1

Lagunas en Baja California Sur. Llanos de San Julio (I)

FOTOS: Noé Peralta Delgado

Explicaciones Constructivas

Por Noé Peralta Delgado

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). La parte sur de la península de Baja California, que por cierto es la más antiguamente conocida y explorada por los aventureros y misioneros jesuitas, está conformada por el hoy estado de Baja California Sur; por mucho tiempo fue una región inhóspita, con escasa población nativa, en gran medida por la falta de fuentes de importantes fuentes de agua, y con un clima tan seco que los oasis fueron los únicos lugares donde los antiguos nómadas podían subsistir y ya después, con la llegada de los jesuitas, estos oasis fueron la cuna de los primeros centros de población.

El clima tan seco de la península, hace que tengamos un desierto con muy poca humedad derivada de las también pocas lluvias; aún así, existen plantas y hierbas que sobreviven con la gran cantidad de humedad que les acarrea el Océano Pacífico por el lado occidental, y los principales oasis están precisamente a las laderas de la gran sierra, que corre en sentido longitudinal la región y que, en las partes más altas, el clima tiende a ser más suaves por la elevación propia con respecto al nivel del mar.

También te podría interesar: Concepción Mendizábal, la primera mujer ingeniera de México

Pero, ¿qué pasaría si tuviéramos un clima con lluvias abundantes, tipo selva lacandona?  Pues en años recientes se generaron lluvias extraordinarias, procedentes de la cada vez más frecuente presencia de huracanes formados en el Océano Pacífico, los cuales, a pesar de dejar una estela de destrucción a su paso, también dejan una gran cantidad de precipitación pluvial, que han sacado a relucir hermosas vistas de lagunas que por mucho tiempo estuvieran completamente secas.

Llanos de San Julio

En la parte más inaccesible de la Sierra de la Giganta, donde corre la línea divisoria entre los municipios de Comondú y Loreto, se encuentra una serie de lagunas, que los lugareños llaman ¨llanos de San Julio¨, y que históricamente han servido como una fuente de recargas para un arroyo que nace muy cerca. Es importante aclarar que este llano no tiene una salida que desfogue su cantidad de agua, en caso de una lluvia excesiva que pudiera caer; por lo tanto, estamos hablando de una laguna tal y cual, aunque con el inconveniente que, con falta de precipitaciones constantes durante el año y la alta evaporación ocasionada por los intensos rayos solares veraniegos, el agua recaudada no dure mucho, aunque las fuertes lluvias ocasionadas por el huracán Jimena en septiembre del 2009, se presentó el fenómeno de que un año entero estuvo la laguna llena de agua y ahora si funcionado como una laguna.

Existen leyendas de los moradores de los pueblos de San José y San Miguel de Comondú, de que cuando los llanos están a su máxima capacidad de agua, se escuchan como remolinos en su interior, donde se supone existen corrientes que saturan de agua los mantos acuíferos, incluso tuvimos la oportunidad de conocer unos de los ¨ojos de agua¨ donde nace el arroyo de los Comondús, y que a pesar de haber años con mucha sequía, siempre tiene una fuente de agua, claro que con mucha menor intensidad que en épocas lluviosas; la localización de este manantial está en las coordenadas: 26.059824 latitud norte y -111.808809 longitud oeste, a pleno pie de la serranía que sirve de represo a los Llanos de San Julio.

En las imágenes satelitales, se pueden ver con mucha claridad la forma tan bien definida de la laguna o Llanos de San Julio que, de manera natural, juntan el agua de las lluvias para dar lugar a imágenes muy agradables a la vista en tiempos que se encuentran a una alta capacidad de captación de agua; para muchos, la única laguna que existe con agua en Baja California Sur es la que se forma en la sierra del mismo nombre, y que se encuentra cerca de Todos Santos, pero no cumple con las características de un lago, ya que nunca llega retener grandes cantidades de agua por tener un desagüe natural muy bien estructurado hacia el lado este, que da origen al arroyo que pasa por el poblado de Santiago en el municipio de Los Cabos.

