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Qué es y qué no es la sororidad

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Hilo de media

Por Elisa Morales Viscaya

 

La Paz, Baja California Sur (BCS).  En los últimos años se ha popularizado el término “sororidad”, y desde el 2018, la RAE la incorporó bajo la definición de agrupación que se forma por la amistad y reciprocidad entre mujeres que comparten el mismo ideal y trabajan por alcanzar un mismo objetivo.

El término sororidad proviene de la palabra inglesa sisterhood, utilizada en los años 70 por Kate Millet, referente del feminismo de la segunda ola y autora de Política sexual. Años más tarde, la académica mexicana Marcela Lagarde utilizó la versión en español, sororidad, por primera vez desde una perspectiva feminista tras verlo en otros idiomas, “encontré este concepto y me apropié de él, lo vi en francés, ‘sororité’, y en ingles, ‘sisterhood’”, explica.

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La sororidad es un término sobre el que la comunidad feminista se hermana y que es clave para crear redes de mujeres que caminen juntas hacia la igualdad convirtiéndose así en una propuesta política para que las alianzas entre mujeres sean posibles y, juntas, encabezar movimientos por y para la mujer.

Es también una forma de rebeldía, de rechazar aquella patriarcal sabiduría popular que reza que “el enemigo de una mujer es otra mujer” y que “mujeres juntas ni difuntas”. El reconocimiento de que la mujer de al lado es hermana y ha vivido los mismos elementos de opresión que una misma, para descubrir que el sistema pretende ponernos en competencia para evitar enfrentarse al poder de nuestra alianza. Aliadas, en lugar de contrincantes, como pretende imponernos el patriarcado.

Pero esto no es en absoluto un pacto patriarcal a la femenina. Mucho se confunden los términos. Ser sorora no implica ser ciega ni muda ni manca ante las acciones individuales de otras mujeres, es apoyarnos y hermanarnos en las cuestiones género. No se busca romantizar a todas las mujeres y sus relaciones, ignorando las individualidades.

Bajo ninguna circunstancia implica que entre mujeres solapemos o consecuentemos a otra que haya violentado, herido o dañado sin razón o al servicio del patriarcado. Mucho menos quiere decir que una mujer feminista que predique la sororidad se encuentre incapaz de defenderse de otra que la ataque o la violente.

Sorora sí, indefensa ante la violencia policial no

Proclamarse feminista parece ser para muchos una invitación a escudriñar en cada gesto y palabra que emitimos, y en seguida suelen sacar su propio –y absurdo– feministómetro cuando una mujer no está de acuerdo con otra, cuando un grupo de mujeres se enfrenta a otro. Por poner el ejemplo más actual y sencillo, hablemos de las recientes manifestaciones feministas del 8M.

En redes abundan las imágenes de las mujeres que marchaban defendiéndose de los ataques policiacos y ¡Huy!, había mujeres policías entre ellas. Que si ¿dónde está la sororidad con las mujeres policías?, proclaman airados los patriarcas. Y bueno, en realidad lo que abunda son imágenes sacadas de contexto que hacen parecer que las manifestantes atacaban a la fuerza policial, ignorando que ellas se defendían de la represión policial.

La autoridad no es tonta, utiliza a las mujeres policía para reprimir y violentar la manifestación feminista, para influir en la opinión pública a través de los medios y señalar que las mujeres manifestantes “violentan” a otras mujeres: las policías, las que ellos utilizan para restringir o impedir el ejercicio de los derechos de manifestación y que reciben –¡como no!–, la respuesta de algunos sectores que se manifiestan.

Este tema ha sido recogido recientemente por Amnistía internacional, que ha expuesto en informes que, a pesar de ser mayoritariamente pacíficas, las manifestaciones feministas y en contra de la violencia de género contra mujeres, son estigmatizadas como violentas. Esta caracterización es perpetrada por las autoridades para deslegitimar el activismo y bajo este pretexto, se les facilita ejercer violencia en su contra, justificando las violaciones de derechos humanos que como fuerza policial ejercen. Y claro, cuando las manifestantes regresan el ataque, salen los terceros con su feministómetro a cuestionar si acaso “la sororidad de las feministas no alcanza para las mujeres policía”, y la verdad es que no.

En ese contexto, no. Cuando una mujer envestida de autoridad ataca a otra para reprimirla, mediante el uso innecesario, excesivo y desproporcionado de la fuerza como una forma de inhibir el derecho de reunión pacífica, pues no puede esperar que en nombre de una falsa sororidad las manifestantes no se defiendan. Que absurdo. Como si practicar la sororidad nos dejara mancas ante los ataques de otra mujer.

