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Desaparición forzada y desaparición de personas

Ius et ratio

Arturo Rubio Ruiz

La Paz, Baja California Sur (BCS). Corrupción, inseguridad, violencia, impunidad, complicidad entre los organismos encargados de la seguridad pública y elementos del crimen organizado, son algunos de los principales ingredientes que conforman el marco generador de la desaparición de personas.

México forma parte de la Convención Interamericana sobre la Desaparición Forzada de Personas, desde el año 2002, y de la Convención Internacional para la Protección de Todas las Personas Contra las Desapariciones Forzadas, desde 2008 y, por ello, adquirió el compromiso de tipificar los delitos de desaparición de persona y desaparición forzada, así como establecer las políticas públicas necesarias para prevenir, perseguir y erradicar tales delitos.

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Fue hasta el año 2015 que se modificó el artículo 73, fracción XXI, inciso a), de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, para dotar al Congreso Federal de facultades para legislar en esta materia, y El 17 de diciembre de 2017 finalmente se expide la Ley General en materia de Desaparición Forzada de Personas, Desaparición cometida por Particulares y del Sistema Nacional de Búsqueda de Personas.

DESAPARICIÓN FORZADA. La ley en cita establece en su artículo 27 que comete el delito de desaparición forzada de personas, el servidor público o el particular que, con la autorización, el apoyo o la aquiescencia de un servidor público, prive de la libertad en cualquier forma a una persona, seguida de la abstención o negativa a reconocer dicha privación de la libertad o a proporcionar la información sobre la misma o su suerte, destino o paradero.

Son tres los elementos esenciales de este delito:

  • Que se prive de la libertad a una o varias personas.
  • Intervención directa de servidores públicos, en apoyo, autorización o consentimiento.
  • Abstenerse o negarse a reconocer la privación o información, destino o paradero de la persona afectada.

La desaparición puede ser cometida con la intervención de una o más personas, ya sea por llevarla a cabo directamente (autoría ejecutiva) por participar de cualquier forma, mantener a la persona desaparecida o dar las instrucciones para que siga ocurriendo. (autoría no ejecutiva)

La autorización o aquiescencia de una persona servidora pública implica que la intervención estatal puede ser directa o indirecta, a través de su consentimiento o conformidad.

La desaparición, en ambas modalidades, es de naturaleza compleja y pluriofensiva, pues repercute en una multiplicidad de derechos, tales como la personalidad jurídica, integridad personal, prohibición de ser sometido a tortura u otras formas de trato cruel, inhumano y degradante, libertad personal, vida, etcétera.

Atendiendo al ámbito temporal de sus efectos, puede ser de comisión permanente o continua. El delito se sigue consumando mientras no se determine la suerte y el paradero de la persona, o sus restos no sean localizados plenamente.

DESAPARICIÓN DE PERSONA. Conforme se establece en el artículo 34 de la ley en cita, comete el delito de desaparición cometida por particulares quien prive de la libertad a una persona con la finalidad de ocultar a la víctima o su suerte o paradero.

Básicamente la diferencia entre ambos tipos penales la establece la participación o no de servidores públicos.

DELITOS CONEXOS: La misma ley establece como tales, el ocultar, desechar, incinerar, sepultar, inhumar, desintegrar o destruir, total o parcialmente, restos humanos o el cadáver de una persona con el fin de ocultar la comisión de un delito. Que una persona servidora pública impida injustificadamente el acceso previamente autorizado a las autoridades competentes encargadas de la búsqueda de personas desaparecidas o de la investigación de los delitos previstos en la ley en cita. Que una persona servidora pública obstaculice dolosamente las acciones de búsqueda e investigación de los delitos previstos en la ley. Falsificar, ocultar o destruir documentos que prueben la verdadera identidad de una niña o un niño que haya nacido durante el ocultamiento de una persona desaparecida, con conocimiento de causa.

Los delitos de desaparición generan un grave impacto social, de efectos duraderos, sobre todo para las víctimas indirectas, familiares de las personas desaparecidas, a quienes se les niega el derecho a la verdad, a la protección familiar, de acceso a la justicia, de libertad y autonomía a su proyecto de vida, a la integridad y a la seguridad personal, entre otros.

