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El genocidio de Ruanda. El día que Dios se fue de viaje

Sobreviviente del genocidio en Ruanda. FOTO: James Nachtwey / Interiores: El País

Tierra Incógnita

Por Sealtiel Enciso Pérez

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). África siempre se ha caracterizado por ser una nación con inmensas selvas y sabanas en donde abundan animales salvajes como leones, cebras, elefantes; incluso se ha llegado a afirmar que este continente, uno de los más extensos sobre la tierra, fue la cuna de la humanidad. Lamentablemente, esta hermosa tierra también se caracteriza por tribus de gente pasional y bárbara que suele dirimir sus diferencias asesinando al contrincante por pretextos tan banales como diferencias políticas, clasistas e incluso sexuales. Únicamente analizando la historia de estos pueblos y naciones puede uno comprender los espantosos sucesos que ocurrieron durante 1994 y que ocasionaron la muerte de manera violenta de por lo menos 800 mil seres humanos.

La República de Ruanda es un país que se encuentra situado en la parte centro-oriental del continente africano. Está rodeada por los países de Uganda, Burundi, la República Democrática del Congo y Tanzania. Sus principales atractivos son las selvas y las miles de colinas que componen su orografía entre las cuales habitan los famosos gorilas lomo plateado. La mayoría de la gente vive de la agricultura y el turismo, y a partir de la primera década del siglo XXI empezaron a explotar la minería. Los asentamientos masivos en esta zona se dieron a partir del siglo X, cuando la mayoría de las personas se dedicaban a la explotación de las tierras de cultivo; sólo la décima parte de la población se dedicó a la ganadería. No obstante, con el paso del tiempo empezó a surgir una división natural entre estos grupos los cuales se denominaron como hutus (agricultores) y tutsis (ganaderos).

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Por desgracia, con la llegada de las potencias europeas a esta región del continente, Alemania a finales del siglo XIX, y Bélgica a partir de los años 30’s, empezaron a fomentar y ahondar las diferencias entre estos grupos, sobre todo, al imponerse un carnet de identidad en el que —obligatoriamente— referenciaban a qué grupo étnico pertenecía cada individuo.  Asimismo, se establecieron las “casta sociales”, siendo los tutsis el grupo más favorecido y privilegiado, ya que concentraban el mayor poder económico; sin embargo, eran considerados una minoría. Por otro lado, los hutus, quienes conformaban el 80% del total de la población del país, fueron relegados a los puestos de menor nivel dentro del gobierno, e incluso tenían menor acceso a los servicios de salud y educación. Ni siquiera los grandes movimientos políticos y sociales que ocurrieron en África como producto de la Segunda Guerra Mundial, lograron cerrar estas heridas, sino que las acrecentaron y exaltaron hasta niveles peligrosos para la integridad de sus habitantes.

A partir de 1961 se declaró la independencia del país y se conformó la República de Ruanda, por lo que los ciudadanos empezaron a buscar la forma de establecer un nuevo gobierno, pero ambos grupos se peleaban la dirigencia y poseían el deseo de acaparar el control de éste. Los tutsi, grupo que había sido privilegiado por muchos años con el poder, llevaron a cabo acciones de desacreditación sobre sus adversarios. Por su parte, los hutus, cansados de más de medio siglo de segregación y vejaciones, vieron la oportunidad de empoderarse y dirigir el destino de su nación, un país que estaba conformado casi en su totalidad por dicha etnia. Ambos grupos se integraron en partidos políticos, los cuales exhibían constantes manifiestos radicales que proclamaban el aniquilamiento de los contrincantes como una forma de conseguir la paz y consolidar el estado que anhelaban.

Durante 1961, dentro de Ruanda surgieron desórdenes que culminaron con la muerte de cerca de 20,000 habitantes; la mayoría de las víctimas pertenecían a la etnia de los hutus. Con la consolidación del nuevo gobierno, bajo las órdenes de Grégoire Kayibanda, comenzó una era de desarrollo, sin embargo, la minoría tutsi al verse desplazada del poder prefirió emigrar hacia los países aledaños y desde estos sitios realizaban incursiones de hostigamiento y asesinato de ciudadanos hutus. Durante la década de los 60´s, este tipo de acciones violentas fueron incrementándose hasta que en 1972 se produjeron en Burundi terribles matanzas de hutus a manos de los tutsis; según cálculos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), la cantidad de muertos ascendió a 350,000. Al conocerse estas lamentables noticias, los ciudadanos hutus dentro de Ruanda derrocaron al presidente y nombran a un general hutu de nombre Habyarimana con la intención de redefinir su política interior y forzar la implementación de mejores y mayores oportunidades para esta etnia.