Y esto se replica en la vida cotidiana. No todas las mujeres vamos a caernos bien. No todas vamos a gustarnos. No vamos a ser todas amigas por el simple hecho de ser mujer. Pero definitivamente lucharemos sororamente porque a la otra el patriarcado no la violente ni se le trate injustamente en razón de su género –aunque no coincidamos en lo individual.

La sororidad no implica una sumisión a todo lo que las otras mujeres hagan, es actuar en hermandad con la conciencia de que todas nosotras somos parte de un sistema que de alguna manera a cada una nos tiene jodidas, y que ante ese sistema y sus privilegiados perpetradores, tenemos que aliarnos para defendernos.

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Vuelta a Un mundo feliz o el mundo de los neoliberales dichosos

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El librero

Por Ramón Cuéllar Márquez

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). El neoliberalismo es la utopía de Un Mundo Feliz llevada a la práctica. La novela del británico Aldous Huxley (Godalming, 1894-Los Ángeles, 1963), Brave New World (Un mundo feliz, 1932), es la distopía literaria de una humanidad donde básicamente todos son felices, en apariencia, como su título lo sugiere. Se trata de la metáfora de una sociedad súper avanzada que ha logrado la tecnología reproductiva con el cultivo de seres humanos y la hipnopedia, que es el proceso de aprendizaje a través del sueño que padecen los sujetos durante la niñez, según la propia novela, y la manipulación de las emociones a partir del soma, una droga que permite el autocontrol.

La civilización que han creado es entre ambigua y oscura, donde se han establecido las castas y cada uno conoce y acepta la estructura social, que les parece saludable, adelantada tecnológicamente y que goza de una sexualidad libre de culpas atávicas; además, las guerras han sido abolidas y la pobreza económica finalmente eliminada, por lo que se puede afirmar que, en efecto, viven en un mundo feliz. No obstante, el contrasentido del cosmos social es que para alcanzarlo tuvieron que erradicar tropos fundamentales como la familia, la diversidad de los pueblos, el arte mismo, la ciencia como fenómeno de explicación, la literatura, las religiones, la filosofía y la idea del amor o su acción como sentimiento comunitario de unicidad.

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Por otro lado, existen los salvajes, que no acabaron de entrar a la sociedad perfecta o que simplemente no fueron incluidos por accidentes en el método anticonceptivo. Los salvajes viven en tribus más libres que los felices creados artificialmente, que es el planteamiento moral que nos salta después de haber visto cómo se conformaban en la ciudad. En esas tribus tienen su propio modo de vivir y de entender su universo de cosas, con creencias asentadas como el cristianismo o el zuñi. La oposición entre unos y otros, entre los felices y evolucionados contra los salvajes es una clara alusión a la conformación del capitalismo. Y esto es lo que destaco: el neoliberalismo viene a ser la parte capitalista que las oligarquías crearon para su propia reproducción y supervivencia, que plantea el mundo feliz donde el mercado le daría la felicidad a todos.

Con el neoliberalismo aprendimos a sobrevivir si no pertenecías al mundo feliz de las elites: éramos los salvajes que aguardaban las migajas de la aristocracia financiera, cultural e intelectual (el Fonca y los premios literarios en México es un reflejo de ello). La tecnología reproductiva fue la que se generó en las redes sociales, con el cultivo y la siembra de bots; por otra parte, la hipnopedia fue la televisión primero y luego la internet, que es la enseñanza a través del mundo virtual desde la niñez; por último, está el éxito, el dinero, la ganancia y el consumismo como el soma social para controlar las emociones. En el mundo de los neoliberales vivían felices, nada faltaba, se había normalizado la riqueza mal habida y la corrupción como sistema de desarrollo individual, que estaban ajenos a las desgracias del pueblo, es decir, los salvajes de la distopía huxleyriana.

Los que hemos vivido este periodo utópico de ricos “escrito” por las fórmulas económicas diseñadas para beneficiar a unos pocos, implantando un sistema de “castas” superpuestas que aparentan libertad, pero que es una esclavitud disfrazada de libertades laborales, o sea, trabajo mal remunerado y sin derecho a absolutamente nada (el outsourcing, por ejemplo). Apenas estamos entendiendo que vivíamos en el mundo feliz de las oligarquías, en el que propagaban la idea de que tú desde tu pobreza podías acceder, en un golpe de suerte (ellos le llaman “oportunidades”) o con base en la “cultura del esfuerzo”, a riquezas inimaginables.

