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Promesa de campaña cumplida

FOTOS: Internet

Ius et ratio

Arturo Rubio Ruiz

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Cuando Donald Trump buscaba la presidencia de los Estados unidos, una de sus promesas más polémicas fue la de construir un muro fronterizo, que sería pagado por México. Todos asumimos que ese muro sería material, y de hecho, se construyeron tramos del mismo, pero el verdadero muro, de acuerdo a las afirmaciones recientemente realizadas por el ex presidente norteamericano, y no desmentidas por el gobierno mexicano, cuyo titular del ejecutivo solo atinó a decir que el señor Trump, le cae bien, establecen que el verdadero muro fronterizo no era un cerco metálico, sino una barrera de facto, integrada por un ejército inicialmente conformado por veintiocho mil elementos de las fuerzas armadas mexicanas, que de manera gratuita, evitarían el paso de migrantes a la Unión Americana.

La promesa de campaña cumplida por Donald Trump, mediante la amenaza de incrementar aranceles, convirtió de facto el territorio nacional en un depósito de inmigrantes indeseados, cuyo costo absorbe el gobierno mexicano. De tal forma que, México quedó entonces convertido en una especie ilegal y gratuita de lo que la Convención sobre el Estatuto de los Refugiados, firmada en Ginebra, Suiza, en 1951, denominó Tercer País Seguro. De acuerdo con el estatuto en cita, cuando una persona sale de su país de origen (primer país), con el objeto de pedir asilo a otro (segundo país) éste puede remitirlo a un tercero, en lo que admite o niega el asilo, de tal forma que se remite, de forma temporal o definitiva a un tercer país, para que le brinde las seguridades que el solicitante de asilo demanda.

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El estatuto establece una serie de condiciones para que el tercer país pueda ser considerado como tal, entre las cuales, destacan las siguientes:

  • Que ambos países (segundo y tercero) tengan los mismos estándares de asilo, lo que no ocurre entre la Unión Americana y México.
  • Garantizar la No devolución, esto es, que se tenga la certeza de que quien solicite asilo, no será enviado de regreso a su país de origen.
  • Brindar conforme a los estándares del segundo país, la garantía de acceso a una vivienda digna, seguridad social y asistencia médica, empleo digno y bien remunerado, educación de calidad, a la reintegración familiar, en su caso.

Si bien México tiene vínculos culturales, históricos, de vecindad, lenguaje, tradición y cercanía con la mayoría de los solicitantes de asilo que intentan ingresar a la Unión Americana, ello no es suficiente para garantizarles una estancia digna a los migrantes en territorio nacional, y los requisitos que debe brindar el estado mexicano, no los cumple ni con los nacidos en territorio nacional, mucho menos los cumplirá con los inmigrantes.

Si México no está en condiciones de atender a sus connacionales, menos lo puede hacer con los migrantes extranjeros, y peor aún, de manera gratuita. El despliegue de elementos castrenses y toda la logística y el mantenimiento de instalaciones y servicios a los migrantes, tienen un alto costo. Terceros países seguros, como Turquía, reciben una cuota anual fija, de la Unión Europea, para contener el flujo migratorio, con partidas económicas que superan los seis mil millones de euros, además de diversos apoyos tendientes a soportar a las comunidades donde habitan los aproximadamente 3.7 millones de refugiados, a efecto de brindarles a éstos mejores oportunidades educativas, sanitarias y laborales.

México no está en condiciones de soportal la enorme carga económica que implica ser un tercer país ilegal y gratuito, al servicio de la Unión Americana. La cantidad de recursos que actualmente se destinan a satisfacer la exigencia del vecino del norte, deberían destinarse a la seguridad interior del país, o a cualquiera de los otros rubros en que las carencias son apremiantes.

Es urgente cancelar el convenio que impone a nuestra nación el elevado costo de ser el depósito de migrantes indeseados en la Unión Americana. No por miedo a una injusta y combatible carga arancelaria, podemos seguir soportando el programa de rechazo migratorio norteamericano denominado Quédate en México. Por ello, de las violaciones a los derechos humanos durante este programa, hablaremos en próxima entrega.

