1

¿Dónde queda el cielo?

FOTO: Cortesía

Especial Día del Padre

Carta ganadora del Primer Lugar del concurso “Carta al Padre” 2022

Por Daniel Alejandro Cota Salcido

Hoy por la mañana, jugaba tranquilamente en casa de mi abuela, cuando inesperadamente me hablaron a mí y a mis hermanas. Me quedé desconcertado, pues hasta ese momento no había hecho nada malo que ameritara regaño alguno.

Nos pasaron a un cuarto. Reunidos allí, se encontraban (aparte de mis hermanas), mi madre (o tal vez no, no lo recuerdo bien) pero de quien sí me acuerdo, es de mi tía. Tranquilamente, nos empezó a hablar de mi padre.

Mi padre… La última vez que lo vi, había sido unos pocos días atrás. Habíamos estado con él, ante su cama. Estaba como siempre, alegre, dándonos ánimos. Yo no entendía el por qué, sabía que estaba enfermo, pero lo veía tan bien, que pensaba que ya pronto lo vería en casa y que como siempre, él estaría allí con nosotros. Pero, él nos empezaba a decir que cuidáramos a mi mamá, que no la hiciéramos enojar, que le hiciéramos caso y yo seguía sin entender, pero si mi Viejo lo decía, estaba de acuerdo en ello.

Mi tía me volvió a la realidad, cuando empezó a hablar de que mi Viejo se había puesto grave y que había estado sufriendo mucho y que Diosito había preferido llevárselo al cielo para que ya no sufriera más… Aún recuerdo sus palabras: Ya su papi se ha ido, él va estar mejor, pero los quiere mucho y siempre va estar con ustedes… Yo y mis hermanas no sabíamos que pasaba, bueno al menos yo no entendía, pero en ese momento ellas empezaron a llorar y les seguí, no sé porque, pero empecé a llorar con ellas. Lo que mi tía nos había dicho no me quedaba claro, sin embargo, en ese momento el dolor de mis hermanas, ese no se qué, me contagiaba y hacía sentir un dolor muy dentro de mí. Y lloré, lloré mucho, como cuando me quitaban algo que yo tenía por muy valioso… Pero pasado un rato, yo seguí igual, creo que volví a enfrascarme en lo que estaba haciendo o nos empezaron a alistar para no se qué… No lo recuerdo.

De allí en adelante, mi mente quedó en otro mundo, el tiempo pasaba muy rápido; veía que me miraban, que me abrazaban, que hablaban; veía gente llorando, sentía que íbamos de un lugar a otro. Sin embargo, yo estaba ido, me hacía muchas preguntas: ¿por qué te fuiste? ¿Dónde queda el cielo? ¿Quién es ese Dios con el que te fuiste? ¿Es acaso otro de tus amigos de parranda? ¿Por qué te has ido con él, acaso importa más que nosotros? ¿Te irás por mucho tiempo o volverás ayer? ¿Acaso sufrías por nosotros, por eso te fuiste? ¿Éramos mucha lata para ti? Vuelve viejo, te prometo que nos portaremos bien… ¡Pero si siempre nos portábamos bien! ¿Por qué te has ido, hay otro motivo? Yo sólo tengo 7 años, ¿qué mal pude haber hecho para que te hayas enojado así y hayas decidido irte? Está bien, has preferido irte al cielo, con tu amigote Dios, en lugar de quedarte con tus hijos y mi madre… ¿Para qué lloramos? Si te la has de estar pasando bien con tu amigote. Y ahora, ¿quién me sacará? ¿Quién más te dirá Viejo? ¿Quién nos llevará a la escuela? ¿Quién me enseñará a manejar? ¿Quién cuidará de nosotros? Nos has dejado solos.