Volviendo a los llanos comundeños, estos se encuentran en las siguientes coordenadas: 26.079097 latitud norte y -111.759832 longitud oeste, en pleno corazón de la Sierra de la Giganta; alrededor se encuentran un sinfín de pinturas rupestres de menor tamaño, donde da pista que el lugar fue en tiempos remotos un lugar de convivencia de los indios cochimíes en tiempos de lluvia, ya que, de acuerdo con los historiadores, los indígenas de la Antigua California eran nómadas y casi de una cultura tipo aborigen, sin ningún rastro de viviendas ni vestigios de construcción.

El acceso a estos llanos, es sumamente imposible en vehículos chicos o automóviles, siendo los carros grandes o camionetas de doble tracción los únicos que pueden acceder por el pedregoso camino que comunica a San José de Comondú con el poblado de San Javier en el municipio de Loreto. También se puede acceder en el sentido contrario, pero el camino, aparte de lejos, está igual de inaccesible; las pocas personas que transitan por esa geografía son los rancheros que tienen su ganado y sus propiedades a los alrededores o los guías de cazadores que andan en busca de venados o borregos cimarrones, ya que una vez que se atraviesan los llanos (en época seca), se puede tener un libre  camino hacia el cerro de la Giganta que, con sus pocos más de 1600 metros sobre el nivel del mar, lo convierten en el lugar más altos de la Sierra de la Giganta.

Seguramente que en algún tiempo el lugar fue una zona con mucha actividad volcánica, ya que por la forma de sus rocas y la serranía dan un aspecto parecido a zonas donde hubo erupciones, lo que se aprecia en los caminos de acceso demasiados pedregosos y totalmente carentes de vegetación, con la excepción del propio llano, donde con el tiempo se ha juntado tierra fértil y hay abundantes mezquites, palos fierros, palos blancos y arbustos diversos así como biznagas de varios tamaños, como la que se aprecia en la foto de portada del presente artículo.

Según se dice, cuando se viaja en avión desde la ciudad de La Paz hasta la fronteriza ciudad de Tijuana, y acaba de pasar un fenómeno de precipitación extraordinario derivado de un huracán, se puede ver por la ventanilla una belleza inigualable de una laguna en el municipio de Comondú, en pleno corazón de la sierra sudcaliforniana, así como también otra laguna que está más hacia el sur, en el municipio de La Paz y denominado Llanos de Kakigüi, que será la próxima entrega.

 

 

escríbenos

noeperalta1972@gmail.com

__

AVISO: CULCO BCS no se hace responsable de las opiniones de los colaboradores, esto es responsabilidad de cada autor; confiamos en sus argumentos y el tratamiento de la información, sin embargo, no necesariamente coinciden con los puntos de vista de esta revista digital.




Tres insignes sudcalifornianas

FOTOS: Internet

Tierra Incógnita

Por Sealtiel Enciso Pérez

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Sin lugar a dudas, la mujer sudcaliforniana siempre ha sido motor y motivación de grandes cambios en esta parte de la geografía mexicana. Su inteligencia, carácter y belleza la han hecho sobresalir en cada una de las diferentes etapas del devenir histórico de nuestra patria chica, de tal forma que establece la fórmula perfecta y equilibrada en el binomio hombre-mujer que promueve la evolución en estas tierras.

