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Desconoce causas de su abrupto despido; habló Sandino Gámez

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Sandino Gámez Vázquez. Fotos: Modesto Peralta Delgado.

Por Modesto Peralta Delgado

La Paz, Baja California Sur (BCS). En entrevista exclusiva para CULCO BCS, Sandino Gámez Vázquez, quien fuera Coordinador de Fomento Editorial del Instituto Sudcaliforniano de Cultural (ISC), da su versión de lo que —según sus propias declaraciones— fue un despido repentino y sin que hasta la fecha se le hayan dado razones. Tras varios días en que su salida generara muchísimos comentarios en redes sociales, el también escritor habló sobre sus resultados en su gestión y dejó entrever una falta de interés en la cultura por parte del Gobierno del Estado.

CULCO BCS: ¿Fue un despido? ¿Qué pasó?

Sandino Gámez Vázquez: El día 28 de febrero, en las oficinas de la Coordinación de Fomento Editorial fue recibido un oficio firmado por el director del ISC, Christopher Amador, en el que se me informaba que a partir de ese momento ‘quedaba a disposición’ —ése es el término técnico—, de la Secretaría de Finanzas del Gobierno del Estado y que en cuanto tuviera conocimiento de este oficio, me presentara en las oficinas de Recursos Humanos. Yo me encontraba en ese momento promoviendo la Feria Sudcaliforniana del Libro y la Lectura en Los Cabos que se celebró el 3 y 4 de marzo, así que me fue imposible acudir el 28 de febrero a las oficinas referidas, pero el 1 de marzo, a primera hora me presenté ahí, y para mi sorpresa me encontré con que ya estaba hecho un convenio de finiquito y ya estaba emitido un cheque con la cantidad legal de indemnización para un despido. A la fecha, día 9 de marzo, no he recibido ninguna explicación, ni oficial,  ni extraoficial, ni ninguna comunicación del Director General del ISC, ni de ninguna otra persona del Gobierno del Estado sobre el motivo del despido de mi destitución”.

Al preguntarle si, al no haberle dado razones, ¿cuál era su hipótesis? dio su respuesta más corta: “eso es algo que hay que preguntárselos a los responsables del despido”.

¿Cómo termina tu relación con el ISC —hablo especialmente del área directiva—; de forma ríspida?

“Mi trabajo ha sido en el intento de mejorar las condiciones de los creadores, los escritores, los promotores de lectura, y especialmente los lectores (…) A mí me extraña mucho un despido en el que ni siquiera se me da una explicación, pero tampoco —puede no haber una explicación—, no se me da tampoco la oportunidad de hacer una entrega responsable. Por lo tanto todos los recursos humanos y financieros que estaban a mi cargo quedaron bajo la responsabilidad del Director General del ISC a partir del 1 de marzo. No me siento especialmente dolido, ni triste, pues el trabajo que desarrollaba era un trabajo profesional de editor y gestor cultural para el Gobierno del Estado”.

¿Buscarías regresar? ¿Te gustaría?

“En las condiciones actuales en que se encuentra el ISC, no me gustaría regresar. El ISC, al menos en este momento, carece de un proyecto concentrado de trabajo definido que permita mostrarle a los sudcalifornianos que existe una propuesta viable para el desarrollo cultural del Estado (…) Yo hice una propuesta personal, pero internamente también hice muchas propuestas para el mejoramiento de las capacidades del ISC, y ninguna de ellas fue tomada en cuenta”.

A propósito de propuestas, Gámez Vázquez elaboró un documento compartido en redes sociales titulado Notas para un plan de desarrollo cultural de Baja California Sur 2017-2021, en el que proponía una reestructuración operativa del ISC. Entre otras ideas, se pronunciaba la habilitación de una Museo de la Ciudad, Filmoteca, Pinacoteca, Conservatorio y Casa del Libro Sudcaliforniano en los cinco municipios de BCS. Al preguntarle la viabilidad de estos proyectos, y si para su realización hacía falta sólo voluntad o enfrentar vicisitudes de tipo jurídico o administrativo, dijo que “el actual Director del ISC tiene en el puesto desde febrero del 2014, y antes fue coordinador de bibliotecas del estado, así que es alguien que conoce el funcionamiento del sector cultural del Gobierno del Estado. El actual gobierno comenzó en septiembre en 2015, y ya ha pasado un año y 4 meses, cualquier persona que desee buscar cuál es el proyecto cultural de Carlos Mendoza Davis, es bueno que revise el Plan Estatal de Desarrollo 2015 – 2021, para que aprecie cómo este plan apenas tiene cuatro párrafos referentes al desarrollo cultural.

