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Evalúan encauzamiento de arroyos en CSL

FOTO: YouTube.

La Paz, Baja California Sur (BCS). La diputada Milena Quiroga Romero, presidenta de la Comisión Permanente del Agua, asistió a la mesa de trabajo entre la Dirección local de la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA), la representación del Gobierno de México, y el Consejo de Cuenca de Baja California Sur, informó el Congreso del Estado.

Esta mesa de trabajo tiene como finalidad evaluar proyectos para la recarga de acuíferos en el estado, encauzamiento, delimitación y demarcación de arroyos importantes de la media península.

En la sesión, la CONAGUA dio a conocer el diagnostico que ha hecho sobre el acuífero de Baja California Sur. Se dio a conocer que de manera primordial se trabajará en el anteproyecto del encauzamiento del arroyo Salto Seco y San Lucas del municipio de Los Cabos, además de abordar acciones a mediano y largo plazo que abonarán al aumento en los niveles de los mantos friáticos de sudcalifornia.

Milena Quiroga informó que es lamentable que a 5, 6 años no se cuente con un proyecto ejecutivo para prevenir y dar seguridad a los ciudadanos, además de generar obras de infiltración de aguas para mitigar el déficit de la reserva natural, sobre el que dijo que s están tomando cartas en el asunto, para ver proyectos ejecutivos y empezar a desarrollar obras físicas que van a mejorar las condiciones del recurso en beneficio de la ciudadanía.

 

 




Se realizará el Primer Estero Fest en Los Cabos

FOTO: Los Cabos Guide.

La Paz, Baja California Sur (BCS). Los próximos 12, 13 y 14 de julio, se estará realizando en Los Cabos, el primer Estero Fest, un festival cultural que tiene la finalidad de crear consciencia en la población sobre el impacto que tienen nuestras actividades y acciones en nuestro entorno y medio ambiente, al tiempo que busca crear una re-valorización al respecto del estero josefino, informó El Corcho Cultura en Los Cabos.

La programación, distribuida en 6 sedes de San José del Cabo y Cabo San Lucas, se compone de 12 talleres, 7 presentaciones escénicas de danza y teatro, 4 actividades diseñadas especialmente para niños, 6 actividades de conexión con la madre tierra, 4 conferencias/mesas de diálogo y 18 propuestas musicales sobre los diversos escenarios, que en conjunto brindan una oferta de más de 50 actividades y eventos.

Las sedes en Cabo San Lucas son: Foro Vasconcelos de Casa de la Danza, ubicada en calle de la roca, en el fraccionamiento Hojazen; La Rana Vegana, ubicada en la col. Lienzo Charro, sobre la calle Playa Migriño, paralela al blvd. Miguel Ángel Herrera, a una cuadra de Chanticake; Ciclovía Recreativa de Cabo San Lucas, en el centro de la ciudad.

Las sedes en San José del Cabo serán: Estero de San José; Casa Guaycura, en avenida Centenario y puente a La Playa; Huerta María (mercado orgánico), ubicado en Camino a las Ánimas, a unos metros de avenida Centenario.

El festival inicia el viernes 12 a las 6 de la mañana con una clase de yoga en el Estero, seguida de una excursión de avistamiento de aves para niños y niñas. Cabe mencionar que en sintonía con los objetivos del festival, no se permitirá el ingreso de productos envasados en plásticos desechables de un solo uso, por lo que invitamos a los asistentes a llevar sus propios termos y utensilios. Por seguridad no se permitirá  fumar ni el acceso con mascotas.

La entrada a los eventos es libre, varias de las actividades son con donativo consciente y otras tienen un costo muy accesible que se usa para la recuperación de la inversión en materiales; en el caso de las actividades nocturnas que inician después de las 10PM, no se permitirá el acceso a menores de edad.

Se invita a todas las familias y visitantes de Los Cabos a participar y disfrutar de este festival, y ante todo tomar pequeñas acciones en casa para disminuir el impacto en el ambiente de la actividad humana.




Todo listo para el Festival Internacional de Cine en Los Cabos

FOTO: Internet / Interior: Cortesía.