El primero, de los muchos ejemplos que existen, lo encarna la señora Encarnación Canalizo Valdéz. Tal vez para muchos de los sudcalifornianos en la actualidad este nombre les resulte extraño, sin embargo, los hechos que esta dama de nuestra sociedad porteña realizó bien le valdrían el colocarla en un sitio preponderante entre los benefactores de la libertad que hoy disfrutamos. Encarnación, que era conocida por sus contemporáneos como Chonita Canalizo, era hija de los señores Antonio Canalizo Danila y Procopia Valdez. El señor Canalizo fue hijo de Valentín Canalizo, uno de los políticos que cubrió de forma temporal las incontables ausencias de la silla presidencial de Antonio López de Santa Ana. En el año de 1850, el señor Antonio Canalizo llega a nuestro puerto de La Paz, donde desempeñó los siguientes cargos: Diputado en el Congreso de la Unión, Secretario de la Jefatura Política, Secretario de Gobierno con el general José María Rangel y, en 1864, fue Presidente del ayuntamiento paceño.

También te podría interesar: San Luis Gonzaga Chiriyaqui. El rostro de la belleza, el abandono y la indolencia

En el año de 1899, Encarnación Canalizo contrajo nupcias con Alejandro Elliot Allinson Suárez, el cual, dentro de los diversos cargos públicos que ostentó, fue el de ser Presidente Municipal sustituto a la renuncia de Gastón J. Vives en el año de 1912. La figura fuerte y decidida de la señora Canalizo salta a la historia durante los aciagos años de la Revolución Mexicana. En el año de 1915, durante el tiempo en que el General brigadier Félix Ortega Aguilar dirigía los destinos de nuestro territorio y empezó a llevar a cabo ciertos cambios y mejoras, buscando beneficiar a las clases sociales menos favorecidas, se empezó a gestar un movimiento en su contra, encarnado a nivel local por los comerciantes y militares que se sentían perjudicados en sus ganancias y negocios, al quedar bloqueados para seguir lucrando con la necesidad de la población y al no poder continuar con su régimen de corruptelas y canonjías, a las que estaban acostumbrados. A nivel nacional, el triunfo del ejército constitucionalista al mando de Venustiano Carranza y contrario a los villistas, a cuya línea se había sumado el General Ortega Aguilar, ocasionaron que en la madrugada del 29 de mayo de 1915 se sublevara la guarnición militar de la ciudad de La Paz y buscaran apresar a Félix Ortega y a todos aquellos que lo apoyaban. Afortunadamente el General Ortega logra huir de la ciudad, sin embargo, algunos de sus seguidores fueron apresados o perseguidos.

Uno de ellos fue el Mayor Eduardo Encinas, quien cuando iba a ingresar al cuartel fue conminado a deponer las armas y caer prisionero; no contaban con que este bravo militar estaba dispuesto a vender cara su detención, se hizo de tiros con la escolta que pretendía apresarlo y logró ultimar a dos de ellos, sin embargo, cayó herido de un balazo en una pierna. Al ver la superioridad numérica se da a la fuga y, no sabiendo a dónde ir, decide refugiarse con una familia amiga, los Allinson Canalizo, los cuales tenían su residencia en la calle Playa (hoy Álvaro Obregón) y callejón Constitución. Al llegar a la casa y ver su condición, los señores Alejandro Elliot y Encarnación, de inmediato lo reciben y curan sus heridas. Para ellos la amistad y el afecto eran valores que estaban muy por encima de la política y sus vaivenes. De inmediato Chonita envía a unos propios a que oculten el rastro de sangre que dejó el Mayor Encinas al llegar a su casa.

Casi en la madrugada llegaron a su casa un pelotón de soldados, los cuales le informaban que buscaban al Mayor Eduardo Encinas y que sería mejor que no lo ocultaran o, de lo contrario, sufrirían terribles consecuencias. Dejan entrar a su casa a los soldados, los cuales tras una intensa búsqueda se retiran sin encontrar al militar herido. La astucia de la señora Chonita les había permitido ocultar al Mayor Encinas en un ropero disimulado por una falsa pared. Pasaron algunos días y, cuando la salud del mayor se compuso y estuvo en condiciones de poder ser trasladado a otro sitio, fue la misma señora Chonita Canalizo la que dispuso, una noche, que se colocara una embarcación a la orilla del malecón y ella misma ayudó a subir al Mayor Encinas. Durante varias horas impulsó la canoa remando con todas sus fuerzas hasta un sitio que se encuentra cerca de la actual playa El Tesoro (la playa de Enfermería) y ahí esperaron varios días hasta que un barco pasó por él y lo trasladó hacia el puerto de Mazatlán, en donde, ya restablecido del todo, se incorporó a las fuerzas del general José María Maytorena, un destacado villista.