“Para que se realice un proyecto como el que hemos propuesto, sólo hace falta aplicar las leyes, las leyes que ya están (…) Hace pensar que la carencia más bien es de voluntad política. Quizás es algo que habría que preguntarle al Gobernador y al Director del ISC, quizás (falta) interés sobre el sector cultural, pues las propuestas que colocamos todas son viables. Alguien dirá ‘pero es que falta el dinero’.  ¡El dinero existe! Este ISC tiene un presupuesto como el que no ha habido en toda su historia de 20 años, tiene un presupuesto de casi 100 millones de pesos para este 2017; sin embargo, esta dividido de forma muy centralizada, con un 77% sólo aplicado para La Paz y un 23% para todo el estado; también de 400 trabajadores que tiene, ninguno de ellos está fuera de La Paz.

Gámez Vázquez estuvo casi 5 años y medio al frente de Fomento Editorial del ISC —entró el 15 de septiembre de 2011 y fue despedido el 28 de febrero pasado. En dicho período, se publicaron 150 libros, y según el ex Coordinador, actualmente no hay libros pendientes, excepto los ganadores de los concursos literarios del año pasado.

“Existía un rezago editorial bastante amplio, una carencia de elementos de trabajo al interior de la Coordinación. Yo recuerdo que no había ni una silla para que el Coordinador se sentara. Hoy existen dos edificios, un equipo de diseñadores, una nómina de correctores de estilo, una distribución de publicaciones que de hecho sigue sin existir en la mayoría —sino todos—los estados de la República. Había 24 salas de lectura y actualmente existen 124; se producía 1.9 al mes, y ahora se producen en promedio tres libros al mes. En estos 5 años y 4 meses se logró la producción de 150 títulos. También se descentralizaron las ofertas de actividades, pero especialmente la publicación de libros: ahora ya hay libros de todos los municipios, algo que no existía antes de 2011. También las Ferias del Libro —como evento separado—, importante para los municipios, ahora existen en La Paz, Santa Rosalía, Los Cabos y Guerrero Negro. El resultado ha sido positivo en la existencia de muchas personas interesadas en los libros sudcalifornianos. Cuando entramos en 2011, el promedio anual de dinero que entraba por parte de Fomento Editorial era de 36 mil pesos, y en enero de 2017, el ingreso que pudo dar la Coordinación fue de 50 mil pesos; sólo en enero, se vendieron entre 750 y mil ejemplares (…) Si alguien nos pide un resumen consistente, podríamos decir que hemos conseguido en este periodo hacer todas las actividades relacionadas con el libro y la lectura, no sólo publicar los libros —eso ya se hacía—, ahora formamos lectores, públicos, tenemos incipientes, nuevas editoriales; existen muchos programas de radio y TV que hablan de los autores sudcalifornianos; y en suma hemos conseguido que muchas personas en BCS se hayan vuelto a interesar a los libros sudcalifornianos, ahora que se abrió el grupo de los escritores publicados”.

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¿Por qué no hubo un Consejo Editorial? ¿Quién y cómo decidía qué se publicaba y qué no?

“Cuando llegamos en el 2011 no existía un Consejo Editorial en el ISC. Nosotros, lo que hicimos fue establecer una cola de producción y de publicación que eran los rezagos de las publicaciones, los compromisos institucionales y propuestas ciudadanas; al hablar de ‘una cola’, quiere decir que todos los que se colocaban es que iban terminar siendo publicados. ¿Quién decidía? El orden de las publicaciones, eso lo tenía que decidir el Coordinador a partir del conocimiento que teníamos, de cuáles son los libros que hablan del patrimonio cultural de BCS; cuáles son los autores que han sido ya muy publicados y que no están colocando propuestas nuevas de aporte a la cultura —sino sólo propuestas estéticas personales—; y cuáles son los libros o los temas de los cuales no existe publicaciones en el catálogo de manera reciente. Sobre estos tres elementos, es que la cola de publicaciones se movía”.