Durante la década de los 70’s y 80’s, hubo una paz al interior de Ruanda y una estabilidad política y económica que les permitió al país progresar en cuanto a los servicios públicos. Esta nación africana se convirtió en una potencia en la producción de café, el cual se consolidó en su principal fuente de divisas; no obstante, esos años fueron de gran volatilidad en el mercado cafetalero y el precio del mismo disminuyó hasta en un 50%, por lo que dicha situación creó severos problemas de pobreza entre los ciudadanos de Ruanda, y resurgió el odio entre tutsis y hutus culpándose unos a otros del estado en que se encontraba el país en esos momentos.

La chispa que detonó el “barril de pólvora” en que se había convertido esta región, fue el asesinato del presidente Juvénal Habyarimana, el 6 de abril de 1994, supuestamente a manos de integrantes de los tutsis. Su avión fue derribado con un misil cuando se disponía a aterrizar en la capital del país; este asesinato fue considerado por los hutus como el deseo manifiesto de los tutsis por volver a llevarlos a una situación de esclavismo y sumisión, tal como estuvieron hasta hace pocos años, cosa que los hutus no estaban dispuestos a aceptar. Durante los siguientes cuatro meses se desataron matanzas por toda Ruanda, la mayoría de las víctimas se ejecutaron con armas blancas entre las que el machete era la preferida. Se calcula que aproximadamente 800 mil personas perdieron la vida, miles de mujeres violadas y más de 5 mil niños, producto de esas violaciones, fueron también asesinados.

El odio guardado por decenas de años entre estas etnias explotó de una forma brutal y aterradora. La mayor parte de los muertos pertenecían a la etnia de los tutsi, quienes fueron aniquilados casi en su totalidad. Era tanta la rabia contra este grupo que las milicias de asesinos hutus extendían sus masacres hacia aquellos integrantes de su propia etnia que sostenían posturas moderadas, o que simplemente ayudaban a personas tutsis que deseaban huir de la barbarie. Existen películas que se basan en testimonios de personas que vivieron en carne propia estos episodios, y que relatan con toda crudeza las visiones apocalípticas que pudieron apreciar de primera mano en esa época en aquel país. Algunos de estas cintas son: Hotel Rwanda, Disparando a perros, Sometimes in April, 100 Days, Flores de Ruanda, Shake Hands with the Devil: The Journey of Roméo Dallaire, El día que Dios se fue de viaje (Le jour où Dieu est parti en voyage), Los 100 días que no conmovieron al mundo y Los pájaros cantan en Kigali.

Algo que llamó la atención del mundo fue la pasividad e indolencia con la que se comportaron los países que siempre se han erigido como los policías del orbe y que imponen sus decisiones por encima de la autodeterminación de las naciones, me refiero a los Estados Unidos de América y Rusia, así como sus países satélites. Tal vez la razón de ello fue que Ruanda no era un país con grandes yacimientos de petróleo o con minas repletas de diamantes o uranio de la cual pudieran obtener pingües ganancias. Las organizaciones como la ONU y agrupaciones religiosas como la iglesia católica y musualmana, las más extendidas en todo el mundo, también demostraron su ineficacia y desinterés ante el genocidio que se perpetraba en este país; sus posturas mojigatas y tibias sólo manifestaron una vez más el servilismo hacia los intereses de los países que les dan cobijo y las patrocinan.

Esta fúnebre fecha debe ser recordada por toda la humanidad, meditada y tratada como algo que jamás debe de repetirse. Es un llamado a los países del mundo a hermanarse y buscar soluciones pacíficas para aquellas regiones donde existen graves desigualdades, o como en Ruanda, donde había inmensos abismos de incomprensión y odio entre los habitantes. Jamás el dinero o la codicia debe quedar por encima de la vida humana, y es por ello que la tragedia del 6 de abril de 1994 nos llama a una profunda reflexión de las instituciones religiosas y políticas.

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AVISO: CULCO BCS no se hace responsable de las opiniones de los colaboradores, esto es responsabilidad de cada autor; confiamos en sus argumentos y el tratamiento de la información, sin embargo, no necesariamente coinciden con los puntos de vista de esta revista digital.




#MeToo: ¿Justicia para las mujeres o moderna piedra de los sacrificios?

FOTOS: Internet

La Última Trinchera

Por Roberto E. Galindo Domínguez

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Las denuncias hechas por mujeres en las redes sociales sobre violadores, acosadores y agresores son una muestra de su hartazgo por los ataques sexuales y los otros agravios que sufren en una sociedad dominada por los hombres. El #MeToo mexicano surge tras las gestas estadounidense y francesa, principalmente, y al igual que en esas sociedades, en la nuestra ha causado controversia, además de una creciente rivalidad entre importantes sectores de los géneros femenino y masculino.