María Dionisia Villarino

Otra de las grandes mujeres que han saltado al escenario de la historia nacional es la egregia figura de la Señora María Dionisia Villarino Espinoza. Esta aguerrida sudcaliforniana nació en el pueblo de Todos Santos el 25 de junio de 1865, siendo sus padres los señores Jesús Villarino Villalobos y doña Liberata Espinoza Nieto. Sus primeros años los pasó entre las huertas y bellas playas de su pueblo natal y posteriormente se traslada a vivir con unos familiares en San Francisco, EUA. Ya siendo una señorita regresa a Todos Santos y contrae matrimonio con el señor Antonio Salgado Albáñez. En su matrimonio de corta duración, debido a la muerte prematura de su marido, logró procrear a 7 hijos. Presionada por la necesidad de dar sustento y cobijo a sus hijos se traslada a principios de 1910 al mineral de Santa Rosalía en donde pone un pequeño taller de costura así como venta de alimentos.

Durante el año de 1913 y ante los lamentables sucesos del asesinato del presidente Francisco I. Madero y la usurpación de la primer magistratura por parte de Victoriano Huerta, la señora Villarino, Nicha como era conocida cariñosamente, siente hervir en su sangre los deseos de libertad y de luchar en contra de esa dictadura que laceraba la vida de todos los mexicanos. En Santa Rosalía, los administradores de las minas mantenían un control férreo sobre la vida de sus empleados, sometiéndolos a condiciones infrahumanas de trabajo e impidiéndoles en todo momento el manifestar su descontento ante estas condiciones tan deplorables.

Es así como Dionisia decide formar parte activa de la Revolución Mexicana. “Se cuenta que Dionisia y sus amigas María Jesús Carlón y La Chayola, con el pretexto de vender alimentos, ofrecían tequila a las tropas enemigas y emborrachaba a los soldados de quienes obtenía preciada información que pasaba a los revolucionarios”.

Fue durante ese tiempo que llegan al mineral los revolucionarios Gaspar G. Vela y Manuel F. Montoya, los cuales deciden iniciar acciones de convencimiento de los trabajadores de las minas para que se unan a ellos e iniciar un movimiento armado en el lugar. Lamentablemente son delatados y se refugian en el sitio conocido como “la calera”, específicamente en La Casa Blanca. De inmediato, inicia el asedio de los soldados acantonados en el lugar y, ante la imposibilidad de hacerlos deponer las armas, solicitan al cañonero “Tampico”, que se encontraba en el lugar, que bombardee el sitio. Con saña inaudita, el cañonero lanza 86 cañonazos, con lo cual destruye completamente el sitio y da muerte a sus ocupantes. El jefe del piquete de soldados de ese lugar, un tal Pedro Condés de la Torre, ordena que sus cuerpos sean incinerados para evitar que puedan ser convertidos en mártires de la revolución. Al retirarse los soldados del lugar, Dionisia Villarino apaga el fuego que consumía a los cuerpos y, en franca rebeldía ante las órdenes de los militares, hace que lleven los cuerpos de los valientes revolucionarios a su casa en donde los vela. Cuando el militar Condés de la Torre se entera la manda apresar y la destierra presa al puerto de Guaymas, Sonora. No le dolió tanto el sufrir destierros por causa de su amor a la revolución, lo que más le dolió fue tener que dejar a sus pequeños hijos a cargo de buenas personas que prometieron cuidarlos en su ausencia.

