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Barbie: el lado oscuro del feminismo woke

FOTOS: Internet

Colaboración especial

Alejandro Aguirre Riveros

La Paz, Baja California Sur (BCS). La película pega fuerte desde el inicio con un homenaje descarado y genial a 2001: Odisea en el Espacio de Stanley Kubrick, gritándonos a la cara que esto no es una mera comedia trivial. No, amigos, en vez del monolito que reescribe la historia de la humanidad, nos topamos con una Barbie titánica, un símbolo de la evolución de una tradición de muñecas que, en el pasado, solo permitían jugar a ser mamá y que ahora invitan a jugar a ser una mujer empoderada. Y así, nos encontramos ante una inabarcable galería de roles y versiones de la famosa muñeca de Mattel.

Esta introducción busca distinguirse de las comedias banales, dejando claro que estamos ante una obra creada por dos cineastas que han perfeccionado su arte. Nos referimos a Greta Gerwig y Noah Baumbach, las mentes brillantes detrás de éxitos laureados por la crítica como Lady Bird y Marriage Story, quienes ahora intentan tejer su magia en torno al universo de Barbie.

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El diseño de producción es absolutamente deslumbrante, y las actuaciones son simplemente impecables. La fotografía es un sueño. La recreación de escenarios basados en los icónicos juguetes, pura nostalgia. La recuperación de la frescura y la magia de la imaginación infantil es sencillamente un viaje al pasado.

A todo esto, se suman las constantes referencias a otras cintas y es que Barbie resulta ser un exquisito cóctel cinéfilo, bebiendo descaradamente de la inspiración de clásicos como El Mago de Oz, Un Americano en París, Cantando bajo la Lluvia, Clueless y West Side Story. La cinta también está repleta de guiños a las emblemáticas coreografías de Gene Kelly, las vertiginosas escenas de acción de The Matrix y los extravagantes abrigos de piel de Sylvester Stallone. Y, en una vuelta de tuerca digna de El Show de Truman, la trama tiene a Barbie abandonando la seguridad de Barbieland para descubrir a la niña que juega con ella en el mundo real, explorando así su propio proceso de autodescubrimiento en un plano metanarrativo que es tan fresco y juguetón como la misma muñeca de Mattel.

Es esencial destacar las impresionantes interpretaciones de Margot Robbie y Ryan Gosling. Robbie, encarnando a la icónica muñeca rubia, y Gosling, en el papel de su eterno consorte Ken, nos sumergen en un universo repleto de glamour y fantasía. Ambos actores despliegan una ejecución impecable, infundiendo gracia y carisma a dos personajes que, en otras circunstancias, podrían haberse quedado en meras representaciones de gigantescos muñecos de plástico. A este dueto se agrega el talento cómico indiscutible de Will Ferrell, quien parece diluirse en un papel que se siente escasamente desarrollado y descolocado. Su interpretación se asemeja más a un cameo de alto calibre que a un elemento intrínseco en el tejido de la trama.

Por otro lado, el guion, aunque agudo e ingenioso en momentos, se siente contradictorio. Lo que emerge tras la comedia y el deslumbrante espectáculo audiovisual es un relato profundamente heteronormativo que intenta subirse al tren de la corriente ‘woke’, para tropezar con su propio discurso. La película, en esencia, intenta transmitir que hombres y mujeres no se necesitan de manera inherente, y que deben embarcarse en un viaje de búsqueda de significado como individuos. Sin embargo, no puede alejarse completamente de las convenciones del romance y del género binario, lo que deja a la trama ligeramente tambaleante.

La cinta afirma desafiar las estructuras patriarcales y los estereotipos de género, cuando en realidad no ofrece una visión verdaderamente inclusiva. Esencialmente, la película se transforma así en un gigantesco anuncio, una propaganda woke, que promueve la diversidad y la inclusión, pero solo en la superficie. Y aunque es cierto que hay algo de mérito en la trama, como la reflexión alrededor del patriarcado y la autodefinición de la mujer más allá de las relaciones románticas, la película parece evitar deliberadamente tomar una postura clara en temas como la sexualidad y la diversidad de género.