La Paz, Baja California Sur (BCS). Bajo el slogan Ven a ver lo que están haciendo los vecinos, se anuncia la realización de la séptima edición del Festival Internacional de Cine en Los Cabos, del 7 al 11 de noviembre, evento que reunirá a profesionales de esta industria en México, Estados Unidos y Canadá, dio a conocer el secretario de Turismo, Economía y Sustentabilidad (SETUES) del Gobierno del Estado, Luis Humberto Araiza López.

El objetivo de este festival es promover las bellezas de Baja California Sur y Los Cabos dentro de los mercados globales, como lugares multifuncionales y atractivos para el desarrollo de proyectos fílmicos, acotó Araiza López a través del comunicado oficial.

El festival mantiene relaciones con instituciones y festivales a nivel mundial como Canadá Media Fund, Tibreca Film Institute, Marché du Film de Cannes e Independent Filmmaker Proyect de NY, además de 130 aliados más, lo que dijo garantiza la proyección de BCS en los cinco continentes.

El titular de SEUES destacó que la entidad ya ha sido escenario de importantes películas, telenovelas y series, lo que se ha traducido en una gran derrama económica y creación de empleos, principalmente para el sector turístico, al recordar que en la pasada edición generó un crecimiento financiero del 45 por ciento y recibió a más de 12 mil asistentes.

Finalmente, indicó que en esta edición el festival otorgará una bolsa de premios cercana a los 7 millones de pesos y contará con un panel de periodistas en el cine y la cultura, a fin de dar un mayor impulso a esta disciplina, además del premio a La Ballena, en colaboración con reconocido artista plástico Ignacio Gallardo autor de las estatuillas con las que serán galardonados los ganadores.




Los 10 huracanes más impactantes en la historia de BCS (I)

FOTOS: Internet.

Vientos Huracanados

Por Jorge Alberto Garza Cossío “MetMEX”

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). La posición geográfica en la que Baja California Sur se ubica —en la parte sur de la península de Baja California—, la hace especial para el registro de fenómenos meteorológicos extremos tales como sequías, olas de calor, heladas, tormentas severas, y lo más importante: el embate directo de los ciclones tropicales. En este artículo te presentamos la primera de tres partes sobre los diez huracanes más poderosos en la historia de BCS.

¿Sabías que Baja California Sur es el Estado de México con el mayor número de impacto directo de ciclones tropicales (depresiones tropicales, tormentas tropicales, huracanes), y Los Cabos el municipio con el mayor impacto de estos fenómenos? De 1950 hasta el 2018, BCS tiene en sus registros 26 huracanes tocando tierra y 34 tormentas tropicales, esto da un total de 60 ciclones tropicales (sin tomar en cuenta a las depresiones tropicales por lo que el número se elevaría hasta 90 impactos).

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La temporada de ciclones tropicales en el océano Pacífico Nor-Oriental inicia oficialmente el 15 de mayo y finaliza el 30 de noviembre, aunque no es de sorprender que ciclones tropicales se formen los primeros días de mayo, o que aún se mantengan activos los primeros días de diciembre. El registro adecuado de los ciclones tropicales en el Pacífico inició en 1949 por Estados Unidos, trabajo que sigue realizándose por parte del Centro Nacional de Huracanes de Miami, Florida (NHC – National Hurricane Center, por sus siglas en inglés).

Esto no quiere decir que antes de 1949 no se haya tenido afectación, de hecho, existen algunos registros y anécdotas de ciclones tropicales en las décadas de 1910 y 1920, incluso se habla de que en el año de 1793 la construcción de la Misión de San José del Cabo Añuití fue destruida por una inundación que pudo tener relación con un ciclón tropical, o el posible ciclón a mediados de octubre en 1697 que hizo que uno de los dos botes que salieron de las costas de Sinaloa hizo que tardara hasta un mes en llegar a las costas de Baja California Sur debido a los daños que sufrió la embarcación.

Dicho todo lo anterior, comenzaremos a presentarte una lista de los ciclones tropicales más importantes en la historia de Baja California Sur. Es importante señalar que algunos de éstos carecerán de ciertos datos como variables meteorológicas o datos estadísticos en cuanto a daños en aquellos antes del año de 1949.