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AVISO: CULCO BCS no se hace responsable de las opiniones de los colaboradores, esto es responsabilidad de cada autor; confiamos en sus argumentos y el tratamiento de la información, sin embargo, no necesariamente coinciden con los puntos de vista de esta revista digital.




El extraordinario viaje de la familia Otis

FOTOS: Orville Trujillo Narváez Rivera

Colaboración Especial

Ariadna Esmeralda Ávila García

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). El pasado miércoles 27 de abril de 2022, se presentó la obra El extraordinario viaje de la familia Otis, una adaptación al cuento El Fantasma de Canterville de Óscar Wilde, a cargo de la dirección de la maestra Fedra Rodarte Hirales con más de una década de experiencia, y el grupo de teatro Juglares y Arlequines, en el Centro Cultural de La Paz. Esta obra se presentó con casa llena y de forma extraordinaria, siguiendo los protocolos de seguridad, cabe resaltar que durante la presentación, se hace uso de todos los escenarios del Centro Cultural, desde que nos reciben en la explanada hasta subir a uno de los salones, que sirve como escenario de la sala de la casa de la familia, lo que ayuda a crear una atmosfera de la época del siglo XX y a adentrarnos a la historia junto con los personajes, los cuales van desde las edades de los 8 a los 14 años. Por ello, previamente entrevisté a la directora de la obra, la cuál nos comentó todos los detalles, tanto del grupo Juglares y Arlequines, hasta los detalles de la obra.

¿De qué trata el taller y grupo teatral Juglares y Arlequines?

Es un taller de teatro para niños, donde hemos procurado trabajar sobre un tema central, que en esta ocasión, fue apoyado por el programa Manos a la Obra y el tema se centraba en la familia, fue por ello que la idea nace buscar una obra que se pueda adaptar a este contexto y ayuda el hecho de que entre nosotros, ya prácticamente somos una familia, porque este es el cuarto año que estamos juntos haciendo teatro.

En cuanto al taller, los niños adquieren muchas herramientas de que educan la autonomía, pues les permite obtener mucha seguridad, mucha conciencia de de ellos es su presencia en un escenario y de su propio ser, además, muestran como perciben la realidad y es así como, el teatro nos permite esto, por lo que, entonces, pueden parecer temas muy complejos, pero de verdad los niños están mucho más allá, ya que muchas veces lo que uno espera como  docente, es que se lleven a cabo los objetivos que uno tiene planeados, sin embargo, es maravilloso ver como ellos los superan ampliamente porque son extraordinarios.

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¿Qué edades tienen los niños que participan en el taller?

Generalmente, nosotros aceptamos a partir de los 8 años, porque a veces tenemos muchas actividades que implican lectoescritura, además de dominar algunas situaciones, ya que por ejemplo, también hacemos ejercicios sobre cómo se hace un guion, que podrían resultar complejos. Sin embargo, en esta ocasión el rango de edades oscila desde los 6 a los 14 años, ya que tenemos a una de las actrices que empezaron desde los 6 años y se han adaptado muy bien y la mayor de 14 años, que está con nosotros desde el comienzo del grupo, por ello, como mencioné, las relaciones en el grupo de teatro, se dan como una la familia, llegan los más pequeños y estos niños que ya son más grandes, pues, se convierten de alguna manera en esa o ese hermano mayor que acompaña, que ayuda y que tiene esa esa atención amorosa hacia los nuevos más pequeños.

¿Cómo llevan los preparativos los niños?

Ellos están muy entusiasmados, estos días porque han sido de una exigencia mayor, hemos tenido muchos ensayos, la obra no está sencilla, es una obra larga y hay niños que es la primera vez que están en un escenario, por lo que, tratamos de que sientan comodidad y está dirigido de una forma muy natural, ellos no están obligados a hacer o ser cosas que no les gustan, o actuar una emoción que no salga de un un ejercicio previo. Ellos eligen su personaje y para ello se hace un ejercicio personal de apropiación del espacio.