Durante los meses que estuvo presa y debido a su bravura y temple, la gente la empieza a llamar La Coronela. Para poder mantenerse y enviar algo de dinero a sus hijos, reanuda la venta de alimentos al interior de la cárcel y, gracias a su don de gente y vitalidad, se le concede el que pueda vivir fuera de ella. Es en ese tiempo que Dionisia pone en funcionamiento un lugar de hospedaje para los viajeros que llegaran al sitio. Sin embargo, lejos de dejar de lado su compromiso con la revolución, éste se ve incrementado y reanuda sus actividades de espionaje obteniendo importante información la cual trasmitía a los revolucionarios.

En 1914 regresa a Santa Rosalía, se reúne con sus hijos y se dedica a las labores de costurera y partera, habilidad esta última que seguramente adquirió durante el tiempo que estuvo en la cárcel de Guaymas. En el año de 1932, el Doctor Quevedo le entrega una licencia para poder oficialmente atender a parturientas, así mismo, en ese mismo año, el delegado de Gobierno del Mineral, Felipe A. Montoya, le entrega una licencia automovilística para poder hacer uso de este medio de transporte y poder atender sus actividades de partera.

Para el año de 1938, La Coronela regresa a su pueblo natal en donde su carácter fuerte, dinámico y gestor se da rienda suelta siendo promotora de las candidaturas de destacados políticos, como el señor Braulio Maldonado Sández y Adán Velarde. También se afilia al naciente Partido Nacional Revolucionario, en donde fue una incansable promotora del los derechos de las mujeres sudcalifornianas y gestora de incontables mejoras para su pueblo natal. En el año de 1943, el Gobierno del territorio, que en ese entonces estaba bajo el mando del General Francisco J. Múgica Velásquez, le otorga un diploma “por la patriótica aportación que prestó a la legalidad de la República durante los aciagos días que dieron vida al movimiento revolucionario, como estímulo de un pueblo agradecido”. La señora María Dionisia Villarino Espinoza, La Coronela, fallece el 27 de abril de 1957 en su pueblo natal.

 

Amelia Wilkes

Y finalmente quiero traer a este escrito a la maestra, directora, enfermera, política y empresaria de nombre Amelia Wilkes Ceseña. Ella nació en Cabo San Lucas el 26 de febrero de 1907, sus padres fueron Cipriano Wilkes Ceseña y Petronila Ceseña. Tuvo una infancia muy tranquila y pasaba sus días disfrutando del sol y las hermosas playas, en ese entonces vírgenes, de aquel bello y paradisíaco lugar. Fue en el año de 1923, a sus 16 años que inicia su carrera de maestra rural en el rancho de la Candelaria. En 1948, se le asigna el puesto de directora de la escuela del rancho El Salto de San Nicolás.

Dentro de su intensa vida como gestora de mejoras para su pueblo natal, formó parte del “Comité de agua”, llegando a introducir el agua potable por medio de hidrantes a las principales calles y colonias. Colaboró con el comité de introducción de luz eléctrica al conseguir una planta pequeña, antes de ser construida la termoeléctrica. Fue la primera mujer distinguida con un cargo político en Baja California Sur. Ocupado la subdelegación municipal, hoy conocida como la delegación de Cabo San Lucas, cargo obtenido gracias a sus méritos en el año de 1966 y otorgado por el entonces Gobernador, Hugo Cervantes del Río. Fue socia fundadora del Club de Mujeres Profesionistas y de Negocios de San José del Cabo.

Como maestra, termina su fructífera carrera en el año de 1966 con 43 años de servicio docente ininterrumpido. Amelia Wilkes Ceseña, conocida cariñosamente como Melucha, fallece un 18 de Mayo de 1989 a la edad de 82 años; sus restos se encuentran descansando en el panteón del pueblo donde nació y al cual dedicó todos sus afanes y esfuerzos.