En 2014 —explicó—, Contraloría del Gobierno del Estado exigió un reglamento en todas las áreas del ISC, dentro de éstos, crear un Consejo Editorial. Gámez Vázquez contempló que contara con 18 personas, ocho representarían a todas las artes para que no fueran sólo libros de literatura, y dos por cada municipio para que no se centrara sólo en La Paz. “Este reglamento el 2014 fue colocado y aprobado en primera instancia por el Consejo Directivo del ISC, pero fue retirado por el director, Christopher Amador (…) Ese reglamento quedó en suspenso y no se pudo integrar un Consejo Editorial a partir de ese momento”.

Además, empezaron a aparecer otras publicaciones de otras áreas del instituto que publicaron materiales de autores como Juan Cuauhtémoc Murillo y Aníbal Angulo. “A partir del 2014, la decisión de lo que se publicaba aparentemente recaía en nosotros, pero nosotros seguíamos usando el criterio mencionado en el cual todas las publicaciones entraban a un trabajo editorial a partir de asignaciones de recursos, y cabe decir que cada vez fue menor, y sin embargo se seguían produciendo en promedio 30 libros al año”. En otras palabras ¿se congeló la creación del Consejo Editorial? “Se congeló hasta la fecha, y tengo un comentario extraoficial de que ya fue conformado, y está conformado por siete personas de las que no sé el nombre, pero si no está autorizado por un reglamento consistente, se corre el riesgo que sólo se una validación de proyectos personales; se corre el riesgo de que sea otra vez para un pequeño grupo de personas”.

Anímicamente, ¿cómo te vas?

“Yo me siento muy seguro, muy animado por tantas muestras de apoyo y solidaridad; me siento contento de todo el aprendizaje obtenido y de todos los servicios que pude aportar a BCS (…) Dentro del Gobierno del Estado hay muchísimas personas que quieren trabajar por su comunidad, por su Estado, y que les hace falta los recursos y las facultades políticas y administrativas para realizar bien su trabajo, y necesitan que las instituciones públicas les sirvan de apoyo y no de represo o de obstáculo. Yo me voy tranquilo y regreso a mi vida particular, a mi profesión que es la misma: de editor, escritor y analista de la realidad sudcaliforniana”.

 




Escribir es un combate: el escritor como maquila

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Escribir, escribir, escribir… los dilemas del escritor moderno. Foto: Internet.

El librero

Por Ramón Cuéllar Márquez

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Ser escritor en estos tiempos no es cosa fácil, y más en México. Se pasa la vida uno construyendo un nombre, pero nada de ventas, lo cual es el fin de obtener lectores. Y esa es una cosa horrible. Ser publicado por las instituciones no es cosa mala, porque de algún modo resulta un impulso, un motor de arranque. Pero no puede uno seguir a la espera a que nos publiquen los gobiernos cualquier cosa que escribamos. Eso sirve para caer en el olvido y que vivamos en el autoengaño. Daniel Sada decía que era la mejor forma de tirar a la basura miles de ejemplares que no se leerían jamás. El trabajo de escritor es un trabajo hormiga, de buscar aquí y allá una editorial que se interese por nuestros inéditos, sobre todo que sea rentable y lucrativo. Llegar a un producto de esa índole requiere años de oficio, de lecturas ininterrumpidas, diarias, o de plano gozar de una genialidad literaria que rompa los cánones de la noche a la mañana. No todos gozamos de esa suerte.

Si una editorial llega a interesarse en nuestros libros, ya tenemos el primer logro alcanzado; el siguiente es convencer a los lectores de lo que hicimos y que se vuelva viral, como ahora gusta decirse en términos de redes sociales. Ese primer libro va lleno de esperanzas, de entrega, de desvelos, de incertidumbre, de la mejor calidad literaria de que dispuso el escritor durante su creación. Me vienen a la mente varios títulos de libros que por la manera en que se construyeron pronto se convirtieron en clásicos de la literatura. Cien años de soledad es uno de ellos. Pedro Páramo es otro. Un asesino solitario, uno más.