Por desgracia, las instituciones públicas encargadas de asistir a las mujeres y las instancias legales de administración de la justicia lucen por su incompetencia e incluso por cometer agravios contra ellas, por lo que las denuncias de las internautas son una manera de resistir a la violencia y una forma de lucha para equilibrar las relaciones entre mujeres y hombres, sin embargo, esas denuncias pueden no ser suficientes al propósito de la reivindicación de la mujer si no son acompañadas de pruebas que las confirmen, y más, cuando las acusaciones son anónimas.

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Tras las imputaciones tuiteras debería darse el reconocimiento y el arrepentimiento por parte del agresor, pero además, correspondería juzgar la afrenta por las vías legales y de ello desprenderse el castigo pertinente. Lamentablemente, en México el camino de la querella es tortuoso, el proceso legal intrincado, y los resultados ínfimos cuando se denuncia cualquier tipo de agresión sexual; es por eso que muchos de los testimonios en los diversos movimientos #MeToo son anónimos, dicen las administradoras de las páginas que son confidenciales. Pero ¿quién se erige en juez y parte?

Es entendible que muchas mujeres expongan a sus agresores de manera incógnita y más cuando éstos son sus superiores laborales, profesores de la universidad, individuos con poder económico o con fama, o simplemente mayores que pudieran realizar actos vengativos sobre ellas. No obstante, ese anonimato puede generar descrédito, pues no sólo se trata de decir “yo sí les creo”, que no deja de ser un acto fundamental para llevar la lucha de las mujeres al siguiente nivel, pero sin mayor prueba que su dicho se vulnera en el acto al “presunto culpable”, y cualquier acusado por el delito que sea no es culpable hasta que se le compruebe lo contrario en la instancia correspondiente, y no cuando sólo es expuesto en las redes sociales.

Si el movimiento #MeToo Mexicano aspira a trascender más allá de lo virtual, las denunciantes deberán probar sus acusaciones, pues de lo contrario estarán acuchillando en la moderna piedra de los sacrificios a culpables e inocentes, ya que salvo la “presumible víctima y el presunto agresor”, nadie más —o casi nadie— puede estar seguro de la veracidad de la acusación tuitera. Los señalados son culpables en las redes, sin embargo, puede que ni siquiera lleguen a presuntos, aunque bien dice el dicho que si el río suena es porque agua lleva; aunque dentro del torrente acusatorio femenino puede haber inculpaciones falsas desprendidas de rivalidades, venganzas, amores no correspondidos y toda la gama de sentimientos derivados de las relaciones mujer-hombre, incluso de las profesionales, académicas y de cualquier otra índole. Y siendo así, se estará librando una batalla contradictoria, pues la reivindicación de las que han sido violentadas no debe justificar el generar víctimas. Ni una víctima más debería ser la consigna, sin importar el género, aunque por datos estadísticos las denuncias falsas sean mínimas.

Por otro lado, las maneras de relacionarse entre mujeres y hombres están cambiando —y muy rápido—, así que deberemos ajustarnos a una realidad en la que comportamientos antes no mal vistos como el decir piropos, o tolerados como el solicitar sexo a cambio de algo, o el de ofrecerlo por un fin diferente al carnal —también las mujeres hacen esto—, ya no son conductas totalmente aceptadas y dependiendo del contexto en que se den pudieran implicar la comisión de un delito. Debe quedar claro que la perversidad, la lujuria y el ejercicio del poder sobre el otro no son de exclusividad masculina, aunque han sido más ejercidos por los hombres.

Debemos saber y entender, hombres y mujeres, cuáles conductas son acoso, cuáles son hostigamiento y cuales no lo son —más allá de que hay delitos sexuales bien tipificados—, pues una mirada lasciva, una proposición de coito o un adjetivo admirativo pueden no implicar comportamientos ultrajantes; y si ahora la interpretación de tales procederes es multivalente y es difícil jerarquizarlos, entonces traerlos del pasado y calificarlos con una perspectiva a posteriori, que tiene una carga valorativa que antes no se tenía, vuelve muy complejo el entramado de las relaciones entre individuos. Aun así, desde la perspectiva de una mujer, pueden ser ataques a su persona, aunque antes de los movimientos MeToo no lo haya considerado de esa manera. El “feminismo” a ultranza ha malentendido muchas conductas masculinas y muchos hombres han cometido delitos amparados por estas. El conflicto es de los dos lados.