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El videojuego que nos salvó de la pandemia

Imágenes: Cortesía

California Mítica

Por Gilberto Manuel Ortega Avilés

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Uno de los principales retos que aun estamos enfrentando a nivel mundial a raíz de la pandemia del COVID-19 es el encierro obligatorio; aunque actualmente se han relajado estas medidas de confinamiento, en comparación con el mes de marzo del año pasado en que se decretó una cuarentena a nivel mundial, lo cual sin duda afectó las actividades económicas, comerciales y culturales, pero lo cierto es que el rubro menos considerado y que estaba afectando gravemente a las personas es el nivel psicológico, ya que la población fue restringida en su socialización al no poder visitar a amigos, ir a fiestas o conocer nuevas personas.

Bajo ese panorama, en plena pandemia se lanzó el video juego llamado Animal Crossing: New horizons, que es parte de una saga que viene desde varias consolas anteriores.

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Animal Crossing: New Horizons es un videojuego de simulación social desarrollado y publicado por Nintendo para Nintendo Switch, cuya fecha de lanzamiento mundial fue el 20 de marzo de 2020. Es la novena entrega de la saga Animal Crossing.

Es un videojuego no lineal de simulación de vida a tiempo real. El jugador asume el papel de un personaje personalizable que se mueve por una isla desierta tras comprarle un pack de vacaciones a Tom Nook, un mapache recurrente en la serie. El juego procede a una forma de jugar infinita mientras el jugador explora la isla, y desarrolla una comunidad de animales antropomórficos, el juego introduce un sistema de elaboración que permite al usuario convertir materiales en herramientas y muebles, que pueden ser usados para decorar el interior y exterior de lugar.​ El juego deja que el jugador personalice a su gusto el personaje y no dividirá tipos de peinado o características faciales por géneros. Los jugadores podrán, además, elegir su color de piel.

Este juego cayó como anillo al dedo en el contexto mundial de la emergencia sanitaria, no solo los amantes de los videojuegos lo amaron, sino que personas poco dedicadas a estos vieron en él la oportunidad de visitar amigos, platicar, jugar, incluso hacer fiestas de cumpleaños o celebrar fechas que no pudimos disfrutar en la vida real como Halloween o Navidad, incluso en año nuevo hubo conteo regresivo en la isla.

Hubo muchos nuevos amigos, incluso personas que se enamoraron y celebraron sus bodas en el videojuego vía online, también hasta protestas o reuniones masivas se realizaron por este medio.

Hubo miles de historias de enfermos de COVID que pudieron mantener la cordura gracias al Animal Crossing, durante su aislamiento solitario.

Como lo mencionamos, actualmente de acuerdo a los cambios del Semáforo COVID la medidas de aislamiento se han relajado y vemos una luz al final del túnel de esta pandemia, pero además de los buenos recuerdos, el videojuego -que va a cumplir un año igual que la pandemia-, aun sigue vigente, ya que este día de la amistad dentro de la comunidad virtual se celebró San Valentín y de igual manera se pudo celebrar el carnaval, eventos que aun no podemos tener en la vida real.

Así que si eres un gamer asiduo o una persona nueva en los videojuegos, Animal Crossing es una recomendación inevitable

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El drama de la libertad como espacio entre el azar y la necesidad (II)

IMAGEN: EUGÈNE DELACROIX

La demencia de Atenea

Por Mario Jaime

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). En toda indagación los conceptos deben aclararse. Parto del pensamiento kantiano de que “la libertad no es ni naturaleza ni azar” y de la precisión que Martín López Corredoira hace al sostener que la libertad no se encuentra entre el azar y la necesidad, sino que tiene que encontrar su lugar frente al azar y la necesidad.

Yo concibo la libertad como la distancia entre el azar y la necesidad. Específicamente propongo que la libertad es la distancia o el espacio de acción entre una necesidad material y un azar como insuficiencia de las probabilidades en la previsión.

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En una realidad material y corpórea basada en patrones estructurales que poco a poco se han podido dilucidar, a través de procesos fisicoquímicos existen limitaciones evidentes. Somos animales restringidos a procesos celulares y genéticos. La entropía como dispersión de energía nos impele a sobrevivir mediante la depredación. Nuestros procesos cognitivos dependen de nuestras estructuras neuronales y metabólicas. Tocamos el mundo o el universo nos toca, como pensaba Aristóteles, pero no podemos desvincularnos de la realidad material, pues nuestra mente es un epifenómeno de la materia.

