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Barbie: el lado oscuro del feminismo woke

FOTOS: Internet

Colaboración especial

Alejandro Aguirre Riveros

La Paz, Baja California Sur (BCS). La película pega fuerte desde el inicio con un homenaje descarado y genial a 2001: Odisea en el Espacio de Stanley Kubrick, gritándonos a la cara que esto no es una mera comedia trivial. No, amigos, en vez del monolito que reescribe la historia de la humanidad, nos topamos con una Barbie titánica, un símbolo de la evolución de una tradición de muñecas que, en el pasado, solo permitían jugar a ser mamá y que ahora invitan a jugar a ser una mujer empoderada. Y así, nos encontramos ante una inabarcable galería de roles y versiones de la famosa muñeca de Mattel.

Esta introducción busca distinguirse de las comedias banales, dejando claro que estamos ante una obra creada por dos cineastas que han perfeccionado su arte. Nos referimos a Greta Gerwig y Noah Baumbach, las mentes brillantes detrás de éxitos laureados por la crítica como Lady Bird y Marriage Story, quienes ahora intentan tejer su magia en torno al universo de Barbie.

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El diseño de producción es absolutamente deslumbrante, y las actuaciones son simplemente impecables. La fotografía es un sueño. La recreación de escenarios basados en los icónicos juguetes, pura nostalgia. La recuperación de la frescura y la magia de la imaginación infantil es sencillamente un viaje al pasado.

A todo esto, se suman las constantes referencias a otras cintas y es que Barbie resulta ser un exquisito cóctel cinéfilo, bebiendo descaradamente de la inspiración de clásicos como El Mago de Oz, Un Americano en París, Cantando bajo la Lluvia, Clueless y West Side Story. La cinta también está repleta de guiños a las emblemáticas coreografías de Gene Kelly, las vertiginosas escenas de acción de The Matrix y los extravagantes abrigos de piel de Sylvester Stallone. Y, en una vuelta de tuerca digna de El Show de Truman, la trama tiene a Barbie abandonando la seguridad de Barbieland para descubrir a la niña que juega con ella en el mundo real, explorando así su propio proceso de autodescubrimiento en un plano metanarrativo que es tan fresco y juguetón como la misma muñeca de Mattel.

Es esencial destacar las impresionantes interpretaciones de Margot Robbie y Ryan Gosling. Robbie, encarnando a la icónica muñeca rubia, y Gosling, en el papel de su eterno consorte Ken, nos sumergen en un universo repleto de glamour y fantasía. Ambos actores despliegan una ejecución impecable, infundiendo gracia y carisma a dos personajes que, en otras circunstancias, podrían haberse quedado en meras representaciones de gigantescos muñecos de plástico. A este dueto se agrega el talento cómico indiscutible de Will Ferrell, quien parece diluirse en un papel que se siente escasamente desarrollado y descolocado. Su interpretación se asemeja más a un cameo de alto calibre que a un elemento intrínseco en el tejido de la trama.

Por otro lado, el guion, aunque agudo e ingenioso en momentos, se siente contradictorio. Lo que emerge tras la comedia y el deslumbrante espectáculo audiovisual es un relato profundamente heteronormativo que intenta subirse al tren de la corriente ‘woke’, para tropezar con su propio discurso. La película, en esencia, intenta transmitir que hombres y mujeres no se necesitan de manera inherente, y que deben embarcarse en un viaje de búsqueda de significado como individuos. Sin embargo, no puede alejarse completamente de las convenciones del romance y del género binario, lo que deja a la trama ligeramente tambaleante.

La cinta afirma desafiar las estructuras patriarcales y los estereotipos de género, cuando en realidad no ofrece una visión verdaderamente inclusiva. Esencialmente, la película se transforma así en un gigantesco anuncio, una propaganda woke, que promueve la diversidad y la inclusión, pero solo en la superficie. Y aunque es cierto que hay algo de mérito en la trama, como la reflexión alrededor del patriarcado y la autodefinición de la mujer más allá de las relaciones románticas, la película parece evitar deliberadamente tomar una postura clara en temas como la sexualidad y la diversidad de género.

El resultado una deformación del discurso feminista para convertirse en una estrategia de marketing que vende una versión diluida del feminismo en lugar de un verdadero mensaje de igualdad y emancipación. La muestra más clara es la total ausencia de una Barbie lesbiana en la trama, lo cual resulta en una oportunidad perdida para romper con la heteronormatividad inherente al patriarcado que busca cuestionar. Su inclusión habría proporcionado una representación necesaria y habría fortalecido el mensaje de empoderamiento e individualidad que la película pretende transmitir.