El resultado una deformación del discurso feminista para convertirse en una estrategia de marketing que vende una versión diluida del feminismo en lugar de un verdadero mensaje de igualdad y emancipación. La muestra más clara es la total ausencia de una Barbie lesbiana en la trama, lo cual resulta en una oportunidad perdida para romper con la heteronormatividad inherente al patriarcado que busca cuestionar. Su inclusión habría proporcionado una representación necesaria y habría fortalecido el mensaje de empoderamiento e individualidad que la película pretende transmitir.

Además, la cinta se desliza hacia un territorio problemático y ligeramente misántropo en su representación de los hombres. La caricaturización de estos como seres débiles, sometidos por sus propios deseos, parece un eco de visiones anticuadas que no concuerdan con los tiempos contemporáneos. Esta aproximación no sólo se siente desfasada, sino que además refuerza estereotipos dañinos. En lugar de desafiar y deconstruir estas imágenes cliché, la película inadvertidamente las perpetúa, desaprovechando una gran oportunidad para reevaluar y redefinir las normas de género en el ámbito de la gran pantalla. En última instancia, parece ser más un intento de capitalizar la corriente ‘woke’ que un esfuerzo serio por desafiar y cuestionar las normas de género y sexualidad.

Más allá de sus buenas intenciones y su elenco estelar, Barbie ofrece a Mattel una higienización de su imagen mediante un discurso feminista cosmético que exculpa a la compañía de juguetes, una entidad que ha prosperado a costa de objetivar y fetichizar las infancias a través de su icónica muñeca. Nos encontramos, por tanto, ante la cara más siniestra del feminismo woke, una tendencia que, a falta de una crítica sustancial, termina convirtiendo esta lucha por una sociedad más justa e igualitaria — la más significativa de la historia de la humanidad— en un mero producto de consumo.

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AVISO: CULCO BCS no se hace responsable de las opiniones de los colaboradores, esto es responsabilidad de cada autor; confiamos en sus argumentos y el tratamiento de la información, sin embargo, no necesariamente coinciden con los puntos de vista de esta revista digital.

 




Reseña del Libro Cabeza de Narco de Alejandro Aguirre

Colaboración Especial

Por Pablo Chiw

 

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Aquí en la Paz, en el mundo de las y los escritores, hay una expresión que se utiliza para bien venir a quienes han logrado alcanzar un nivel suficiente de habilidad para con las letras: tienes buena pluma.

La metáfora me resulta sumamente interesante, así como el chofer de Uber tiene su beat cereza y el pescador su cuchillo, el escritor tiene su pluma. Aquí pudiéramos correr el riesgo de distraernos un poco con la imagen ¿Cómo es la pluma que visualizas? ¿se trata de una pluma metálica con inscripciones medievales? ¿es una pluma fuente con punta dorada y cuerpo de marfil? ¿o una BIC transparente con la tapa extraviada y el extremo mordisqueado? Algún hiperrealista objetará que las plumas ya no se usan, los chavo-rucos usan teclados y los millenials las pantallas. Y quizá tengan razón. Pero yo creo que sería un error darle demasiada importancia a la pluma, para mí, lo que verdaderamente importa es la tinta ¿De dónde sacan la tinta los autores?

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Sé de algunos que la toman de sus sueños lúcidos y nos comparten realidades oníricas, donde mariposas amarillas vuelan liberadas precediendo la llegada del hombre enamorado.

Conozco a personas que escriben desde sus sueños húmedos, desde el deseo más íntimo, más intenso, más perverso incluso. Seducen, envuelven y nos invitan con sus letras a recorrer los cañaverales de frutas fermentadas, a revolcarnos entre sábanas y humerales, entre besos, carnes y sonidos animales.

Con Cabeza de Narco, Alejandro Aguirre extrae la tinta desde su herida más profunda; la del costado izquierdo, por allí entró la daga del cristal y se le clavó hondo. Esto representa un problema existencial sumamente complicado, pues cada vez que su corazón se hincha, se engrandece, se inflama, la punta del cristal se clava. Tampoco se puede andar por la vida con el corazón contraído.

