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Convocan a participar en concurso de Altares de Día de Muertos

IMAGEN: ISC.

La Paz, Baja California Sur (BCS). El Instituto Sudcaliforniano de Cultura (ISC) llevará a cabo el concurso Altares y Tradiciones Populares del tradicional Festival de Día de Muertos 2018.

 Este evento  busca acercar a la ciudadanía con las costumbres y  tradiciones mexicanas a través de las diversas manifestaciones artísticas que se estarán llevando a cabo, se lee en el comunicado de prensa del ISC.

Se presentará  atención a los  valores cívicos y humanos de la persona a quien se esté dedicando el Altar de Muertos, como respeto, tolerancia, honradez, solidaridad, valentía, coherencia y servicio.

Cabe destacar, que en las categorías tradición y artístico-escenográfico se otorgará para el premio del primer lugar 14 mil 500 pesos; el segundo lugar 12 mil; y el tercero 9 mil pesos.




‘Recordando a mi mascota fallecida’. Regresa concurso de fotos ¡PARTICIPA!

FOTOS: Modesto Peralta Delgado.

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Gracias al patrocinio de CLÍNICA VETERINARIA MADERO, CULCO BCS te convoca a participar por segundo año consecutivo en el concurso Recordando a mi mascota favorita, publicando la foto de tu gato o perro que haya fallecido y que no has dejado de amar; las imágenes más populares ganarán servicios de veterinaria para tu actual mascota o la de un cercano tuyo, ya que el premio es transferible.

Este concurso nace en honor a Tzury, una gatita que adoptamos un 15 de septiembre de 2015. A los diez meses, la cachorra falleció golpeada por las llantas de un vehículo, la noche del 26 de julio de 2016. El cuerpo de la criatura se colocó en una caja de zapatos —las cajas: su juguete favorito— y fue enterrada en un patio, al pie de una granada que fue su árbol favorito. Un gatito callejero, amiguito de la pequeña, todavía pasó una semana yendo a maullar al balcón para llamarla… En gratitud al cariño que nos dio la mascota y en reconocimiento a ese sentimiento de parte de varios ciudadanos, este 2018 volvemos a invitarte a unirte a esta campaña por un Día de por Nuestras Mascotas Fallecidas el próximo 26 de julio.

Ve fotos de participantes y ganadoras del primer concurso AQUÍ.

Ganadoras del concurso “Recordando a mi mascota fallecida” en 2017.

¿Tienes enferma a tu mascota o quieres darle el mejor cuidado? En Clínica Veterinaria Madero tus animales de convivencia serán bien atendidos por los veterinarios Hilda Elizondo y Tomás Rodríguez. Con más de 20 años de experiencia, ellos le brindan a tus mascotas: consultas, desparasitación, análisis clínicos y estética; cuentan, además, con el mejor equipo para cirugía, hospitalización, rayos X y ultrasonido. También ofrecen asesoría en etología, y venta de alimento y accesorios. La veterinaria se ubica en Revolución de 1910 número 2710, entre Navarro y 5 de Febrero, en la colonia centro de La Paz. Teléfono: 1225662, y para URGENCIAS: (612) 1176118. En ESTE ENLACE encuentras su página de Facebook.