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AVISO: CULCO BCS no se hace responsable de las opiniones de los colaboradores, ésto es responsabilidad de cada autor; confiamos en sus argumentos y el tratamiento de la información, sin embargo, no necesariamente coinciden con los puntos de vista de esta revista digital.




Entre Máscaras y Alegría: El Legado Festivo de los Carnavales Paceños

Tierra Incógnita

Sealtiel Enciso Pérez

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). En el intrigante telón de la historia de Baja California Sur, los Carnavales de La Paz emergen como una joya enigmática, cuyo origen se desdibuja en la neblina temporal. Aunque las huellas precisas del año inaugural se han perdido en el transcurso de los tiempos, indicios aislados respaldan la noción de que este festín es uno de los más antiguos de la República Mexicana.

Datos documentales sugieren que en la década de 1870, específicamente en 1878 según un artículo del periódico local El Faro, el carnaval ya estaba arraigado en La Paz, siendo criticado por prácticas como la esparcida de harina en el rostro, una tradición que se gestó en esa época. La historia misma del puerto, ascendiendo a prominencia desde su designación como cabecera municipal en 1830 y capital del entonces Territorio de Baja California, traza un escenario donde estas festividades, en sus primeros días, se congregaban en la recién construida plaza pública, originalmente llamada Jardín Velasco. Posteriormente, el ajetreo festivo se trasladó al malecón, construido a partir de los trabajos de terraplén costero frente a la parte antigua del lugar, convirtiéndose con el tiempo en el centro de estas celebraciones.

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En el vibrante escenario de las festividades carnestolendas, la esencia de la tradición se manifiesta a lo largo de tres días efervescentes que anteceden al miércoles de ceniza, marcando un compás rítmico en los calendarios locales durante los meses de febrero o marzo.

A lo largo de las eras, estas celebraciones han persistido como una joya preciada en el corazón del puerto, convocando a la comunidad en alegres festejos que trascienden el tiempo. En este exquisito espectáculo, la figura central e icónica es la reina del carnaval, cuyo papel adquiere tintes de aristocracia entre las hijas de las familias acomodadas del puerto. La elección de esta distinguida dama no solo implica el reconocimiento de su belleza y elegancia, sino también la responsabilidad de la familia favorecida de proporcionar el vestuario y albergar los festejos en su finca. Aunque inicialmente este acto puede percibirse como una experiencia elitista con bailes de invitación, la reina del carnaval trasciende su papel, siendo presentada posteriormente en la fiesta popular, consolidándose como un símbolo de representatividad social que perdura más allá de los días festivos.

De estos primeros festejos se tiene una interesante crónica elaborada por la Profra. Rosa María Mendoza Salgado, en donde producto de sus investigaciones refiere cómo se vivió uno de estos festejos de Carnaval a finales del siglo XIX: En una artimaña ingeniosa, la reina del carnaval, María González de la Toba (1890), decidió jugar a los inocentes con sus amigas y sus pretendientes. Envió invitaciones con horarios distintos para cada grupo, mientras instruía a los jóvenes para que la escoltaran desde su hogar hasta el lugar de encuentro, dejando así a sus amigas sin pareja. Ante la revelación del juego, las muchachas decidieron contrarrestar la estratagema vistiéndose todas igual, eligiendo un llamativo rojo, con guantes negros, peinados altos con plumas y máscaras de gasa rebordadas en pedrería. El grupo rojo sorprendió llegando al baile antes que la reina, solicitando la ayuda de las señoritas Domínguez para resguardarse en una de las recámaras. Cuando la reina finalmente hizo su entrada escoltada por sus amigos, las damas escarlatas tomaron la pista de baile, abriendo el baile ante la sorpresa general y dejando a la reina perpleja en su trono. Tras recuperarse, la reina se unió al baile con el Sr. Gastón Vives, bajo una lluvia de confetis arrojados por sus amigas aún desconocidas. Los invitados, provenientes de diversas localidades e incluso extranjeros, todos portando máscaras, no sospechaban la identidad de las damas de rojo. La alegría alcanzó su punto máximo con las doce campanadas, momento en el que, siguiendo la tradición, todos se quitaron las máscaras, revelando así el ingenioso juego. Olvidando las bromas, la fiesta continuó hasta el amanecer, despidiéndose con la promesa de reunirse unas horas después en el último baile, que tendría lugar en el amplio patio de la casa de María, rodeado de corredores con altas columnas de cantera.