El huracán sin nombre de 1918

Importante ciclón tropical que impactó Baja California Sur dejando 25 muertes, la mayoría en San José del Cabo; importantes daños en la ciudad de La Paz; así como lluvia estimada de 20 pulgadas (508 mm) en El Triunfo. Se desconoce la intensidad real del ciclón tropical por falta de variables meteorológicas en tierra. En este enlace puedes encontrar más información.

Huracán de Cabo San Lucas (1941)

El huracán de Cabo San Lucas en 1941 es considerado como el peor ciclón tropicalen afectar Cabo San Lucas. El huracán fue reportado por primera vez el 8 de septiembre a las afueras de las costas de México. Su movimiento de traslación era lentamente al Noroeste mientras incrementaba su intensidad. Para el 9 de septiembre alcanzó la intensidad de una tormenta tropical con una presión mínima central reportada de 1001.4 hPa.

Su movimiento de traslación continuó siendo muy lento entrando al Golfo de California. Finalmente tocó tierra en el municipio de La Paz con vientos sostenidos de 135 km/h como un huracán categoría 1 en la escala Saffir-Simpson. De acuerdo con los registros, el huracán permaneció afectando la entidad hasta que se degradó el 13 de septiembre.

El huracán dejó 15 muertos a lo largo de BCS y muchos más quedaron heridos. El puerto de Cabo San Lucas fue arrastrado y destruido por las fuertes lluvias. El huracán destruyó la empacadora de atún. En general, este ciclón tropical es considerado uno de los peores en destruir la ciudad. Al poco tiempo de su impacto en la localidad todas las actividades que se realizaban cercanas a Cabo San Lucas cesaron, y durante la Segunda Guerra Mundial estaba prácticamente abandonada, poco tiempo después de la guerra, la mayoría de los edificios destruidos por el huracán fueron reconstruidos. Después del este evento metereológico, Cabo San Lucas fue reubicado 1.6 kilómetros tierra dentro para evitar que sufriera daños por futuros huracanes.

Los fuertes vientos y las lluvias afectaron la parte centro y sur de Baja California Sur durante 48 horas, durando hasta el 12 de septiembre. Los fuertes vientos destruyeron las colonias más pobres en La Paz y pueblos cercanos. Santiago y El Triunfo fueron totalmente destruidos. Las fuertes lluvias destruyeron caminos por toda la península y dejó a miles sin hogar. Algunos acumulados de lluvia registrados con el paso de este fuerte huracán: Cabo San Lucas, 329.5 milímetros; San José del Cabo, 345 mm; Santiago, 103.8 mm; y La Paz, 26.8 mm.

Olivia (1967)

Olivia se formó como depresión tropical el 6 de octubre de 1967 a más de 1,500 km al sur de las costas de BCS. El 9 de octubre mientras seguía su movimiento de traslación al Oeste e luego al Oeste-Noroeste logró convertirse en tormenta tropical.Tocó tierra como tormenta tropical entre el 11 y el 12 de octubre un poco al Sur de Puerto Chale, en el municipio de La Paz; por sus fuertes vientos en altura, cruzó la península saliendo por la isla San José. El 13 de octubre, se convirtió en huracán categoría 1 mientras se encontraba en el Golfo de California, su movimiento de traslación fue al Norte y luego al Noroeste bordeando las costas del municipio de Loreto. Debido a su pequeño tamaño y a las temperaturas favorables en la superficie del mar en el golfo, Olivia logró ser un huracán categoría 3 por seis horas con vientos sostenidos de 201 km/h. Con esa misma intensidad tocó tierra por segunda ocasión en BCS, esta vez lo hizo en el municipio de Mulegé entre el 13 y 14 de octubre. Aunque no se reportan daños materiales, si dejó 61 muertos tras su paso por el Estado.

Lluvias acumuladas por el huracán Olivia: Loreto 105.5, mm; San José del Cabo, 44 mm; El Triunfo, 23 mm; Mulegé, 20.1 mm; San Ignacio 20 mm; y La Paz, 3.8 mm.

Este mes, no te pierdas la segunda y tercera parte de este artículo, con el recuento de los huracanes más poderosos en la historia de Baja California Sur.




Los dos rostros de Los Cabos

FOTOS: Gladys Navarro.