* BASES DEL CONCURSO*

  1. Da “Me Gusta” al Facebook de CULCO BCS y coloca en “Publicaciones”, “Comunidad” o en “Página”, EN UN MISMO POST: de una a cuatro fotografías de tu mascota fallecida, sola o con sus dueños, en un bonito recuerdo. No importa el tiempo que tenga el recuerdo o la foto, sólo que sea visible, que sea en BCS, y de preferencia de buen tamaño.
  2. Invita a tus amigos de Facebook a darle “Me Gusta” EN EL POST PRINCIPAL COLOCADO EN EL FACEBOOK DE CULCO BCS; sólo se sumarían los likes de los comentarios en caso de empate en el post principal.
  3. Tienes hasta el martes 25 de julio a las 12:00 horas para concursar. A esa hora se suman los “Me Gusta” y se declarará a los ganadores, uno por foto de perro y otro por foto de gato.
  4. COMO PREMIOS, CLÍNICA VETERINARIA MADERO OBSEQUIARÁ una serie de vacunas y pipeta para garrapatas Frontline para perro, y exactamente lo mismo para gato, para que los ganadores de la fotos más populares lo utilicen con sus actuales mascotas. Los premios tienen un valor aproximado de 2 mil pesos, y no se entregarán en efectivo, sólo en los productos y servicios dichos.
  5. Además, el 26 de julio, fecha en que proponemos el Día por Nuestras Mascotas Fallecidas, publicaremos un artículo con las fotos más populares, y en portada, la foto con el perro o gato que haya obtenido más “Me Gusta”.
  6. NO se aceptarán imágenes de los animales muertos en el acto o en situaciones de maltrato; este concurso no promueve la denuncia sino la gratitud a estos compañeros de casa.
  7. Pueden participar personas de todo el Estado, sin embargo, los premios se brindan solamente en La Paz. En caso de ganar una persona de fuera de La Paz, tendrá hasta un mes para reclamar su premio o transferirlo. Si algún ganador actualmente no posee mascotas, los premios son TRANSFERIBLES, por lo que éste deberá acreditar a otra persona para recibirlos; en todos los casos deberán presentar identificación oficial.
  8. Puedes publicar las fotos de cualquier otro tipo de mascota, pero el premio sólo aplica a las de perros y gatos. Te invitamos a participar, por el puro gusto de ver a tu animal favorito en un artículo.
  9. No podrán participar los organizadores, ni lo ganadores de la emisión de 2017.



Apenas empezaba a conocerte, Papá

FOTOS: Cortesía.

Especial Día del Padre

Mención Honorífica en el concurso “Carta al Padre”

Por Roxy Jaime

 

Querido J.J.:

Hace 21 años te despediste de este planeta. En ese entonces, a mis 22, apenas empezaba a conocerte, apenas te había pedido permiso para tutearte, apenas empezaba a comprender el porqué de tu dureza.

Desde que tengo uso de razón recuerdo que tu forma de amarme era dándome obsequios, el Día del Niño, en Navidad, en Día de Reyes. Cada que salías de viaje de trabajo llegabas con un presente para mí, también recuerdo que mi madre platicaba que no tuviste infancia y por eso disfrutabas enormemente comprar helado por litros, paletas de cajeta y otras golosinas que sin duda llenaban el vacío a tu niño interior; me llevabas al cine, al circo y a la feria; subirme contigo a las tazas era algo divertido, reír como locos mientras dábamos vueltas sin poder mirar un punto fijo… ¡Ah, qué tiempos aquellos! donde debido a tu alcoholismo y para no sentirte culpable nos diste a mamá y a mi viajes en vacaciones escolares, comidas en restaurantes y regalos, pero… siempre me quedé esperando verte sobrio para disfrutar en familia…

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Eras un tipo duro, que no fue educado con amor, que no sabía decir “Te amo”, ni tampoco dar abrazos, siempre eras el “señor” de la casa, al que había que hacerle homenajes y reverencias pero inalcanzable porque su coraza era grande, dura, irrompible. Conforme fui creciendo empezaste a ceder, y hasta llegaste a defender mi rebeldía adolescente cuando quería peinarme o vestirme de alguna manera y mi madre se negaba a permitírmelo, es ahí donde te volvías mi héroe cuando decías a mamá: “déjala, es su gusto, es su cuerpo, es su vida”, y yo no sé si llegué a tu vida cuando ya estabas bastante cansado, después de criar a tus hermanas y a 5 hijos antes que yo, que nunca tuve la dicha de caminar en el parque contigo de la mano, tampoco me sentaste en tus piernas, me abrazaste fuerte y me besaste en la frente, nunca me dijiste un “Te amo”, pero sé que a tu modo, quisiste hacérmelo sentir.

Estar en la escuela primaria fue toda una aventura. Tú parecías una biblioteca ambulante, leíste y estudiaste tanto que sabías de ¡tantos temas!, pero miedo me daba preguntarte algo de la escuela, porque despejar mis dudas e interrogantes se traducían en largas horas de cátedra, ya que me remontabas a los inicios de todo, pensando quizás que de esa forma yo entendería mejor el tema… ¡Cómo te apasionaba la historia!, platicarme de mi bisabuelo el general Rodolfo Fierro, mano derecha de Pancho Villa, te hacía sentir orgulloso, me enseñabas una y otra vez ese libro que mi abuela te había regalado, del cual no supe que fue; y de las matemáticas ¡ni hablar!, tenías todo un juego profesional de reglas, escuadras, compases, lápices, borradores y lo mejor y más importante el libro de Pitágoras que cuidabas con un ¡gran tesoro!, pero que para mí era lo más temible, abrir ese libro era como mi peor castigo, aunque ahora entiendo que lo hacías por mi bien…

Y entonces comencé a dejar de ser niña, y en mi adolescencia rebelde algunas veces me dejabas volar, pero eras poco comprensivo y tolerante y si me caía me querías levantar con severos regaños que en lugar de darme seguridad y elevar mi autoestima, lastimaban aún más a mi niña interior.

