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El Apocalipsis Pejezombie

Colaboración Especial

Por Roberto E. Galindo Domínguez

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Hemos asistido a una jornada electoral sin precedentes por el elevado porcentaje de los votantes –se han manejado cifras superiores al 60% de un padrón electoral de más de 88 millones de conciudadanos– que ejercimos nuestro derecho a elegir a los servidores públicos que nos gobernarán; lo que es una excelente noticia para una democracia que aún en nuestros días está en conformación. Llegamos al 1 de julio del 2018 con experiencias de fraudes de diversa índole que se llevaron a cabo en elecciones pasadas como las de 1988, 2006 y 2012, por mencionar las presidenciales. Los delitos electorales que han realizado los partidos políticos y las autoridades es lo que nos tuvo predispuesta a gran parte de la sociedad ante la siempre latente posibilidad de revisitar otros tiempos electorales aciagos. El fraude puede ser total o parcial.

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Después de una temporada electoral en la que, como ya es costumbre, hemos tenido conflictos de diversa índole; desde los más graves como robos de boletas y papeletas marcadas antes de la elección, compra de votos en efectivo y en especie, cierre de casillas por violencia e inseguridad en algunas regiones, así como la renuncia de miles de candidatos a diferentes cargos de elección por amenazas del crimen organizado, hasta lo más delicado: el asesinato de más de cien postulantes. Tuvimos asuntos que quedarán en la agenda del Instituto Nacional Electoral (INE) como la insuficiencia de boletas en las casillas especiales, aunque por regla se tiene un número, y el ciudadano en tránsito por el territorio nacional se arriesga a perder su derecho a participar; asunto que deberá ser revisado y solventado para futuras elecciones, si se considera el elevado número de votantes que hemos tenido esta jornada. Incluso vimos incidentes tan banales como las protestas en la embajada mexicana en Rusia de nuestros connacionales futboleros que prefirieron ir a ver rodar un balón que participar en la conformación de los tiempos futuros de la nación. Incidentes graves e irrisorios conforman una elección que definirá el rumbo del país cuando Andrés Manuel López Obrador (AMLO) tome posesión de la Presidencia de la República.

Las gubernaturas, que desde la tarde de ayer ya se disputaban a voz en pecho algunos candidatos que fueron punteros en las encuestas previas a la elección antes de tener noticias del Programa de Resultados Preliminares (PREP), al parecer quedarán de la siguiente forma: en el caso de Jalisco es evidente la ventaja del Movimiento Ciudadano con Enrique Alfaro; Guanajuato y Yucatán se perfilan para quedar en manos del Partido Acción Nacional (PAN); en el caso de Puebla a la una de la mañana se mantenía una cerrada contienda entre Morena y el PAN, con una ligera ventaja del blanquiazul; en otros estados como Chiapas, Ciudad de México, Morelos, Tabasco e incluso Veracruz, el triunfo de Morena parece inminente. Aunque no será hasta el miércoles cuando se oficialice a los ganadores de la contienda electoral.

Como advertí en colaboraciones anteriores, y como indican los resultados de los conteos rápidos, ganará AMLO y su coalición, incluso en el Congreso, donde parecía que los delitos electorales podían hacer más daño a nuestra democracia; además lo hará en un escenario con estabilidad de los indicadores financieros y con una considerable recuperación del peso frente al dólar; conjuntamente con gran aceptación de un sector empresarial importante y en un clima de mayor apertura hacia el cambio en gran parte de los medios de comunicación.

El tan vociferado apocalipsis pejezombie, mejor conocido como la venezuelización de un país que ya atraviesa por una crisis socioeconómica y de violencia e inseguridad, que los detractores del cambio de rumbo en la política nacional no fueron capaces de ver o que obviaron por intereses económicos y de privilegios personales o de grupo; ellos y los comentaristas ati-AMLO, los que lo llamaron Mesías Tropical y con ese doble calificativo nos convirtieron a militantes y simpatizantes del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) en seres sin criterio.