Cabo San Lucas, Baja California Sur (BCS). Son dos rostros completamente distintos. Uno es rubio y el otro moreno. Ambos vienen de lejos, aunque no por los mismos fines. Uno grita, goza, se emborracha, y se va; el otro suda, calla, sobrevive, y en su día de descanso hace una pausa, y olvida por un momento que el lunes regresará al hotel o a la obra, al supermercado, a esperar el transporte incómodo bajo los 40 grados, y recorrer a pie, otra vez, esa calle de tierra, obscura y peligrosa.

Es un domingo a mediodía. Los turistas estadounidenses caminan por la avenida el Paseo de la Marina, se ven relajados; ellas, con su cortito short de mezclilla y debajo el bikini fosforescente, y ellos, con el pecho descubierto, bermudas y sandalias. Ya el sol y el bronceador hicieron de las suyas y lo presumen. Mejillas y torsos bronceados, brillantes.

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Van en grupo o en parejas. Algunos van al tradicional “Mango Deck”, el restaurante de los concursos atrevidos a cambio de shots de tequilas, el favorito de los springbreakers que, año con año, poco antes de Semana Santa, llegan a adueñarse del puerto por unos días.

En “El Mango”, como también le dicen, ya comienza a sentirse el ambiente festivo, como cada día de la semana. Los automóviles rodean la glorieta y monumento al Pescador y buscan estacionamiento.

Ya adentro los meseros van y vienen y, hay que decirlo, lucen más animados cuando llegan a aquellas mesas que están ocupadas por grupos de extranjeros bronceados. Piensan en las propinas, quizá, que es donde mejor les va. Y allí están, morenos, delgados, no muy altos, sonrientes, veloces, suben y bajan la escalera que lleva a las mesas que están en la arena, las que tienen esa vista privilegiada al “fin de la tierra”. Varios de ellos, si no todos, tienen ya experiencia en la industria turística. Nacieron en Acapulco.

En ese espacio, entre mesas, platillos con ceviches, cocteles y pescados, nadie está triste. En un rato más alistarán los concursos, el animador se prepara. Allí nadie piensa en balaceras, la crisis o las elecciones. La temperatura que no cede, entonces lo esencial son las ambarinas, faltaba más.

En las calles del puerto los turistas caminan con seguridad y eso que no se observa ninguna patrulla. Apenas un par de gendarmes en la zona de la joyería Diamante que ha sufrido al menos tres robos. El más reciente en mayo pasado.

A simple vista, pareciera que pasó lo peor. Ya van poco más de cinco meses desde aquel 20 de diciembre de 2017 cuando Los Cabos llegó a las portadas  de los diarios y a los portales nacionales e internacionales: aparecieron colgados, simultáneamente, los cuerpos de seis hombres. Fueron dos en cada puente, en La Paz, San José del Cabo y en Cabo San Lucas.

Esa era la manera de recibir a quien apenas llegaba para fungir como procurador de Justicia del Estado, Daniel de la Rosa Anaya. Llegaba de Baja California, la tierra donde se estrenó esa violencia extrema.

Luego de  la noticia que puso a temblar a gobiernos, empresarios e inversionistas, vinieron los anuncios de más fuerzas federales, mesas de seguridad, planes especiales para los destinos turísticos.

Pero antes de esas fotografías que inundaron los medios de comunicación, las pugnas entre grupos criminales habían dejado a cientos de hombres y mujeres, incluso a niños asesinados. Tras los cuerpos colgados en los destinos que integran Los Cabos, comenzó, entonces sí, un drástico descenso en el número de homicidios.

“Hasta en un 90 por ciento”, presumió el secretario de Turismo, Enrique De la Madrid, en una visita reciente.

Los Cabos, con su San Lucas de desenfreno y su San José histórico, parece que es el mismo que se conoce desde hace años. Como si no hubiese vivido el año pasado la peor crisis de inseguridad en su historia, con cerca de 500 personas asesinadas y que, a decir de algunos empresarios y autoridades optimistas, “se está normalizando,”.

