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Gasolineras ejidales abandonadas en la carretera transpeninsular (I)

FOTOS: Noé Peralta Delgado

Explicaciones Constructivas

Noé Peralta Delgado

 

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Transitar la carretera transpeninsular de la península de Baja California es una experiencia única; sobre todo ver los impresionantes paisajes desérticos en todos los tipos de orografía, desde extensos valles o planicies hasta enormes montañas y no se diga las hermosas playas del mar de Cortés.

Desde la inauguración de la carretera federal número 1, son muchas las personas que han aventurado a recorrer sus poco más de mil millas o 1,609.34 kilómetros de longitud de carretera asfáltica. Y dado que son dos estados mexicanos muy poco poblados, se tiene que transitar grandes distancias sin ver poblaciones importantes, y que tal vez esto sea lo más atractivo del contacto directo con la naturaleza.

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Nomás el trayecto desde El Rosario en Baja California hasta Guerrero Negro en Baja California Sur es de 360kms y sin ver ninguna localidad que nos ayudar en caso de auxilio, como médicos, refacciones y mucho menos gasolineras.

Hablando de gasolineras en la península de Baja California, estas fueron muy escasas en la década de los setentas, y recorrer algunos tramos carreteros implicaba llenar muy bien el tanque del automóvil o llevar una reserva extra por si acaso se llegaba a un pueblo donde no se vendía este combustible. En Baja California Sur, nomás había gasolineras en las pocas ciudades importantes de aquel tiempo y en el norte del estado se escaseaba más porque los requisitos que pedía Pemex para la construcción de una estación de servicio, era muy estricta y eran pocos los empresarios que lograban el tan anhelado permiso.

Los que podían aspirar a unos trámites sin tanta burocracia, fueron los nacientes ejidos en Baja California Sur. En el año de 1976 a través del gobierno saliente de Luis Echeverría Álvarez se diseñó un modelo de gasolineras ejidales a todo lo largo de la carretera dentro de Baja California Sur; donde se apoyó con la infraestructura necesaria para su funcionamiento, así como los créditos para comprar la gasolina en los inicios y poder venderla al público en general. Era una idea muy buena, ya que se pensaba en el desabasto de los conductores y a la vez los ejidatarios recibían una fuente de ingresos para mantener empleos entre sus agremiados.

En este artículo hablaremos de la gasolinera de Santa Rita, y en una segunda entrega estaremos relatando la historia de la gasolinera del ejido 1, que su nombre correcto es Ley Federal de Aguas Número 1.

Tuve la oportunidad de conocer al señor Francisco Geraldo Barrera y a Ángel Márquez Murillo, quienes fueron de los últimos trabajadores que estuvieron como responsables de las bombas expendedoras del combustible. Don Francisco trabajaba de tiempo completo, mientras que Ángel, en aquel tiempo estudiante de primaria del pueblo, ayudaba en algunas labores de limpieza y despachaba el combustible mientras de don Francisco tenía que salir a algún mandado.

Según nos cuentan, el ejido que acogía al pueblo de Santa Rita se llama ejido El Quemado, se creó en los límites del municipio de La Paz con el municipio de Comondú, en ese mismo tiempo los directivos recibieron créditos para hacer funcionar una gasolinera y se inició con la construcción de 2 bombas para gasolina, una bomba para diésel, un cuarto de máquinas, baños y una oficina administrativa. Como la energía eléctrica no existía en ese tiempo, se dotó de una maquina completa de generadora de energía que funcionaba con diésel, mismo que se tomaba del tanque propio.

En los buenos tiempos de venta, se surtía de 2 pipas de 10mil litros de gasolina por semana; la gasolina económica se llamaba nova y costaba al público $2.80 por litro, mientras que la extra que era más cara costaba $4.00 por litro; el precio del diésel rondaba en los 80 centavos por litro. Las ventas promedio por semana andaban en alrededor de $7,000.00, lo cual era más que suficiente para pagar empleados, comprar combustible y el mantenimiento preventivo de las bombas y el cuarto de máquinas. Investigando la inflación, tomando como base 1980 como el mejor año de ventas y convirtiendo al año 2022, nos da un gran ingreso de $1´439,115.00.

Como quiera que sea, la estación de servicios ejidal El Quemado era una empresa rentable, pero debido a cambios en la directiva empezó a tener pérdidas, y se llegó al grado que se acababa el combustible para tener funcionando la maquina generadora de energía eléctrica, que era la responsable de las bombas expendedoras y la oficina administrativa.

Creemos que, debido a malas administraciones ejidales, así como ha pasado con todas las empresas ejidales a lo largo de la República Mexicana, donde la falta de preparación administrativa, poca cultura de pago de créditos y paternalismo de los gobiernos hacen que se vayan al fracaso y terminen cerrando las operaciones.

Se notó la nostalgia en la plática con don Francisco, donde aún recuerda que se iba a desayunar o a comer y le dejaba de encargo a Ángel la bomba, donde se tenía la fortuna de tener en la bolsa del pantalón unas fajas de billetes que debían de entregar al cierre de turno, que sucedía a las 8.00pm. Eran otros tiempos de total tranquilidad, sin temor a los robos ó a los asaltantes de caminos. Había dos bomberos de tiempo completo, donde se turnaba en que, un día trabajaba completo de 8am hasta las 8pm, mientras que el día siguiente entraba el relevo y así sucesivamente.