¿Qué es la inteligencia? Una facultad práctica para resolver problemas a través de la acción, de escoger entre diversas alternativas. Por lo tanto, es subjetiva, imposible de medir objetivamente a pesar de diversos tests lógico matemáticos, e inconstante. La raíz latina inter – entre–  y legere– leer o acumular–, designa esta potestad, filosóficamente podría ser sinónimo de entendimiento.

Parménides y Anaxágoras definieron el entendimiento como la facultad de pensar relacionándola a un modelo cósmico; función ordenadora de la realidad.

Menos idealista es la noción del entendimiento como actividad técnica del pensar. Noción propuesta por Aristóteles como una facultad.

Pensar para Descartes era lo mismo que sentir. Definamos entonces pensamiento a partir de la neurobiología. Pensamiento es el flujo de imágenes mentales. Se entiende imagen no solo la visual sino todas las pautas mentales provenientes de los sentidos, pautas auditivas, olfativas, somatosensoriales y gustativas. Así, toda imagen proviene de los cerebros, por ende de la actividad neuronal. Esta concepción es de Antonio Damasio y partiré de allí por ser una noción materialista. Vivimos en un mundo material y real, somos cuerpos y construimos y programamos otros cuerpos artificiales.

Nuestra forma determina nuestras potencialidades, y por mucho que soñemos no somos omnipotentes ni omniscientes. De esta manera, la libertad no puede tener un origen espontáneo sin antecedentes causales ajenos a nosotros. La capacidad personal para elegir opciones nos lleva al drama, pero esta elección no es necesariamente espontánea ya que no podemos sustraernos a un cosmos del que no somos ajenos.

¿Hay un ego separado de la naturaleza o somos títeres de la misma? No hay respuesta definitiva sino matices que deben encontrarse entre nuestra potencia y lo indeterminado. Ha habido intentos para evitar la fatalidad de un determinismo absoluto sin tener que recurrir a explicaciones sobrenaturales o metafísicas. Desde Epicuro, que introdujo la teoría del clínamen como una desviación espontanea de los átomos, hasta John Thorp que defendió al albedrio contra el determinismo fisiológico mediante la lógica y las descripciones neurológicas.

Lo que me interesa no es bucear en las condiciones de libertad de decisión solamente, si no las consecuencias de esas decisiones y los efectos que consciente o inconscientemente afectan a los demás.

Es en este sentido donde aparece inevitablemente el aspecto ético de la cuestión, ya que no es lo mismo la libertad de decisión que la libertad de acción. Y es justamente esta última la que implicaría el drama de la libertad. Imaginemos a un hombre apuntando con su fusil a un prisionero atado. El potencial verdugo tiene la libertad de decidir si accionará el gatillo o no, pero su libertad de acción dependerá de las condiciones adecuadas a dicha acción.

Tradicionalmente, la indagación ética no intenta responder la pregunta: ¿Puedo hacerlo? o ¿cómo hacerlo? , si no ¿Debo hacerlo? o ¿por qué hacerlo?

Pero no podríamos contestarnos lo segundo sin tener la capacidad de realizarlo primero. Aquí es donde emerge como un monstruo inevitable la temible noción de poder.

Como animales tenemos necesidades básicas que cubrir. El deseo brota para acuciar la satisfacción de esa necesidad. Sus consecuencias son el placer o el sufrimiento que solo difieren en intensidad, ya que los dos son grados de dolor. Esta concepción aristotélica es realista y nos lleva a un esquema muy básico de un ciclo de deseos inagotables hasta la muerte. Para Schopenhauer la base del deseo es un movimiento primitivo y vital, un impulso sin conciencia que nombró voluntad. A partir de esta idea, lo real no está regido por la razón si no por la voluntad y el hombre como un animal más en las cadenas tróficas sería voluntad hecha cuerpo. En “Los dolores el mundo”, el amargado genial clama que la vida es una cacería incesante, una historia natural del dolor que se resume como un querer sin motivo, un sufrimiento perenne y así sucesivamente por los siglos de los siglos, hasta que nuestro planeta se haga trizas.