Habrá que regular los acercamientos sexuales para no incurrir en conductas que pudieran ser consideraras criminales o que lo sean. Las integrantes del MeToo tienen mucho que hacer al respecto y también nosotros, pues no es lo mismo una violación que una solicitud de cópula y pedir sexo no necesariamente implica acoso. Mientras se regulariza la interrelación entre féminas y varones con protocolos y leyes específicas y en lo que se instaura una nueva forma de socialización entre ambos sexos, no estaría de más que las que han lanzado las acusaciones salgan de la confidencialidad y procedan en consecuencia; puede ser para ellas lo menos deseable después de haber sufrido algo todavía peor, pero es lo que se tiene para hacer que las cosas trasciendan más allá del enjuiciamiento en la Internet.

Las mujeres tienen el impulso del movimiento MeToo, el cual alcanzó a figuras de medios artísticos y profesionales, pero satanizar a los “supuestos perpetradores” no está contribuyendo a consolidar su gesta, al contrario se están boicoteando, pues las acusaciones no probadas disminuirán la credibilidad de un movimiento que parece legitimo. Las imputaciones en las redes van desde violaciones, manoseos, coitos pedidos a cambio de algo desde una posición de poder, y hasta pederastia, como la que de forma anónima cayó sobre Armando Vega Gil, uno de los fundadores del grupo de rock Botellita de Jerez, quien se suicidó como consecuencia de la misma, según escribió en una misiva en la que se declaró inocente. Debe resaltarse que la acusación en su contra no estableció que se hubiera cometido una violación o un acto sexual, sino la certeza de la implicada, racionalizada años después, de que el aludido cometió acoso con las intenciones de perpetrar un acto ilícito mayor. Vega Gil se quitó la vida, y no acusen sólo a su condición mental, cualquiera que ésta fuera, por cometer ese acto; pues entonces estarían desvirtuando el llamado cyberbullying que ha llevado a muchos a suicidarse.

El movimiento MeToo tiene una solidez y es que son las mujeres quienes lo ejercen dentro de una sociedad machista que las ha oprimido, agredido y asesinado, pero tiene varias disfuncionalidades y entre éstas, además del anonimato de muchas de las delatoras, está la diversidad de las acusaciones;  aunque algunas son graves, muchas otras son delaciones que no señalan un delito, sino una conducta que a la implicada no le agradó: desde miradas, mensajes de texto, infidelidad, promiscuidad, hasta comentarios basados en “alguien me dijo que”. ¿Entonces qué se denuncia? Antes de enjuiciar en la red de los sacrificios a alguien deben tener claro de qué lo acusan, así como las consecuencias de su imputación, pues la necesidad de justicia no justifica el linchamiento de quienes no cometieron un delito, ya que una vez señalados sufrirán las consecuencias de la estigmatización.

La controversia no se ha dado sólo entre hombres y mujeres, también ellas han cuestionado el proceder de las tuiteras feministas, pues no se trata de sacar corazones a cuchillo en una guerra entre los sexos. Tras el suicidio de Vega Gil, las administradoras de la página #MeTooMúsicosMexicanos, donde fue acusado, anunciaron que la cerrarán y que lamentan si lastimaron a alguien allegado a Vega, así como su suicidio; así mismo, se disculpan por los daños causados al movimiento feminista. Si las administradoras y la persona que dice haber sufrido el agravio se desentienden de sus acusaciones y no llegan hasta las últimas consecuencias de sus actos, estarán disminuyendo la fuerza de un movimiento que no ha acabado de formarse. Y no estoy diciendo que Vega Gil fuera inocente, nada más tengan en cuenta que algunas cuchilladas, aunque virtuales, matan, y si él fue culpable deberán probar sus dichos para que se establezca de qué lo fue.

Esta compleja situación no se va a resolver pronto, es un proceso en el que se cometerán muchos errores de ambas partes; espero que sus frutos modifiquen las conductas inadecuadas y eviten la comisión de cualquier tipo de ataque contra las mujeres. Mientras tanto, a partir del cisma generado por el MeToo en nuestra sociedad, muchos agresores denunciados o no, van a pensar más de una vez en las implicaciones de cometer un acto que perjudique a una mujer. Los hombres debemos reflexionar sobre nuestras conductas y entender que son tiempos de cambio y asimilarnos a estos. El #MeToo Mexicano es el inicio de lo posible y deberá elegir bien sus maneras de proceder para que su lucha no sea una moderna piedra de los sacrificios y trascienda lo virtual para instaurarse en las formas de relación social. Sólo cuando las agresiones en contra de las mujeres paren la sociedad podrá ser equitativa e igualitaria.

