleció sobre sus éxitos profesionales. Fue el Provincial Juan María de Salvatierra quien avivó su llama misionera, instándolo a ser el primer administrador del Fondo Piadoso de las Californias. A partir de entonces, Ugarte dedicó su vida a la noble tarea de llevar la fe a las Californias, enfrentando vicisitudes y triunfos que forjaron el destino de la Misión de San Francisco Xavier de Viggé-Biaundó.

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Poco más de dos décadas después de su muerte, en 1752, el padre Juan Joseph de Villavicencio elaboró una apología destinada a iluminar la vida del padre Juan de Ugarte. Su obra, titulada Vida y virtudes de el Venerable y Apostólico Padre Juan de Ugarte de la Compañía de Jesús. Misionero de las Californias y uno de sus primeros conquistadores, se erige como un testimonio literario, una semblanza meticulosa que busca presentarlo como un modelo ejemplar para los novicios y sacerdotes de la Compañía de Jesús.

A través de veintiocho capítulos, el lector se sumerge en un viaje que trasciende el tiempo, explorando la valentía y la devoción misionera. La pluma de Villavicencio retrata con maestría las virtudes de Ugarte, convirtiéndose en un legado literario que va más allá de la mera narración biográfica.

El título mismo del libro, Vida y virtudes, evidencia la reverencia con la que se aborda la figura de Ugarte, destacando su labor trascendental en la conquista espiritual. La obra no sólo narra sus logros misioneros, sino que también resalta sus cualidades humanas dignas de admiración y emulación.

Revivir y compartir esta obra representa un desafío apasionante. Se llevó a cabo un meticuloso proceso de actualización lingüística para hacerla accesible a los lectores contemporáneos. Además, se incorporaron notas a pie de página para ofrecer claridad y comprensión, transformando la lectura en una experiencia amena y entretenida.

El propósito fundamental de estas páginas es iluminar un periodo crucial en la historia de California, explorando las capas de complejidad que definen la intersección entre la fe, la cultura y el encuentro entre diferentes mundos. La figura de Ugarte Vargas se erige como un faro en medio de esta compleja travesía, guiando a aquellos que buscan entender el proceso de transformación que experimentaron estas tierras bajo la influencia de la misión jesuita.

Vida y virtudes del Padre Juan de Ugarte Vargas no solo honra la figura del sacerdote, sino que también busca comprender el legado de las misiones en California, dejando al descubierto un capítulo fascinante y esencial en la historia de esta región única.

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Entre la Fe y los Desafíos: La Saga del Padre Juan de Ugarte en California

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Sealtiel Enciso Pérez

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Baja California, tierra de contrastes y desafíos, guarda en sus raíces la historia de un hombre cuya dedicación marcó un parteaguas en la región. El padre Juan de Ugarte, misionero jesuita, arribó a estas tierras en el albor del siglo XVIII, llevando consigo la luz del cristianismo y el anhelo de convertir a los indígenas Californios, al mismo tiempo que sembraba las semillas de la agricultura y la ganadería en esta fértil tierra.

Durante tres décadas, el Padre Ugarte cultivó su obra misionera con devoción, destacando especialmente en la Misión de San Francisco Xavier de Viggé-Biaundó, ubicada majestuosamente en la Sierra de la Giganta. Aquí, entre las montañas que custodiaban su misión, enfrentó no sólo los desafíos de la conversión espiritual sino también peligros que amenazaban uno de los votos más sagrados de la Compañía de Jesús: el voto de castidad.

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Las mujeres indígenas de los parajes cercanos a la Misión de San Francisco Xavier tejieron historias de tentación alrededor del venerable padre. En las noches oscuras, el Padre Ugarte se vio sorprendido por una joven india que, con provocaciones maliciosas, intentó perturbar su serenidad. Sin embargo, con fervor y una reprensión firme, el padre apartó de sí la tentación, cerrando la puerta para que no se repitiera el asalto.

Otro incidente, protagonizado por los ministros de Satanás, puso a prueba la fortaleza del misionero. En sus momentos de oración en la Iglesia, tropezó con una presencia desconocida.

Una indígena, introducida maliciosamente, desafiaba la devoción del padre. Su reprimenda resonó en la oscuridad, enfrentando a los demonios tentadores que acechaban en la penumbra de la noche.

La narrativa se torna aún más intrigante al relatar la llegada de una mozuela enviada por un indio a la Misión. Aunque el padre Ugarte intentó guiarla hacia la enseñanza y el bautismo, la situación tomó un giro inesperado. Durante una supuesta lección de la persignación, la enseñanza se convirtió en risa y farsa, desconcertando al misionero. Después de indagar, descubrió que la joven no buscaba la fe, sino ser la mujer del padre. Este episodio, aunque peculiar, refleja la complejidad de las interacciones culturales y las percepciones erróneas.

En otro incidente, una mujer avivó el calor de la concupiscencia, desafiando la tolerancia del padre a ser despreciado. Con astucia, buscó la compañía de un indio al que el padre solía tener en alta estima. Entraron juntos, y con un pedido peculiar, la mujer solicitó al padre un hijo, desafiando los límites de la sagrada castidad. Ante esto, el padre Ugarte, con sabiduría y reprensión, apartó a los dos, recordándoles que el padre no entiende de tales asuntos.

Estas anécdotas, a pesar de sus tintes cómicos, ilustran la complejidad y los desafíos que enfrentó el padre Ugarte en su labor misionera. Su capacidad para sortear las tentaciones y mantener la pureza de su voto de castidad es un testimonio de su dedicación y vocación sacerdotal. Además, revelan la intrincada interacción entre las creencias indígenas y la influencia de la misión jesuita en la California del siglo XVIII.

El legado del padre Juan de Ugarte perdura en la historia de Baja California, marcando un capítulo en el cual la fe se entrelaza con las complejidades culturales y las luchas personales.

Su obra, más allá de las anécdotas curiosas, es un testimonio de la resistencia y la resiliencia que caracterizó la misión jesuita en esta tierra llena de desafíos.

Referencia

Vida y obra de Juan de Ugarte- J. de Villavicencio.

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