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Cenotafios famosos en la carretera transpeninsular (II), Tragedia del camionazo del 5 de abril del 2005

FOTOS: Noé Peralta

Explicaciones Constructivas

Noé Peralta Delgado

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). En ciudades como Culiacán, en el estado de Sinaloa, los cenotafios en la zona urbana son muy comunes debido al buen número de ejecuciones que ha habido durante todo el tiempo que habido esta actividad ilícita en la región. A pesar de ser un buen recordatorio para la persona que falleció en el lugar por las causas que hayan sido, los cenotafios implican tener un conflicto con la imagen urbana de la ciudad.

En el caso de Baja California Sur, siguiendo con la entrega de la segunda parte del artículo sobre cenotafios en la carretera transpeninsular; tenemos un caso que vino a conmover profundamente a los habitantes del municipio de Comondú, donde una tragedia se llevó la vida de 21 personas, que regresaban de la ciudad de La Paz hacia Ciudad Constitución.

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Como en casi todas las telenovelas, los eventos políticos siempre tienen un final muy feliz, donde los candidatos, sobre todo cuando ganaron algún puesto de representación popular y sus seguidores llevan un lazo o atadura intrínseca. El año del 2005 fue un año electoral muy importante para Baja California Sur, donde se elegían desde gobernador, diputados locales y alcaldes de cada uno de los municipios.

En el Estado, el partido político en el poder era el Partido de la Revolución Democrática (PRD), en el esfuerzo por continuar en el poder lanzó al ing. Narciso Agúndez Montaño como candidato a la gubernatura para el periodo del 2005 al 2011. Después del periodo de campañas, la elección se realizó el día domingo 6 de febrero del 2005, donde salió vencedor el candidato mencionado con un 44.11 % de la votación; en la alcaldía de Comondú repetía triunfo el PRD, de la mano de Marcos Covarrubias Villaseñor.

Como fecha para la toma de protesta del gobernador, se definió el día 5 de abril del mismo año y posteriormente vendrían las tomas de protesta de los alcaldes. Hasta ese momento y en especial en el municipio de Comondú, todo era alegría después de tener un descuido hacia los alcaldes y hacia la población del municipio de Comondú del gobernador saliente. Muchos recuerdan aun la relación tóxica entre el gobernador Leonel Cota Montaño y el alcalde Javier Gallo Reyna en el periodo del 2002 al 2005.

En la mañana de aquel martes 5 de abril, todo era felicidad entre los coordinadores y líderes del PRD en Comondú, y como no, si asistirían a la toma de protesta del próximo gobernador a la capital del estado en la tarde. Toda la mañana salieron caravanas de autobuses y carros particulares hacia La Paz, con la alegría de estar presente en el evento, del cual nunca se imaginarían que la caravana regresaría incompleta a Ciudad Constitución.

En la tarde noche de la citada fecha, los autobuses ya se disponían a regresar, una vez pasado el evento, y un último autobús repleto de personas sentadas y algunas de pie emprendía camino hacia Ciudad Constitución, y aquí es donde surgen las leyendas urbanas sobre si las personas que originalmente iban en la mañana eran las mismas que regresaban; y como suele pasar, hubo cambios de pasajeros donde algunos se pasaron a otros autobuses y viceversa. Como haya sido, fue una moneda al aire donde los que se cambiaron de autobús o se quedaron en La Paz tuvieron el milagro de sobrevivir o al menos no sufrir las consecuencias posteriores de tan terrible accidente.

Al llegar al kilómetro 148 a las 9pm aproximadamente, y en una zona muy fácil de conducir porque no tienen curvas y falta de visibilidad, el chofer del autobús, por alguna razón que se desconoce (y que se lo llevaría a la tumba), invadió de manera total el carril contrario, cuando en ese momento venía en sentido contrario un pesado vehículo tipo tráiler con remolque lleno de harina de pescado.

En el momento del percance se desconoce el número de fallecidos en el instante, ya que por la fuerza del choque el tráiler con remolque salió disparado hacia afuera de la carretera, mientras que para mala suerte el ya muy golpeado autobús, queda encima del pavimento y con vista hacia el sur. Y se dice que mala fortuna, porque en la total oscuridad y algunos minutos posteriores llega un automóvil y se impacta con el autobús, que con la oscuridad no logró evadirlo. En este segundo suceso, falleció el copiloto del automóvil de nombre Cesareo Delgado, y muy posiblemente alguna persona del autobús que aun podía vivir falleció por la fuerza del segundo choque.