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Uno siempre está lleno de prejuicios en torno a lo que nos gusta y no nos gusta, cuyos valores provienen de nuestro modo de pensar, nuestra educación, nuestros condicionamientos familiares, religiosos y sociales. Así que nos llamará la atención aquello con lo que nos identificamos o aquello que maneja un cierto tipo de lenguaje, cualquiera que éste sea. Leer, sin duda, nos pone a funcionar la imaginación y las neuronas. Un buen libro nos invita a querer otro más bueno, hasta que se vuelve un hábito. Una mente con lecturas es una mente que tiende a ser más creativa. Por supuesto, no es regla general. Compramos libros porque el autor está de moda, porque alguien lo recomendó o por aventurarnos a autores desconocidos para nosotros. A veces ocurren maravillas, otras sentimos que nos estafaron. De este modo, un escritor puede hacerse de un buen número de lectores y hasta de un club de fans.

Sin embargo, ¿qué pasa cuando un escritor se convierte en un best seller (un más vendido) y gana millones en su primera entrega? Para la editorial esto supone un momento importante, porque comercialmente el libro es muy lucrativo, y claro está, el propio escritor, quien ha entrado a las ligas de los que sí venden. Para quienes gozamos del libro, uno esperaría con pasión algo mucho mejor. Gabriel García Márquez le declaraba a Plinio Apuleyo Mendoza en su famosa entrevista de El olor de la guayaba, que su gran temor era convertirse en esclavo de Cien años de soledad; es decir, que dado el éxito del mismo, los lectores estarían esperando Cien años de soledad 2. Este pasaje de la vida de este escritor se entiende cuando lanzó al mercado El otoño del patriarca, que no tuvo las ventas espectaculares del anterior, pero sí demostró que no se había casado con el estilo de Cien años, y experimentó con otra forma de narrar. García Márquez se negó a convertirse en maquilador de su propia escritura.

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Gabriel García Márquez. Foto: Internet.

La pregunta que nos viene a la mente es: una vez instalados en el compromiso, en el contrato con la editorial, ¿perderemos la libertad de escribir cuanto tema se nos ocurra? La respuesta, en la mayoría de los casos, es sí. A la editorial no le interesan tus necesidades estéticas, tus necesidades filosóficas, o tu imaginación cuestionadora, a la editorial le interesa ganar y vender, lo cual es un hecho natural del mercado, puesto que son una empresa que viven de eso. Pero, ¿y el individuo, el escritor, dónde queda? ¿Se convierte en un trabajador, un obrero, un maquilador de las letras? ¿Ve frustrado su talento para acomodarse a las necesidades del mercado? Muchos hemos constatado que el primer libro resultó una maravilla porque no estaba sujeto a las presiones editoriales, sino a su propia entrega, carisma y capacidad de escribir. No obstante, los siguientes libros comenzaron a parecerse entre sí, pero no al primero. Algunas editoriales optan por exigirle al escritor sagas de aventuras para determinadas edades y públicos, con el fin de crear demanda. Conocen su negocio, pues. Sin embargo, el escritor, ¿dónde queda?, ¿qué papel juega?

Hace décadas los escritores pensaban en función de su obra, de su arte, de su estética, de su filosofía de vida. Hoy no es así o al menos no enteramente así. La narrativa es distinta. Sería difícil que un joven Gabriel García Márquez funcionara en el mercado de hoy, que tampoco es regla, pero esa es la tendencia. Escribir hoy en día no es para nada el ideal romántico del siglo XIX o de lucha como a mediados del siglo XX, donde el escritor es un héroe, un rockstar o de plano un marginal con clase (¡ay, Henry Miller!). Escribir hoy en día es un trabajo arduo y difícil, que no halla su camino ni el éxito tan fácilmente, y algunos morirán y no lo tendrán, o quizá después de la muerte (!Oh Kafka, mi Kafka!). ¿Quién quiere ser escritor?, de los que están horas nalga, de los que investigan, de los que corrigen una y otra vez, de los que arman un proyecto, de los que creen en lo que hacen, de los que no andan tras la lana como mendigos de su propia profesión, quienes mandan a concursitos de jóvenes sus libritos insípidos, pero al que no pueden entrar por rebasar la edad y utilizan a alguien para conseguir sus fines. Escribir, la verdad, es un combate con la vida.