Así que, si vienen a ver la obra pues van a ver una obra hecha por los niños, dirigida obviamente, por un adulto, porque se necesita que haya alguien con preparación que les diga cómo vamos a entrar o cuando se pone la luz y esto y lo otro, pero los aspectos creativos, son evolutivos y no están  sobre actuados, es decir, son 11 actores y 11 directores, pues ellos proponen algunas cosas y se quedan. Incluso, tenemos niñas y niños que ya están en el canal del teatro y pueden entrar de forma natural, se suben a ese tren de creación y entran en ese otro canal de comunicación. Que es algo muy especial cuando un ser humano tiene la posibilidad de descubrir y pues definitivamente que en el teatro hay herramientas muy buenas para ello y la vida.

¿Qué nos podría comentar acerca de la adaptación?

Pues, al ser una adaptación hay mucha libertad, lo hicimos con corte de comedia y en cuanto a los personajes, se debe adecuar al número de actores, por ello, algunos personajes que eran humanos, los hicimos animales, por ejemplo, Washington se convirtió en una mascota, que en la historia original, es el hermano mayor. Además, la historia cuenta la llegada de esta familia al Castillo de Canterville donde se van a encontrar con con el fantasma de Simón de Canterville, que es un fantasma muy simpático.

¿Por qué escogieron como escenario el Centro Cultural La Paz?

Porque es precisamente el edificio que más se parece en estructura a lo que pudiera ser el Castillo de Canterville o como nos lo imaginamos, además, por la antigüedad que tiene este edificio. La historia en el Fantasma, esa  finales del siglo XIX  y la familia llegaba más o menos a Canterville por ahí principios del siglo XX, que se asemeja a la edad de este edificio que fue construido más o menos en esa época, por lo que tratamos de recuperar este espacio antiguo y que ciertas condiciones de la de la infraestructura pues le dan mucho el encanto.

Finalmente, ¿Qué más nos podría mencionar?

Que están invitados y que siempre que vengan a ver teatro para niños, vengan con esa conciencia de respeto por ellos concentrarse en disfrutar lo que ellos están tratando de transmitir y entender que ellos están creciendo. Si tienen la oportunidad y niños pequeños, traigan a sus familias al teatro.

Por ello, te invitamos, aún quedan dos presentaciones más, que serán comunicadas por el Instituto Sudcaliforniano de Cultura (ISC) en sus redes, en el marco de las Fiestas de Fundación de La Paz, para que vengan a ver este montaje en escena extraordinario, como el título de la obra.

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Apuntes de exploraciones españolas hacia la California

Tierra Incógnita

Sealtiel Enciso Pérez

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Nuestra península de Baja California no surgió al conocimiento del mundo de la forma en la que actualmente lo hacen los lugares recién descubiertos. Actualmente, con la fotografía satelital, la facilidad para trasladarse a cualquier parte del mundo en unas cuantas horas e incluso, con los reportes que se comparten en redes sociales, youtube, entre otras, facilitan en gran medida la globalización de un hecho. Sin embargo en la antigüedad, el conocimiento de un suceso, o en este caso que trato, el descubrimiento de un nuevo lugar tardaba decenas o cientos de años en irse dando, era una construcción que muchas veces viajaba entre la fantasía y la realidad, tal como fue el caso de la California.

Para la mayoría de los que habitamos la península de Baja California, nos son comunes los nombres de Hernán Cortés, Sebastián Vizcaíno, Fortún Jiménez, y por lo general acudimos a su referencia cuando nos preguntan sobre la historia del descubrimiento de nuestra península, sin embargo es necesario precisar que durante los siglos XVI y XVII, el conocimiento de nuestra península realizaba un viaje pendular entre la fantasía y la realidad. Los primeros europeos que buscaron nuestras tierras venían cargados de ideas sobre las amazonas, la isla Califerne, la reina Calafia, las siete ciudades, etc., y a pesar de que desde el año de 1533-1534 ya se había conocido un poco de nuestra geografía, sus habitantes y algunas características de su flora y fauna, aún siguieron surgiendo leyendas y paradojas que contribuyeron a una idea distorsionada de los que habitaban el lugar y el medio en que sobrevivían.