Al día siguiente se sentía el olor a muerte en Ciudad Constitución; toda la mañana del miércoles el principal bulevar, estuvo tapado hasta el acceso al antiguo hospital general, debido al recorrido intenso de las ambulancias con los heridos. Hacia la ciudad de La Paz se trasladaron menos por la lejanía, y algunas familias se confundieron con sus seres queridos por no saber habían fallecido y sobre todo donde se encontraban. También al día siguiente tuvo la visita ya como gobernador oficial el ing. Narciso Agúndez, donde lamentó el accidente y se cree que fue uno de los motivos que sutilmente lo obligó a ayudar al ya desamparado municipio de Comondú.

Un servidor tuvo la triste noticia qué entre los fallecidos, iba un vecino de toda la vida de la casa de mis papás, el señor Rafael Castro Domínguez. Don Rafa, como le decíamos cariñosamente, se dedicaba de toda su vida a la preparación y venta de menudo junto con su esposa que le decíamos también de cariño la Minuni. Así como yo, entre toda la población de Ciudad Constitución, debió de haber alguien querido que perdiera la vida en el trágico accidente.

En el lugar del accidente los familiares, por separado pusieron pequeñas cruces conmemorando el lugar donde fallecieron sus familiares, y al cumplirse 5 años se hizo construir un cenotafio muy bonito, donde están inscritas las personas que fallecieron. El cenotafio esta en las coordenadas 24.553519 Norte y 111.395676 Oeste, y está localizado en el km. 148 de la carretera transpeninsular del tramo La Paz a Ciudad Constitución, como unos 200 metros antes del lugar exacto de donde ocurrió el fatal choque.

Este artículo va acompañado de fotografías completas sobre el cenotafio principal, y también las cruces individuales que están en el lugar y que se hace como una conmemoración hacia las personas que nunca perdieron la fe en que al municipio de Comondú fuera olvidado por las autoridades centrales del gobierno estatal de BCS. A ellos les dedico este artículo y que descansen en paz…

 

Escríbenos…

noeperalta1972@gmail.com

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Jorge Teillier, un poeta que olvidé 

El librero

Ramón Cuéllar Márquez

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Uno olvida a veces poetas y poemas sustanciales que nos llamaron la atención en algún momento. También ocurre que dejamos de interesarnos por la poesía, más por el interés inicial de darse a conocer que por lo que estética y humanamente significa, es decir, que abandonamos la búsqueda desesperada del reconocimiento para sustituirla por el gozo inherente, el sentido que vamos adquiriendo conforme vamos avanzando en lecturas y en experiencias de vida. Porque he aprendido que sin vida no hay poesía, esto no como un cliché, sino como una auténtica conmoción de entrar en contacto con el acto poético.

Y justo me ha ocurrido que en estos días un contacto de Facebook me hizo recordar a un poeta enorme que había olvidado y que conocí gracias a un chileno con el que dialogué a mediados de los noventa en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM —durante una charla solitaria en la entonces cafetería Mascarones—, a quien por cierto nunca más volví a ver; ni siquiera me dijo su nombre ni yo a él. Lo que sí me viene a la memoria es que ese personaje era un chico culto, un voraz lector, admirador de los clásicos griegos y latinos, además de autores del Renacimiento y de poetas modernos a quien él veneraba. Entre las cosas que mencionó estaba el poeta chileno Jorge Teillier. Aquel desconocido fue generoso: habló de su poesía y de cómo había influido en él. Me recomendó sus libros.

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Hoy que me viene su recuerdo, me doy cuenta de que no cumplí con la promesa de leerlo; solo me había quedado absorto con la maestría de aquel joven intelectual que hablaba compulsivamente de narradores, poetas, filósofos. En estos días me puse a buscar algo de Teillier y me encontré con dos de sus obras: Los trenes de la noche y otros poemas (1961) y Para ángeles y gorriones (1956). En general su voz es nostálgica, de quien ha vivido profundamente y saboreado el instante desde la imagen y desde el gusto de desplegarlo en la poesía. En Los trenes…, por ejemplo, donde él tenía veintiséis años, escuchamos a un poeta con una voz anciana, de quien conoce las raíces profundas de la cotidianeidad y es capaz de expresarla con una madurez contundente. Mientras que en Para ángeles…, con veintiún años, se experimenta desde la vida diaria lo que nos dicen los objetos, el crecimiento de las exploraciones de la vida y de cómo cada instante nos ofrenda su eternidad, que se impregna de olores y sabores.