Dentro de esa realidad tan cruda hay espacio para los actos y esos definen lo que podemos ser. Así, nuestra capacidad imaginativa, gracias al lóbulo frontal, neurocorteza y manos nos hacen animales sui generis con una capacidad para el cálculo, el razonamiento y poiesis tan admirables que nos consideramos como el súmmum de la inteligencia, la civilización y la estética. Una especie de animal superior en vías de convertirse en un dios, tal como pregonaron los estoicos y es el centro de la filosofía humanista cuyo campeón es Pico della Mirandola. Pero también podemos erigirnos como los animales más bondadosos, empáticos y respetuosos, como una de las pocas especies que no solo desea conservar a otras si no que las cuida y hasta llega a amarlas. Se concibe al hombre como amor, con una capacidad altruista y misericordiosa. Tal es la base ética del cristianismo o el budismo.

Pero también somos capaces de los actos más atroces y malignos. La historia de la humanidad puede resumirse como una serie de crímenes donde los infames desean incrementar su fortuna y su poder. El hombre puede ser visto como el peor de los demonios que goza con el sufrimiento ajeno y ha logrado la capacidad tecnológica para destruirse a sí mismo. Esta es la base de la concepción gnóstica o la tesis del Marqués de Sade.

Pero el hombre también se ha visto como un ser pasional, hipócrita cuya racionalidad es muy pobre tal como lo vio Hume. En general, todos estos conceptos no son antitéticos y nos remiten de nuevo a la concepción aristotélica de que el ser no se puede conocer si no solo sus accidentes; en este caso, la contingencia no sería solo lo que ocurre si no lo que el hombre puede lograr que ocurra. Así, en potencia, usted amable lector es un tirano, un santo, un asesino, un filántropo o un genio, pero esto depende si puede lograrlo y decide hacerlo en el limitado espacio entre el azar y la necesidad.

Algunos experimentos han mostrado que varias decisiones se originan en el sistema nervioso central, anticipándose desde milésimas de segundo hasta 10 segundos a la conciencia de la acción. Este retraso podría reflejar la operación de redes neuronales en áreas de control de alto nivel que comienzan a “preparar” una decisión mucho antes de que seamos conscientes de ella (Soon et al. 2008).

Por ello, algunos científicos piensan que somos mecanismos químicos, sistemas que producen conductas, tan compleja que caemos en autoreferencias sobre lo mismo que hace el sistema y le llamamos conciencia. La conciencia como el relato del pasado en donde nuestra libertad es ilusión.

Contrario a ello, algunos filósofos piensan que los actos no se derivan de impulsos electroquímicos, sino del propio agente personal que origina sensaciones superconscientes o subconscientes. En todo caso, el intelecto no se reduce a mero fenómeno neuronal (Seifert 2011), Karl Popper y Eccles coincidieron en que la inteligencia es irreductible a epifenómenos neuronales. La experiencia de dialogar, analizar y criticar equivale a un libre albedrio que da sentido a una argumentación no determinada. Aunque Eccles quiso hacer la causa de ello a una divinidad de acuerdo a su anglicismo, Popper prefirió aludir a la ignorancia. Que la mente sea un epifenómeno material no es nada nuevo, Hipócrates en el siglo V a.C enseñó que del cerebro, y nada más que del cerebro, vienen las alegrías, el placer, la risa y el ocio, las penas, el dolor, el abatimiento y las lamentaciones. Tomás de Aquino en el siglo XIII estaba convencido de que para realizar procesos de abstracción el intelecto debía posarse sobre la imagen sensible, cuerpo y alma sería una unidad sustancial.

La conciencia como el diálogo del alma consigo misma o la mente que se sabe mente es una noción estoica. Fue Crisipo quien separó la conciencia del pensamiento. ¿Puede haber pensamiento sin conciencia? Por supuesto, los estoicos defendían que los hombres la poseen, pero las bestias no. Por tanto, la razón estoica era basada en causas efectos y el hombre consiente de ellos. Esa filosofía fue también defendida por los neoplátónicos y así llegó al cristianismo. Los materialistas científicos como Comte o Pavlov rechazaron que exista alguna conciencia. Tan solo hay pensamiento y es solo producto de estímulos externos que podemos medir de manera objetiva. Roger Penrose sugirió que la conciencia era sinónimo de conocimiento.

Ahora, no es lo mismo deducir que escoger, pues la opción implica un hiato, una no determinación a posteriori. No tomamos decisiones mediante fórmulas algorítmicas como programas de cómputo. La realidad no necesariamente es lógica ni racional, entenderla racionalmente podría ser un truco para calmar una angustia insoportable, así como nombrar lo desconocido funciona como un placebo contra el horror.