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Las “niñas madre”, víctimas de violencia y abuso

FOTOS: Internet

Sexo + Psique

Por Yaroslabi Bañuelos

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Hace algunas semanas, en la provincia de Tucumán, Argentina, se dio a conocer un desgarrador caso que conmocionó a la comunidad internacional: “Lucía”, una pequeña de apenas 11 años, fue forzada a dar a luz a través de una riesgosa cesárea. La menor había sido violada por la pareja de su abuela, y como consecuencia de dicha agresión quedó embarazada; cuando se detectó la gestación, la niña expresó de forma contundente su deseo de interrumpir el embarazo: “Quiero que me saquen esto que me puso adentro el viejo”. Sin embargo, ni los médicos ni las autoridades respetaron la decisión de “Lucía” —seudónimo utilizado por los abogados y los medios de comunicación para proteger la identidad de la menor—   y le administraron medicamentos para acelerar el desarrollo fetal.

Cabe señalar que, aunque el aborto no es legal en Argentina, se puede acceder a éste en casos de violación o cuando la vida de la mujer embarazada corre peligro, o al menos eso se supone, pero, según los abogados de la niña, los funcionarios del hospital no coordinaron la interrupción del embarazo de “Lucía” y vacilaron durante semanas, siendo sometida a la cesárea el miércoles 27 de febrero del presente año. No obstante, el actuar de las autoridades por encima de los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres no fue la única acción indignante en este caso. Unos días después del parto obligado de “Lucía”, el periódico argentino La Nación publicó un editorial titulado “Niñas madres con mayúsculas”; en dicho texto, el diario aplaude y glorifica a las menores que se han convertido en madres, lo cual queda plasmado en frases como “resulta admirable y emocionante ver desplegarse el instinto materno” o “admiración hacia las niñas madres, madrazas por cierto”.

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Lo más peligroso en esta lamentable situación, es que el editorial de La Nación pasa por alto las circunstancias que provocaron esas gestaciones no deseadas y minimiza la violencia real hacia las niñas y mujeres, ya que en su mayoría se trata de embarazos infantiles forzados, aquellos que ocurren en menores de 14 años, casi siempre productos de violaciones y abusos sexuales reiterados. En gran parte de esos casos, es común que en las naciones en vías de desarrollo y países subdesarrollados a las pequeñas se les niegue una atención médica de calidad y se obstaculice la Interrupción Legal del Embarazo (ILE). La periodista española Berna González Harbour señala en un artículo en El País: “La niña fue forzada dos veces: por su violador, y por quien le impuso la cesárea contra su voluntad”. Asimismo, después del caso de “Lucía”, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) declaró que “el embarazo en la infancia no está vinculado al “instinto materno”, es abuso sexual y por tanto el embarazo es forzado”.

Datos y cifras

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), 1 millón de niñas menores de 15 años dan a luz cada año, la mayoría de ellas vive en situaciones de marginación social y pobreza, sin embargo, datos ofrecidos por el Fondo de Población de Naciones Unidas (UNFPA) esa cifra se eleva a 2 millones, y se estima que en 2030 serán tres millones las niñas que afronten un embarazo y un parto. Sin mencionar que más del 80% de esas niñas abandonaran los estudios.

De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), durante el 2016, en México se registraron casi 400 mil nacimientos de madres menores de 19 años, es decir, estos fueron 17 de cada 100 nacimientos reportados en dicho año, de los cuales, 737 fueron por parte de pequeñas de 10 a 12 años y 8 mil 818 de niñas de 13 a 14 años. En 2017 la cifra aumentó, ya que hubo 9 mil 748 partos de madres que tenían entre 10 y 14 años. Entre los países que conforman la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), México tiene el mayor índice de embarazos infantiles y adolescentes; asimismo, América Latina es, a nivel mundial, la segunda región con más embarazos precoces, sólo superada por la región de África subsahariana.

Riesgos y consecuencias

El embarazo temprano pone en riesgo la salud de la joven gestante y del recién nacido, ya que los bebés de madres menores de edad se enfrentan a un 50% más de riesgo en mortalidad prenatal o de morir en las primeras semanas de vida, a diferencia de los bebés de mujeres mayores de 20 años, esto debido al bajo peso al nacer y múltiples complicaciones médicas. De igual forma, la OMS señala que a nivel global, las complicaciones durante el embarazo y el parto son la segunda causa de muerte entre las adolescente de 15 a 19 años en todo el mundo. Según Unicef, estos casos sobrepasan lo que se considera un “riesgo médico obstétrico”, y abarcan otros problemas de carácter social que afectan de forma grave la integridad psicológica de las niñas. Un embarazo infantil no sólo se trata de atravesar los cambios físicos y emocionales que genera un embarazo normal como lo haría saludablemente una mujer adulta; una niña no cuenta todavía con el desarrollo fisiológico, cognitivo ni emocional para afrontar un alumbramiento, por lo que la gestación se convierte en una tortura tanto física como psicológica para la pequeña.