Haber nacido mujer en sudcalifornia es todo un privilegio, puesto que es una tierra que desde siempre se ha distinguido por ofrecer a todos sus ciudadanos la libertad y equidad que se merecen. Es una tierra en donde existe una cultura de gran aprecio y respeto por la figura de la mujer y que, sin lugar a dudas todos, ellas se han logrado empoderar obteniendo con ello una sociedad cada vez más próspera y acorde a la realidad que se vive a nivel mundial.

 

Bibliografía:

 

Doña Chonita Canalizo, de la revolución sudcaliforniana – Leonardo Reyes Silva.

Pervivencias – Ortega Romero, Félix Alberto, Gobierno del Estado de Baja California Sur, 1990.

Mujer y literatura mexicana y chicana. Culturas en contacto. DIONISIA VILLARINO, “LA CORONELA” – José Ríos Villarino.

Discurso pronunciado en el Aniversario Luctuoso de Amelia Wilkes Ceseña –  Eda Palacios Márquez.

__

AVISO: CULCO BCS no se hace responsable de las opiniones de los colaboradores, esto es responsabilidad de cada autor; confiamos en sus argumentos y el tratamiento de la información, sin embargo, no necesariamente coinciden con los puntos de vista de esta revista digital.




Reconoce Congreso a mujeres sudcalifornianas

FOTO: Archivo

La Paz, Baja California Sur (BCS). En el marco del Día Internacional de la Mujer, el Congreso del Estado reconoció a mujeres destacadas en la vida cotidiana, productiva y política de Baja California Sur, con una mesa de “Intercambio de Experiencias Femeniles, Un día en la vida de…”, en la que participaron diferentes mujeres quienes cada una de sus funciones compartió desde su perspectiva personal su desarrollo como ciudadana, mujer y su rol social, informó el Congreso de Baja California Sur.

En ese marco, la diputada Elizabeth Rocha Torres, Presidenta de la Diputación Permanente, entregó reconocimiento a la diputada constituyente, María Luisa Salcedo Morales por su trayectoria política y ejemplo para las mujeres sudcalifornianas contemporáneas.

Armida Torres, periodista; Carolina Solano, estudiante de ingeniería; Rosa María González, damnificada del Huracán Lisa y gestora social en apoyo a damnificados; Mayra Lorena Pérez, Teniente de Navío de la II Zona Naval; Dulce María Cota, enfermera y Oficial Cabo Bombera -primera mujer en 60 años en tener un nombramiento-; Josselyn Garciglia, emprendedora y ex Nuestra Belleza BCS y Yuma Pérez, activista a favor del medio ambiente y energías renovables; compartieron sus experiencias, una por una de su desempeño, fortalezas y vicisitudes, en un ejercicio de reflexión y reconocimiento a todas las mujeres sudcalifornianas y mexicanas.

Las panelistas compartieron el desarrollo de su desempeño, la convicción de desarrollarlo, las condiciones y logros, coincidiendo en que han sorteado vicisitudes de todo tipo, pero también en que han tenido condiciones para desarrollarlo.




#8M en La Paz, BCS

FOTOS: Roberto E. Galindo Domínguez

La Última Trinchera

Por Roberto E. Galindo Domínguez

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Miles de mujeres marcharon. Hoy, ellas y las cientos de miles de mujeres más que se manifestaron en el país son el movimiento social más grande, el más potente, luchan por sus vidas y por sus derechos; ellas están en la primer línea de protesta ante la violencia y en la última trinchera de la defensa social.

 




Acuarelas y café, exposición de Ricardo Melgar Sánchez

FOTOS: Cortesía

El librero

Por Ramón Cuéllar Márquez

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). El viernes 6 de marzo se inauguró la exposición del Profesor Ricardo Melgar Sánchez, Acuarelas y café, en la Galería de Arte del Poliforo Cultural Universitario Ángel César Mendoza Arámburo de la Universidad Autónoma de Baja California Sur (UABCS), un acontecimiento que merece la pena destacar no sólo por la obra exhibida, sino por la entrañable trayectoria de uno de los maestros que ha dejado huella en la educación de Baja California Sur, por la entrega y dedicación, y por su amor a la docencia, tan necesaria y vital para que las generaciones se desarrollen y crezcan a la luz del conocimiento y la razón.