Cómo no le va a doler allí en lo profundo del corazón si él sabe, porque conoce, porque ha escuchado, porque ha estado con tantas personas que le hablan sobre el abismo, que le describen el abismo, que le advierten del abismo mientas van cayendo, mientras se van perdiendo, mientras se van oscureciendo hasta convertirse en una sombra indistinguible del fondo.

Hablamos de vidas que se pierden, pero que no se extinguen inmediatamente, desaparecen de nuestros caminos y allá a los meses, a los años, escuchamos el golpe seco de su cabeza impactar definitivamente el suelo. Ahora si sucedió la última de sus muertes, porque los adictos se mueren muchas veces, se mueren para la sociedad y los amigos, se mueren para la familia y la pareja, se mueren para sí mismos cuando abandonan por fin la esperanza, se mueren cuando muere su cuerpo vacío de todo propósito o sentido y mueren por última vez cuando se pierden para siempre en la fosa común o en la fosa clandestina, nadie pronunciará sus nombres otra vez.

​Cabeza de Narco es un libro sobre el dolor que supura desde las profundas heridas y rupturas abiertas en el tejido social de nuestra Baja California Sur, historias escritas con tanta misericordia que conmueve, más que exceso de realismo es un compromiso obligado con la verdad. Pues quien busca decididamente el cambio social, debe ser los suficientemente honesto para describir la realidad tal cual lo atraviesa.

Debo advertirles que la empatía de Alejandro es contagiosa, el dolor que sufrió durante cada historia escrita será el dolor nuestro durante cada historia leída. Su libro es un llanto agónico que retrata implacablemente la magnitud de nuestra tragedia compartida, es, por lo tanto, un libro que debe llorarse comunitariamente, pues en esa comunión es donde podemos conjurar las fuerzas para hacer frente a este abandono en el que nos encontramos.

Cabeza de Narco cuenta trece historias donde la vulnerabilidad de sus protagonistas me lleva a entender la obra a partir de los atributos metafóricos del cristal.

1. Transparencia: Lo que se dice y la forma de decirlo, aunque se articula de manera bellísima, no oculta la bancarrota ética y moral en la que nos encontramos. Al contrario, acentúa con mayúsculas, rojas y negritas la magnitud de la catástrofe, grita con todas sus fuerzas la condición Odílica del huracán de consumo, extracción, robos y asesinatos que ocurren mientras ignoramos las advertencias.

2. Su Filo: Podemos ver astillas de cristal quebrado repartidas injustamente por los vecindarios más pobres de la ciudad, allí esperan sin prisas, ni preocupaciones, pero nosotros sabemos que es cuestión de tiempo para que un muchachito pase corriendo con su pie descalzo y tenga la mala fortuna de clavarse en el cristal hasta llegarle al hueso, allí donde difícilmente podrá desprenderlo de sí. La clase social si importa y mucho a la hora de repartir desgracias.

3. Fragilidad: Quizá esta es la característica más conmovedora de todos los personajes, su condición sucinta, fugaz, perene. Al final de cuentas, todos mueren, se muere el drogo dependiente, se muere la prostituta, se muere el sicario, se mueren los padrinos y sus ahijados. Para quien revolotea alrededor de la estructura desechable del mercado transnacional de las drogas la vida es tan frágil como el cristal, un poquito de lumbre y se vuelve humo.

Cabeza de Narco es una obra sublime porque en ella Alejandro Aguirre sublima y espiritualmente derrama las lágrimas que materialmente no puede llorar.

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El Cambio de Capital: La Transformación de Loreto a La Paz

Tierra Incógnita

Sealtiel Enciso Pérez

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). En el año 1828, la antigua capital de las Californias, Loreto, sufrió una devastadora destrucción material que la dejó en condiciones precarias. Como resultado, surgió la necesidad de trasladar la sede del gobierno a una localidad que pudiera ofrecer mayores garantías y cumplir con esta importante función. La economía basada en la ganadería y el comercio se concentraba en los pueblos del sur de la península, lo cual motivó la iniciativa de cambiar la capital hacia esta región.