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Ley Ingrid: Cuando usan tu nombre para legislar pero no resuelven tu caso

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Hilo de media

Por Elisa Morales Viscaya

 

La Paz, Baja California Sur (BCS).  El pasado martes 23 de febrero, trascendió en medios que el Congreso de la Ciudad de México aprobó el dictamen que se conoce como “Ley Ingrid”, la cual no es una ley como tal, sino un conjunto de reformas legislativas que sancionan a los servidores públicos y policías que difundan imágenes o videos de investigaciones vinculadas con hechos delictivos. Esta reforma se hace necesaria en atención al respeto a la memoria de las víctimas que han sido privadas de la vida y como parte del combate a la violencia de género en los medios de comunicación.

Se conoce como “Ley Ingrid” ya que esta reforma se propuso a raíz del indignante manejo que se dio en la prensa del brutal feminicidio de Ingrid Escamilla, una mujer de 25 años que murió a manos de su pareja, Francisco Robledo, el 9 de febrero del 2020. El propio feminicida confesó, posterior a su crimen, que durante una discusión él la golpeó y ella trató de defenderse con un cuchillo, sin embargo, él se lo quitó y la mató con él, alegando que estaba bajo influjo de drogas; luego trató de ocultar su crimen cortando el cuerpo de Ingrid.

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Este crimen trascendió no sólo por la barbarie con el que fue perpetrado, sino por la exhibición del cuerpo de Ingrid en las portadas de los diarios de nota roja La Prensa y Pásala —que comenzaron a circular rápidamente en las redes sociales—, donde mostraron su fotografía sin pudor alguno, mostrando el cuerpo de Ingrid desnudo y mancillado de forma morbosa con el titular de “DESCARNADA”. Esta falta de respeto a la memoria de la joven y el tratamiento crudo, sensacionalista y amarillista del caso, provocó una ola de indignación en todo el país, y diversos colectivos feministas levantaron la voz, manifestándose en las calles y ante las instalaciones de estos medios de comunicación.

Así, nació la propuesta de la creación de la Ley Ingrid, la cual fue presentada por la Fiscal general de la Ciudad de México, Ernestina Godoy, y cuyo objetivo es castigar la filtración de expedientes de la Fiscalía, en especial cuando la información que se difunde menoscaba la dignidad de las víctimas o de sus familiares; ya sea tratándose de cadáveres de mujeres, niñas o adolescentes, las circunstancias de su muerte, las lesiones o el estado de salud de la víctima, según cita el propio dictamen.

De acuerdo a éste “se impondrán de dos a seis años de prisión, y una multa de 500 mil Unidades de Medida y actualización a la persona servidora pública que, de forma indebida difunda, entregue, revele, publique, transmita, exponga, remita, distribuya, videograbe, audiograbe, fotografíe, filme, reproduzca, comercialice, oferte, intercambie o comparta imágenes, audios, videos, información reservada, documentos del lugar de los hechos o del hallazgo, indicios, evidencias, objetos, instrumentos relacionados con el procedimiento penal o productos, con uno o varios hechos señalados por la Ley como delitos”.

Sin embargo, a pesar de que se ha aprobado este dictamen con el nombre de Ingrid, y que la Fiscalía General de Justicia CDMX anunció en su momento que al menos seis personas —entre policías y fiscales— estaban siendo investigadas por la filtración de las imágenes, a más de un año, sigue sin resolución alguna. La Fiscalía aún no ha dado alguna información que indique que existe siquiera algún avance en este proceso, por lo que no hay claridad sobre lo sucedido con los agentes investigados, si han recibido alguna sanción penal o administrativa, o por el contrario, si continúan en funciones, o siguen a cargo de casos de este tipo, de naturaleza delicada.

Así, aunque ahora existe en la Ciudad de México y en Oaxaca –y en BCS, ¿para cuándo?– una legislación que pretende evitar que estos hechos se repitan, lo cierto es que la revictimización de Ingrid al filtrar las terribles fotografías de su cuerpo violentado, en favor del amarillismo y el morbo, haciendo apología a la violencia y poniendo en riesgo el debido proceso, teniendo detrás una evidente corrupción por parte de aquellos que tenían a su cargo hacer justicia y resguardar la integridad del caso, ha quedado impune. Una vergüenza.

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