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Eduardo España estará en La Paz; anuncian Festival Internacional de Cine La Paz

FOTO: Internet / Interior: Cortesía.

La Paz, Baja California Sur (BCS). Este miércoles se dieron a conocer pormenores de la primera edición del Festival Internacional de Cine La Paz (FICLP); se llevará a cabo del 13 al 16 de noviembre del presente año, en donde se expondrán dos proyecciones de apertura, con dos actores invitados y los directores de cada una de sus películas: el actor Eduardo España y el director Jorge Araujo con la película Morir de Amor, así como Moisés Arizmendi y el director Alejandro Andrade con la película Cuernavaca.

En la apertura del festival se iniciará una campaña para generar conciencia sobre el no maltrato a los animales con el cortometraje Mimo, un ángel en la familia,lo recaudado de este evento será donado en un 50% a la Asociación Comunidad Patitas La Paz.

Como miembros del presídium del FICLP participaron, Nadia S. Partida López, directora y fundadora del Festival Internacional de Cine La Paz; Pier Anguiano, presidente del Club de Leones La Paz CentroMiguel A. Albañez Espinoza, rector de la Universidad Internacional de La Paz (Unipaz)Rolando Faraón Placier, director del Instituto Municipal de Cultura de La Paz (IMC); Marcela Santisteban Montaño, directora de promoción turística de la Secretaría de Turismo del Gobierno del Estado y a su vez representando al Colegio de Comunicadores de Baja California Sur; y Servando Leal Núñez en representación de Turismo Municipal de La Paz.

Se informa también que  se realizará una fiesta de apertura de la cual un porcentaje del 30% será donado al Club de Leones La Paz Centro para una noble causa, ya que la donación será destinada a beneficio de niños con necesidades especiales; cabe mencionar que la serie de talleres y conferencias se realizarán en Unipaz los días 13 y 14 de noviembre; otras de las sedes de este festival será el Cine Club de la Universidad Autónoma de Baja California Sur y la Casa Cultural El Huevo.




Hitchcock y el virus de la red social

FOTOS: Internet.

Kinetoscopio

Por Marco A. Hernández Maciel

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Que la sala de cine no se extinga. Que el placer de enfrentarnos a lo desconocido, a una historia que nos golpee y nos deje en shock hasta por el resto de nuestra vida no se muera. ¿Qué es eso de dejarle a los memes la misión de determinar si una película vale la pena o no? La sala de cine es territorio sagrado, la sala de cine se respeta y el espectáculo de ver en la gran pantalla las historias que nos hacen sufrir, llorar, reír y sentirnos parte de un mundo que no existe pero a la vez tan real que nos conmueve. Lo malo es que, últimamente, desde de las redes sociales, ya nadie respeta nada. Porque en esta época nos encontramos con cúmulos información, en una guerra donde los contrincantes de este “battle royale” virtual quieren ser los más chistosos, los más rápidos, los más votados, los más compartidos, retuiteados, “likeados”, vistos.  Donde las relaciones a distancia cuentan más que un apretón de manos, pareciera que todos los esfuerzos creativos del mundo están volcados a hacer un meme viral o a un popular y efímero tuitazo. Y entre esa guerra en la que varios se apuntan, aparecen spoilers, tuiteratura (jajajaja), hilos, gifs, filosofías de vida, citas citables o no tan citables; y se reproducen en retuiteos y compartidos, como uno, muchos virus luchando por ser el nuevo regidor del orden mundial, hasta que un nuevo #hashtag salga a dominar las tendencias.

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Pero es casi imposible no dejarse llevar por lo efímero. Y en clara señal de una insana adicción, crece la ansiedad de llenarme de datos inútiles y buscar esa pizca de información que me haga cambiar la forma de ver las cosas. Navego sin descanso entre el caudal de información buscando algo que no encuentro. Y en un racimo bifurcado de corrientes infinitas, puedo saber que Spiderman (a pesar de la súplica a Tony Stark) fue convertido en cenizas triangulares por Thanos, pero que realmente no pudo haber muerto porque su próxima película ya está en producción y tiene nombre, se llama Far From Home. Y eso impide que me emocione, aunque me haya divertido mucho en la más reciente guerra infinita peleada por los Vengadores de Marvel. Es tanta la información que circula, es tanto el deseo no perder visibilidad en la marea de las redes, y también el deseo de las productoras a que todas las películas sean blockbusters, que es mucho más difícil encontrar en estos días algo que realmente te sorprenda, porque esa multitud de información que arrasa nuestros sentidos de una u otra forma ya te ha dicho lo que va a pasar antes de incluso comprar tu boleto en taquilla.