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El despido de Sandino Gámez: el ISC le cortó la cabeza a Fomento Editorial

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Sandino Gámez Vázquez, quien fuera Coordinador del Departamento de Fomento Editorial del ISC. Fotos: Facebook.

Colaboración Especial

Por Raúl Cota Álvarez

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). El miércoles 1 de marzo, el coordinador de Fomento Editorial del Instituto Sudcaliforniano de Cultura, Sandino Gámez Vázquez, llegó a su oficina para encontrar sobre el escritorio un oficio comunicándole que a partir de ese momento dejaba de laborar para el Gobierno del Estado, esto a pesar de que Christopher Alexter Amador Cervantes, director del instituto, declarara en semanas recientes que no habría despidos en el área de cultura, y negara rotundamente que el ISC fuera a desmoronarse ante el adverso panorama presupuestal con el que recibía el año.

¿Por qué Sandino Gámez? El desempeño del coordinador, según la gran mayoría de los escritores, promotores, coordinadores de salas de lectura y talleres, así como lectores y personas involucradas de una u otra forma en la actividad de fomento a la lectura y el libro, había sido hasta el día de su repentino despido, positivo.

Como todo funcionario a cargo de un departamento y un equipo de trabajo, se encontró en el camino con errores, omisiones, y tomó decisiones que impactaron positiva o negativamente en diversas ocasiones la escena, lo que fue moldeando, mediante criticas —me incluyo en ellas—, una gestión de frente a las observaciones, y atendiendo la mayoría de ellas con resultados más buenos que malos.

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Gámez Vázquez llegó al 2017 al frente de la mejor versión del Departamento Editorial del ISC, en comparación con las anteriores gestiones:

Estas acciones, con los contrapesos ya mencionados, los cuales se estaban atendiendo, ponían el actual ejercicio por encima de los anteriores y arrojaba un balance por demás positivo. ¿Por qué fue despedido entonces? ¿Por qué en la antesala de la Feria del Libro de Los Cabos y La Paz?; ¿por qué sin un aviso, un período establecido para cerrar procesos y preparar a su reemplazo de manera adecuada?; ¿por qué esperar su ausencia para introducir a hurtadillas un documento tan delicado?

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El Director del ISC tiene que explicar las razones de una decisión que incomoda a la escena en su gran mayoría, por lo sencillo que se muestra el cesar a quien no comparte opiniones, opaca la imagen del jefe con resultados, y gestiona por su lado apoyos para una función neural del ISC; teorías todas éstas, ya que desde el jueves 9 de marzo se le busca por distintos medios para conocer las razones del despido, las acciones a seguir para mantener la actividad de Fomento Editorial sin mayor alteración, para dar certezas al equipo de confianza que queda en el limbo de la seguridad laboral ante esta situación que al no ser aclarada, despierta suspicacias y se inclina cada vez más hacia un posicionamiento político a costa de la escena cultural sudcaliforniana, pero sigue sin aparecer.

Además, debe comunicar de manera transparente y precisa, por qué la Dirección del ISC, la Coordinación Técnica y el área de Artes Plásticas editan libros tan caros (200,000; 350,000; y 700,000 pesos por título), por qué sus autores son funcionarios de la institución o familiares de funcionarios de la misma. Tiene que mostrar por qué no existe conflicto de intereses al publicarse él mismo un libro de poemas mientras se traba la producción de los creadores en la entidad, por qué siguen postergando la creación del Consejo Editorial; éstas y otras, muchas cuestiones que se han ido acumulando en su gestión y que siguen en la opacidad, guardadas en la comodidad de su oficina. Es hora de respuestas.