Viejo, ¿por qué no vuelves? ¿Qué vamos hacer sin ti? Nos sentimos inseguros, ¿quién defenderá la casa, si alguien quiere meterse? Tú me decías que yo sería el hombre de la casa, pero no tan pronto, apenas soy un niño, qué puedo hacer yo, mucho menos mi madre y mis hermanas. ¡Ya déjate de berrinches y vuelve Viejo!

En ocasiones lloró por las noches, junto con alguna de mis hermanas, mientras mi madre tranquila se encierra en su cuarto. Ella no llora, no sé qué le pasa, a lo mejor ella sabe dónde estás, a lo mejor ella se ve contigo y no nos quiere decir. Pero me parece extraño que ella no llore.

Yo quiero irte a ver al cielo, con tu amigo Dios, pero no sé cómo llegar. L, le digo a mi madre y no me dice nada, se queda seria. Le pregunto a mis hermanas y ellas tampoco saben. La gente aprovecha que uno es chico y no te dicen nada o te dicen algo, pero de lo que te dicen, te lo dicen como para que no lo entiendas, porque hasta ahora yo no entiendo qué pasó contigo mi Viejo.

Yo no sabía que los padres abandonaran a sus hijos y menos tan chicos, mucho menos que pasaran tan poco tiempo con ellos, porque el tiempo que pasaste con nosotros fue poco, ¿no me vas a decir que fue mucho? o ¿tal vez sí?, porque pasaste todo el tiempo de mi vida conmigo, pero, lo que resta de ella, no lo sé. Si te decides dejar a tu amigote y volver donde nosotros… Una cosa sí te digo, aunque te hayas ido, yo Te Quiero Mucho y sólo puedo decirte que fuiste un buen Padre, que sólo de ti recibí cosas buenas, menos esta… Y si piensas quedarte con tu amigo Dios, pues lo felicito a él, porque se ha quedado con lo mejor que tenía y si es lo mejor para ti el estar con él, pues está bien, ya no te molestaré más, solo te doy las gracias Viejo, sólo eso puedo decirte… Gracias… Pero que alguien me diga, ¿Dónde queda el cielo?




Carta Al Padre 2022. Convocatoria del tercer concurso literario en CULCO BCS

CULCO BCS | CULTURA Y COMUNICACIÓN DE BAJA CALIFORNIA SUR

CONVOCA AL TERCER CONCURSO

“CARTA AL PADRE” 2022

FOTO: EmpiezaTemprano.Org

Podrán participar hombres y mujeres de cualquier ocupación, de 18 años en adelante, que radiquen en Baja California Sur; en caso de quedar seleccionados sus textos, las y los participantes aceptarán su publicación en esta revista digital bajo las condiciones:

Sobre la recepción de trabajos: Las y los concursantes deberán enviar su texto en Word y PDF al correo m_peraltadelgado@yahoo.com.mx y modestoperalta@culcobcs.com del sábado 1 de junio al miércoles 15 de junio a las 12:00 horas. En el Asunto deberá decir: “Concurso Carta al Padre en CULCO BCS 2022”. En el cuerpo del correo deberán escribir sus nombres y teléfonos, así como sus datos de localización. Si se detecta algún error, se les regresará esta convocatoria para que verifiquen su posible falla. Deberán recibir respuesta de “Recibido” para asegurarse de su participación. No se aclararán dudas por inbox. No se solicitarán textos en físico, sólo es por correo electrónico. Adjuntos se enviarán los archivos en ambos formatos con la carta firmada con seudónimo y otros archivos con fotografías (opcional); CULCO BCS se compromete a enviar al jurado sólo sus textos, sin dar a conocer los datos del o la participante.

Sobre la presentación del trabajo: 2 Hojas tamaño carta como mínimo y 4 como máximo; márgenes de 3X3 cm; fuente Arial o Times New Roman número 12; párrafos justificados o a la izquierda; espaciado doble; hojas numeradas. No se editarán los trabajos para el concurso, sólo para publicación, en caso de salir seleccionados.