Desde 1825, José María Padrés, subjefe político, cumpliendo órdenes, propuso esta idea ante la Diputación Territorial. Posteriormente, el diputado Antonio Cota, representante de San Antonio, planteó establecer la capital en el puerto de La Paz. Sin embargo, debido al desastroso fenómeno meteorológico de 1828, que arrasó gran parte de Loreto, esta decisión se vio alterada. A pesar de ello, San Antonio tuvo la oportunidad de ser capital durante algunos meses, pero finalmente se decidió establecerla en la pequeña comunidad de La Paz, la cual se convertiría en un nuevo municipio y la nueva capital del Territorio de Baja California a partir de 1830.

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Esta decisión, posiblemente influenciada por los cinco años de estudio sobre el cambio de la capital por parte de la Diputación Territorial, tuvo tanto razones políticas como económicas. En 1827, La Paz ya contaba con el cargo provisional de Guarda del Puerto, encargado de recaudar impuestos, así como con la designación de sede de la Comisión Subalterna de Hacienda, convirtiéndose en el puerto de mayor ingreso en la península.

Además, desde ese mismo año se estableció la sede de una autoridad civil denominada alcalde auxiliar. El crecimiento poblacional experimentado en La Paz desde entonces la convertía en el lugar con mayor desarrollo demográfico de la zona. Estas condiciones favorables contribuyeron a que en 1830, el teniente coronel José Mariano Monterde, nuevo jefe político del Territorio de Baja California, estableciera la sede del gobierno en La Paz.

La categoría de Comisión Subalterna de Hacienda otorgaba gran importancia al puerto, que operaba bajo la dirección de don Juan Nepomuceno López Portillo, Comisario General de Occidente. La primera oficina federal establecida en La Paz estuvo a cargo de Juan José López, quien desempeñó el papel de autoridad portuaria como cabo habilitado, y posteriormente fue reconocido como capitán del puerto.

En 1834, Juan José López continuó ejerciendo funciones en La Paz, esta vez como Administrador de la Aduana, en consonancia con los cambios políticos y administrativos implementados ese año.

El traslado de la capital de Loreto a La Paz marcó un hito significativo en la historia de la región. La Paz emergió como un punto estratégico y próspero debido a su desarrollo económico, su ubicación geográfica favorable y el crecimiento poblacional experimentado en la zona. El cambio de capital no sólo obedeció a la necesidad de preservar la función gubernamental, sino también a la importancia del puerto y su destacado papel en el comercio y la recaudación de impuestos.

​La transformación de La Paz en la capital del Territorio de Baja California consolidó su posición como un centro administrativo y político, y sentó las bases para su desarrollo futuro. A lo largo de los años, La Paz ha seguido evolucionando y desempeñando un papel crucial en la historia y la cultura de la región, preservando así el legado de aquel cambio trascendental en 1830.

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El Editor: Un Deslumbrante Despertar del Cine Sudcaliforniano

Colaboración especial

Alejandro Aguirre Riveros

La Paz, Baja California Sur (BCS). Hay películas que sabes que serán memorables desde que presencias su arranque, y El Editor es una de ellas. Su premisa se aventura a responder la pregunta existencialista: si al borde de la muerte, vemos pasar nuestra vida proyectada a la manera de una película, ¿cómo sería esta proyección para un editor cinematográfico? 

Nuestro protagonista, Marcos, un editor absorto en el metacine, comienza a sufrir los efectos de un tumor cerebral que, de manera insidiosa, distorsiona su realidad, convirtiéndola en un teatro de sombras, una pesadilla poblada de espectros del séptimo arte. El resultado es una cinta que se desenvuelve con una originalidad y surrealismo que remite involuntariamente a los episodios más célebres de la icónica serie sesentera La Dimensión Desconocida. Con la diferencia de que aquí la narrativa se enriquece con un vívido despliegue de la maestría técnica; la transición, el uso del color, la música, los sonidos y la fotografía, cada elemento en su lugar, son una simbiosis perfecta para plasmar la perspectiva alterada de la realidad a partir de una interpretación cinematográfica que devora a la vida.