Nació en Santa Rosalía, B.C.S., el 7 de febrero de 1942 y se inició profesionalmente como profesor en la Sierra de Badirahuato, Sinaloa, del año 1961 a 1963, una década de muchos movimientos y cambios en el mundo, siendo la primera generación que enviaron a la sierra de esa entidad. Después regresaría a nuestro estado —en el que andaría en su mayor parte por brecha—, hacia el norte, en el municipio de Mulegé, de 1963 a 1965; en seguida hacia el sur, de 1965 a 1967 en el Rancho Las Lagunas, en el hoy municipio de Los Cabos. Estando ya en el sur del estado, de 1967 a 1971, en el Rancho El Rosario, Delegación de Santiago; de 1971 a 1974 lo asignaron a la comunidad de El Campamento, en Las Cuevas; de 1974 a 1982, en La Ribera, y finalmente, de 1982 a 1991 en la ciudad de La Paz, donde fue iniciador de la inclusión de niños con discapacidad en las escuelas primarias.

También te podría interesar: La poesía envolvente de Christopher Amador

Ese largo recorrido a través del tiempo y la tierra lo llenó de anécdotas y visiones de los paisajes que conoció, junto con la sociedad que habitaba aquellos escenarios. El Profe Ricardo Melgar pertenece a esa generación que no sólo amaba la carrera sino a la gente y sus tradiciones, costumbres que le eran familiares, cuya identidad eran sus raíces. Es por ello que una vez que dejó las aulas, después de más de treinta años —y que la mitad de ese periodo se lo entregó a los ranchos—, le encontró el gusto a la escritura y la pintura, talentos que habían estado latentes esperando por su tiempo, paciencia y experiencia que acumuló en sus viajes por toda la península de Baja California.

Ha escrito algunas narraciones que atienden la voz de los rancheros sudcalifornianos, de donde nació su admiración, su respeto y reconocimiento particular al esfuerzo de aquellos hombres y mujeres que forjaron los pasos de la nueva California, es decir, los segundos californios que fraguaron a sudor batiente su futuro. Así que de Tijuana a San Lucas, como chofer de yarda, para continuar moviéndose, ya jubilado, aprovechó para hacer sus apuntes tanto literarios como plásticos. En ese proceso se percató de que la acuarela podía fungir como transmisora de sus sentimientos por aquellos paisajes, porque los colores, los tonos de la acuarela se acercaban mucho al ámbito geográfico en el que vivíamos, pues reflejaba esos amaneceres y atardeceres de nuestro medio ambiente desértico u hostil. Según sus propias palabras, la acuarela es única para eso.

Toda esa experiencia de vida la podremos apreciar y constatar a través de sus cuadros, que se exhiben en la galería de Arte del Poliforo de la UABCS en estos días. Cada una de esas piezas manifiesta no sólo su punto de vista artístico, sino una vida completa en cada imagen, como si cada una platicara, café en mano, lo que se siente y experimenta vivir en estas tierras del Finisterra. Nadie como Ricardo Melgar Sánchez para hacernos vivir paisajes que tal vez conocemos, pero que nunca hemos vivenciado del mismo modo. El arte puede cambiar el rumbo de la humanidad y muchos parece que lo hemos olvidado. Es un buen momento de retomar el camino yendo a visitar la obra del Profe en la UABCS. No se arrepentirán.

__

AVISO: CULCO BCS no se hace responsable de las opiniones de los colaboradores, esto es responsabilidad de cada autor; confiamos en sus argumentos y el tratamiento de la información, sin embargo, no necesariamente coinciden con los puntos de vista de esta revista digital.