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Una gran cantidad de misiones de exploración fueron enviadas hacia esta península buscando establecer datos reales y comprobables sobre su geografía así como los recursos humanos, materiales, etc. Que podían ser explotados. Algunos de estos viajes fueron productivos en cuanto a datos de la demarcación costera e informes sobre los primeros contactos con los grupos indígenas que poblaban esta tierra, sin embargo la mayoría de los viajes terminaron en un desastre económico y poco o nada contribuyeron a despejar las grandes incógnitas que se tenían. Fue hasta el establecimiento del primer enclave permanente en la California, el Real Presidio y Misión de Nuestra Señora de Loreto-Conchó en el año de 1697, que dio inicio el conocimiento pleno de esta península así como la eliminación de ideas fantasiosas que hasta ese tiempo existían.

A continuación mencionaré algunos de los viajes de exploración que se dieron durante los siglos XVI y XVII hacia la California, y una descripción breve de sus resultados.

Francisco de Ulloa (1539). Realizó la primera navegación que reconoció las costas orientales y occidentales de la media mitad sur de nuestra península. Afirmó que esta tierra era una península, y no isla, como se creía.

Hernando de Alarcón (1542). Solamente recorrió las costas de los actuales estados de Sinaloa y Sonora, llegando a la desembocadura del río Colorado.

Juan Rodríguez Cabrillo (1542). Realizó un recorrido semejante al de Francisco de Ulloa, sin embargo fue más hacia el norte. Murió en la actual bahía de San Francisco, pero sus hombres continuaron la exploración hasta los 43 grados.

Francisco Gali, Pedro de Unamuno y Sebastián Rodríguez Cermeño (1584,1587 y 1595). Partieron desde las islas Filipinas buscando un sitio en las costas de California donde establecer un poblado permanente que diera refresco a los exhaustos tripulantes del Galeón de Manila. No pudieron encontrar un sitio adecuado.

Tomás y Nicolás de Cardona y Juan de Iturbe (1615-1616). Su principal propósito al venir a la California fue la búsqueda de perlas. Sus viajes terminaron en fracasos.

Francisco de Ortega (1632-1636). Realizó 3 viajes de exploración sin embargo no logró establecer un sitio permanente para colonizar la California.

Luis Cestín de Cañas (1642). Realizó una breve y poco trascedente exploración a la California.

Pedro Portes y Cassanate y Alfonso Botello Serrano (1648). Exploraron las costas de la California llegando a las islas Tiburón y Ángel de la Guarda.

Bernardo Bernal de Piñadero (1662-1664). Llevó a cabo varios viajes de exploración pero con resultados casi nulos.

Francisco de Lucernilla (1668). Su expedición no dejó resultados de importancia.

Isidro de Atondo y Antillón (1683-1685). Logró establecerse por 4 meses en el puerto de La Paz, posteriormente se trasladó a un sitio que denominó el Real y Misión de San Bruno en donde permaneció por casi dos años. Al final tuvo que retirarse sin haber logrado su propósito colonizador.

Francisco de Itamarra (1694). A pesar de que realizó un viaje de exploración con recursos propios los resultados obtenidos fueron escasos.

Como resultados de estos viajes de exploración, de forma paulatina se fue construyendo la idea de lo que era la California para la mente, a veces alucinante, de los europeos. A pesar de que desde una etapa muy temprana se pudo comprobar que nuestra tierra era una península, con el paso de los años cobró gran fuerza la idea de que en realidad era una isla, e incluso muchos de los mapas que se hicieron durante el siglo XVII e incluso XVIII la dibujan como tal. Conforme se conocían datos sobre la pobreza de la tierra y la nula presencia del oro y piedras preciosas, tal como lo decía la leyenda de la isla Califerne, se aclaraba el panorama, sin embargo de forma recurrente volvían a salir a la luz estas leyendas e incluso, cuando los jesuitas fueron expulsados de la península, muchos soldados y colonos españoles se dieron a la tarea de buscar los tesoros ocultos en los templos Misionales.