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Marcos, a medio camino hacia la muerte, encuentra su tragedia entrelazada con una trama de amor. Pero, aclaremos, no estamos hablando del típico cuento de chico conoce a chica. Este romance se desdobla en la textura del argumento, como un meticuloso collage de impresiones y sentimientos, reflejados con la profundidad y autenticidad que solo los detalles cinematográficos pueden brindar. Son secuencias que parecen sacadas de un sueño, donde los sonidos, los diálogos, los silencios y las imágenes dan vida a la historia de amor entre Marcos, el editor, y Abril, la fotógrafa. Cada conversación en pantalla es una danza entre sus oficios y artes, dando una nueva dimensión a la narrativa.

Y es aquí donde destaca el valor único de El Editor: su audaz exploración y auténtica interpretación del lenguaje cinematográfico, un idioma que, sin duda, se ha infiltrado en las capas más profundas de nuestra cultura audiovisual, transformándose en su léxico natural. Nos hemos empapado de este lenguaje a través de películas, series, e incluso las redes sociales, como Tik Tok, nos han enseñado a editar nuestros recuerdos y la forma en que interactuamos con la realidad. Precisamente, este léxico es la base sobre la que se construye El Editor, planteando una pregunta inquietante: ¿Quiénes somos como espectadores cuando el séptimo arte moldea nuestra interpretación de la realidad y nuestra interacción con ella? 

El mediometraje, dirigido por el paceño Alejandro Savant, se eleva aún más con su elenco estelar: Juan José Antuna, Abril Ortiz, Cecilia Galván, Mario Jaime, Cecilia Rodríguez y Rodrigo Neymar. Así como con la productora y co-cinematógrafa Itzú Martínez que desempeña un papel crucial en la transmisión de este léxico en una narrativa que se siente tan real como natural. Destacando en el ámbito de la imagen la forma en que La Paz se convierte en la co-protagonista de la historia, con sus parques y murales, el malecón, el palacio de gobierno, e incluso las playas, todos ellos representando un papel preponderante en esta interpretación cinematográfica de la vida. No como un simple telón de fondo, sino como un miembro integral de la trama, mostrando la belleza inherente de la ciudad a través de su lente.

Alejandro Savant

Esta obra es un fiel testimonio de la esencia paceña: una producción independiente que se rodó durante dos años con recursos propios y bajo el esquema guerrillero de filmación. Es un auténtico hito para el cine local, un fenómeno que, similar a su geografía insular, brota de la visión de Alejandro Savant. Este cineasta, formado íntegramente en Baja California Sur, un estado que carece de escuelas de cine y de cinetecas, logra hacer visible el talento local y desvela una sed inherente por narrar historias sudcalifornianas que van más allá del cliché, escapando de la añoranza caduca y forzada por la Ciudad de los Molinos, las pinturas rupestres y el pasado perlero para dialogar con lo universal desde lo local en un deslumbrante lenguaje millenial.

Sin duda, El Editor marcará un antes y un después, será recordada como la chispa que encendió la primavera del cine en Sudcalifornia. Pero esta no será una primavera convencional, sino más bien otoñal. Así como el desierto florece a la primera señal de lluvia en agosto, parece que la desolada cinematografía sufcaliforniana vislumbra el preludio de una lluvia creativa. Directores jóvenes y prometedores ya se asoman en el horizonte, dispuestos a irrumpir en escena, ya sea a través del documental o del cortometraje. Nombres como Paula de Anda, José Permar, David Liles, Reynaldo Meza, Mike Henaine, Gabriel Rodríguez, Manelick Ortega y Rey Hiram Lucero Marín, por citar a algunos, son los que están encendiendo las luces de este nuevo amanecer del cine sudcaliforniano. 

¡Festejemos pues el talento de casa! Y no pierdas de vista las próximas presentaciones de El Editor: Versión Final. Pero, ya te lo adelanto, no la busques en la cartelera de tu cine más cercano y tampoco en tu servicio de streaming preferido: ahí solo encontrarás cine gringo o chilango. La obra de Alejandro Savanta, como auténtico fruto de un esfuerzo guerrillero y contracultural, será proyectada en cines independientes, cineclubs y circuitos alternativos. Así que, prepara tus palomitas y disponte a disfrutar de esta joya fuera del circuito habitual. ¡El cine sudcaliforniano ha llegado para quedarse!