Además, la cinta se desliza hacia un territorio problemático y ligeramente misántropo en su representación de los hombres. La caricaturización de estos como seres débiles, sometidos por sus propios deseos, parece un eco de visiones anticuadas que no concuerdan con los tiempos contemporáneos. Esta aproximación no sólo se siente desfasada, sino que además refuerza estereotipos dañinos. En lugar de desafiar y deconstruir estas imágenes cliché, la película inadvertidamente las perpetúa, desaprovechando una gran oportunidad para reevaluar y redefinir las normas de género en el ámbito de la gran pantalla. En última instancia, parece ser más un intento de capitalizar la corriente ‘woke’ que un esfuerzo serio por desafiar y cuestionar las normas de género y sexualidad.

Más allá de sus buenas intenciones y su elenco estelar, Barbie ofrece a Mattel una higienización de su imagen mediante un discurso feminista cosmético que exculpa a la compañía de juguetes, una entidad que ha prosperado a costa de objetivar y fetichizar las infancias a través de su icónica muñeca. Nos encontramos, por tanto, ante la cara más siniestra del feminismo woke, una tendencia que, a falta de una crítica sustancial, termina convirtiendo esta lucha por una sociedad más justa e igualitaria — la más significativa de la historia de la humanidad— en un mero producto de consumo.

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AVISO: CULCO BCS no se hace responsable de las opiniones de los colaboradores, esto es responsabilidad de cada autor; confiamos en sus argumentos y el tratamiento de la información, sin embargo, no necesariamente coinciden con los puntos de vista de esta revista digital.

 




Once upon a time in Hollywood: ¿de qué trata realmente?

FOTO: Internet

Colaboración Especial

Por Alejandro Aguirre Riveros

Atención: este artículo contiene altas dosis de spoilers.

La Paz, Baja California Sur (BCS). No es una sorpresa que la novena cinta de Quentin Tarantino haya dejado a sus espectadores un tanto confundidos e incluso decepcionados.

La razón: Once upon a time in Hollywood es una cinta muy personal, en la que Tarantino declara su amor al cine en el que echó raíces como espectador y cinéfilo durante su infancia y adolescencia.Un amor desenfrenado en el que despliega su compulsiva cultura cinematográfica a través de constantes guiños a otras cintas, cameos y alusiones a la historia de Hollywood. Dando como resultado una avalancha de referencias cinematográficas en las que el director y guionista termina por sepultar su verdadero significado.

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Rick Dalton, el símbolo de una era.

Rick Dalton interpretado por Leonardo DiCaprio

Rick Dalton representa el tipo de actor que tuvo su auge a finales de los cincuenta y principios de los sesentas. El arquetipo del galán copetudo y relamido con el peine en el bolsillo y la actitud de típico macho rudo de pocas palabras y sonrisa cautivadora. En él se reflejan figuras como Ed Burn, George Maharris, Paul Newman, Burt Reynolds y Steve McQueen. Actores que para finales de la década se descubrían relegados en el rol principal por los tipos flacos, andróginos y un tanto hippies. Era la era de Christopher Jones, el joven Michael Douglas y Arlo Guthrie. Los setentas estaban a vuelta de la esquina y en este cambio generacional Rick se descubre obligado a brillar por sus capacidades histriónicas y no por su apariencia.

 

Ty Hardin: talento desconocido.

Ty Hardin fue la inspiración para el personaje de DiCaprio.

Una de las figuras más representativas e inspiracionales para el personaje de Rick Dalton es Ty Hardin: un joven y prometedor actor que durante muchos años protagonizó un western televisivo llamado Bronco. Programa que competía en ese entonces con otro western similar estelarizado por el no tan famoso Steve McQueen: Wanted: Dead or Alive. Ambos actores representaban en horario estelar a un caza recompensas y durante gran parte de la década de los cincuenta sus carreras compitieron de manera casi directa. Hasta que en 1960, McQueen protagonizó Los magníficos siete y su carrera se catapultó a papeles más importantes: El gran escape, Papillón, Infierno en la torre. En contraparte, Ty Hardin pasó al olvido como uno de los actores más talentosos y desconocidos de su generación.

 

Hal Needham: uno de los más destacados dobles de acción.

Hal Needham fue la inspiración para el personaje de Brad Pitt.

La amistad entre Rick Dalton y Cliff Booth tiene un gran parecido con la amistad en la vida real entre Burt Reynolds y su doble, Hal Needham. Estos últimos, mantuvieron una relación muy cercana que iba más allá de las escenas de acción, llegando incluso a vivir juntos durante más de doce años dentro de la misma propiedad.

Needham inició su carrera junto al doble de John Wayne, Chuck Roberson, y rápidamente destacó como uno de los mejores dobles de la década de los sesentas entre saltos a carretas en movimiento, caídas, tiroteos y choques.

Hal Needham y Burt Reyndolds: Cliff Booth y Rick Dalton

Años más tarde se convirtió en coordinador de acrobacias y desarrolló bolsas de aire y otros equipos innovadores que cambiaron el rostro de la industria. Con ayuda de Burt Reynolds, incluso logró dirigir sus propios guiones en una serie de películas centradas en el tema de los dobles y las secuencias de acción.