Sobre el contenido: Se trata de una carta personal y real (no ficticia) dedicada al padre de familia, con calidad literaria y entera libertad de expresión; sólo para efectos del concurso, se deben omitir nombres o poner “alias”, aunque en caso de quedar seleccionada la carta, sí sería publicada con los datos reales; CULCO BCS no censurará palabras y respetará el sentido de la carta, sea a manera de homenaje o de crítica, y sólo se reservará de publicar si el contenido denigra la dignidad de alguna persona. El autor puede iniciar y terminar su carta como desee; debe proponer arriba y al centro de la hoja el título de su carta, que podría editarse en caso de publicarse.

Sobre el dictamen: El jurado se compone de tres personalidades de BCS y su fallo será inapelable. Su deliberación será a más tardar el viernes 17 de junio a las 18:00 horas, dándose a conocer los resultados en el Facebook de CULCO BCS y de los patrocinadores, así como los datos del jurado. Los jueces determinarán los lugares del 1 al 5, mismo número de cartas que se publicarán. Los aspectos a calificar son: originalidad, calidad literaria y calidad de la escritura.

Sobre los premios:

  • Primer lugar: Publicación de su carta en CULCO BCS el domingo 19 de junio, Día del Padre de 2022; desayuno completo para dos personas en Café Delis y libros de autores y temas sudcalifornianos.
  • Segundo lugar: Publicación de su carta en CULCO BCS la semana posterior al Día del Padre; desayuno completo para dos personas en Café Delis y libros de autores y temas sudcalifornianos.
  • Café Delis se ubica en La Paz, BCS. Los ganadores podrán disponer de sus consumos el Día del Padre o hasta un mes después como máximo; serán debidamente identificados ante los patrocinadores y podrán invitar a sus padres o a quien deseen. No son transferibles.
  • Se notificará al resto de los concursantes que hayan quedado en los lugares 3, 4 y 5, para pedir su autorización si desea la publicación de su texto en CULCO BCS en la semana posterior al Día del Padre.
  • Lee aquí la carta ganadora del Primer Lugar en 2018, y aquí la ganadora del segundo lugar en 2019

Sobre las fotografías: Este es un concurso literario, y aunque esto no impedirá su participación, es preferible que en el mismo correo del texto se adjunten dos o tres fotografías de los participantes y sus padres o familias (opcional); las imágenes deben ser en JPG, amplias y con buena resolución para manipularlas con fines de publicación en tamaño 604X468 px. El crédito dirá “FOTO: Cortesía” o nombre de autor.

Restricciones: No podrá participar personal de CULCO BCS, ni sus colaboradores. Tampoco podrán participar los ganadores del primer y segundo lugar de los concursos anteriores. Cualquier situación no contemplada en la presente convocatoria se resolverá entre la Dirección de este medio y el Jurado.

CULTURA Y COMUNICACIÓN DE BAJA CALIFORNIA SUR AGRADECE EL PATROCINIO DE “CAFÉ DELIS”, EMPRESA COMPROMETIDA CON EL ARTE Y LA CULTURA EN LA PAZ, BCS, Y AL DEPARTAMENTO DE FOMENTO EDITORIAL DEL INSTITUTO SUDCALIFORNIANO DE CULTURA.

                                        




Te seguiré buscando

FOTO: Cortesía

Concurso Carta Al Padre 2019

Mención Especial

Por Diana Karina González Cota

 

No he dejado de buscarte. Al principio te buscaba todo el tiempo, en la casa, en tus cosas, en la cama y en la silla de ruedas, pero no encontraba nada más que objetos vacíos e inútiles, porque no estabas tú para darles sentido. Llena de rabia y dolor, lloré tanto y tan desesperadamente como si eso pudiese hacerte volver, para verte y despedirme por última vez, otra vez.