Jorge Octavio Teillier Sandoval nació en Lautaro en 1935 y murió a la edad de sesenta años en Viña del Mar en 1996, por los años en que conocí a aquel chileno desconocido. Fue de la generación de los nacidos en los cincuenta —como a muchos se les comenzó a catalogar a partir de entonces— y creador y exponente de la poesía lárica, influido seguramente por Vicente Huidobro —uno de sus referentes poéticos—, y su creacionismo. Lo cierto es que hay mucho que decir de este poeta que a mí me despierta el deseo de regresar a la poesía por necesidad y menos por el honor de premiarme y que me arrinconen en el olvido. Por hoy aquí lo dejo y más adelante les platicaré de sus libros y algo de su vida.

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Teogonía

FOTOS: Internet

La demencia de Atenea

Por Mario Jaime

 

 

 

Nada de Jehová, Alá, Brahma

u Ormuz.

Aquí está el verdadero Dios.

El regidor de maravillas.

Tres es su número y doble su cadena.

Desde el trono lanza magia hacia el futuro.

Es un sueño omnipotente.

Le dicen DNA

y a veces

llora y ríe como demente.

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Los ensambles minerales continuaban en la profundidad. Las capas rocosas se reciclaban. El magma fundía las concreciones que se disolvían en un grito de crujido aparatoso. El mar hirviente tenía como únicas naves a las islas volcánicas, pobres huérfanas flotando sobre la inmensidad.

Pero la vida ya oteaba desde su abrazo. El Anticaos del enamoramiento había condensado las reacciones. Nuestras dos moléculas primigenias ya eran unidad. Sintetizaban. Es decir, modelaban con arte inimitable a la materia que le circundaba. Un nido membranal era su hogar. Después le nombrarían célula. La decoraron con reacciones amarillas de calor. En medio del beso entraban partículas al nido y salían despedidas trazas que una vez fueron armonía. Ya tenía el amor sus propias leyes.

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En la atmósfera había cianuro. Veneno explícito. Rayas púrpuras de tóxicos. Mas nuestro polvo cósmico enamorado podía incorporarlo para continuar con la fuerza del abrazo. Hicieron el amor y desde entonces no han terminado de frotar sus / tratos voluptuosos. De esa unión desenfrenada nació un Dios. El primero.

Unos le llaman RNA. Yo le llamo Cronos.

Era el código inventado en un parpadeo. Tenía ya grabada la información críptica, instintiva casi, del fuego de sus padres. Ese código era secreto. Necesitaba traducirse a base de interacciones espaciales con otros compuestos.

Así, el Dios-Cronos-RNA vagó entre la espuma de la arcilla buscando encontrar el significado de sí mismo. Decidió peregrinar por los caminos de su voz interna. La aurora vio a una figura concentrada en convocar el poder supremo de sí. El Dios meditó sobre los acantilados húmedos y en su interior aspiró a la verdad. Fue el primer filósofo y el más grande. Aspiró el azufre, tragó limo y alcanzó la serenidad en los vados de las corrientes. De esta manera aprendió.

En su nicho, el alquimista divino, mezcló el azúcar, las nimias moléculas nitrogenadas y entonces hizo un pacto de su sabiduría con el disparador.

Levantó sus poderes y se replicó. De sus mangas hieráticas los astros microcósmicos derivaron en nuevas adquisiciones. ¡Había inventado el principio de la reproducción! Y ahora cada Dios podía construir su propio nido. Su templo.

El Dios-Cronos-RNA lanzó un reto al universo. Él lo dominaba. Mientras tanto, el polvo cósmico primigenio podía disfrutar de las caricias.

Ya nada podía interponerse entre la perpetuidad y su gozo.

Cronos regía en el mundo.

Habitaba miles de millones de templos. Los dioses son ubicuos y por lo tanto omnipresentes. El Dios orquestaba, aceleraba reacciones, creaba desde su taller mucilaginoso.

Cerca de los volcanes, las lagunas del trópico proporcionaban un paraíso térmico para la reproducción. Pero las partes solitarias de las regiones heladas, en realidad pocas, derivadas de la condensación de agua también proporcionaba cianuro. El fondo del mar escupía su lengua de fuego por las bocas de basalto. En todo y por todo pululaban las moléculas, los códigos desnudos, las células nido y las células templo como en una olla de alta presión. Cantaban a gritos de burbuja y era una época de lujuria.