Podemos concluir que la historia de nuestra California Mexicana es infinita en personajes, sucesos y fechas trascendentales, y es por ello que reviste una gran relevancia la tarea insoslayable de nuestro gobierno, y sus habitantes, por mantener viva la llama de la investigación y difusión de la misma. Es necesario que nuestras generaciones nóveles conozcan los sucesos del pasado en donde sus habitantes lucharon a brazo partido por hacer de esta tierra un sitio próspero donde hacer florecer su simiente, en donde se empecinaron en seguir siendo mexicanos a pesar de las circunstancias en donde lo más fácil, y redituable, era dejar de serlo. Esta herencia es lo que apuntalará la identidad de sus hijos e hijas para mantener la bandera de la independencia y la república en un futuro tan incierto.

Bibliografía

Altable, F. (2003). La California en los caminos de la expansión española, en Edith González Cruz (coord.). Historia general de Baja California Sur. Los
procesos políticos, La Paz, Plaza y Valdés Editores. Universidad Autónoma de Baja California Sur, 41-70p.

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Las sentinas del alma de Omar Castro

 

El librero

Ramón Cuéllar Márquez

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). La humanidad es una sucesión de historias; aún más: no tendríamos historia si no hubiera alguien que narrara. Somos esencialmente homolocuens, como apuntara hace años el filólogo Juan M. Lope Blanch (España, 1927-2002). Los nexos entre el entorno y las relaciones sociales son fundamentales para ubicar la dirección que deben tomar los personajes, hasta que estos se conviertan en seres soberanos, creíbles, ese espectro exigente que se llama verosimilitud. Incluso en los relatos fantásticos hay un dejo de realidad que permite asumir que lo que leemos tiene cimientos de dónde agarrarnos. Ese entorno en ocasiones toma partes a las que podemos darle juego para representar algo de nuestras inquietudes, algo que pueda expresar los puntos de vista, que es esencial en toda narrativa literaria.

Omar Castro (México, 1955) nos ofrece un nuevo libro —de una larga lista de obras publicadas y muy leídas en nuestro medio cultural—, Las sentinas del alma (Universidad Mundial, 2021). Su cuidadoso desarrollo nos muestra que el autor tiene oficio, que sabe delimitar sus espacios, los conflictos a los que somete a sus personajes, que son criaturas presas de sus pasiones humanas y de sus ambiciones desmedidas, todas girando en torno a sus pequeñeces cotidianas, pero sobredimensionadas por sus necesidades efímeras, que adquieren condición maloliente debido precisamente a ello. Para lograr este efecto, Omar Castro utiliza una mosca, que es una observadora casi omnipresente, como una pequeña diosa con vicios humanos y que traslapa el punto de vista del escritor para decirnos lo minúscula que es la vida, tan breve como la de ese insecto poco apreciado por las sociedades. Es decir, la mosca frecuenta las sentinas del alma porque persigue los tufos de su putrefacción. Es hombre y mujer la cloaca a la que las moscas husmean.

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Me gusta que sean los pequeños detalles los que expresen una novela que cuenta las tragedias y las oscuridades de las familias, las organizaciones religiosas y criminales, separados por un delgada línea que apenas los distingue, e incluso un poco las formas dialectales que el escritor utiliza como herramienta de identidad de la tercera persona. Hay algunas otras obras que recurren al uso de elementos del reino animal, como las memorias de aquella pulga sicalíptica del siglo XIX o bien la novela poética de Mario Jaime (México, 1977), Sangre en el Zafir (Gobierno de Guanajuato, 2014), donde el único personaje es un gran tiburón blanco; por supuesto hay otros, como el soliloquio del perro Orfeo en Niebla (1914) de Miguel de Unamuno (España, 1864-1936) o bien el zorro en El principito (1943) de Antoine de Saint-Exupéry (Francia, 1900-1944). Todos ellos no pretenden una fábula, sino que el animal es parte sustantiva de las inquietudes de los escritores para decirnos algo de la condición humana. La mosca de Omar Castro no escapa a esta categoría.