Con las ventas recordadas, muy bien se podría mantener en excelentes condiciones la gasolinera de Santa Rita y sus habitantes, y que con la visita que se realizó al lugar, nomás quedó el recuerdo graficado en ruinas de lo que pudo ser y no fue. La estación de servicio terminó por cerrar definitivamente en el año 1985, después de una serie de dificultades tanto económicas como operativas.

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noeperalta1972@gmail.com




El ejido mexicano: su historia y aportación a la economía nacional (II)

FOTOS: Noé Peralta Delgado.

Explicaciones Constructivas

Por Noé Peralta Delgado

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). El tema de la propiedad ejidal resulta siempre muy polémico debido al papel que ésta tiene en la actividad económica del país. En lo que respecta a Baja California Sur, se observa que la mayoría de los ejidos aún viven en el atraso económico, muchas veces los ejidatarios poseen amplias superficies de tierra improductivas y sin trabajar; sin embargo, la figura de los ejidos fue fundamental dentro del desarrollo del siglo XX, principalmente estuvo asociada a la Reforma agraria revolucionaria; en la entrega anterior de este artículo se puede profundizar más acerca del origen de los ejidos y su historia.

Para leer la Primera Parte de El ejido mexicano: su historia y aportación a la economía nacional, DAR CLIC AQUÍ

Se dice que no hay malas ideas, sino que las personas que están al frente de éstas son las que ocasionan que dichas ideas fracasen; en la entrega anterior nos quedamos en el año de 1992, cuando se completó el reparto agrario y se dio por finalizado este histórico período, en el que se pretendió hacer justicia y darle a vida al lema La tierra es de quien la trabaja, que hiciera famosa el líder revolucionario Emiliano Zapata. La finalidad de esas causas, eran la reivindicación de los campesinos a los derechos de la propiedad de las tierras labradas.

No obstante, cuando el Gobierno de México inició el reparto agrario entre los campesinos, paralelamente debió introducirse un sistema de educación y profesionalización de la actividad agrícola entre los beneficiados de este programa. El reparto de tierras “entre quienes la trabajan” en esencia no está mal, pero fue la estrategia en la que se dio dicha distribución la que no funcionó; para entender mejor la situación, tomemos como ejemplo el caso de un padre que tiene la necesidad de repartir sus riquezas y propiedades entre sus hijos, ahora imaginemos que los vástagos carecen de educación, preparación y objetivos; cualquiera sabe que dicha riqueza está condenada al fracaso. Algo semejante sucedió con los ejidos.

Mientras se repartían tierras a todo lo largo y ancho de la República Mexicana, se ofrecían créditos accesibles y apoyos económicos para adquirir equipo o invertir en la siembra, por lo que el ejidatario “sobrevivió” durante ese tiempo gracias a la generosa ayuda de los gobiernos en turno a cambio de tener a los campesinos y comunidades dentro “del huacal político”, incluso se empezaron a forjar lideres ejidales que usaban a sus agremiados para beneficio propio, ya sea en cargos políticos o para conseguir buena vida económica familiar. Cuando ya no quedaban propiedades por repartir, después de 36 años de altibajos en la distribución de predios a ejidatarios, llegamos al 6 de enero de 1992, fecha en que se publica en el Diario Oficial de la Federación que se dio por concluida la repartición de terrenos y sucede lo inimaginable para los precursores de la Reforma Agraria, ya que se modificó el Sistema de Propiedad Ejidal y se inició el proceso de privatización con la incorporación de las tierras al mercado, o dicho de otra manera, los predios comunales podrían ser negociados entre particulares y vendidos a cualquier persona.

Aquel 6 de enero del 92, cuando se publicó la reforma del Artículo 27 constitucional, se dio el siguiente argumento: “el campo ocupa un programa integral de apoyo para capitalizarlo, abrir opciones productivas y construir medios efectivos que protejan la vida en comunidad”. Para emitir una opinión al respecto hay que establecernos en un contexto, ya que los tiempos no son los mismos en 1917 —fecha que inició la repartición de propiedades ejidales— que en la actualidad, ni en México ni en el mundo. Mientras que al inicio del siglo pasado los avances tecnológicos y las luchas sociales eran muy diferentes a hoy en día, encontramos que el sistema comunal de tierras que se ejerció en México no obtuvo los resultados esperados, no obstante, tampoco se puede aprobar una venta indiscriminada de predios por parte de los ejidos, sobre todo porque estas propiedades pueden caer en manos de empresas mineras o empresas extranjeras. En Baja California Sur, dicha situación se presenta mayormente en la parte sur del Estado, en donde han surgido conflictos entre ejidatarios y particulares por ver quién se queda con más tierras, pero no para trabajarlas, sino para venderlas a empresas turísticas extranjeras.

Asimismo, es notorio que gran parte de la población mexicana carece de una cultura de superación personal y que posee una escasa mentalidad emprendedora, lo que provoca que el dinero —producto de las ventas de tierras ejidales— no les dure mucho a los ejidatarios vendedores, y más si recordamos que originalmente los predios se repartieron por el principio de confirmación, lo cual significa que se otorgan terrenos a campesinos que nunca habían tenido propiedades, no cabe duda que cuando no nos cuestan las cosas, no las valoramos tanto.

Escríbeme a noeperalta1972@gmail.com

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