El doctor dijo despídanse, ya déjenlo ir. En esos momentos los doctores aceptan dignamente la derrota de su profesión y hablan de Dios, porque saben que ni todo el conocimiento de una enfermedad te prepara para hablar de la muerte. Pero él jugó limpio, nunca mintió, nunca vendió esperanzas; siempre dijo que ese día llegaría. Lo intenté, te dije adiós, en silencio y casi a gritos, te dije gracias miles de veces, siendo la única palabra que pude articular entre mis sollozos, pero nada de eso me sirvió.

Yo no quería despedirme, por eso te seguí buscando. No te encontré en el mundo físico, así que te busqué en mis sueños. Primero fueron horribles pesadillas, donde volvía el dolor de verte indefenso, desprovisto de tu fuerza, incapaz de protegerme, yéndote lentamente quién sabe a dónde; y al despertar me daba cuenta que, en el mundo real, la angustia de perderte se había ido contigo. Luego aparecías más feliz que nunca, inmune a cualquier amenaza, invencible, capaz de todo, y ahí yo pude decirte todo lo que en el mundo de los vivos se me quedó atorado en la garganta tantas veces.

De esos sueños rescaté las huellas de tus enormes manos, el ángulo exacto en que tu ceño se fruncía, tus dientes perfectamente alineados detrás de tu sonrisa, el olor a aceite mezclado con tu perfume, el arrastrar de tus botas, el sonido de tus llaves tintineando de tu cinto, el rechinido de tus dientes, el tronido de tu rodilla izquierda. Memoricé cada cosa tuya porque de alguna forma tenía que hacerte volver.

Te soñé diario por meses hasta que dejaste de venir con tanta frecuencia. Convencida de que solo me quedaba el pasado, necesitaba grabar en mi memoria cada uno de tus días, entonces te busqué en mis recuerdos y en las fotos, pregunté de ti lo que no sabía, recreé escenas, llené algunos huecos de olvido y me aprendí tu vida mejor que la mía.

Solo así pude comprenderte, dejar de juzgarte y aceptarte con tus incongruencias: con tu dolor que a veces dañaba, con tu obsesión al trabajo, con tus vicios, con tu necesidad de control, con tu temor a fallar y a faltar; con tu sensibilidad y tu amor infinitos, con tu alegría, con tu seriedad, con tu moral, con tu inquebrantable carácter, con tu mano dura pero justa. Solo así te supe ser humano.

FOTO: Cortesía.

Cuando tenía el valor, visitaba esos lugares en los que dejaste rastro de tu existencia, hablaba de ti con otras personas buscándote en ellas y en sus recuerdos. Muchas veces te vi en tus hermanos y en tu madre, que tuvo el buen tino de darles los mismos ojos a todos, como si hubiera sabido desde siempre, que muy temprano dejaría de ver los tuyos. Todavía contengo el llanto al verles y visitar esa casa donde ahora estás en las fotos de los muertos.

Después te busqué en la gente nueva que, al conocerme, tenía la necesidad de conocerte, porque para conocer a alguien debes comprender de donde viene. Y en el proceso de hablar de ti y lo que hay de ti en mí, me he reconstruido, y me duele, porque la niña y la joven que fui se han ido, y tú con ellas. Me hubiese encantado volvernos a conocer ahora, tú más paciente y yo menos inexperta, que nos hubiésemos podido seguir conociendo, cuando yo fuese esa que aún no soy y tú el que no pudiste ser.

Todo el mundo dice que después de la tormenta viene la calma. Tienen razón, pero nadie dice que después de la calma se siente el vacío, y aunque mueves escombros y reconstruyes los espacios, si prestas atención, el vacío sigue ahí. Así ha sido esta infinita despedida. Transitar de decir adiós en incontables ocasiones cuando no te puedo traer conmigo, cuando necesito ir ligera para seguir, y volver a buscarte cuando no veo mis anclas, cuando no recuerdo quién soy o cuando quiero estar contigo.