En los primeros años del siglo XX, el glamour de la realeza carnestolenda continuaba deslumbrando con la graciosa majestad de destacadas señoritas, como María Labastida en 1904, Laura Hidalgo en 1905 y Manuelita González de la Toba en 1906, todas provenientes de las cúpulas de las familias adineradas de la alta sociedad. Sin embargo, en una evolución natural, el sistema de designación experimentó un cambio significativo pocos años después. En 1908, se estableció el Comité Directivo de las Fiestas de Carnaval, marcando una transición hacia un proceso más democrático. Este año dejó constancia de candidatas a elección, entre las que destacaron Guadalupe Savín, respaldada por el Club Ideal, y Margarita Silver, apoyada por el Club Águilas, inaugurando así una tradición que perduraría en los años venideros. En 1910, el carnaval adquirió una nueva dimensión con la organización a cargo del Club Popular, presidido por J.C. Acevedo e Ignacio Bañuelos Cabezud como secretario. Otra interesante narrativa del carnaval de 1904 llega a nosotros de la pluma de la Profra.

Mendoza Salgado, donde nos comenta: Bajo la dirección del poeta californio D. Filemón C. Piñeda, las celebraciones fueron inauguradas con el arribo triunfal de Torote Ciruelo, rey del carnaval, y su elegante consorte, la deslumbrante reina de la hermosura, señorita María Labastida, junto a su distinguida corte. El muelle se transformó en un escenario encantador mientras las aclamaciones resonaban y la carroza real, adornada con exquisito gusto por el capitán Adolfo Labastida, desembarcaba a los soberanos. El cortejo real, seguido de Lanceros y carros alegóricos, desfiló por la ciudad, causando asombro y entusiasmo. El rey y la reina fueron conducidos a un trono levantado frente al Jardín Velazco, donde un jurado calificador evaluó los carros alegóricos premiando a destacados participantes. La noche culminó con una serenata y juegos de disfraces, marcando un carnaval inolvidable que fusionó la tradición con la creatividad de la comunidad, enriqueciendo así la historia de La Paz.

Las décadas de 1910 y 1920, se presentan como un misterioso capítulo en la historia de los Carnavales, donde las sombras del olvido y la escasez de registros históricos envuelven las celebraciones carnestolendas, lo anterior originado por los efectos del movimiento Revolucionario en nuestro estado. Estos periodos se erigen como las etapas más enigmáticas y desconocidas en cuanto a la organización, detalles de la festividad, nombres de reinas y animadores que participaron en estas efímeras pero vibrantes expresiones culturales. Los anales de estos años se ven marcados por la ausencia o la escasez de registros de los eventos carnavalescos, sumiendo a estas décadas en un velo de incertidumbre histórica. Solo se vislumbran tenues destellos de noticias, fragmentos que indican que, a pesar del silencio de los archivos, los Carnavales persistieron en ciertos años de manera intermitente.

En la antesala de las festividades carnestolendas, una singular tradición, cuyo origen se pierde en las brumas del tiempo, marca el inicio de las celebraciones. El día previo al inicio del carnaval se convierte en el escenario de una representación efervescente destinada a exorcizar el malhumor colectivo. En este ritual, un personaje público, encarnado en la figura de un muñeco caricaturesco, es sometido a un juicio popular ante un jurado conformado por la comunidad. En un festín de burlas y mofas, el muñeco es declarado culpable y, como acto principal, se procede a la lectura de su testamento. Este último acto se revela como un fascinante espectáculo donde el sarcasmo y la crítica social se entrelazan, dejando un legado festivo que se reparte entre las autoridades, personalidades de la alta sociedad y figuras populares. La ejecución de la sentencia se desata con la ardiente combustión del muñeco, acompañada por el estruendo de triques y la luminiscencia de fuegos artificiales que proclaman el inicio triunfal de la fiesta.