Nunca un imperio halló tanta promiscuidad entre sus habitantes. Del orto al ocaso había jolgorio. La castidad era un sacrilegio. Era el reino de las orgías alegres, el sexo, la combinación y la recombinación. Bacanal sin prejuicios, fragor de Afrodita e Isis en celo. Nacían con precipitación. La angustia sólo se calmaba en los lechos. Unos depredaban, otros sucumbían pero todos jadeaban aferrándose al sentido del placer. Nunca hubo tanta fe en el deseo, tanta pureza en la concupiscencia.

Y así el plantea, curioso, observaba a los extraños adoradores dionisiacos. Reyes y marqueses, maestros de la seducción, en una fiesta desenfrenada y lúdica. Era el reino de la gran lascivia y el orgasmo fecundador de la armonía.

El mar bullía pero ya no era por casualidad.

Cronos derivó un hijo por medio de sus sacerdotes: las proteínas.

El insensato corrigió el código y ensambló dos cadenas de poder. Siempre dos, para amarse, dos para unirse, dos para herirse, dos para luchar contra el vacío.

Insensato Cronos, pariste a un nuevo vástago inmortal que terminaría domeñándote y después te arrebataría el poderío.

Era una nueva molécula de brillantes términos y garigoleada vanidad.

Unos le llaman DNA, yo le llamó el Supremo, el Padre de la variación.

Así, entre los coribantes de grandes alaridos, creció el nuevo dios que dispuso su grandeza para destronar al padre.

Era un titán heroico, con ínfulas de ambición que jamás percibieron sus antepasados. Tenía el amor total del polvo cósmico, el código sagrado del filósofo paterno pero además era un genio precoz. Niño diabólico, ángel de luz que anticipó todas las posibilidades del fruto prohibido. En su fuero preparó la rebelión. Convocó los secretos de los catalizadores y espió en el taller de Cronos. Aprehendió el alma de los alfareros al servicio, los sacerdotes que catalizaban. Entonces los compró. Los sedujo con fervientes promesas. Era la revolución molecular. Tiempo de profecías cumplidas, héroes y mártires.  Para asentar la rebelión debería convocar mercenarios. Estos vivían en los desiertos espaciales de las aguas. Eran secuaces, ladrones de dioses, pillos redomados del código genético. Los virus.

Esta nueva estirpe de vampiros genéticos actuaban de un modo terrorífico y eficiente. Posaban sus pequeñas cápsulas proteicas como naves interacuosas sobre la membrana celular de las bacterias. Luego descargaban el genoma que salía como un buzo citoplasmático para introducirse en el secreto del RNA. Los piratas robaban la información críptica, se volvían presurosos a sus naves y desde allí la conjugaban provocando evolución , rápidos cambios, variaciones extravagantes.

Cuando Cronos quiso reaccionar el ejército enemigo ya tenía copado el escape. El Supremo le quitó el poder sagrado de la replicación y cambió la llave dorada del secreto. Se irguió como la potestad única del amor y todas las bacantes abrieron sus destellos en loor de la nueva era. Pero no lanzó a su padre al olvido. Lo esclavizó.

Desde entonces Cronos- RNA recibe sumiso las órdenes de su hijo que manda desde diversos tronos. El DNA supremo actúa, piensa en nuevas posibilidades de radiación, colma y canta los salmos de la creación.

Desde sus dominios se abraza, se abre, se deja limpiar mimoso por sus esclavos  y de vez en cuando intercambia sus ardores para poder continuar el destino. Muta y levanta poemas, crece y toca la sinfonía de los chorros que salen en veleidosos aullidos. ¡Oh, Naturaleza infatigable, poderosa, invicta! Ha sido tu numen predilecto. El hijo pródigo de tus encantos. Todo ahora es un himno que se recicla a su propia vanagloria. Por eso, reyes, magos, emperadores y odiosos lectores antropocéntricos, escuchen:

Su vanidad es falsa, que ha sido Dios quién da el señorío, la probabilidad, el estado. Dios no tiene respeto a nadie pues Él es todo y manifiesta su grandeza en todos sus productos. ¡Oh, DNA, exaltamos tu poder! ¡El único libertador! Alabad al DNA porque es inmensa su sabiduría. Alabad al emperador del anti-caos porque es eterna su pasión.

Es Dios y es el pensamiento que se piensa a sí mismo.