Internos del Cereso de Santa Rosalía han leído más de 100 libros en 3 años

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Charla de internos del Cereso pertenecientes al Club de Lectura de Santa Rosalía, con Modesto Peralta Delgado. Se contó con permiso para tomar fotografías y por razones de seguridad, se difuminan sus rostros. Fotos: Cortesía.

La Paz, Baja California Sur (BCS). “N”, de 28 años, es un interno en el Cereso de Santa Rosalía en proceso de sentencia por homicidio calificado, quien desde el 2013 que entró al Club de Lectura —es uno de sus iniciadores— ha sido uno de los participantes más entusiastas, leyendo más de 100 libros en poco más de 3 años; asegura que, sea condenado o no, ha cambiado su percepción de las cosas y no delinquiría otra vez, y en mucho, tanto la literatura como su fe en Dios han formado parte de su nueva visión de la vida. Incluso, guarda frases escritas en un par de hojas por si algún día puede publicar un libro.

El pasado 17 de febrero, su servidor, Modesto Peralta Delgado, fue invitado a presentar su libro Prólogos a la muerte en la cárcel ubicada a un par de kilómetros de la cabecera municipal de Mulegé. Ahí dimos una charla, y algunos de los participantes dieron sus opiniones respecto al libro, como parte de la dinámica del club que coordina el psicólogo José Antonio Iturriaga Hidalgo, quien también nos dio una entrevista para realizar este artículo vivencial sobre el impacto positivo que puede tener la literatura.

Como era de esperarse, al entrar al Cereso de Santa Rosalía, hay varios filtros qué pasar: puertas y más puertas, y rejas y más rejas qué cruzar, para llegar a un pequeño salón multiusos, con computadoras y libros, en donde quincenalmente se reúnen los integrantes del Club de Lectura de Santa Rosalía. La actividad la realizan voluntariamente algunos ciudadanos, sin formar parte de programas de gobierno, y con el solo fin de introducir el hábito de la lectura en los condenados y procesados que asisten. Desde el 2013 que entró en función este club —señaló Iturriaga Hildalgo—, se les han llevado entre 100 y 150 títulos. Las reglas para pertenecer son muy claras y sencillas: leer el material que el psicólogo se encarga de seleccionarles, asistir a las reuniones y comentar libremente sobre lo leído.

“N” fue modesto al decir que él habría leído “sólo” unos 100 libros en los tres años que lleva formando parte de este grupo. Cualquiera podría pensar que dentro de la cárcel, con todo el tiempo del mundo, esto no es algo impresionante. Sin embargo, aunque desconocemos el número total de presos en el Cereso de Santa Rosalía, es evidente que no todos se interesan. El club de lectura en prisión comenzó con 14 internos, siete de ellos ya salieron cumpliendo su condena, y han quedado siete. Por tanto, leer más de 100 libros en 3 años, no requiere sólo de tiempo libre, sino de un interés que se ha fomentado con paciencia y un auténtico entusiasmo por contagiar la literatura, y que ésta pueda tener un efecto en la vida de personas en reclusión. “Yo no creo que voy a cambiar a alguien, porque no depende de mí el cambio, pero buscamos fomentarles un buen hábito, que a su salida sea de alguna utilidad. (Los efectos han sido) su capacidad de expresarse, de estructurar sus pensamientos de mejor forma, quien lee y se expresa bien tiene un buen argumento”, dijo Iturriaga Hidalgo.

Durante la charla, algunos de los asistentes comentaron sus impresiones del libro de cuentos, con detalles en lo leído y los significados o trasfondos que su servidor quiso plasmar en Prólogos a la muerte. Fue interesante no sólo oír sus opiniones respecto al libro, sino dar cuenta que algunos han encontrado apasionante la lectura de autores de la literatura universal. Iturriaga Hildago recuerda que el material que más debate generó en este grupo fue La metamorfosis de Franz Kafka, “fue un libro que dudé en llevárselo, pero luego pensé ‘a ver qué generan ellos’, y fue una de las sesiones más fluidas”.