Después de este tiempo me doy cuenta que te extraño más en el futuro y, aunque eso no sea lógicamente posible, te extraño en lo que aún no existe: te extraño siendo el abuelo de los hijos que no tengo; te extraño sentado en la mesa de mi nueva casa tomando café con pan cualquier día por la tarde; te extraño aconsejándome sobre el carro que debo comprar o el negocio que quiero emprender. Extraño verte sin prisa y sin preocupación; extraño verte envejecer.

Sin embargo, no me haces falta porque fuiste más que suficiente; los recuerdos de la vida que me diste han sido mi alimento para seguir en este mundo sin ti. La fuerza cuando me siento débil, la sabiduría cuando no sé a dónde ir, la tranquilidad cuando tengo miedo, la compañía cuando me siento sola, la unión cuando veo a mi familia fragmentada.  En el más grande atisbo de humildad, acepto que, si quisiera tenerte, es porque mi amor me hace egoísta, pero no porque me faltes. Como el poema que recitabas de memoria, “vida, nada me debes. Vida, estamos en paz”.

Y a pesar de todo, te extraño. Por eso me he inventado tantas formas de buscarte. En los objetos, en los lugares, en las fotos, en mis sueños, en mis pensamientos, en otras personas, en conversaciones sobre ti. No siempre con la misma intensidad, pero te busco, porque es la única forma que tengo de tenerte y de que no te vayas. No he dejado de buscarte, y a veces, si tengo suerte, te encuentro.

Diana Karina




Papá

FOTO: Cortesía

Concurso Carta Al Padre 2019

Carta ganadora del Cuarto Lugar

Por Andrea González Parra.

 

¿Cuál es el significado de esta palabra? Porque, fácilmente, podría buscarla en un diccionario o en internet. Sin embargo, creo que, más que darle un significado, hay quienes le dan un sentido. Papá, para mí, es protección y amor, porque ese sentido se lo dio el mejor padre del mundo, el mío.

Mi papá ha estado en cada uno de los momentos de mi vida, ha sido mi protector, mi amigo, un padre maravilloso que me ha dado su amor y apoyo incondicional siempre, mi más grande héroe y una de las personas a las que más amo y admiro.

También te podría interesar: Corazón de madera (tercer lugar concurso Carta al Padre 2019)

No recuerdo cuando fue la primera vez que me sostuvo entre sus brazos, pero estoy segura de que él sí lo hace, y muchas veces lo he descubierto mirándome con orgullo y un sentimiento que reconozco como auténtica felicidad; eso hace que me imagine cómo fue el primer momento que pasamos padre e hija, con él sosteniéndome con fuerza, pero, al mismo tiempo, con delicadeza, siendo extremadamente cuidadoso para no lastimarme, viéndome pequeña y frágil, como un tesoro: su tesoro.

Claro que no puedo describir lo que él sintió cuando me miró por primera vez, pero estoy segura de que irradiaba felicidad, y se encontraba maravillado por el brillo de los ojos de aquella bebita que era resultado de tanto amor entre él y mi madre. Desde ese momento y hasta la fecha, me ha protegido de todo y, de hecho, yo sé que, si fuera posible, desde que nací me hubiese encerrado en una burbuja, donde todo fuera perfecto para mí, donde nadie nunca me hiciera daño, donde jamás hubiera conocido el dolor.

Sin embargo, y como eso no era posible, se encargó de educarme para que fuera una persona segura de mí misma y fuerte, pero sin perder a esa niña que siempre corría hacia él, buscando en su mirada y sus brazos, su protección. Ahí es cuando me doy cuenta de que, a pesar de que siempre anhelé crecer y que mis padres dejaran de verme como una niña, siempre voy a ser la niña de papi.