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Bandidos en la Historia de Baja California Sur

FOTOS: Internet

Colaboración especial

Ramón Amador Victoria

La Paz, Baja California Sur (BCS). El bandolerismo o bandidismo, como línea de investigación histórica, surgió a partir de dos obras del historiador británico Eric J. Hobsbawm: Rebeldes primitivos (1959) y Bandidos (1969). Su concepto de bandido social desató un gran debate entre historiadores. En general, no fue tan aceptada la idea de ladrones nobles que tras su muerte se convertían en héroes por actuar en defensa o favor de su pueblo. Ese carácter de rebeldía no se ajustaba a todos los entornos y circunstancias objeto de estudio.

Para el caso de Baja California Sur, resulta mayormente útil apegarse a la definición de Víctor M. Gómez, quien en su tesis doctoral ofrece una visión panorámica del fenómeno del bandidaje, argumentando que se considera bandido al individuo que se apropiaba de bienes ajenos por medio del asalto y que, para hacerlo, recurría a estrategias que lo colocaban en situación de ventaja y control sobre sus víctimas. No debemos olvidar que la inestabilidad política, económica y social que imperó en México entre la consumación de la Independencia y la primera presidencia de Porfirio Díaz produjo un escenario idóneo para el desarrollo del bandidaje por todo el país. Así, la inseguridad en los caminos coadyuvó a la formación de gavillas que parecían incontrolables.

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Dentro del Archivo Histórico Pablo L. Martínez (La Paz, BCS) se localizan un par de documentos que evidencian episodios de bandidaje en el sur de la península durante la época porfiriana. Uno data de 1882 y otro de 1886, en los años de gobierno del General José María Rangel (1880-1889). Si bien, la información sustentada por la documentación primaria no es abundante, el análisis minucioso de cada suceso permite inferir ciertas cuestiones que nos aproximan al submundo del bandolerismo. Se trata además de una línea de investigación que, en Baja California Sur, no ha sido abordada por los historiadores y que ayudaría a ampliar el panorama de discusión frente al centralismo historiográfico de la región centro-sur del país.

Sobre el primer caso: en 1882, las autoridades de San Antonio reportaron que algunos ranchos de su municipalidad fueron asaltados por un grupo de hombres montados, disfrazados y armados quienes robaron lo que encontraron a su paso y estupraron a una mujer. Se dijo que la gavilla de bandidos estaba integrada por Donaciano Mendoza, Jesús Castillo y otros revoltosos y desertores, capitaneados por Manuel Romero. El Gobierno y Comandancia Militar autorizó su persecución. Se movilizaron fuerzas armadas para explorar una amplia región que abarcaba desde las municipalidades de San Antonio hasta Todos Santos. Luego de un mes, las autoridades dijeron lograr exterminar por completo a los salteadores. Sin embargo, después de un mes se emitió desde Santiago un comunicado que expresaba que su población se encontraba intranquila a consecuencia de algunos hombres sospechosos que llegaban a los ranchos a proveerse de lo necesario para vivir.

Las resoluciones de este caso no fueron encontradas en otros documentos, pero la información contenida en los registros judiciales nos muestra un bandidaje relacionado más a una práctica criminal que a una forma de protesta. La lectura de este episodio ayuda a conocer el accionar de las autoridades locales, para las cuales fue muy importante garantizar la paz social. Aunque se revelan ciertas carestías del régimen, como lo fue los escases de armas y bestias necesarias para la persecución, el Gobierno organizó un cuerpo de fuerza con ayuda de rancheros para capturar a los denominados malhechores. demostrando así que, al tratarse de un crimen que afectaba los intereses de la población, algunos estaban dispuestos a colaborar.