Continuando con estas interesantes crónicas de anécdotas en el carnaval, la Profr. Rosa MaríaMendoza Salgado nos ilustra: El año 1936 quedó impregnado de entusiasmo y vivacidad en lasfestividades carnavalescas de La Paz. Jesusita Manríquez Mendoza y Manuelita Vázquez se postularon como candidatas, y mientras Jesusita y su comité organizaban animadas actividades en San José del Cabo, no pudieron llegar a tiempo para el cómputo final en La Paz debido a la distancia y los difíciles caminos de terracería. Sin embargo, su triunfo fue anunciado a su regreso a San Antonio mediante un emocionante telegrama. A su llegada a San Pedro, una vibrante caravana de automóviles la aguardaba para escoltarla hasta La Paz, marcando su entrada triunfal como nunca antes se había visto, con multitudes siguiéndola a pie y en carro, y bandas de música acompañándola. En una emotiva entrevista con la señora Jesusita Manríquez de Díaz Bonilla, recordó con emoción el diseño de su vestido estilo princesa en color blanco durante la coronación. El evento, inicialmente programado para las diez de la mañana frente al Palacio de Gobierno, se vio retrasado hasta las dos de la tarde debido al bullicio que generó su llegada a la plazuela, donde dio vueltas alrededor del quiosco aclamada por el pueblo. Posteriormente, se dirigió al malecón para un paseo en lancha por la ensenada, convirtiéndose en la primera reina en visitar la cárcel “Sobarzo” y a los enfermos del Hospital Salvatierra.

En la efervescente década de los cincuenta, el Jardín Velasco de La Paz se erigía como el foco palpitante de los Carnavales, una concentración social donde la comunidad se deleitaba con una mezcla encantadora de bailes populares, comparsas, y concursos de disfraces de “fachas” y “fantasía”. El jolgorio se desbordaba con juegos tradicionales como el palo encebado, mientras las calles se llenaban de mascaradas que coloreaban el panorama y desataban el bullicio. Entre los estruendos de cascarones y serpentinas, las risas y los gritos de niños, padres y turistas se entrelazaban armoniosamente. Las aceras fungían como escenario para los paseos de jóvenes, quienes caminaban en direcciones opuestas con la esperanza de cruzarse y lanzar serpentinas o quebrar cascarones llenos de confetis de colores. Estos juegos carnavalescos se convertían en los imanes irresistibles para los niños y jóvenes de la época.
Los puestos de comida, los juegos de lotería y aros, la búsqueda del puerco encebado y el sorteo de los intrépidos toritos de luces y petardos que zigzagueaban entre la multitud, agregaban un toque de emoción a la celebración, irradiando alegría en cada rincón del Jardín Velasco.

Referencia

Rosa María Mendoza Salgado. Crónicas de mi puerto La Paz 1830-1959 Gilberto Ibarra Rivera. La Paz, ciudad y puerto mexicano. Origen, proceso histórico y símbolos emblemáticos.

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Entre la Fe y los Desafíos: La Saga del Padre Juan de Ugarte en California

Tierra Incógnita

Sealtiel Enciso Pérez

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Baja California, tierra de contrastes y desafíos, guarda en sus raíces la historia de un hombre cuya dedicación marcó un parteaguas en la región. El padre Juan de Ugarte, misionero jesuita, arribó a estas tierras en el albor del siglo XVIII, llevando consigo la luz del cristianismo y el anhelo de convertir a los indígenas Californios, al mismo tiempo que sembraba las semillas de la agricultura y la ganadería en esta fértil tierra.

Durante tres décadas, el Padre Ugarte cultivó su obra misionera con devoción, destacando especialmente en la Misión de San Francisco Xavier de Viggé-Biaundó, ubicada majestuosamente en la Sierra de la Giganta. Aquí, entre las montañas que custodiaban su misión, enfrentó no sólo los desafíos de la conversión espiritual sino también peligros que amenazaban uno de los votos más sagrados de la Compañía de Jesús: el voto de castidad.

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Las mujeres indígenas de los parajes cercanos a la Misión de San Francisco Xavier tejieron historias de tentación alrededor del venerable padre. En las noches oscuras, el Padre Ugarte se vio sorprendido por una joven india que, con provocaciones maliciosas, intentó perturbar su serenidad. Sin embargo, con fervor y una reprensión firme, el padre apartó de sí la tentación, cerrando la puerta para que no se repitiera el asalto.

Otro incidente, protagonizado por los ministros de Satanás, puso a prueba la fortaleza del misionero. En sus momentos de oración en la Iglesia, tropezó con una presencia desconocida.