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En el caso de “N” —cuya identidad, como la del resto de los internos se omite por razones de seguridad— me dijo que para él leer es “una explosión de pensamientos, me rescatan de este lugar”. En efecto, para ellos, asistir a estas reuniones es un escape de su internamiento, y en algunos casos, como los que tenían su familia en Veracruz, Tamulipas o Guerrero, estas visitas significaban ‘sus visitas’. El hombre en proceso por homicidio dijo que había leído un par de libros cuando era estudiante, pero ahora estaba agradecido con el Club de Lectura de Santa Rosalía al haberle acercado un centenar de títulos. Entre los libros favoritos de “N” están Quién mató a Palomino Molero de Mario Vargas Llosa, Memorias de mis putitas tristes y Relato de un náufrago de Gabriel García Márquez.

Aunque está en espera de una sentencia que podría ser de 20 años de prisión, o más, expresó que “ya no tiene los mismos pensamientos”. La lectura, para él, le ayuda a “pensar diferente”. Aunque dice no pertenecer a ninguna iglesia en especial, tiene fe en Dios. Y sí, tanto su fe religiosa, como lo que ha descubierto a través de la literatura, han creado un cambio positivo en su persona, según sus propias palabras, y así lo mostró en su actitud, al menos, en ese momento de la charla. Ahora “N” tiene en mente poder compilar varias frases por si algún día pueda publicarlas en algún sitio. Es de notarse, pues, que de la lectura, ha pasado a la inquietud de escribir.

Al preguntarle al psicólogo si, en general, los internos eran difíciles de tratar, dijo que no. “No sé si sea en la población en general, pero con la gente que yo he trabajado, al contrario, son personas que reciben muy bien a quien los visita”. Por último, comentó que entre los cambios que ha visto en su fomento a la lectura en prisión es la capacidad de expresarse, y recordó el caso de un interno que en diez sesiones apenas articulaba palabra, y a partir de las siguientes, se hizo tan desenvuelto que costaba trabajo que cediera el turno de hablar a otros compañeros. De manera que el Club de Lectura de Santa Rosalía ha propiciado que algunos presos puedan despertar su empatía o sensibilidad a través de la literatura, lo perciban como un escape de la rutina y propicie un cambio positivo en su mentalidad; y además puedan notarse sus efectos, al menos, en su forma de expresarse.

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Inicia la Feria del Libro Sudcaliforniano en Santa Rosalía

 

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La Paz, Baja California Sur (BCS). Este viernes 17 y sábado 18 de febrero, se lleva a cabo la Feria del Libro Sudcaliforniano en la Plaza Benito Juárez en Santa Rosalía, cabecera municipal de Mulegé; la Secretaría de Cultura a través de la Coordinación de Fomento Editorial del Instituto Sudcaliforniano de Cultura hacen una cordial invitación para estar presentes en este evento con varias actividades literarias.

La Feria del Libro contará con la presencia de artistas locales y nacionales, y tendrá como invitada especial se encuentra Ana Clavel; la autoras tiene publicados los libros Fuera de escena (1984), Amorosos de atar (Premio Nacional de Cuento Gilberto Owen1991), Paraísos trémulos (2002), Amor y otros suicidios (2012) y del libro de Minificciones Corazonadas (2014), además de sus novelas Los deseos y su sombra (2000) y Cuerpo náufrago (2005) que se han traducido al inglés, y El dibujante de sombras (2009) al francés.

Las violetas son flores del deseo (2007, traducida al francés y al árabe) obtuvo el Premio de Novela Corta Juan Rulfo 2005 de Radio Francia Internacional.¨Las ninfas a veces Sonríen fue galardonada con el Premio Iberoamericano de Novela Elena Poniatowska; además cabe mencionar que sus libros han dado origen a proyectos multimedia que conjuntan fotografía, instalación, performance, intervención artística   y vídeo.

Además, en Santa Rosalía, Jorge Peredo y Pablo Lizaldi presentarán Una familia jurásica, y Modesto Peralta Delgado sus Prólogos a la muerte; se esperan diferentes actividades lúdicas y literarias para todas las edades en la plaza ubicada frente a las oficinas del Ayuntamiento de Mulegé.

 

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