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Anclados al fin de la tierra. Reseña de un libro inmensamente californiano

Tierra Incógnita

Sealtiel Enciso Pérez

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Es de hombres y mujeres bien nacidos, el amar la tierra en la que se nace, la que nos dio todo sin pedirnos nada, pero a la cual nos encontramos unidos por invisibles e indelebles lazos que, sólo aquellos que meditan en las grandes enseñanzas de la vida pueden comprender y sentir. Tal es el caso del joven historiador sanluquense Gustavo de la Peña Avilés, el cual dedicó su más reciente obra a describir de forma por demás amena y sistemática, la historia de su estirpe arraigada desde hace más de un siglo en la parte sur de la península de Baja California.

Esta obra literaria e histórica nos reseña de forma consistente sobre las familias fundadoras de lo que hoy son los poblados en la finisterra de la península de Baja California: Cabo San Lucas, Migriño, San José del Cabo, Santiago, San Bartolo entre muchos más. Nos habla de sucesos, de lugares pero sobre todo de personajes que fueron muy significativos para el autor, y su numerosa familia, pero que también fueron tronco y simiente de muchas familias como los Avilés, de la Peña, Agúndez, Sández, Núñez, Cosío, Castro, Mendoza, Ojeda, Carrillo y muchas, muchas más que pido disculpas a los presentes por no nombrarlas, y no es por falta de datos, sino de tiempo.

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Conforme nos vamos adentrando en esta maravillosa obra, en primer lugar nos sorprende gratamente por las dotes narrativas de Gustavo, ya que en su apartado al cual nombra A manera de introducción nos deleita con reflexiones muy maduras y producto del gran amor que le tiene no sólo a su familia sino a la tierra donde él también nació, y que siempre se siente orgulloso de llevarla en donde acuda, en sus ideas y en su palabra. Conforme transcurren las páginas y los relatos aparecen árboles genealógicos que nos dan cuenta de aquellas personas que fueron los primeros en portar aquellos apellidos que hoy nos son tan comunes, y que llegaron algunos como acompañantes de los primeros misioneros, otros buscando trabajo en las minas, los ranchos o la pesca, pero todos ellos deseosos de labrarse un porvenir y contribuir al desarrollo de esta península, la cual terminaron haciendo suya… o mejor diré ellos terminaron siendo parte de esta tierra y este mar. Quedaron anclados en la finisterra para jamás partir, ni aún muertos, puesto que siguieron viviendo en sus hijos, nietos tataranietos, y hoy, en este libro tan significativo e interesante.

Como muchos de los lectores sabrán, Gustavo de la Peña Avilés es licenciado en historia por la Universidad Autónoma de Baja California Sur, y haciendo honor a su formación y vocación de vida, escudriñó páginas web de genealogías, libros de bautizo, reportes en el Archivo Histórico del Estado y en todos aquellos sitios en donde pudiera encontrar los orígenes de las numerosas familias con las que está emparentado. Una gran cantidad de fotografías que los lectores encontrarán en su libro son únicas puesto que fueron recabadas directamente de los personajes de quien se narra o por sus familiares más cercanos.

Fiel también a su vocación narrativa, de la Peña Avilés nos hace llegar una gran cantidad de anécdotas y relatos sobre pasajes en la vida de sus familiares los cuales nos mantienen en vilo sobre el desenlace: dos crímenes no resueltos, despojos de heredades, una sospecha de hurto, son por mencionar algunas de estos sucesos, y que no deseo comentar más para que sean ustedes, amables lectores, quienes los lean y disfruten.

Quiero finalizar mi breve reseña del libro haciendo partícipes de las emociones que surgieron en mí al leer este libro: de las sonoras carcajadas, cual bálsamo reparador, al leer la anécdota de don Daniel Sández Ojeda con Álvaro Obregón y Abelardo L. Rodríguez; del cariño y admiración que sentí por la pichurca o pichurquita, la Señora Petronila García; de la imponente y macabra estampa de doña Ramona Aguilar de Cosío, la mala, como le llamó Petronia; así también el respeto y tristeza que me embargaron al leer la despedida que dio nuestro autor, en su última morada, a su abuelo Loreto Agúndez Ceseña, del meramente San Felipe.

Me uno a las felicitaciones que ha recibido De la Peña Avilés, e invito a los espectadores que adquieran este material que es mucho más que un libro de genealogía, Es la historia de una estirpe californiana.

Bibliografía

Gustavo de la Peña Avilés. Anclados Al Fin De La Tierra. Historia de una estirpe Cal­iforniana. 2022.