Una indígena, introducida maliciosamente, desafiaba la devoción del padre. Su reprimenda resonó en la oscuridad, enfrentando a los demonios tentadores que acechaban en la penumbra de la noche.

La narrativa se torna aún más intrigante al relatar la llegada de una mozuela enviada por un indio a la Misión. Aunque el padre Ugarte intentó guiarla hacia la enseñanza y el bautismo, la situación tomó un giro inesperado. Durante una supuesta lección de la persignación, la enseñanza se convirtió en risa y farsa, desconcertando al misionero. Después de indagar, descubrió que la joven no buscaba la fe, sino ser la mujer del padre. Este episodio, aunque peculiar, refleja la complejidad de las interacciones culturales y las percepciones erróneas.

En otro incidente, una mujer avivó el calor de la concupiscencia, desafiando la tolerancia del padre a ser despreciado. Con astucia, buscó la compañía de un indio al que el padre solía tener en alta estima. Entraron juntos, y con un pedido peculiar, la mujer solicitó al padre un hijo, desafiando los límites de la sagrada castidad. Ante esto, el padre Ugarte, con sabiduría y reprensión, apartó a los dos, recordándoles que el padre no entiende de tales asuntos.

Estas anécdotas, a pesar de sus tintes cómicos, ilustran la complejidad y los desafíos que enfrentó el padre Ugarte en su labor misionera. Su capacidad para sortear las tentaciones y mantener la pureza de su voto de castidad es un testimonio de su dedicación y vocación sacerdotal. Además, revelan la intrincada interacción entre las creencias indígenas y la influencia de la misión jesuita en la California del siglo XVIII.

El legado del padre Juan de Ugarte perdura en la historia de Baja California, marcando un capítulo en el cual la fe se entrelaza con las complejidades culturales y las luchas personales.

Su obra, más allá de las anécdotas curiosas, es un testimonio de la resistencia y la resiliencia que caracterizó la misión jesuita en esta tierra llena de desafíos.

Referencia

Vida y obra de Juan de Ugarte- J. de Villavicencio.

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Aguas Siniestras: una alberca de aguas residuales

Colaboración especial

Alejandro Aguirre Riveros

La Paz, Baja California Sur (BCS).  Aguas Siniestras: la película que te hace preguntar si Hollywood ya se tiró a la alberca sin querer aprender a nadar. Nos cuentan la historia de Ray Waller, exjugador de béisbol, quien parece que cambió las bases por una alberca con más sorpresas que un baño público después de un festival de tacos de pastor. La idea era buena, ¿no? Una alberca que se convierte en tu peor pesadilla, pero terminamos con una trama que ni flotadores necesita porque es tan superficial que hasta un pedo en el agua tendría más profundidad.

Wyatt Russell y Kerry Condon se lanzan al agua, intentando salvar este barco que se hunde más rápido que el Titanic, pero con menos drama y cero icebergs. La película intenta ser un remojón en el género de terror, pero es más como meterse a una piscina llena de clichés y giros tan predecibles que hasta una inteligencia artificial borracha escribiría algo más original.

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Lo más ridículo es que en su afán de llenar la pantalla con metraje acuático, el filme se sumerge en lo ridículo, con personajes que parecen más preocupados por volver a la piscina que por salvar sus propias vidas: citas en la piscina, escenas en el trampolín y, por supuesto, el momento cumbre, poner una GoPro en la cabeza de alguien para que, al girar para respirar mientras nada, ¡pum!, un susto tan forzado como predecible. Ah, y no olvidemos el intento de recrear una escena tipo ‘ESI’ con un jumpscare que no asusta a nadie. Y cuando piensas que ya no pueden estirar más el chicle: Mi madre solía lanzar monedas a la piscina y teníamos que encontrarlas con los ojos cerrados, ¡y listó! Veinte minutos más de película resueltos.

La dirección de McGuire, quien también dirigió el cortometraje en el que está basada la película, parece incapaz de mantener a flote una trama tan delgada como una servilleta: dejándonos con una película que es más bien un manual de cómo no hacer cine de terror. Con una duración de noventa y ocho minutos que se sienten como una eternidad, este filme es un test de resistencia. El cast hace lo que puede, como náufragos tratando de mantenerse a flote en un mar de mediocridad. A pesar de las oportunidades perdidas, especialmente en las escenas acuáticas, este naufragio cinematográfico es uno para saltarse… a menos que estés en búsqueda de que te lloren los ojos tanto como haber nadado en una alberca con sobredosis de cloro.

