Colaboración Especial
Por Pablo Chiw
La Paz, Baja California Sur (BCS). Sentarse en la mesa se ha convertido en la antesala de una disputa épica, el simple hecho de mencionar un solo apellido puede despertar grandes y graves pasiones en más de un comensal. Ya sea en favor o en contra.
Lo verdaderamente trágico radica, precisamente en la pasión con la que mañosamente se ha envestido la cuestión política, pareciera que la identidad individual estuviera atada al PRIAN o a Morena. Cualquier crítica o denuncia de un acto de corrupción, un error o algún exceso de algún partido, se convierte automáticamente en una ofensa personal.
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El error está en identificarse, idealizar y satanizar a los políticos y los partidos, en lugar de observarles a todos de manera crítica, al final de cuentas, sabemos que son humanas y humanos que tienen acceso a las tentaciones del poder. Se tiene que apoyar cuando hay transparencia, resultados y bienestar social, pero revisar, rectificar y castigar cuando no los hay.
Sin embargo, cuando la cultura política aun es inmadura, lo anterior no es posible y la actitud general de la población se limitará a actuar como actúan en escenarios similares ¿Qué es lo más parecido a la política en México? El futbol.
La población en general está apoyando y atacando emocionalmente a partir de identificaciones mentales con los partidos políticos, los cuales son el equivalente a su equipo de futbol. Una vez y por los motivos que sean, eligen a su equipo se saben obligados a apoyar y defender con todo, creen que su mayor obligación como fanático del futbol es la de apoyar con emocionalidad desbordada a su plantel, esto incluye cerrarse a la crítica, aceptar debilidades, carencias e incompetencias y por su puesto jamás reconocer las virtudes que el archirrival pudiera poseer.
Así, en la vida real un fanático del América sería un traidor si aceptara que el Chivas fuera mejor equipo, aunque estuviera invicto, en primera posición de la tabla y a pesar de que el propio América estuviera en el fondo. O viceversa, el fanático del Chivas sería incapaz de aceptar el mismo supuesto bajo las mismas condiciones. Esto sucede porque hay un acercamiento emocional, no racional al futbol y a esto se le denomina fanatismo.
Nos han enseñado a disfrutar la euforia pasional que se desprende de la irracionalidad en lugar de disfrutar el buen juego, es decir, vamos al estadio a gritar, saltar, bailar, insultar y hacer catarsis en lugar de analizar, evaluar, entender, criticar y disfrutar del buen juego.
El Fanatismo es Malo en el Deporte, pero es Peor en la Política.
Uno debe aprender a conocer al público antes de abrir la boca. Si te das cuenta de que tienes en la mesa a un grupo de fanáticos debes saber que será imposible dialogar con ellos, el dialogo exige una comunicación abierta y receptiva de ida y vuelta, si la mera mención de un apellido aniquila el diálogo y hace del habla una fortaleza cerrada de donde sólo emanan ataques e insultos unidireccionales es recomendable cerrar la boca y tratar de disfrutar los alimentos, no hay posibilidades de conversar con los fanáticos.