Todos los recuerdos que tengo de mi padre, me dejan en claro que él es un verdadero papá; como cuando íbamos juntos al parque y, después de horas y horas, tenía que llevarme en los brazos hasta casa, porque yo seguía insistiendo en quedarme más tiempo. Recuerdo también las veces que lo despertaba picándole los ojos en las noches, porque necesitaba ir al baño, o a beber agua, y me daban miedo los monstruos y fantasmas que, en mi imaginación, me esperaban fuera del cuarto si no iba mi papá protegiéndome; se levantaba adormilado y bostezando, pero jamás se quejó o me reprendió por ello. También guardo los recuerdos de todas las veces que asistió a las juntas, para recoger mis calificaciones, y me decía lo orgulloso que estaba de mí.

Siempre trata de sacarme una sonrisa, y siempre lo logra, sin importar cuantas cosas me agobien, cuanto estrés, cuanta tristeza y cuanta negatividad haya a mi alrededor, él es como una luz que me ilumina en mis malos momentos y en los buenos también. No sólo es un maravilloso padre, sino un excelente abuelo para mi hija. Sé que nos ama a ella y a mí más que a nada en el mundo y que haría cualquier cosa por nosotras. Nunca voy a alcanzar a agradecerle todo.

Muy pocos tienen la misma suerte que yo, al tener un padre tan bueno como el mío, que de verdad se comprometa con su labor como papá, que tenga la paciencia, el valor, la fuerza, la actitud y, sobre todo, el amor, para convertirse en un verdadero héroe para sus hijos, para guiarlos por un buen camino, para aconsejarlos y estar para ellos en los momentos más difíciles, para compartir con orgullo y alegría los buenos momentos y sus logros, para recordarles a diario lo orgullosos que se sienten de ellos y de que sean sus hijos. Muy pocos se atreven a amarlos incondicionalmente, con todas las cosas que vienen de por medio al tener un hijo.

Quisiera poder agradecerle de alguna forma todo lo que ha hecho por mí, pero sé que jamás terminaría. Por todas las veces que me abrazó y me dijo que todo estaría bien, las veces que me llamó la atención para corregir mi comportamiento, todas las ocasiones en que jugó y salía conmigo, brindándome los mejores momentos padre e hija, los mejores recuerdos de mi infancia, mi adolescencia y, hoy en día, de mi vida adulta, aconsejándome lo mejor, amando incondicionalmente a mi hija y dando todo por nosotras. Es maravilloso contar para todo con la persona que me engendró, que esté orgulloso de mí, que realmente se preocupe y me ame.

Definitivamente tengo al mejor padre del mundo y, teniéndolo a él, no podría pedir nada más.

Espero que la vida me conceda muchísimos años más a su lado, que nunca me falte su buena vibra, sus chistes malos, sus consejos, sus brazos que siempre me hacen sentir una niña pequeña, amada y protegida.

Amo y admiro a mi padre, esa persona que le dio un maravilloso sentido a la palabra “papá”.

AndreaKappage.




Corazón de madera

FOTO: Internet

Concurso Carta Al Padre 2019

Carta ganadora del Tercer Lugar

Por Victoria Valery Vélez Valencia

 

Hay palabras que nunca se olvidan, más cuando vienen de las personas que más amas, pero son quienes, aunque les duela, nos ubican en la realidad. Por eso, aún resuena en mi mente cuando lo escuché decirme “Si ya no quieres trabajar, tendrás que dejar la carrera. No hay otra opción”, mi corazón se sintió abandonado y, obviamente, salí llorando de la habitación llena de furia; en mi mente sólo pensaba en ¿Por qué no me apoyaban?. Yo solo quería dedicarme a estudiar y a ser joven, como muchos de mis amigos.

Lo que no entendí en ese momento, es que me daban todo lo que estaba en sus manos, pero a la par me estaba enseñado, junto con mi madre, a vivir. Me demostraron que aunque me amaban, necesitaría poner de mi parte para lograr mis sueños.

También te podría interesar: Amado Padre (segundo lugar concurso Carta al Padre 2019)

Él es un hombre sencillo, sus manos se han dedicado a dar forma a la madera, para crear todo aquello que viste los hogares de muchas familias, que aún valoran el esfuerzo de la carpintería, adora restaurar muebles y antigüedades, por eso cada vez que llegan a sus manos, se dedica ellos con amor y esa destreza de una vida, para renovarlas en hermosas piezas.