El destino mantiene una tarifa promedio de 286 dólares la noche (casi 6 mil pesos en promedio por noche) y el Gobierno estatal y federal presumen que se construyen casi 5 mil nuevas habitaciones que estarán listas entre 2018 y 2021, con todo lo que ello implica, más demanda de mano de obra y entonces de servicios, de tierra, casas, agua, alumbrado, transporte, paz, de todo lo que merece un ser humano que llega con sueños, con hambre y miedo, que debe dejar a su familia porque ya les levantaron un hermano o les mataron un hijo, o porque –como dice Miguel— “el trabajo ya no deja, a menos que seas sicario o narco”.

Como “Miguel”—así pide que le diga—, oriundo de Tlapa de Comonfort, pero residente en San Lucas desde hace 14 años, a este puerto siguen llegando diariamente 100 personas, según platica el secretario general de Cabo San Lucas, Jorge Luis Sánchez.

Muchos de estos nuevos residentes sanluqueños siguen haciendo la travesía hasta llegar a estas tierras sudcalifornianas. Vienen del emblemático Acapulco, cuya “Bahía del amor” inspiró a grandes, como a don Agustín Lara, con su “María bonita”. Lo hacen cargados de historias, y algunos incluso dudan en compartir que son de aquellas tierras sureñas. Están cansados de prejuicios. Así lo sienten. “Son los fuera”, se escucha decir con bastante frecuencia cuando se dirige alguna crítica hacia ellos.

—¿Y de dónde es, don Miguel?

—Soy de Guerrero.

—¿De qué parte?

—De un pueblito.

—¿Cómo se llama? Yo conozco un poco. Platíqueme.

—Tlapa

—Tlapa de Comonfort. De La Montaña. Muy bien. Pero ya es usted choyero, oiga. Ya tiene un buen rato aquí.

—Sí, ¿verdad?

Miguel es un hombre moreno, bajito y de ojos grandes. “Algo desconfiado”, dice él mismo. Cuida un estacionamiento en la zona dorada de San Lucas. Es cauteloso y de pocas palabras, pero entre las pláticas sobre las aficiones compartidas, como aquella por el pozole verde, las picaditas con quesillo, y las historias aquellas con alguno que otro mezcal entre pecho y espalda, don Miguel sí alcanza a platicar que la vida en Los Cabos no es de ensueño, no para ellos, “los de fuera”.

—No es fácil, hay que trabajarle, hay que sudar mucho. Le sufre uno mucho.

Y el año pasado, con la crisis de inseguridad, las cosas se volvieron más feas, aunque aún  —subraya— sin comparación a lo que le tocó ver en su pueblo y de lo que huyó.

Hoy el puerto luce en calma, de hecho, “lo peor” –platica— fue en San José del Cabo. “Por el bien de todos así debe permanecer”, concluye.

El problema es que muchos, oriundos o no, desconfían de esta tensa calma y padecen a diario su propia crisis.

***

Lilia y Yolanda son vecinas. Viven en la invasión Real Unidad, cuyo nombre no tiene nada ver con realeza, sino con la realidad.

Lilia llegó de Culiacán hace doce años. El dinero no alcanzaba. Así que decidió tomar el ferry y conocer Los Cabos, con su fama de tierra segura y llena de oportunidades.

Al llegar aquí se topó con la realidad: ganaba el doble que allá, sí, cerca de los 4 mil pesos al mes, pero no podía con las rentas de 5 mil pesos. Le tocó engancharse con los “vendedores” de terrenos irregulares que no son de ellos, pero saben de la necesidad de las personas y la ruta ilegal para formar nuevos asentamientos, incluso en zonas de peligro, como los cauces de arroyo.

Real Unidad está detrás de Bodega Aurrerá, apenas a unos metros de la avenida Leona Vicario que lleva hasta el aeropuerto privado de Cabo San Lucas o hasta el otro extremo, al paseo de la marina, aquel donde van caminando los turistas relajados decidiendo dónde comer.

Las últimas casas de la colonia colindan con la autopista de cuota, el libramiento Cabo San Lucas-San José del Cabo. Así recibe el destino a los turistas que toman esta ruta más rápida para llegar: un arroyo seco en donde se observan cuartos construidos con madera y cartón, que se deben levantar año con año porque los ciclones arrasan con ellos cada temporada.

Si alguna vez bajaran, los turistas conocerían con detalle el otro rostro de Los Cabos, donde viven quienes los atienden con una sonrisa.

