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Lunas de octubre, ¿las más bellas?

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Octubre parece ser un mes romántico por una grande luna en el cielo, pero ¿a qué se debe? Fotos: Internet.

Científicamente divertido

Por Miguel Ángel Norzagaray

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). De las lunas, la de octubre es más hermosa”. Así comienza la canción que hiciera famosa Pedro Infante. El compositor es José Antonio Michel y en los siguientes cuatro versos lo justifica: “Porque en ella se refleja la quietud / De dos almas / Que han querido ser dichosas / Al arrullo de su plena juventud”. Y hasta el día de hoy, se sigue diciendo lo mismo como si realmente fuera verdad. Es uno de los meses preferidos para organizar lunadas y tertulias diversas alrededor de esta idea. ¿Qué tanto hay de cierto?

El argumento planteado en la canción podrá ser lo que sea, menos rigurosamente científico. Si analizamos el asunto, hay que precisar la idea de belleza que se quiere dar a entender. Es de entenderse que eso sea subjetivo, pero el factor común cuando alguien ve salir la luna llena, se dice el día del plenilunio, del horizonte, es que se veía enorme, preciosa. Al parecer el tamaño es fundamental y se asocia directamente con la belleza. Algo adicional es el encanto ganado por cerros, nubes y humedad, que cambian de mes y mes y de año en año, pero concentrémonos en el tamaño de nuestro satélite.

La distancia de la Tierra a la Luna es de 384 mil kilómetros en promedio. Es un promedio porque su órbita alrededor de nosotros es una elipse, por lo que a veces está más cerca y en otras más lejos. Puede estar a poco más de 400 mil (en apogeo) o a poco menos de 360 mil (en perigeo) kilómetros de distancia. Eso hace que el tamaño cambie de grande a chica una y otra vez. Este lapso de tiempo se conoce como mes anomalístico y dura 27.5 días aproximadamente.

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Por otra parte, el tiempo entre una luna llena y la siguiente luna llena es de 29.5 días aproximadamente, y es conocido como mes sinódico. Es el que ha sido referencia para muchas civilizaciones al momento de medir el tiempo y define lo que conocemos como mes, o mes civil.

El mes anomalístico y le mes sinódico no miden lo mismo, es decir, de luna llena a luna llena hay dos días más que de apogeo al siguiente apogeo, por lo que esos momentos van cambiando de fecha uno respecto al otro. Cuando coincide un perigeo con luna llena tenemos la luna llena pequeña y cuando coincide con apogeo tenemos la luna llena más grande, comúnmente llamada superluna.

Si suponemos un mes de 30 días y luna llena en perigeo, al pasar 27 días y medio tendremos el siguiente perigeo, pero faltarán dos aún para la luna llena. Así, estos dos momentos se van desfasando. Cada año tiene un mes en el que coinciden el perigeo con la luna llena, pero también un mes donde el plenilunio ocurre en apogeo y es la más pequeña del año. Estas coincidencias pueden ocurrir en cualquier mes del año, no sólo octubre.

Por otra parte, ¿qué tan diferente se ve la luna en apogeo y perigeo? Algo así como 15% mayor en apogeo. La imagen siguiente muestra este caso.

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No es raro que la gente acostumbre organizar lunadas y pretenda incluso aprovechar la ocasión para ver el cielo. En astronomía tenemos claro que el peor día para ver el cielo es durante luna llena, pues su brillo no permite ver más que las estrellas más brillantes. La misma luna es difícil de observar debido a que, como la luz del Sol llega perpendicular a su superficie, no hay sombras que permitan tener una idea de qué tan altos son los montes y cráteres lunares.

Es más el afán y la idea que ha circulado lo que respalda que las lunas de octubre son las mejores. Cada año tiene su mejor luna y no siempre ocurre en el décimo mes.

Para la próxima ocasión, nos dedicaremos a otro tema también recurrente al hablar de luna: el efecto que tiene en la poda de los árboles.




Vida extraterrestre

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El gran enigma de la vida extraterrestre. Foto: Internet.

Científicamente divertido

Por Miguel Ángel Norzagaray.

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). La idea de que existen otros seres inteligentes en el universo es tan intrigante que es un tema recurrente en ciencia ficción, tanto en libros como en películas. De inmediato vienen a nuestra mente imágenes de seres humanoides con grandes ojos y de colores extraños. Algunos muy feroces y otros pasivos con gran inteligencia. Productos de la imaginación humana. ¿Qué tanto de realidad hay?