Heredó de sus padres el valor del trabajo y, desde su niñez, vivió el bullicio de una familia como las de antes, con un montón de hermanos con quien compartir, pelear y, ahora, recordar un sin número de proezas, tantas que hasta la fecha van surgiendo historias perdidas en las reuniones familiares.

Es de los hermanos sándwich, esos que solo llaman la atención de los padres con sus travesuras, y miren que en su haber tiene de todo, como aquél ratón que puso en la máquina de coser de mi abuela, quien entre el espanto solo alcanzo a gritar el primer nombre que vino a su mente en esos casos: Mauricioooo.

Claro que no estaba solo en esas aventuras, pero era quien no perdía oportunidad para hacer una broma, de hecho hasta la fecha no se le va una, y disfruta de dar carrilla. Y miren que es pesado, no perdona una, es parte de él, si no eres el sujeto de la broma es bastante disfrutable; ese carácter afable y bondadoso, lo hace el mejor padre que puedo tener.

En mi infancia disfruté de un padre que me enseñó a escalar montañas, correr en la playa hasta estar cubiertos de arena, nadar hasta cansarnos y soltar miles de carcajadas, estábamos solo él y yo, mi hermana nació hasta casi mi adolescencia, así que básicamente tuvimos un mismo padre pero en dos momentos muy diferentes de su vida.

Entre esos momentos, tuvimos que regresar unos años a nuestro lugar de nacimiento, pero nada fue igual; ya no éramos de ahí, la vida en una ciudad llena de complicaciones lo ponía triste, le tocaron de esos robos que con frecuencia se dan en autobuses, en los que la impotencia te va llenando de coraje, jornadas de salir de madrugada para llegar de noche a tu hogar, sin saber cómo están; si bien nos iba, no veníamos en la noche y los fines de semana. También hay buenos recuerdos, pues convivimos con familia que, estando al otro lado del mar, no habíamos tenido la  oportunidad de disfrutar, aun así su corazón estaba en La Paz.

En la primera oportunidad regresamos, mis padres venían cansados pero llenos de esperanza para retomar el paso, cosa que no fue fácil, pero aquellos clientes y amigos de toda la vida les dieron la pauta para volver a caminar; era nuestro hogar y habría que volver afanarse en los tablones, clavos y martillos, para recuperarlo.

Poco a poco nuestra vida avanzó, fue cuando tomé su mandato de seguir trabajando y, gracias a eso, el tiempo me abrió las oportunidades que llegaron con ese esfuerzo; en ese mismo transcurrir del tiempo, mi padre ha visto aparecer destellos de luz en su cabello y bigote, se convirtió del mejor papá, al mejor abuelo que mi hijo pueda tener.

Lo recibió con el doble de amor en sus brazos, un amor renovado de tener el orgullo de narrar sus primeras palabras, pasos y caídas; siguen pasando los años, y con ellos van siendo diferentes, abuelo y nieto, pero tienen un código que solo entiende la complicidad del día al día, por eso es nuestro Geppetto de gran corazón, nombre que de hecho significa José, su otro nombre.

Hoy sus manos no son tan fuertes como antes, pero siguen cargadas de energía y de un alma inquebrantable que lo ha hecho fiel a su familia, a sus convicciones y a si mismo, tiene piezas de hombre biónico, pero el principal, que es su corazón, para abrazar y adoptar a quienes llegan a su casa, es único.

Quiero mil años para seguir escuchando sus historias de sus travesuras, para que sea el mejor en juegos de mesa en los que pocas veces puedo ganar, para ser el mejor compañero en viajes; por eso lo quiero tan solo unos mil años a mi lado, como el gran árbol que es.

SEUDÓNIMO: VAVEL