El terreno es arenoso, las “casas” construidas con pedazos de lo que sea, algunas tienen un cuarto en obra negra. A medida que se avanza, son más los polines viejos que sostienen un montón de cables enmarañados que llevan la energía hasta sus cuartos.

La colonia tiene al menos 12 años.  Antes –platica Lilia— “de plano nos robábamos la luz”, pero a Comisión Federal de Electricidad no le quedó de otra que hacerles convenios para pagar una especie de cuota colectiva, que tampoco es barata, asegura.

—Nos cobran 700 pesos por dos familias. Por ejemplo, nosotros somos tres y con mi vecina son cuatro, pero prácticamente no estamos todo el día, nada más tenemos la tele y el refri. Mi vecina tiene una bocinita apenas.

Lilia añade que ella tuvo suerte porque fue a hacer el convenio para la luz son CFE hace un año, pero otras familias ya no alcanzaron.

—¿Qué les dijeron?

—Que no existimos, que la colonia no existe. ¿Cómo va usted a creer? ¡Pero si estamos aquí!

—¿Y el agua?

—Uy, esa es la batalla de siempre. Aquí el Ayuntamiento cuando quiere manda una pipa, y como no nos alcanza, tenemos que juntarnos entre varios y comprar una privada. Pero hablamos que hay familias un poco más grandes que pagan sus 100 pesos por un tinaco de 400 litros y no alcanza más que para uno o dos días.

La mujer comprende que están en una zona peligrosa, pero no tiene opción. No hay apoyos, no le alcanza para pagar créditos de 500 mil pesos por una casa, y la lista de espera para los apoyos del Instituto de Vivienda (INVI) no avanza. Así que en estos años, poco a poco, ha ido construyendo su casa de concreto.

—Lo que queremos es estar un poquito más seguros, de todos modos, si nos quieren sacar nos van a sacar, la tengamos de madera o de material.

A unos metros de su casa está un terreno que hace las veces de campo de fútbol, con llantas semienterradas y en donde se reúnen los aficionados para disfrutar de la tarde, aunque el sol les queme. Ya por la noche deben tener cuidado al volver a sus casas.

En esta colonia, como muchas más de San Lucas o San José, irregulares o no, el panorama es muy similar. No faltan los asaltos, los robos a las casas que la mayor parte del día están solas porque sus dueños tienen largas jornadas en los hoteles; tampoco faltan los vendedores de droga y los “halcones”, quienes caminan despacio y observan a los visitantes desconocidos, vigilando sus movimientos hasta que abandonan el terreno.

—¿Pasan patrullas por acá?

—Uy, señorita, no. Aquí hablamos a una patrulla y viene al cuarto día. Estamos jodidos.

—Pero si está cerca de la carretera…

—Pues sí, pero eso no importa, aquí no se pasa nadie. Y ahorita  hay más cholos. Viera qué peligro después de las siete de la tarde.

Las familias de las casas más alejadas, las de las orillas, son las que más han sufrido –dice—a cada rato les entran a robar. “Los agarran hasta dormidos”, cuenta. Y el año pasado también les tocó conocer los casos de dos conocidos que los levantaron y asesinaron.

—Al hijo de una subgerenta de Soriana se lo mataron acá abajo. Sí han pasado muchas cosas en toda esta área, solo que se sabe poco por el turismo. De eso se vive.

Ahora doña Yolanda quiere platicar su preocupación. Ella se encargó el año pasado de estar buscando apoyos en el Ayuntamiento para que les construyeran un parque, pero de nuevo la historia: son invasores. No existen.

—Teníamos un parquecito pero el ejido nos lo quitó. Fuimos a quitar el alambrado, barrimos y todo. No es nuestro, es cierto, pero si no le hacemos así, no hay donde jueguen los niños. De por sí, cada vez hay más vándalos…

Tocó puertas en varias dependencias, pero nadie le supo decir quién podría ayudarlos en su demanda: un parque para los niños.

—Al final, un vecino donó un columpio, cooperamos para pintar, le pusimos llantas. Era un basurero. Ahorita ya  no está tan bonito, pero mínimo que allí se entretengan un rato los chamacos.