Hay que reconocer que una niña jamás planea su embarazo, es por ello que el drama de las “niñas madres” no sólo se restringe a la poca o nula educación sexual que existe en las comunidades más pobres, gran parte de estos casos no ocurren por relaciones sexuales consensuadas, son provocados por la situación de desigualdad y violencia generalizada hacia las menores que gobierna en muchos países: violaciones (intrafamiliares), abuso sexual, maltrato, pobreza, marginación, acoso y matrimonios infantiles forzados, entre muchas otras formas de agresión. El año pasado, el ex secretario de Salud, José Narro Robles, declaró que cada día del 2017 hubo dos nacimientos, cuyas madres eran niñas de entre 10 y 11 años. “Pero, ¿cómo es posible? ni biológica, ni moral ni éticamente; esto no está bien”. […] El 70 por ciento de quienes las embarazan — porque las niñas no se embarazan solas, alguien las embarazó— es un adulto de 18 años o más”, dijo Narro Robles en aquella declaración.

No lo olvidemos: las pequeñas que cargan en sus entrañas la pesadilla de la violencia no son “niñas madres”, son niñas violadas, maltratadas, humilladas, torturadas y víctimas de una serie sistematizadas de abusos de todo tipo. El embarazo forzado es una vulneración de los derechos humanos. No existe la maternidad infantil, las pequeñas no tienen la obligación de ser madres, todas las niñas y los niños deben vivir su infancia sin torturas ni sufrimiento, en un ambiente que les permita crecer saludablemente y que favorezca a su desarrollo integral.

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Foro “Un México Más Fuerte, Pilares de Paz Positiva”; preguntas por responder

FOTOS: Facebook Un México Mas Fuerte, Pilares de Paz Positiva.

Agenda Comunitaria

Por Frank Aguirre

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Hace alrededor de un mes, tuve la oportunidad de participar en el Foro Nacional Un México Más Fuerte, Pilares de Paz Positiva, en el cual realicé una ponencia sobre la democracia participativa y la colaboración cívica en el barrio; allí surgieron muchas dudas acerca de mi trabajo previo y respecto al tema en cuestión. Quisiera aprovechar el privilegio de publicar en este espacio para contestar el resto de preguntas que los interesados me hicieron llegar y no tuve antes el tiempo de responder:

¿Qué alianzas has construido para aumentar tu impacto en la comunidad?

Con Fundación para la Democracia hemos tenido interés mutuo en fortalecer el trabajo local en La Paz a través de conocimientos, métodos y herramientas que se comparten desde la Fundación. Asimismo, por medio de la organización Por México Hoy hemos colaborado con la intención de aprender mutuamente, partiendo del trabajo ya realizado, y por último, con la Red de Sintonías se ha discutido acerca de la diversidad de pensamiento, ideas y actividades y como ello favorece para encontrar una agenda en común que ponga el localismo al centro.

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¿Hubo algún intento de sabotaje a tu candidatura? ¿Cómo lo manejaste?

Con un bajo nivel de política, efectivamente hubo individuos que a inicios de la pre-campaña buscaron desprestigiar los elementos visuales que manejábamos y nuestro trabajo de comunicación, atribuyendo un plagio —inexistente— del logotipo de la candidatura y una “copia” de uso de colores; esto fue un intento infundado de atribución ridícula sobre la autoría intelectual sobre la gama y el Pantone de los colores. Posteriormente, buscamos construir un diálogo no que no fue correspondido por los quejosos, desconociendo sus causas; a falta de intención de su parte por aclarar el tema, nos concentramos en lo que en ese momento era realmente importante: pedirle permiso a miles de personas para representarles sin partido en la elección del 2018.

Actualmente, ¿cuál es el papel de la ciencia en el desarrollo de la paz?

El papel de la ciencia en el desarrollo de la paz debe de comenzar a “transicionar” hacia un rol más presencial y protagonista en la construcción de este estado armónico; enseñar a la sociedad organizada —como líderes de colonia, activistas, colectivos u organizaciones— métodos y estrategias de acción, formación teórica, desarrollo ideológico y pensamiento crítico. En mi consideración, la construcción de conocimiento, recopilación y análisis de información, así como la publicación de datos y diagnósticos, es esencial pero insuficiente si estos no se aplican en campo o si no la información no regresa a donde fue recabada.

¿Cómo se puede integrar la tecnología en las iniciativas de paz para empoderar comunidades?