Subámonos al Delorean y vayamos a 1960, al estreno de una película dirigida por un tal Alfred Hitchcock que decidió nombrarla con el nombre genérico pero intrigante de Psicosis. La heroína, Marion Crane, decide romper con su tedio y monotonía y roba 20 mil dólares para irse sola a buscar una nueva vida. En la carretera decide tomar un descanso en el Motel Bates, donde busca aligerar la carga de su conciencia con una ducha, hasta que es apuñalada por una mujer despiadada que al ritmo de unos acordes musicales muy desconcertantes y frenéticos han dejado mudo y estupefacto al público que no cree lo que ve. Hitchcock sabe de su travesura, pues no han pasado ni veinte minutos y la protagonista está muerta. ¿Y ahora? Pero el público no abandona la sala y Alfred sabe que lo ha conseguido.

Volvamos de regreso a esta época de memes y #averrazionesoRtoGRafikas. ¿Hay espacio para historias y argumentos en vez de explosiones y CGI? ¿Puede el público ser sorprendido por una vuelta de tuerca? El espacio se reduce entre las estrategias de marketing enfocadas en inundar el espacio cibernético con la mayor información posible y aquellos desesperados por atención que inician la tormenta de spoilers un minuto después de haber abandonado la sala. El ver antes que nadie la película ya no es una opción sino una necesidad pues corres el peligro inminente de ser arrollado por el #trendelmame dispuesto a tuitear que Batman no mató a Superman porque “ella se llamaba Martha, ella se llamaba así”.

Los tiempos cambian, es imposible que hoy algún director por más obsesivo y excéntrico que sea, se pudiera parar frente a la puerta de la entrada de la sala de cine para impedir el paso a gente que llegó tarde a la proyección, tal como Hitchcock lo hizo en el estreno de Psicosis. Yo sólo espero que me toque volver a vivir aquella experiencia cuando vi Lock, Stock And Two Smoking Barrels de Guy Ritchie allá por el 2000. Me llamó la atención el nombre de la película y sin tener realmente mucho que hacer compré mi boleto. Cambió mi forma de ver el cine. Y puedo decir que hay otras películas que pude disfrutar en bendita ignorancia como MementoyBatman Beginsde Nolan (es increíble pero no sabía nada del estreno del Batman nolanesco hasta que vi el cartel de estreno) o The Matrix de las hermanas Wachowski, fenómeno que se ha ido esfumando con el tiempo y en gran medida con mi interacción en las redes sociales y la circulación en el inevitable agujero de gusano informativo que es Internet.

Pero hay solución. Olvidarse de las redes sociales. Lo he hecho y me he sentido más feliz, libre y con una mayor capacidad de asombro y empatía. Un auténtico Elso godín (o Elsa, como la de Frozen). Y no soy el único que lo ha experimentado. Facebook acaba de perder el 20% de su valor, y Twitter no se queda atrás. Yo me siento abrumado por el exceso de información, y muchas veces navegar en esos sitios es como ir caminando por un campo minado. No les miento, cierro los ojos cuando veo indicios de algún dato que no quiero conocer. Además, eso de exponerle a todo mundo tu vida privada realmente no es tan bonito. Tener como amigos a gente con la que coincidiste veinte minutos en una fiesta no es normal, y el hecho de que un algoritmo esté tomando decisiones por ti sobre lo que te gusta y lo que no te gusta es bastante perturbador. Estamos ante un Gatekeeper digital que está diseñado para darte gusto a ti. Si creían que Jacobo te hacía bobo, pues sí, sí lo hacía pero realmente no te quedaba de otra. Facebook te hace bobo, pero no te das cuenta porque te dice justamente lo que quieres saber, y te tiene encasillado como un producto genérico de un cierto tipo de mercado con cierto rango de edad y ciertos gustos ideológicos. ¿O es casualidad que te salga un anuncio del nuevo modelo de Kia cuando hace treinta segundos buscaste “como ahorrar gas en mi nave”? Ni Jacobo era tan perverso, o si lo fuera, seguramente sería un personaje de algún film del maestro Alfred.