En 2012 Hal Needham fue premiado con un Oscar conmemorativo por su trayectoria en el marco del Premio del Gobernador por la Academia de Artes y Ciencias del Cine. En la ceremonia fue presentando ni más ni menos que por el mismísimo Quentin Tarantino.

 

El Rancho Spahn, escenario de una metáfora

El Rancho Spahn fue ocupado por la familia Manson tal cual se retrata en la película: incluyendo el intercambio de favores sexuales por parte de los miembros femeninos del clan para con el dueño del rancho, el ciego y anciano George Spahn.

Mientras que en la ficción Rick lidia con sus demonios internos en un esfuerzo por desempeñar una interpretación realista de un villano violento, en la vida real Cliff visita el lado más sórdido de la violencia en las ruinas de este falso pueblo del lejano oeste.

A través de un paralelismo metacinematográfico, Tarantino se cuestiona sobre la identidad del cowboy americano y sobre cómo son vistos y percibidos fuera y dentro de la pantalla. ¿Pero quién es el verdadero vaquero? ¿Y qué significa toda esta metáfora?

Imagen final de The Searchers (1956) protagonizada por John Wayne.

Algunos de los mejores Western hablan sobre la amistad de dos vaqueros y el cambio de una época: Red River, The Searchers o Butch Cassidy and the Sundance Kid son algunos ejemplos.

En ellos, se retrata el fin del salvaje oeste tras la guerra de secesión y la promesa civilizatoria de una federación norteamericana comprometida a dar caza a los bandidos y forajidos, en un intento por alcanzar la anhelada era del orden y la justicia que el fin de la guerra habría de traer. Así también nuestros dos cowboys, Rick Dalton y Cliff Booth, atraviesan el fin de una época: los sesentas.

 

El asesinato de Sharon Tate

La novena cinta de Quentin Tarantino se une a Bastardos sin gloria y Django en el intento del director por iluminar los rincones oscuros de la historia, con finales alternativos donde los héroes vencen a toda costa sobre el mal. Sin embargo, en Once upon a time in Hollywood esta corrección de la historia deja de lado la alegría del final feliz para dar lugar a un sentimiento más sombrío. Un sentimiento con el que Tarantino intenta criticar la naturaleza misma del final hollywoodense.

En la vida real Sharon Tate, la entonces embarazada esposa de Roman Polanski, interpretada por Margot Robbie, es asesinada brutalmente en compañía de alguno de sus amistades más cercanas.

Este atroz crimen es considerado por varios historiadores como el día en que los sesentas terminaron abruptamente: la rígida doble moral de la sociedad norteamericana, afectada por los detalles grotescos de la masacre, pasaba a cerrar compulsivamente puertas y ventanas, para encerrarse y comprar armas en un ambiente de desconfianza y sospecha total. Dando paso a un Estados Unidos dividido, alienado y psicóticamente marcado por la guerra de Vietnam y el cambio de valores por parte de la juventud. Un cambio que era percibido por sus mayores como un culto al libertinaje, el abuso de las drogas y la depravación sexual.

 

Justicia cinematográfica

Sin embargo, en Once upon a time in Hollywood los responsables de la masacre se encuentran con el vecino de Sharon Tate a medio camino hacia su residencia: un alterado y un tanto borracho Rick Dalton. Quien los confronta e invita de la manera menos amable a regresar sobre sus pasos para nunca volver. Estos deciden entonces, hacer con Rick Dalton y su esposa lo que planeaban hacer con Sharon Tate.

Hacia el final de la película, Cliff Booth, en pleno viaje de ácido, enfrenta con ayuda de su perro a los miembros de la familia Manson. En la pelea hacen uso de la misma violencia despiadada que estos mostraron en la vida real hacia Sharon Tate y sus amigos. Aunque herido y agotado, como buen doble de acción, deja el golpe final para Rick Dalton, quien haciendo uso de un lanzallamas, calcina al último miembro del clan Manson y se lleva el crédito de la pelea.

Rick Dalton práctica con el lanzallamas para sus papel en The Fourteen Fists of McCluskey

En la última secuencia, Cliff observa a Rick a través de la ambulancia, siendo incapaz de unirse a él en una era más iluminada, haciendo un claro homenaje al plano final del western The Searchers. En contraste, Rick asciende hacia la utópica línea temporal en la que los sesenta nunca terminaron y en la que una intacta Sharon Tate le aguarda para convertirse en la estrella de Hollywood que siempre estuvo destinada a ser.

Rick Dalton y Cliff Booth

¿Pero quién era el verdadero cowboy? Si los vaqueros son dejados atrás por un mejor futuro: entonces era Cliff el verdadero y único vaquero de esta historia.

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