Creo que el caso del portal Verificado Mx es uno de los más grandes ejemplos de formación de paz a través del correcto uso de la tecnología —medios modernos de comunicación, investigación y difusión inmediata, estrategias basadas en la comunicación extensa y asertiva— pues contribuyeron a reducir en gran escala la desinformación durante las elecciones del 2018 y, por ende, a la destrucción de prejuicios y la alienación del pensamiento.

 ¿Cómo lograste vincular la medicina con la paz de manera personal y profesional?

Creo desde las primeras prácticas como estudiante de la Facultad, pues la medicina siempre ha estado relacionada con la sanación, con la paz del cuerpo físico, que no es otra cosa que tener el cuerpo en condiciones saludables para desenvolverse.

¿Qué alcance se tiene a través de “Es Posible”? Con el objetivo de enfocar esfuerzos y no “dobletear” trabajos, ¿ha existido algún acercamiento con otras plataformas?

“Es Posible” no tiene un alcance amplio, pero sí uno profundo, dada su intención de trabajar en la calle, con cualquier tipo de vecindad, colonia o barrio; nos hemos acercado con organizaciones locales de la sociedad civil, quienes laboran con temáticas que la misma comunidad ha dicho desconocer o carecer de información para enfrentar problemáticas o acciones que les interesa aprender e implementar.

 ¿Crees que la educación y la cultura sean los principales pilares para la disminución de violencia y la corrupción en México?

Definitivamente. Creo que un sistema educativo que se centre en el desarrollo de los diversos tipos de inteligencia (kinestésica, interpersonal, naturalista, lingüistico-verbal) durante el desarrollo escolar es fundamental para la formación de las personas y la disminución de la violencia; asimismo, es importante tener en cuenta la reafirmación de nuestra consciencia histórica acompañada de civismo y de procesos que nos pongan a analizar, entender y evaluar la manera en la que se organizan los conocimientos que se pretenden interpretar sobre el mundo.

 ¿Hubo algún intento de sabotaje a tu candidatura por parte de otros partidos? ¿Cómo fue?

Sí. Sin embargo, no tenemos certeza acerca de cuál partido se trató; una investigación rápida en redes nos ayudó a detectar un par de bots que constantemente realizaban comentarios xenofóbicos y clasistas sobre mi persona.

 ¿Cómo lograr que los jóvenes así como la opciones alternas a los partidos políticos incidan en las decisiones de las autoridades?

Si están organizados, entonces es conveniente buscar que estos grupos se vinculen con otros colectivos o movimientos con agendas en común, entre más personas sean más fortalecidos se encontrarán, y más llamativo y resonante será el mensaje. Es importante el trabajo de comunicación asertiva en los espacios mediáticos.

 ¿Cómo crees que podemos integrar la tecnología en iniciativas de paz para empoderar a las personas y comunidades?

Actualmente, la tecnología tiene dos filos, enajenar a las personas a través de contenido basura en atractivas plataformas convencionales, o sustituir el exceso y la carga de trabajo a través de aplicaciones y plataformas que nos ayudan a desempeñar nuestras actividades de forma más expedita, para así lograr contar con un mayor tiempo libre, tanto para uno mismo como para la familia, o sea, tener la posibilidad de convivir y disfrutar la ciudad, pueblo, rancho o comunidad.

¿Podrías comentar algunos proyectos en concreto que hayan nacido de “Es Posible”?

Uno de ellos es la ExpONG A.C., la cual se trata de un festival ciudadano que busca vincular a Organizaciones de la Sociedad Civil (OSC), movimientos sociales o colectivos, con habitantes del barrio que hayan mostrado necesidad e interés de aprender de dichas OSC.

¿Ustedes le dan seguimiento a la creación, desarrollo e implementación a esos proyectos, ¿cuánto tiempo toma aproximadamente?

Sí, damos continuidad y acompañamiento del trabajo de comunitario; el mismo barrio elige un representante para estar en contacto directo y compartir el diagnóstico, así como un resumen elaborado sobre las sesiones realizadas. El proyecto dura algunos meses.

¿El apoyo se trata de fondos económicos? ¿O sólo es asesoría?

El trabajo de barrio es una co-creación o colaboración, no utilizamos la palabra “apoyo”. También asesoramos a la comunidad respecto a la toma de decisiones que se tiene que llevar a cabo para enfrentar una carencia de algún servicio público.

 ¿Cuál es el impacto de dichos proyectos en las comunidades?

Principalmente, en la construcción de espacios públicos, reducción de violencia económica, recuperación de un área urbana, entre otros elementos.

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El ejido mexicano: su historia y aportación a la economía nacional (II)

FOTOS: Noé Peralta Delgado.