La mosca que revolotea de aquí para allá en Las sentinas del alma, es la especie que mira con ojos sorprendidos a esa otra especie extraña que es el homo sapiens sapiens. En su lapso de vida descubre los temores, alegrías, pleitos, venganzas, abusos, incongruencias de personas que están atrapadas en la vorágine de sus emociones, de las que no pueden huir porque no son conscientes de ellas, excepto la mosca que todo lo percibe desde su desprejuiciada manera de observarlas y atraída por el olor metafórico de las sentinas. La mosca pareciera muy interesada en lo que pasa, desea saber en qué terminará ese revoltijo de conflictos, cómo es que se destruyen y al mismo tiempo tratan de amarse, de supervivir en la selva cultural de las relaciones, que a veces se parecen más a un albañal. Desde la mirada múltiple de la mosca se puede apreciar fríamente que ninguno está a salvo, que tarde o temprano serán víctima de sus afrentas y errores. Se puede decir que por momentos el lector se convierte en la mosca y puede tomar distancia de los sucesos.

De este modo, el animalito al mismo tiempo trata de no ser aplastado de un manotazo, por lo que siempre está mirando desde puntos estratégicos, tal como un hombre o mujer que se cuidan de no ser destruidos en un santiamén, producto de sus propias desgracias sin control o bien por otros y otras que a la par se cuidan de lo mismo en una espiral interminable. La mosca, desde su postura privilegiada y aséptica de juicios de valor, ha aprendido muchas cosas de los humanos, que sin embargo al final no servirá absolutamente para nada porque habrá de morir y ni siquiera otras moscas, sus pares, se enterarán de sus experiencias. Y no es que la mosca esté sola o sienta algo parecido a la soledad, no, solo es un bicho que dejará su micromundo sin haber experimentado la conciencia de ser libre de su propia existencia, que para el caso es lo mismo porque a nadie le concernirá lo que le ocurra. Aquí no hay ningún efecto mariposa.

No es que los personajes no importen —la narración que nos están exponiendo—, sino que su contexto solo es útil como estructura para que la mosca viva su fugacidad, su pequeño latido de criatura que no tiene propósitos, salvo el de subsistir gracias a y a pesar de los humanos. Las sentinas del alma se trata, pues, de una perspectiva literaria sobre la naturaleza de nuestras vivencias, espejos concatenados uno tras otro, que proyectan la vida infinitamente, en un acto casi borgeano que despierta temores, donde las desgracias del pasado son tan presentes que nos sujetan y enredan con otros que ni siquiera tienen que ver con ellas, pero que a la vez también participan dejando su rastro. La vida humana es, en suma, una minúscula red de moscas perdidas en el espacio sideral de sus desventuras.

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Una carrera intestinal

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La demencia de Atenea

Por Mario Jaime

 

 

Que no hay que llegar primero,

si no hay que saber llegar.

José Alfredo Jiménez

 

Visitemos el intestino de un gran pez. Una cherna, digamos. Vertebrado que nada en las aguas bajas soportando el peso de sus escamas. En el interior de sus vísceras viven miles de gusanitos. Son parásitos llamados AcantocéfalosDelgados fideos blancos que poseen espinas coronando su cabeza. Liban enzimas y otras sustancias químicas disueltas en los ácidos del pez. Verdaderos grumetes de la digestión ajena. Ese es su mundo oscuro, enterrados vivos entre los músculos y el aroma a corrupción.

Parásitos de todo tipo han coevolucionado con sus hospederos a lo largo del tiempo. Gusanos, moluscos, artrópodos, hasta vertebrados se han convertido en peligrosos inquilinos de otros seres. ¿Por qué? ¡Vaya pregunta! ¡Es tan cómodo vivir a expensas de otro! Robar sus energías y adquirir una casa a un precio bajo. Economía. En la vida no hay moral, sólo oportunidades. El que sabe colarse gana, aprovecha oportunidades. Todo individuo es un hábitat disponible. Todo espacio un probable hogar. La casa se adapta a su medio externo y el inquilino se adapta a su vez a la adaptación. ¡Qué hermoso es el mecanismo de los parásitos! Son unos magos de la evolución.