Al poner los pies en la tierra y dejando a un lado la fantasía, las cosas no dejan de ser interesantes. Si lo que queremos es la verdad al respecto, tenemos la ciencia, aún con sus imperfecciones, pero es la mejor aliada en la búsqueda de respuestas. Muchas de estas respuestas que se han dado en este tema son espectaculares y a veces parecen fantasías creadas con gran imaginación.

En el mundo científico todo comienza a partir de dudas, haciendo preguntas cada vez más básicas, cuya respuesta, con todo y sus márgenes de error, permita responder otras cuestiones más complejas. Por ello la primera pregunta no es cómo nos podremos comunicar si vienen a visitarnos unos alienígenas. Es mejor preguntarse dónde pueden estar, qué tan distinta puede ser la vida en otras partes del universo, cómo los podemos detectar y así.

Este no es un asunto reciente. No tenemos idea desde cuándo el ser humano se cuestiona si es el único ser vivo, pero hay hechos bastante claros. Con la llegada del telescopio y Galileo apuntalando la teoría de Copérnico, de que los planetas giraban en torno al Sol, fue natural pensar para muchos en la posibilidad de que los otros planetas también estuvieran habitados.

La primera referencia parece ser un libro escrito en 1638, sobre la posibilidad de un mundo con vida en la Luna. Ya se tenían tres décadas observándola con telescopio, percibiendo montes, cordilleras y zonas de diverso color. Una lectura interesante, con muchas especulaciones serias sobre bosques, habitantes, clima, tal vez inocente para nosotros, pero realistas para la época.

Con la llegada de telescopios cada vez más grandes se intentó descubrir planetas orbitando estrellas distintas al Sol, llamados extrasolares, o exoplanetas, que es más común. Esto sería posible hasta finales del siglo XX, pero antes que eso hubo la oportunidad de investigar los planetas del sistema solar.

La astronáutica y nuevas técnicas de observación (como la espectroscopía, que permite determinar la composición química de objetos) hicieron posible hacer estudios que concluyeran que no había otra civilización como la nuestra en los planetas cercanos. Mercurio es demasiado caliente por su cercanía al Sol. Venus tiene condiciones igualmente hostiles, con una temperatura media de 450 grados Celsius. De Júpiter a Neptuno todos son principalmente gas, hidrógeno, metano y otros compuestos, y se descartan por tener condiciones muy alejadas de las necesarias para sustentar vida como la que conocemos.

Actualmente no hay condiciones para la vida en otro planeta, pero la pudo haber en el pasado y es algo que se debe investigar, en especial en Marte y algunos satélites de los planetas gaseosos. Aún quedan sitios en nuestro sistema solar que requieren ser investigados, como los posibles océanos debajo de la superficie congelada de Europa, el satélite de Júpiter.  Agua con grandes concentraciones de oxígeno, por si fuera poco.  Hablar de agua es tener un compuesto fundamental para la vida.  Sin duda llegará ese momento en la exploración espacial, pero ahora mismo, en otro frente de la búsqueda de vida o sitios con condiciones apropiadas, se están haciendo grandes avances.

En 1988, 1989 y 1992 se descubrieron potenciales exoplanetas, pero no con toda seguridad. Finalmente, en 1995 se confirmó un exoplaneta orbitando una estrella como el Sol, un planeta del tipo Júpiter, un poco más caliente, orbitando una vez cada cuatro días la estrella 55 Pegasi, a 50 años luz de distancia. Desde entonces, gracias al trabajo de sondas dedicadas y de muchos científicos y aficionados, se ha descubierto una cantidad creciente de planetas y poco a poco aparecieron los que son casi del mismo tamaño que la Tierra.

¿A la fecha qué sabemos de esto?

Para inicios de octubre de 2016, se han confirmado 3533 cuerpos planetarios, distribuidos en 595 sistemas planetarios. En esta lista, que puede consultarse en Exoplanet.Eu, están incluidos cerca de 100 objetos mucho más masivos que Júpiter, por lo que se cree que pueden ser estrellas sumamente frías, llamadas estrellas marrones.