Y entonces, te desentendiste de mí, tú y mi madre se enfocaron en sus cosas y experiencias y yo me quedé con mis hermanas, invadiendo su espacio y familias no sé por qué carajos, quisiste ir a vivir a tu tierra, a tu amado Guanajuato, habías nacido en la capital y querías conocer sobre tus orígenes, pero ¿y yo? Poco importó mi opinión, pero el tiempo pasó y solo Dios sabe lo que necesité y padecí, y no te lo reclamo, la vida me ha enseñado a perdonar y a olvidar aquello que me hizo daño. Llegó entonces la época universitaria, volé hacía ti y mi madre, pero ya era tarde, ya no me sentía parte de ustedes, ya no los conocía, ni ustedes a mí, pero eso sí, reconozco que me daba gusto que me dieras libertad, lamentablemente a mi corta edad lo confundí con libertinaje y por esa inestabilidad emocional anduve de aquí para allá como nómada sin sentirme parte de nada, de nadie, de todo…

Recuerdo que intenté irme a estudiar a Guanajuato, me latía la idea de cambiar de ciudad, de conocer gente nueva, etcétera, pero no tenía buenas bases, no sabía qué hacer, y cómo hacerlo pues cuando más necesite de ti, me dejaste sola, así que no tenía un punto de referencia, pues jamás te sentaste conmigo y me hablaste enérgicamente sobre mi plan de vida, nunca me dijiste que valía la pena estudiar, enfocarme y trabajar por mis sueños, nunca me obligaste a ser responsable, eso lo aprendí de la vida, de ver a otros, de batallar y tener hambre, pero era necesario y lo sigue siendo, que tu padre hable contigo sobre planes a futuro…

Para mis amigos de la universidad, mi papá era la onda, un papá super cool y buena persona porque en mi fiesta de cumpleaños permitió que hubiese alcohol y hasta los cigarros les encendía, que “buen papá tienes”, me decían, mientras yo en mi interior pensaba, ¿es realmente así?, total que de ser tan permisivo y buena onda, mandé todo a la jodida, a nada realmente importante le di valor en ese entonces y dejé la escuela, para volar nuevamente alejándome de ti.

Pero el destino es muy macabro y te hace aprender lecciones de las peores circunstancias, así que tuve que volver al lado tuyo y de mi madre,  y fue entonces cuando comencé a conocerte y cuando me atreví a decirte que me dejaras tutearte, ya no tenías la misma energía, tampoco la misma visión y poner atención a todo dejó de ser para ti algo importante. Te miré con otros ojos, te volviste tranquilo y hasta pensé en pedirte alguna vez fumarme un cigarrillo contigo, hubiese querido devolverte ahora yo, esas idas al cine y comer palomitas hasta hartarnos, así, tal cual como hacíamos cuando yo era niña, pero poco me duró el gusto porque luego “me enamore” y nuevamente decidí irme de tu vida, y tú te alejaste aún más, pues decidiste ir a tu tierra, sin tener la remota idea que sería tu última vez en que estarías ahí… En esos días yo me enteré que esperaba a mi primer hijo. Papá, hubiese dado lo que fuera porque llegaras a conocerlo, pero la vida es muy cruel y cabrona y solo te vi volver moribundo, cuando te vi en aquel carro, solo vi a la muerte en tu rostro, ya no pude cruzar palabra contigo, ya no pude decirte cuanto te amaba, ya no pude otorgarte mi perdón por tu abandono en repetidas ocasiones,  no pude presentarte a tu nieto, y tantas cosas que hubiese querido vivir a tu lado, imagino que hubiese sido algo maravilloso tenerte a mi lado ahora de viejo, con tus largas historias,  tus cátedras interminables, bebiendo café y fumando un cigarro, juntos de la mano, charlando de la vida… Pero te fuiste antes de lo deseado, así que sólo me queda recordarte e imaginar cómo hubiesen sido nuestros momentos entre padre e hija, siendo amigos, cómplices, vecinos de este mundo.