¿Podría Hitchcock triunfar en los tiempos de hoy? Sin duda, pero no estoy seguro si hubiera podido realizar Psicosis o dejarte helado con el final de “Frenzy” que, literalmente, nunca lo esperas. Hace 15 años, cuando era un estudiante y lo sabía todo, seis películas de Hitchcock me dieron un batazo en la cabeza y me hicieron notar que no tenía maldita idea de nada. Hoy, la súper carretera de la información fluye más rápido que nunca y dice que sabe todo, oye todo, ve todo y hasta piensa por nosotros en todo. Pues saben qué, hay que ponerle un alto, al menos en lo que al cine se refiere. Olvidemos por un rato toda la avalancha informativa que hay, hagamos una apuesta de fe y entremos a ver una película por lo que nos dice el cartel. No le hagamos caso a las recomendaciones de Netflix, ni leamos las críticas hasta después de formar nuestra propia opinión. Hay que regalarnos la oportunidad de ser sorprendidos de nuevo y entregarnos sin reservas al placer mágico de la oscuridad de una sala de cine, donde como en la vida, cualquier cosa puede pasar.




“Fiesta de Navidad en la oficina”; a RH le gusta esto

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“Fiesta de Navidad en la oficina” ya está en las salas de cine de La Paz. Fotos: Internet.

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Por: Marco A. Hernández Maciel

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Beben y beben y vuelven a beber. Pero no son los peces en el río –y no es lugar aquí para esa eterna discusión sobre qué demonios significa esa canción–, son los oficinistas, burócratas, godínez, workaholics que se pasan todo el año encerrados en su pequeño cubículo esperando el bono de fin de año y la posada para liberar el estrés acumulado. Aquí todo eso sucede y se sale de control.

Fiesta de navidad en la oficina es un film que da exactamente lo que propone y además, dentro de toda su irreverencia deja al descubierto algunos de los vicios, valores y antivalores que nos gobiernan actualmente. Las culturas corporativas llevadas al ridículo, pero expresando terribles verdades que en una u otra medida todos los que hemos encontrado nuestro modus vivendi en un ambiente corporativo hemos enfrentado. Si, esas medidas ridículas que la gerencia te ha impuesto –desde aquellas como no permitirte poner una foto de tu familia a un lado de tu teclado para mostrar uniformidad y productividad en el área de trabajo, hasta establecer lineamientos discriminatorios en promociones y ascensos– se van acumulando y detonan en baja productividad, nulo compromiso y ganas de desatarse salvajemente en una posadita que se supone, celebra los mejores valores que la humanidad pregona.

De esta forma, los directores Josh Gordon y Will Speck (Deslizando a la Gloria, 2007) logran una película dinámica afianzada en el talento de improvisación de sus protagonistas. Cuando el guión se sale de control y no puede sostener por sí solo el peso de la historia, salen al rescate un Jason Bateman que sigue siendo el mismo atolondrado personaje de la genial serie Arrested Development, y que le sigue funcionando a la perfección; un T.J. Miller que ha logrado la internacionalización gracias a su papel en el serial de HBO Silicon Valley como el genio flojo que busca salirse con la suya con su verbo y ocurrencias; y Kate McKinnon quien utiliza sus dotes perfeccionados en los últimos años en Saturday Night Live. Ellos tres se hacen responsables de la conducción de la historia y logran cubrir las enormes deficiencias del guión con gags espontáneos y que a la vez ya hemos visto en numerosas ocasiones. Lo que atrae no es el qué, sino el cómo.

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Mención aparte merece Jennifer Aniston, que nos trae una mezcla de la añorada Rachel de Friends y la dentista desequilibrada de Cómo matar a tu jefe 1 y 2; a un paso de encasillarse en ese género y donde se nota que sin un buen guión no tiene los argumentos para poder sacar adelante su papel por cuenta propia.