El exoplaneta más cercano hasta la fecha se descubrió en la estrella Próxima Centauri, la más cercana al Sol, con apenas 4.25 años luz de distancia. La anterior más cercana está a 14. Más cerca ya no puede haber pues no hay otra estrella a menor distancia. Para darnos una idea, la nave más rápida que se ha lanzado al espacio tardaría en llegar unos 40 mil años. Claro, ya se está pensando en nuevas tecnologías de propulsión que permitirían llegar en unos 20 años, pero aún falta para eso.

Este cercano exoplaneta, llamado Próxima b, tiene características que lo hacen más interesantes aún. Las estimaciones indican que tiene 1.3 veces la masa de la Tierra y 1.1 veces el diámetro. La estrella donde orbita es una enana roja, más pequeña y fría que el Sol. Se tiene la fuerte sospecha de que está cubierto de agua y posee atmósfera. Da la vuelta a su estrella una vez cada once días, a la corta distancia de 7 millones de kilómetros, lo que tal vez no es buena noticia para su habitabilidad, pues está sometido a presiones de viento estelar muy altas. Para comparación, la Tierra está a unos muy seguros 150 millones de kilómetros del Sol y su campo magnético desvía tales rayos. No se sabe aún nada de la composición de Próxima b.

Entonces, ¿cuántos planetas hay en la galaxia?

Los descubrimientos que se han hecho permiten hacer estimaciones estadísticas. Se cree que casi todas las estrellas de la galaxia tienen al menos un planeta. La más importante es que más del 20% de las estrellas como el Sol tienen un planeta del tamaño de la Tierra orbitando a la distancia adecuada para tener agua líquida. Eso significa deben existir miles de millones de planetas con condiciones similares a las de nosotros. Gran información, obtenida de la investigación de 20 años a la fecha.

Claro, de eso no puede concluirse que todos tienen vida y mucho menos una civilización tecnológicamente desarrollada. Primero habrían de tener agua, cosa que aún no se sabe en la mayoría de los casos. Otra condición importante es el entorno galáctico de cada estrella, pues hay regiones de la galaxia muy tranquilas, como las que ha transitado el Sol desde hace millones de años, pero otras regiones son muy violentas, con nubes muy calientes u objetos emitiendo radiación de alta energía, donde es difícil que ocurra la vida (como la conocemos).

Es importante aclarar que la mayoría de los exoplanetas confirmados se encuentran en estrellas cercanas a la Tierra, en un radio de unos 3 mil años luz. Nuestra galaxia, la Via Láctea, tiene 100 mil años luz de diámetro, así que falta mucho por estudiar. No se trata sólo de saber si hay vida, también se busca otro planeta que pueda ser un hogar alternativo, para cuando la Tierra se destruya.

Pero ¿cómo nos comunicaríamos con seres extraterrestres?

En este rubro no hay que inventar el hilo negro. Ya Sagan y Shklovsky escribieron al respecto en Intelligent Life in the Universe, en 1966, y hay otros títulos similares de esa época. Notable es la edición de las ponencias de un congreso que se realizó en 1971 en Armenia, con destacados científicos, discutiendo sobre posibles sistemas planetarios en otras estrellas, caminos evolutivos de la inteligencia, técnicas de contacto, contenido de mensajes, evolución de la técnica, duración de las civilizaciones o consecuencias de tales contactos. Este material fue editado por la editorial Planeta en 1980 y reimpreso en 1985. Hay una película al respecto, con Jodie Foster, se llama Contacto.

Actualmente, como se acepta que las ondas de radio son el medio más eficiente de comunicación a grandes distancias, se emplean miles de computadoras para decodificar señales de radio provenientes del universo, en todas las direcciones posibles. Busque el lector interesado la palabra SETI en Google y hasta encontrará maneras de colaborar desde casa.

A la fecha no se ha encontrado una señal que parezca haber sido generada a propósito. Debemos reconocerlo: aún no sabemos cómo nos podríamos comunicar, sólo tenemos un gran bufete de posibilidades para cuando llegue un alienígena y podría resultar que ninguna de esas maneras es útil.

La ciencia avanza rápido en esta área, vale la pena estarse informando, tal vez seamos de la generación que le toque saber de otro planeta con vida, en algún rincón no muy lejano de la galaxia. Todo lo anterior son conocimientos sólidos, generados de observación cuidadosa, repetible y confirmada. Hablar de ovnis, abducciones o alienígenas ancestrales es entrar en la especulación y el morbo, no es ciencia.