¡Te amo padre! Y sólo me queda la esperanza de volverte a ver cuando yo me despida de este mundo y entonces ahora sí poder aprender y disfrutar juntos de todo aquello que no nos fue permitido en esta vida.

Gracias, te veo en una estrella.

Con amor, la más pequeña de tus hijos,

Roxy.




A mi Capitán

FOTOS: Cortesía.

Especial Día del Padre

Mención Honorífica en el concurso “Carta al Padre”

Por María de la Luz Robles Camacho

 

Querido Padre:

Después de seis años de tu partida, hay muchas cosas que nunca te dije y cosas que he pasado y ya no podré contarte.

Hoy en día me doy cuenta del arduo trabajo que llevaste en tus hombros al sostener a esta familia que, con tus virtudes y desatinos, pero con tu gran esfuerzo y labor has formado con unión y ayuda del tiempo y atenciones que nos dedicaste con tesón a mi madre y hermanos.

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A través de esta carta, me doy la oportunidad de agradecerte lo que en vida nunca hice, y que al tontamente pensar que somos eternos, en ocasiones no lo creemos necesario.

Tu repentina partida y mi inmadurez de ese entonces, sólo me permitieron ver que en varias situaciones las enfermedades nos ganan las batallas, y que pueden quitarnos a nuestros seres amados sin poder dar ese último adiós y decir todo aquello que quisimos y no pudimos compartir.

Ahora, aunque tarde, me doy cuenta que es necesario manifestar nuestro afecto cuando las personas están con nosotros y no, ya que sabemos que han partido y no volverán jamás.

Estos años sin tu presencia he añorado tus pláticas y sobre todo tus historias. Tantas historias de tus experiencias en el mar, que desearía poder volver a escucharlas y que ahora siento que no valoré su inmensa cuantía.

Las tardes en el patio de casa platicando sobre la escuela, cantando con maracas y guitarras, alimentando a nuestras mascotas o estudiando matemáticas y español en una pizarra de gis, son imágenes que perduran en mi memoria como un tatuaje vivencial inamovible.

Capitán, tú mi Capitán, guiaste nuestras vidas para ser buenos hijos, estudiantes y personas humanas. Entregaste tus tardes a nuestra formación integral cívica y social y eso es lo que nos dio disciplina y constancia.

Inculcaste en nosotros el gusto por el deporte, las artes, la naturaleza y la belleza de las letras. Nos dotaste de la confianza de que siempre podemos luchar y conseguir hacer las cosas por nosotros mismos y a buscar soluciones justas a los problemas del día a día colaborando con las necesidades de los demás.

Como todo ser humano, tuviste tus inevitables equivocaciones, pero ahora que he crecido y madurado gracias a ti, me encuentro echando una mirada lenta al pasado para recordar con amor las cosas buenas que nos entregaste, las cuales son el reflejo de tu mayor esfuerzo a través de tu educación y la experiencia de tus andares por la vida.

Y como bien dijiste un día hace años: que todo lo que hacías por nosotros lo entenderíamos hasta que nos sintiéramos plenos en nuestra conciencia, te estoy profundamente agradecida porque formaste una familia y nos has brindado a mis hermanos y a mi persona las capacidades y los valores que aún después de tu partida siguen vigentes marcando la meta de nuestros viajes cotidianos.

Quizá tu también puedes recordar un cúmulo de recuerdos que desearía poder escuchar por medio de tu voz potente, o a través de mis ojos pudieses proyectar todo lo que te has callado cuando estabas a mi lado.

Quisiera un día compartir con aquellos que serán tus nietos, la continuidad de tu imagen y poder contarles que en esta bella tierra porteña existió un capitán que fue la brújula de mi corazón en mi niñez, que su luz aún brilla en el horizonte como una brújula, cual parámetro de guianza futura y piedra angular para los cimientos de nuestro núcleo de unión, como un faro que permanece de pie, vigía y centinela de las tempestades de la vida, pero siempre emanando una luz cálida de hogar.

Agradezco a la vida por haberte elegido para ser nuestro padre. Mi padre.

Con amor, tu hija

Chatita.




Cuéntame una historia, Papá Conejo

FOTO: Cortesía.