Ellos, los que temieron la injerencia rusa y nos denostaron como chairos deberán guardar el escenario del “apocalipsis pejezombie” para mejores narrativas electorales. Lo que no debemos obviar con el triunfo de AMLO, y Morena en la mayor parte del país es que aún persiste una cultura del fraude encabezada por el Partido Revolucionario Institucional (PRI) que no hemos podido erradicar y que deberemos solventar, pues un país donde se compran votos, en el que se trafica con la pobreza y los programas sociales, donde se asesina a candidatos, no podrá ser un país libre que se encamine a un desarrollo profundo y extendido. La democracia tiene que ser completa y deberemos terminar de construirla juntos cuando vuelva la normalidad ciudadana a todo el país, lo tendremos que hacer los militantes y simpatizantes de todos los partidos, así como los que no creen en la partidocracia, y todos necesitaremos convivir e incidir en los tiempos de cambio y de reconstrucción de nuestro México.




AMLO y el paraíso perdido

FOTO: AP.

Colaboración Especial

Por Roberto E. Galindo Domínguez

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Con Andrés Manuel López Obrador (AMLO) arriba del 50% de las preferencias electorales (Reforma, El Financiero y Parametría) y con una tendencia a la alza, —incluso con hasta 30 puntos porcentuales de diferencia con el segundo lugar y a poco más de 20 días de la elección—, la mayoría de los periodistas más críticos de AMLO y los intelectuales más proclives al régimen actual de intercambio de sexenios prianistas han moderado sus críticas.

Ante la improbable victoria legal de algún otro candidato –la ilegalidad de un fraude no deja de rondarnos– varios de ellos han dirigido sus opiniones a plantear los escenarios más desfavorables del posible Gobierno federal encabezado por López Obrador y el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena).

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De estos escenarios de desesperanza y desencanto social por los probables —que no seguros—, planteamientos incumplidos de AMLO para con el pueblo que lo ha respaldado, me llama la atención la opinión de León Krauze en El Universal (La magia de López Obrador), quien plantea el casi incumplimiento total de todos los planteamientos que Morena le ha hecho a sus seguidores y a los que no lo son. Krauze se pregunta “¿qué pasará cuando Obrador decepcione a la sociedad por las promesas incumplidas y no les entregue el paraíso que les prometió?”

Veamos qué pasó con la gran decepción que nos propinó Vicente Fox, quien sólo tardó 15 minutos, después de tomar protesta como Presidente de la Nación, en incumplir su primer promesa. Qué pasó con la decepción que nos causó a la mayor parte de la sociedad la errónea y mortal  administración de Felipe Calderón. Pues lo que pasó es que el Partido Acción Nacional (PAN) fue perdiendo popularidad, hasta ponerle en bandeja de plata el país al Partido Revolucionario Institucional (PRI), que sólo regresó al poder para regir uno de los sexenios que más agravios económicos y criminales ha propinado a la sociedad mexicana. Ya habrá quien le cuente a Enrique Peña Nieto sus felices cuentas, las de lo bueno cuenta mucho, que hoy no salvan del naufragio a su partido.

Las dos últimas administraciones federales prianistas no sólo fueron decepcionantes en muchos sentidos, sino que pasarán a la historia como sexenios en los que la corrupción de la clase política creció tanto, como los grupos criminales que ocuparon los espacios de gobierno en muchas regiones del país. Serán recordados los mandatos de Calderón y Peña como aquellos en los que el Gobierno mexicano se desdibujó ante el poder de la criminalidad, que se erigió poderosa por la ineficacia y ausencia del Estado en todos los órdenes de gobierno. Serán posiblemente los más celebres mandatos sangrientos regidos por políticas de seguridad y económicas tan decepcionantes, que no corrigieron el rumbo del país, en cambio, lo enredaron en una espiral de violencia y en tantos entuertos económicos, que la sociedad, la de la clase media y hacia para abajo ha sido muy afectada.

Como consecuencia de esas amargas decepciones, hoy la mayor parte de los mexicanos aborrece a los prianistas y están dispuestos a llevar a la Presidencia de la República a López Obrador –el voto antisistema es hoy superior al voto anti-AMLO–. ¿Y qué es lo que pasó con tan decepcionantes administraciones?, pues que muchos, la mayoría de esos millones de votantes –no militantes– que apoyaron al PRI y al PAN en su momento, hoy los han abandonado y han engrosado los porcentajes de Morena.