En resumen, Fiesta de navidad en la oficina es una atractiva propuesta que en el tercer acto se sostiene gracias a la calidad de improvisación de sus protagonistas. Es un filme que sin duda te hará reír, pero como cualquier posada, muy probablemente al día siguiente no te acuerdes de qué trato, ni porqué los peces –guiño– bebían y bebían y volvían a beber.

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El Contador: declaración de bienes …y males

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Ben Afflck es “El contador”. Fotos: Internet.

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Por: Marco A. Hernández Maciel

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Ben Affleck se quita la capa y se baja del batimóvil, pero con los mismos músculos y entrenamiento que le ha tomado ser El Caballero Oscuro, se arma con sharpies, plumas punto medio y punto fino, libros contables, facturas, cheques, un tupper, un termo y balas antiaéreas para enfrentar esta aventura que bien podría catalogarse como el sueño húmedo de cualquier oficinista que quiere poner su propio despacho y que odia a su jefe.

El Contador, dirigida por Gavin O’Connor –director de bajo perfil que en 2011 filmó su trabajo más sobresaliente a la fecha La última pelea y escrita por Bill Dubuque –su segundo guión en las grandes ligas después de El juez, en 2014–, es una producción que engancha de manera efectiva en el primer acto, sembrando la suficiente cantidad de misterio y acción de los thrillers clásicos hollywoodenses, dándole motivos suficientes al espectador para enfrentar con valentía los dos últimos actos de la misma, que es donde paulatinamente, el film va perdiendo mucha fuerza y termina por desembocar en un drama familiar pasando por momentos cómicos que funcionan en el momento, pero terminan por corroer los cimientos de esta estructura cinematográfica.

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Ben Affleck se ha ganado la fama de involucrarse tanto en sus proyectos al grado de meter de manera quisquillosa su cuchara en los guiones de las películas que filma, y no se diga en las que dirige, donde sus historias son sólidas con personajes bien definidos —sin olvidar que ganó el Oscar a mejor guión en 1997 por Mente indomable—; sin embargo, aquí se nota un desinterés desde su interpretación hasta el desarrollo de la historia, quizás su trabajo como Batman en La liga de la justicia y en El Batman (o The Batman) –la que está escribiendo y también dirigirá– lo mantiene demasiado ocupado, por lo que tuvo que hacer esta película para cumplir algún añejo contrato y apeló a su carisma y a su intenso entrenamiento como superhéroe para cumplir el compromiso, checar su tarjeta de salida y salir corriendo en la batimoto a trabajar en la baticueva. Lo acepto: ya son demasiadas referencias al hombre murciélago, pero es imposible dejar de verlo en cada escena de acción que Affleck desempeña en el film, y en la cara adusta que se carga en casi todas las secuencias donde tiene el primer plano. Sí, advertencia de encasillamiento –el “encasillanómetro”– está en un 62%.

Pero bien, Batsy no es el único actor del filme, también tenemos a Punisher, el comisionado Gordon, Squirrel Girl, perdón, Jon Bernthal, J.K. Simmons, Anna Kendrick –quien se rumora podría interpretar a la Chica Ardilla o incluso a Robin–, a John Lithgow y Jeffrey Tambor. Un cast sobresaliente en el que recae el peso de la cinta y es su carta más fuerte. Aquí, son ellos los que previenen de hacer este film totalmente mediocre, es por ellos que las 2 horas y 10 minutos de duración se disfrutan, y es por este grupo de intérpretes que los tremendos hoyos argumentales e incoherencias que pasan ante nuestros ojos las aceptemos de manera unánime y mantenga a una sala de cine casi llena en completo idilio con la pantalla. Y eso que se nota que no se esforzaron demasiado en conseguirlo.

Finalmente, la película cumple con su cometido de entretener en una época donde los superhéroes mandan en Hollywood, queda menos espacio para las historias de intriga y suspenso que antes reinaban en las salas de cine y tal parece que las productoras también están demasiado ocupadas con los géneros dominantes, que descuidan uno de los que más satisfacciones le ha dado a la industria. Quizás sea porque el thriller es su as bajo la manga y en algún momento resurgirá con fuerza en la gran pantalla, mientras que el crossover de Los vengadores vs. La liga de la justicia se irá directo al streaming y al Blu-Ray o cualquier formato que esté vigente en unos 10 años a partir de hoy.

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