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Lástima que terminen desgastando hasta la enfermedad a sus hogares. Otra maravilla de los dioses cromosómicos. Su entendimiento es ilimitado y los parásitos serán exitosos por evos enteros. Quizá este dentro de cada célula convertirse en parásito de otra a la menor oportunidad ¿Quién sabe? Ecosistemas dentro de individuos. El microcosmos copia al macrocosmos y se yergue como infinito cíclico. El parásito tiene los suyos, y estos a su vez otros parásitos, nadie se salva. Quizá la tierra sea un parásito de un sistema y ese un parásito de un Dios terrible, que resultase ser un gusano intestinal.

Hoy, es un día inolvidable para los acantocéfalos, pues ha llegado el momento de la reproducción. Su memoria genética les impele al celo y asistiremos a una curiosa carrera, digna de un surrealismo cuántico. La hembra se encuentra en la base del estómago del pez, los machos muy al sur, cerca del ano. Ella es una gran señorita color rosa que espera con ansia al vencedor. Hermosa de cuerpo ahusado, piel plástica con reflejos de aurora interior. El cuello modelado para engarzar la cabeza augusta que corona con un ramo de estiletes y espinas. Una gusana soberbia. Ha secretado feromonas toda la noche, perfume que ha bajado entre los desechos digestivos y los machos se encuentran frenéticos, retorciéndose, aspirando el candor lejano y preparando motores. En la línea de salida hay un caos. Cientos de participantes se agolpan en trémulos pelotones. Los machos son curiosos, en su boca tienen glándulas de cemento. Su aliento pegajoso saborea una victoria. El premio para el vencedor será el privilegio de fijar sus genes en tan honorable dama y ser padre de miles de huevecillos que establecerán su residencia en otros vertebrados.

La carrera da inicio.

Pocas veces se ha visto una salida tan accidentada. Decenas de gusanos han quedado hechos nudo por el congestionamiento. Los más ágiles se arrastran por encima, en busca de ser los primeros en tomar la ventaja. Es un maratón a campo traviesa. Los competidores nadan en contra del flujo intestinal. Sortean pedazos de comida que caen como peñascos, se cuelan entre las paredes viscosas y los ácidos, dan vuelta sobre sí mismos para ganar terreno. La pista es una marejada de recovecos, curvas y vueltas. Pero allá van, en busca de la hembra trofeo.

Ya se destacan los líderes. Son tres fuertes gusanos que con sus mandíbulas y sus músculos han dejado rezagados al tropel. Mordidas y estocadas. En el camino hay heridos que curan sus pellejos con su propio cemento. Ni en el circo romano se verá competencia tan agresiva. Los líderes han entrado en los senderos que dejan atrás el intestino grueso. Tragan en su frenesí millones de bacterias y protozoarios, dan bandazos en busca del paso por un desfiladero esponjoso. La masa viene detrás, respirando gases, sufriendo calambres, pero con la voluntad como bandera. Su ventaja radica en que los apuntaladores les abren el camino.

Pasan debajo de cascadas de ácido clorhídrico pero su piel plástica resiste el chorro ardiente. Chocan con los pedruscos suaves del tejido que provocan reflujos gastroesofágicos, o sea agruras, en el pobre serránido. Si hubiera luz se observaría un paisaje indómito de charcos, géiseres color pastel y salientes tan grotescos como repollos gigantes. Pero no hay luz y los acantocéfalos no tienen ojos, ni los necesitan. El aroma es su carta esférica. En último lugar nada un pequeño acantocéfalo gris. Apenas y puede ondular su cuerpo. Magullado y aplastado por la turba sigue con la necedad del mártir o del héroe.

A la mitad de la ruta corren los tres comandantes. Se deslizan como relámpagos encabritados, dan respingos y giran en torbellino. Si existiera un público más entusiasta que las amebas, de seguro estallaría de emoción, pero las pobres deben hacerse a un lado para que los enormes gusanos pasen y no sean tragadas en forma involuntaria. Un apéndice estrecho obliga a que pasen los más afortunados, otros se estrellan acumulándose en la abertura. Los demás competidores se confunden, nadan hacia el otro lado hasta que las cabezas chocan y vuelven al rumbo correcto. ¡Esto es un manicomio! Pero un manicomio que vale la pena.