La mujer dice que, con todo, ahora que no se han escuchado balaceras se siente algo más tranquila, pero teme que sea un asunto de tiempos electorales, por ejemplo, o que si existe una tregua, ésta se rompa.

—Ya sabe cómo se las gastan…

Muchos jóvenes de colonias como ésta comienzan el consumo de drogas a edades muy tempranas. El Gobierno del Estado reconoció el año pasado que en la entidad se tenía un serio problema por el consumo de la droga conocida como “cristal”.

La Procuraduría General de Justicia del Estado ha informado con mayor frecuencia de decomisos de cientos de dosis de droga, pero a decir de muchos ciudadanos en este puerto, la realidad es algo distinta.

Un lanchero que ofrece tours al famoso arco de Cabo San Lucas platica la dinámica conocida.

—Aquí encuentras lo que quieras y así va a seguir. El gringo viene a eso, a disfrutar con todo. Eso sí, mientras mantengan las cosas tranquilas porque a nadie le conviene el desorden. Por eso lo frenaron.

Son las 4 de la tarde, el Paseo de la Marina conduce a la famosa playa de “La Empacadora”, también conocida como “Acapulquito” o, de plano, “La de los pobres”, como dice el joven que trae cargada su carreta de cacahuates y gomitas.

El cerro del Vigía es su guardián. Allí permanecen vestigios de la empacadora de Elías Pando, que hacia la segunda década del siglo XX se convirtió en una de las principales fuentes de trabajo para toda esta zona. Cerró justo en 1979, al arranque de la actividad turística a gran escala. Los Cabos se convertiría con los años en lo que es hoy, un lugar todavía atractivo para turistas, pero también para cientos de personas que buscan mejorar su calidad de vida, teniendo que abandonar sus raíces.

Pero en La Empacadora, quienes todavía siguen disfrutando del agua cálida, no tienen tiempo de pensar en el desarrollo, ni en los retos, ni los riesgos, ni los excesos, ni en los equilibrios. Es su día de descanso. Trabajaron toda la semana construyendo hoteles o limpiando cuartos, atendiendo locales, sirviendo bebidas, planchando, barriendo calles, y deberán volver en un rato a sus colonias en el viejo autobús, antes que obscurezca porque se pone peligroso.

Algunos ya levantan sus sombrillas de colores, muchas de ellas rentadas, y rodean el sector naval que está allí mismo. Van hacia la parada de autobuses, sandalias en mano, toalla al hombro, torsos morenos descubiertos.

Allá van, concluyendo otra jornada, ahora la de descanso. Disfrutando como se puede, con lo que se tiene; disfrutando una de las pocas playas donde el acceso no está restringido o no les ponen tantos “candados” para entrar, donde no les hacen mala cara.

En su camino de regreso también se encuentran la entrada al Pedregal, la zona exclusiva de residencias valuadas en millones de dólares. Desde aquí se observa el contraste del puerto, cabeño, ese que prevalece aunque los homicidios hayan descendido, aunque no se escuchen balaceras. Persisten las condiciones de desigualdad, de miseria, las víctimas de una visión de gobierno y de desarrollo.

Al menos dos rostros se encuentran en Los Cabos: disfrutando de una playa “privada”, quienes se hospedan en Ventanas del Paraíso, uno de los hoteles más caros, ubicado a la mitad del corredor turístico, en donde las habitaciones pueden costar de 50 mil a 80 mil pesos por noche, y, por otro lado, quienes ocuparon tierras que no son de ellos, porque no había más, que deben trabajar largas jornadas y el domingo de quincena, si pueden, se escapan a La Empacadora.

Los turistas tienen su Centro de Atención  y Protección que se construyó el año pasado, tras las alertas de viaje emitidas por el Gobierno estadounidense, ante el aumento de homicidios. Allí los visitantes son atendidos con amabilidad, reciben orientación y pueden levantar denuncias.

Los habitantes de San Lucas y San José deben aguantar las emergencias con una policía que no rebasa los 500 elementos, para una población de más de 300 mil habitantes. En las colonias como Real Unidad, no hay comandancia ni pasan patrullas con regularidad. Entonces, ¿será como platicó Lilia?: “para ellos, para el gobierno no existimos”.