Explicaciones Constructivas

Por Noé Peralta Delgado

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). El tema de la propiedad ejidal resulta siempre muy polémico debido al papel que ésta tiene en la actividad económica del país. En lo que respecta a Baja California Sur, se observa que la mayoría de los ejidos aún viven en el atraso económico, muchas veces los ejidatarios poseen amplias superficies de tierra improductivas y sin trabajar; sin embargo, la figura de los ejidos fue fundamental dentro del desarrollo del siglo XX, principalmente estuvo asociada a la Reforma agraria revolucionaria; en la entrega anterior de este artículo se puede profundizar más acerca del origen de los ejidos y su historia.

Para leer la Primera Parte de El ejido mexicano: su historia y aportación a la economía nacional, DAR CLIC AQUÍ

Se dice que no hay malas ideas, sino que las personas que están al frente de éstas son las que ocasionan que dichas ideas fracasen; en la entrega anterior nos quedamos en el año de 1992, cuando se completó el reparto agrario y se dio por finalizado este histórico período, en el que se pretendió hacer justicia y darle a vida al lema La tierra es de quien la trabaja, que hiciera famosa el líder revolucionario Emiliano Zapata. La finalidad de esas causas, eran la reivindicación de los campesinos a los derechos de la propiedad de las tierras labradas.

No obstante, cuando el Gobierno de México inició el reparto agrario entre los campesinos, paralelamente debió introducirse un sistema de educación y profesionalización de la actividad agrícola entre los beneficiados de este programa. El reparto de tierras “entre quienes la trabajan” en esencia no está mal, pero fue la estrategia en la que se dio dicha distribución la que no funcionó; para entender mejor la situación, tomemos como ejemplo el caso de un padre que tiene la necesidad de repartir sus riquezas y propiedades entre sus hijos, ahora imaginemos que los vástagos carecen de educación, preparación y objetivos; cualquiera sabe que dicha riqueza está condenada al fracaso. Algo semejante sucedió con los ejidos.

Mientras se repartían tierras a todo lo largo y ancho de la República Mexicana, se ofrecían créditos accesibles y apoyos económicos para adquirir equipo o invertir en la siembra, por lo que el ejidatario “sobrevivió” durante ese tiempo gracias a la generosa ayuda de los gobiernos en turno a cambio de tener a los campesinos y comunidades dentro “del huacal político”, incluso se empezaron a forjar lideres ejidales que usaban a sus agremiados para beneficio propio, ya sea en cargos políticos o para conseguir buena vida económica familiar. Cuando ya no quedaban propiedades por repartir, después de 36 años de altibajos en la distribución de predios a ejidatarios, llegamos al 6 de enero de 1992, fecha en que se publica en el Diario Oficial de la Federación que se dio por concluida la repartición de terrenos y sucede lo inimaginable para los precursores de la Reforma Agraria, ya que se modificó el Sistema de Propiedad Ejidal y se inició el proceso de privatización con la incorporación de las tierras al mercado, o dicho de otra manera, los predios comunales podrían ser negociados entre particulares y vendidos a cualquier persona.

Aquel 6 de enero del 92, cuando se publicó la reforma del Artículo 27 constitucional, se dio el siguiente argumento: “el campo ocupa un programa integral de apoyo para capitalizarlo, abrir opciones productivas y construir medios efectivos que protejan la vida en comunidad”. Para emitir una opinión al respecto hay que establecernos en un contexto, ya que los tiempos no son los mismos en 1917 —fecha que inició la repartición de propiedades ejidales— que en la actualidad, ni en México ni en el mundo. Mientras que al inicio del siglo pasado los avances tecnológicos y las luchas sociales eran muy diferentes a hoy en día, encontramos que el sistema comunal de tierras que se ejerció en México no obtuvo los resultados esperados, no obstante, tampoco se puede aprobar una venta indiscriminada de predios por parte de los ejidos, sobre todo porque estas propiedades pueden caer en manos de empresas mineras o empresas extranjeras. En Baja California Sur, dicha situación se presenta mayormente en la parte sur del Estado, en donde han surgido conflictos entre ejidatarios y particulares por ver quién se queda con más tierras, pero no para trabajarlas, sino para venderlas a empresas turísticas extranjeras.

Asimismo, es notorio que gran parte de la población mexicana carece de una cultura de superación personal y que posee una escasa mentalidad emprendedora, lo que provoca que el dinero —producto de las ventas de tierras ejidales— no les dure mucho a los ejidatarios vendedores, y más si recordamos que originalmente los predios se repartieron por el principio de confirmación, lo cual significa que se otorgan terrenos a campesinos que nunca habían tenido propiedades, no cabe duda que cuando no nos cuestan las cosas, no las valoramos tanto.

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