¿Cómo se sentirá el placodermo con todo ese enjambre bulléndole dentro? El pobrecillo detecta locura en su barriga. Es el precio de ser un mundo en sí.

La recta final. Los tres veloces se acercan a su amada.

Un acantocéfalo albo y delgado se adelanta hacia la doncella que espera al final del túnel. El éxtasis llega. El galán se enrosca veloz en la hembra. La parte final de su ahusado cuerpo palpa a la princesa. Las cloacas se juntan. El esperma pasa a la vagina. Pronto el macho se separa e, impelido por un egoísmo insuperable, comienza a tapiar la cloaca de la hembra. Con sus glándulas de cemento en la boca, forma una pasta que endurece en el acto. La abertura femenina queda sellada para impedir que otro macho copule con su propiedad. De esa manera intenta asegurar la paternidad porque: Los hijos de mis hijas mis nietos serán. Los hijos de mis hijos, ¿Quién lo sabrá?

Exhausto, el fatuo se desploma creyendo en su victoria. Pero la carrera no ha terminado aún.

¿Cómo, no ha terminado? No, pues el segundo macho alcanza a la hembra y percibiendo su felicidad cerrada, no se rinde, lanza su cabeza a la vagina. Por algo tiene espinas que rascan, muelen y abren otra vez la entrada. Con sus mandíbulas extrae el esperma del primero y lo arroja al olvido. Luego, él mismo inocula el suyo. ¡Qué maniobra! Ahora se siente seguro. Entonces comete el mismo error de su predecesor y mediante sus bolsas de pegamento empareda su simiente. Rendido se retira. Pero, señores, el tercer competidor hace su entrada triunfal. Ruge al descubrir la flor de su trofeo sellada con un tapón. ¡Ah, no hay problema! La evolución le regaló espinas. Arremete y excava con ira. Los bloques ceden y dan paso a las mandíbulas que sacan el esperma del usurpador. El ufano introduce el suyo y vuelve a taponar. Cae agotado.

¡Sorpresa! ¡Llega el grueso del comité! ¡Se arma la trifulca! Y así se repite una y otra vez la rutina. Uno mete y tapona, otro rompe, saca, mete y sella. Diez, treinta, ochenta, cien, ¡doscientas veces! Los paquetes de espermatozoides salen y entran, nada se queda.

La hembra soporta estoica cada embestida. Los que ya pasaron mueren, creyéndose triunfantes. Los más lentos y los rezagados tienen esperanzas. Curiosa orgía de turnos, egoísmo y de paciencia.  Más de 490 gusanos han probado suerte y copulado con la protagonista. La doncella no hace gran cosa por detener el frenesí. Ni modo, es el destino y hay que aguantar tanta manipulación, jaloneo y excavación. Los caballeros no son tan gentiles.

¿Qué ninfómana, cortesana, actriz, reina o hetera humana podrá competir con una gusanita en mudar tantos amantes durante una sola noche?

Al fin llega el último. Desorientado se arrastra con lentitud. A su alrededor yacen los escombros del tumulto. El pequeño acantócefalo, por el que ningún apostador habría jugado ni un talego, hace su trabajo. Escarba la vagina y saca los pedazos de cemento reseco. Luego extrae el paquete de esperma. Acto seguido se anuda a la hermosa que ya tiene hambre y untan sus cloacas. Al terminar cierra pacientemente. Albañil sabio. Al fin se retira humilde. La hembra queda preñada.

¡He aquí al triunfador! ¡Loor al vencedor de tan tremendo periplo!

La gusana descansa. La jornada fue agotadora. Ahora a cuidar su gestación y luego a desovar miles de crías. El padre se retira con honores. Al final ganó el último, el más lento. El más apto fue el más paciente, el más paciente fue el más sabio y el más sabio cosecha los laureles. La vida se ríe de las leyes que para ella nunca existirán y se eleva mientras deleita el fluir que pernoctará hasta donde alcance el sueño exacerbado de lo maravilloso.

 

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