Sobre el segundo caso registrado: una tarde dominical de agosto 15 del año 1886, a inmediaciones de El Zalate (antiguo paraje ubicado en el camino público entre La Paz y El Triunfo) fueron asaltadas y asesinadas tres personas de nacionalidad China. Las autoridades judiciales dieron cuenta oficial de los autores del crimen: Eulogio Verdugo, Catarino Montaño, Bonifacio Parra, Ramón Lara, Arcadio Martínez, Estanislao Martínez, Daniel Martínez y José Leyva. Se dijo que estos mismos bandidos, bien organizados en cuadrilla, habían ejecutado varios robos días antes. Reconocieron por cabecilla a Eulogio Verdugo, quien para ese entonces ya había extinguido una pena de prisión impuesta por robo (1879- 1885).

La policía capturó a la mayoría, salvo a Catarino Montaño y Daniel Martínez. Eulogio Verdugo, por su parte, logró escapar y ocultarse en las zonas serranas del sur. Las autoridades estaban conscientes de que la acción de la justicia se podía entorpecer si los prófugos recibían protección por parte de la gente de los ranchos adonde llegaban.

Bonifacio Parra, una vez aprehendido, confesó pormenorizadamente la ejecución del acto delictivo: resulta que el policía José Leyva fue quien indujo y aseguró impunidad a los asaltantes. Estos, ya organizados y localizados en sus respectivos puntos estratégicos, despojaron a las víctimas de sus bestias y les atacaron en binas, apuñalando y dándoles balazos en sus respectivas cabezas. Al finalizar su crimen, los bandidos se repartieron el botín ($ 600 pesos) y se dispersaron.

A los procesados se les aplicó la pena de muerte, conforme al Decreto sobre salteadores de caminos del 17 de mayo de 1886. Fueron pasados por las armas en El Triunfo el 21 de agosto del mismo año. A su vez, quedaron abiertas las diligencias para los prófugos. Al día de hoy no se han encontrado documentos que testifiquen si lograron aprehenderlos.

La dinámica comercial de aquellos años entre el mineral de El Triunfo y el Puerto de La Paz tuvo un peso importante dentro de esta acción bandidista. Es muy probable que esos individuos sucumbieran a la violencia como forma de sobrellevar tal dinamismo. Cabe señalar que la gavilla estaba compuesta en su mayoría por personas inmigrantes provenientes de Álamos, Sonora, y se dedicaban a actividades mineras en condiciones salariales pauperizadas. A pesar de ello, no termina de quedar inteligible si perseguían fines meramente económicos.

Este breve repaso, de índole histórica, permite comprender un fenómeno de larga duración como el bandidaje. Las experiencias aquí presentadas han demostrado que en la historia de Baja California Sur también hubo individuos del común a los que se les asignó la identidad social de “bandido” por llevar a cabo formas de violencia que iban desde el asalto hasta el homicidio. Las autoridades en turno tuvieron nula tolerancia con los transgresores y sus actos, así lo manifestaron con sus castigos y penas aplicadas, como lo fue la perdida de todas las garantías.

Archivos

Archivo Histórico Pablo L. Martínez, La Paz, Baja California Sur.

El presidente municipal de San Antonio remite al jefe político un informe sobre el asalto, robo y homicidio ocurrido en el camino de La Paz a El Triunfo en agravio de tres personas de nacionalidad china (1886. El Triunfo, agosto 15), Porfiriato, Gobernación, IV, vol. 200, leg. 8, doc. 215, 48FF. IMPRESO: Decreto referente a la suspensión de garantías a los salteadores de caminos. México, mayo 17 de 1886. 4FF.

Medidas tomadas por el Gobierno del Territorio para la persecución y arresto de una gavilla de ladrones que se ha dedicado a asaltar a los pobladores de las municipalidades de San Antonio, Santiago y San José del Cabo(1882. El Triunfo, octubre 1), Porfiriato, Gobernación, IV, vol. 174, leg. 10, doc. 327, 31FF.

Referencias

Gómez, Víctor M. (2018).El Perjuicio y la trasgresión: prácticas y representaciones del bandidaje salteador en Aguascalientes, 1861-1886 [Tesis para obtener el grado de Doctoren Historia, El Colegio de San Luis, A. C.] Repositorio Institucional del Colegio de SanLuis, A. C. 

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