Al final del día eso es la democracia: elegir a unos y luego quitarlos si resultan más incompetentes de lo previsto, para poner a otros y examinarlos en funciones. Y eso es lo que yo espero que suceda, que se vayan del gobierno federal los prianistas, que llegue Morena con Obrador; que trabajen para nosotros, que deberemos vigilarlos y reclamarles sus fallos y sus “promesas” rotas, ya que sólo un niño se cree el cuento del paraíso, ese ya se perdió hace mucho. Y si AMLO nos falla, como los otros, lo bateamos.




Margarita, lastimas a tus seguidores

FOTO: Breaking Com Mx.

Colaboración Especial

Por Roberto E. Galindo Domínguez

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Es pronto para saber qué pasará con los electores que Margarita Zavala logró convencer para que decidieran votar por su candidatura, esos que abandonó a la suerte de los otros candidatos. Que Felipe Calderón y Margarita hayan pactado la declinación para apuntalar al tercer o al segundo lugar: eso sólo lo saben ellos y él o los involucrados; pero que la intención del votante vaya acompasada con las maromas políticas de la renunciante y su marido, eso es otra cosa; no obstante Zavala todavía puede decir o sugerir por cuál de los candidatos, que se mantienen en contienda, va su minicargada, pero eso no evitará que en la mente del “pro-margarito” o la “pro-margarita” se libre una batalla de conciencia, claro, después del luto por la temprana muerte de su avezada candidata.

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Aunque parezca raro, en algunas encuestas se maneja que la mayor parte de sus seguidores creían que Margarita Zavala era una opción antisistema, empezando por ahí la situación se pone fantástica, pero estamos en un México más surrealista que el definido por André Bretón. Luego entonces, si esos seguidores iban a votar por ella por considerarla antisistema, sería incongruente pensar que ahora votarán por José Antonio Meade o Ricardo Anaya; pero en el mundo maravilloso del voto panista antisistema es probable que sus seguidores laven sus intenciones electorales y las enfilen por Anaya, o que ante la devastadora desilusión crean que Meade no es priísta y que es capaz de mejorar al país, y lo unjan como líder; incluso puede ser que tras el desdén de Zavala, los votantes que “ha dejado en libertad”, se identifiquen con Jaime Rodríguez a pesar de sus medievales propuestas.

Pero lo anterior no es lo más enrevesado. Se está manejando a partir de algunas encuestas que un 34% de los exseguidores de Zavala se inclinarían por Andrés Manuel López Obrador (AMLO) por considerarlo el candidato más  antisistema; que un 27% lo captaría Ricardo Anaya; que un 11% buscaría cobijo en el Partido Revolucionario Institucional (PRI); y que el resto se quedaría en el limbo electoral sopesando su decisión.

Aunque también hay otros encuestadores que vaticinan que AMLO sería la tercer opción de los olvidados de Zavala, que Jaime Rodríguez sería la segunda; y que por coincidencia natural, a pesar de los dimes, diretes y traiciones al interior del Partido Acción Nacional (PAN), la primera opción de los exzavalistas sería Ricardo Anaya. Lo que está definido es que nada lo está. Los cuatro puntos promedio que tenía Zavala en los últimos días, en la mayoría de las encuestas, no se trasvasarán completos a otro candidato, me parece que se van a dividir entre los que quedan.

El miércoles 16 de mayo, Margarita Zavala fue entrevistada en el programa Tercer Grado, y a pesar de la insistencia de sus interlocutores, no aceptó que declinaba por Anaya o por Meade. Es de resaltar que criticó a AMLO, pero también al panista y al priísta. Lo que quedó claro es que a ella con su claudicación se le quitó un gran peso de encima. Se mostró mejor articulada en la expresión de sus ideas y eso constata que ella no estaba a la altura de las exigencias presidenciales, que fue un producto armado por el calderonismo. Con el tiempo se verá si su retirada de la carrera presidencial se amparó tras bambalinas con un acuerdo cupular.