 




El ritmo del bastón

FOTO: Cortesía

Especial Día del Padre

 

Mención honorífica del concurso “Carta al Padre” 2022

Por Beck Martínez

 

 

Papá:

Veo tu rostro cansado, acabado por el paso del tiempo, por las preocupaciones, por tus problemas de salud, por luchar a contra corriente como si fueses un salmón.

Me recibiste como padre primerizo, tuviste demasiadas dudas, y gracias a tus dudas recibí la atención médica necesaria, aún cuando mi mamá no lo creía así. Incluso más adelante, cuando dudaban de lo que sentía, tú me acompañaste al médico, y de esa insistencia que mostraste siempre me valí, para ahora siendo adulta recibir mi tratamiento.

Jamás desistes de las cosas, de tus intenciones, y al paso de los años ha sido un arma de doble filo.

Cuando era niña, siempre acudía a ti para que me acompañaras a salir de compras, a llevarme a un convivio, todo eso. Hoy, me veo acompañándote, detrás de tu bastón, leyendo las cosas por ti, incluso cargando las bolsas del mandado, porque el paso del tiempo ha sido cruel contigo, sin dar ningún tipo de recompensa a tu sacrificio.

Pelear, luchar, insistir, trabajar, pero nunca descansar, es lo que siempre he vivido contigo. Pareciera que no hay una pausa al tiempo para disfrutar, porque cuando algo se arregla, otra cosa empeora.

Aun a tu edad, tus limitaciones, el desgaste emocional de una vida de estrés, tus heridas de la infancia negligente que tuviste, sigues teniendo la energía para hacerte valer. Tus años de juventud, tus peleas callejeras, te han dado un respeto entre tus conocidos, e incluso en aquellos que no te conocen para nada, que no vislumbraron tus años de proezas.

Cada vez que hablo de ti, hablo de las peleas callejeras que ganaste, de como fuiste un boxeador no reconocido que representó a este estado, de todas las obras de construcción en las que trabajaste, de aquellos accidentes tan horribles a los que has sobrevivido con cierto orgullo, pues me gusta la idea de ser descendiente de un linaje fuerte.

Por fuera pareces un hombre duro, inflexible, digno de respeto, casi un ser indestructible, pero dentro del hogar vives momentos curiosos, que muestran tu personalidad graciosa, demuestras que eres un hombre sensible, con ansias de expresar sus sentimientos, el cariño que siente.

Cada vez que te veo, reflexiono y siempre concluyo lo mismo: la vida es demasiado agresiva, no tiene consideración de nadie, pero tú, has estado protegido por quién sabe qué ángel guardián, que no ha permitido que te vayas en ninguno de tus accidentes, pero al mismo tiempo, me pregunto qué clase de ser eres para atraerlos tanto, incluso aquellas malas experiencias producto de malos seres humanos.

El ritmo que marca tu bastón al caminar es evidencia del tic tac en el reloj de la vida. Marca el ritmo de seguir en la búsqueda de una mejora en esta misma. Tu mirada se parece demasiado a la de mi abuelo ahora, lo cual es la propia naturaleza recordándonos que vamos a dónde mismo.

El día que te vayas, me quedaré con tus errores y aciertos. Me apropiaré de tu firmeza, de tu fuerza para actuar. Recordaré con cariño todos esos programas de televisión del tipo paranormal que veíamos juntos. Mientras tanto, disfrutaré los días que estés con nosotros, sentado en tu sillón.

A pesar de todos tus defectos, no eres una persona mala, realmente eres bueno, y, si te tratases de un árbol, nosotros como tus hijos, somos el fruto de tus valores y moral. Has logrado tener dos hijos que siguen tu ejemplo en lo bueno, y que discernimos lo malo para no repetirlo.

Gracias. Te agradezco por tener la vida en contra, heridas cicatrizadas, un temperamento difícil, y aún así, ser responsable y consciente de buscar siempre nuestro bienestar, de tomar la decisión de romper los patrones de crianza, de contarnos tu dolor y valorar tu esfuerzo, porque sin esto, no tendría la energía para vivir, habría tardado en lograr la madurez que tengo hoy, y no disfrutaría de los momentos de paz que existen.

Gracias a ti, me doy cuenta que la vida es injusta y cruel, pero no podemos hacer nada para que ella sea benévola, solo tenemos que tomarla con la misma fuerza que nos golpea.