En fin, Aguas Siniestras es el perfecto reflejo de la decadencia del cine norteamericano, donde la innovación brilla por su ausencia y es que aun cuando se intenta ser original impera el mal gusto y la falta de profundidad. Pero al final del día, películas como estas, con inversiones millonarias, lo que realmente demuestra es que el espectador de hoy en día se mete a las salas cinematográficas a ver cualquier cosa, así sea una película tan cutre y mal oliente como nadar en una fosa séptica de noche.

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Los órganos constitucionales autónomos

FOTOS: Archivo

Ius et ratio

Arturo Rubio Ruiz

La Paz, Baja California Sur (BCS).  Una característica fundamental de las democracias modernas es la incorporación al sistema de pesas y contrapesas en el ejercicio del poder público, de órganos autónomos, constitucionalmente creados y reconocidos, y que son independientes orgánica, presupuestal y administrativamente de la triada formada por los poderes ejecutivo, legislativo y judicial.

Los llamados órganos constitucionales autónomos, presentan como características distintivas, el encontrar su génesis en una norma constitucional que precisa sus funciones, facultades, atribuciones y alcance de sus determinaciones, y atendiendo al rango o jerarquía competencial, para efectos de la ubicación en el ámbito de la administración pública, están colocados al mismo nivel que los órganos soberanos del Estado; y en el ámbito de la interacción, en cada caso el marco constitucional establece las áreas de coordinación, control, supervisión, evaluación y en su caso, sanción.

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Otra característica es la naturaleza no partidista, y si bien en el proceso de designación participan el ejecutivo y el legislativo, vía propuesta y elección, respetivamente, los titulares no se encuentran subordinados ni administrativa, ni operativa ni presupuestalmente.

El único límite al control interno, opera en los casos de responsabilidad a que alude el título IV de la Constitución, y cuando en el ejercicio de sus funciones actúan como autoridad, cabe el sometimiento de las mismas a control jurisdiccional, vía amparo, por ejemplo.

Actualmente, en México contamos con los siguientes órganos constitucionales autónomos:

  • Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática INEGI art 26 apartado B
  •  Tribunales Agrarios art 27 frac XIX
  •  Banco De México art 28 párrafos quinto y sexto
  • Instituto Nacional Electoral INE art 41
  • Comisión Nacional de Derechos Humanos CNDH art 102 apartado B
  •  Instituto Federal de Acceso a la Información y Protección de Datos INAI art 6 apartado A
  • Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación INEE art 3 frac IX
  •  Comisión Federal de Competencia Económica COFECE art 28 párrafo catorce
  • Instituto Federal de Telecomunicaciones IFETEL art 28 párrafo quince
  • Fiscalía General de la República. art 102 apartado A

Si bien la Constitución reconoce la autonomía de otras instituciones, como las universidades, esta autonomía solo es administrativa y presupuestal, y carecen de facultades de control y supervisión del ejercicio público, por eso no son considerados en este listado.

Es el mismo caso de las Contralorías, que carecen o no de autonomía administrativa y presupuestal, pero tienen un marco de atribuciones aplicables únicamente en el ámbito interno del poder público al que pertenecen.

Aunque la tendencia mundial es incrementar la participación ciudadana en ejercicios de contraloría y supervisión vía órganos autónomos, en México existe una tendencia encabezada y promovida por el actual presidente de la República, que busca desaparecerlos, lo que significaría un grave retroceso en la vida democrática del país, pues los organismos públicos autónomos son garantes del ejercicio de control externo del ejercicio público, paralelo y transparente.

Para alcanzar su objetivo, el actual titular del ejecutivo necesitará la aprobación del Congreso, y se requiere mayoría calificada, lo cual se vislumbra muy poco probable, salvo que, en el proceso electoral federal de este año, su partido y aliados alcancen el número de curules necesarias para obtener la referida mayoría calificada.

El rumbo de nuestra democracia, específicamente el avance en los procesos de control supervisión participación ciudadana y transparencia en el ejercicio del poder público, se definirá en el proceso electoral 2024.

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