Especial Día del Padre

Mención Honorífica en el concurso “Carta al Padre”

Por Ana Paola Suárez Uribe

 

Para Juan Antonio, quien me enseño a escribir, soñar, vivir y no sólo a sobrevivir.

 

Papá:

Este año no podré ir a casa para el Día del Padre. Vivir en este paraíso tiene sus desventajas, como el calor del verano y no poder estar contigo el día de hoy. Sin embargo, te quiero contar lo que me pasó hace un par de días y aunque parezca puro cuento, tú y yo sabemos que no lo es. El día 13 de junio (¡día de tu santo!) se me aparecieron dos conocidos tuyos y me pidieron entregarte esta carta justo el Día del Padre. Yo les dije que era más sencillo que ellos te la hicieran llegar porque yo no estaré en casa este año para felicitarte. Sin embargo, ellos insistieron y pues, aquí te va la carta, la historia y la foto.

Comienzo por la historia. ¿Te acuerdas de Dientitos y Don Orejón, los conejitos que aparecían entre tus dedos cuando éramos niñas para contarnos historias antes de dormir? Bueno, pues se me aparecieron justo cuando estaba por tomar el camión para ir a trabajar. Cualquier otra persona cabal y con la misma prisa que yo, los hubiera ignorado, pero como me parezco a ti –o eso dice la gente– decidí seguirlos. Aunque son casi de mi edad, iban tan rápido que casi no podía mantener el paso entre los callejones de la memoria. Pero utilizando los atajos de la nostalgia, logré dar con ellos frente a una imagen tuya escondida en el vaivén de una ciudad aún desconocida para mí. Fue entonces que me encomendaron la misión de hacerte llegar esta carta.

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Por favor no vayas a creer que estoy loca, y si es así, recuerda que lo saqué de ti.

Ahora sí, te dejo su carta.

Con cariño, Pao

 

Querido Papá Conejo:

Disculpa que aparezcamos hasta ahora, han pasado muchos años desde la última vez que nos vimos; las niñas ya crecieron y ahora se cuentan ellas solas sus propios cuentos para poder dormir. Pero no le hace, igual que tú, no somos sentidos y llegamos a las fiestas sin ser invitados, por eso hemos querido aparecer el día de hoy, en tu festejo del Día del Padre.

Desde hace varios días que estamos siguiendo a Paola. Siempre está de prisa y distraída, ya ves como es. Aún así, mantiene la misma mirada soñadora que tú, por eso decidimos embaucarla en esta misión y pedirle que te pasara este mensaje. Hoy no vamos a contar historias. Hemos aparecido simplemente para decirte que lo estás haciendo bien, Papá Conejo.

Quizá a estas alturas del partido ya esperabas nietos para contarles la historia de la hormiga Fufurufu que echa la flojera todo el día y sólo trabaja cuando la miran de cerca o la de Chunina, ‘animal del demonio, animal del mal’, quien quedó así por desobedecer a sus padres, buena táctica para convencer a los niños de hacerte caso. Sin embargo, no tienes que esperar a que lleguen más niños para contar tus fábulas: tus hijas aún necesitan escuchar tus historias.

Cuéntales, Papá Conejo, de tus sueños de la infancia, de tus viajes y aventuras de juventud; sobre tu abuelo y la vida en familia –¿no decías tú que tu abuela se unió a una banda de robo de autopartes al quedar viuda? Cuéntales sobre tu primer amor y del día en que supiste que querías casarte con su mamá. La historia del día que nacieron, esa sí ya la tienes muy choteada, pero pues ¡cuéntaselas otra vez!

Cuéntales también las otras historias, las de miedo y desilusión. Háblales de la vez que casi te obligan a renunciar de un trabajo por no encajar, del dolor de la pérdida del ser querido y de poner pausa a los sueños para ayudar a otros a volar. Tus hijas tienen que entender que, como decía el poeta, en esta vida todo pasa y todo queda y que nada es tan malo que no puedan contárselo a su papá.

Por eso, ahora que la edad te ha hecho sabio y que has cambiado la fantasía por filosofía, tienes muchas enseñanzas que seguir compartiendo con las niñas. En un mundo que vive de prisa y da todo por sentado, háblales sobre el tiempo en sus dos variantes –kronos y kairos-, para que valoren los días junto a ti y puedan siempre detener el paso y sentirte cerca, no importa si es a través de una pared en la que aparecen juntos y viajando hacia la luna en medio de la ciudad.

¡Hasta la próxima, Papá Conejo!