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¿Qué es el sexo tántrico y cuáles son sus beneficios?

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El sexo tántrico mezcla el placer y la espiritualidad. Foto: Internet.

Sexo + Psique

Por Yaroslabi Bañuelos Ceseña

 

“Quien conoce los corazones

acrecienta las distintas formas del placer”.

El Kamasutra.

“Perderse en el sexo es un placer. Encontrarte a ti mismo en el sexo es una bendición”.

Vatsiaiana.

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). El sexo tántrico es una práctica que tuvo su origen en Oriente hace 2500 años aproximadamente, el cual está basado en las doctrinas budistas e hinduístas que proponen el desarrollo de la consciencia plena para alcanzar la iluminación y liberarse del sufrimiento. En el tantra —enseñanza que sugiere utilizar el deseo como puente para experimentar estados místicos— el sexo se convierte en una experiencia profundamente enriquecedora en donde se integran la mente, la espiritualidad y las sensaciones del cuerpo.

En el sexo convencional usualmente la pareja busca llegar al orgasmo como única meta y, casi siempre, sólo por la vía genital, sin embargo, en el sexo tántrico se busca la unión espiritual y emocional de los amantes, de forma que se logra retrasar el punto máximo de placer; es decir, alcanzar el orgasmo no es el principal objetivo, sino estar más atento a todo lo que se siente física y emocionalmente durante el acto sexual. De manera especial se presta atención a la respiración, al tacto y al contacto visual, lo que genera un estado de meditación en el que la persona está consciente únicamente de la experiencia inmediata que ocurre en el instante.

Algunos sexólogos afirman que el sexo tántrico puede ayudar a mejorar significativamente la relación de pareja tanto sexual como emocionalmente, ya que esta práctica despierta y mantiene vivo el deseo; permite desarrollar una comunicación más sana, respetuosa y fluida entre los amantes; y eleva la capacidad de disfrutar el placer, lo que provoca que los orgasmos sean más prolongados. Aspectos esenciales en una relación de pareja saludable y feliz.

Las principales posturas

  1. Padm: El hombre se sienta con las piernas cruzadas y la mujer se sienta en su regazo, rodeando el cuerpo de él con sus piernas. Para realizar los movimientos sexuales, el hombre apoya las manos sobre los hombros de la mujer.
  2. Unpapad: La pareja permanece sentada mientras ella levanta ligeramente una pierna, sosteniéndola con la mano, y él inicia la penetración.
  3. Vaidhurit: Los dos miembros de la pareja se sientan y se abrazan mutuamente el cuello mientras se realiza una penetración lenta.
  4. Panipash: Él toma los pies de ella y viceversa mientras el hombre realiza la penetración.

Consejos para practicar el sexo tántrico

  • Es importante reservar el tiempo necesario para el encuentro sexual, ya que la impaciencia aquí no tiene cabida y la calma es la que guía cada movimiento.
  • Dedicar algo de tiempo a hacer más agradable el espacio: limpiar bien el lugar, utilizar velas para iluminar la habitación con luz tenue, usar incienso para aromatizar, ambientar con música relajante.
  • Un punto esencial del sexo tántrico es la atención sobre la respiración. La respiración prolongada y profunda se utiliza para sostener las sensaciones orgásmicas y expandir por todo el cuerpo la sensación de placer, en cambio, las respiraciones rápidas y superficiales aumentan el nivel de excitación.
  • Sincronizar la respiración con tu pareja: inhalar y exhalar juntos, tanto en los juegos previos como en el acto sexual. Después pueden intercambiar el orden de la respiración: cuando tú inhales tu pareja deberá exhalar y viceversa.
  • Permanecer en contacto visual, mantener los ojos abiertos mientras estés frente a tu pareja.
  • Es importante aprender la dinámica del “dar y recibir”, para esto se puede incluir en la experiencia tántrica algunos ejercicios como masajes con aceites, caricias suaves y prolongadas, y el sexo oral mutuo.

Cabe señalar que cada pareja es un universo y la dinámica de las relaciones es compleja, por lo que pueden existir prácticas y ejercicios sexuales que no atraiga a todos por igual, sin embargo, el sexo tántrico puede ser buena alternativa para explorar juntos y descubrir sus beneficios.

 




Literatura y transición: del libro impreso al digital

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Hay ciertas comodidades y ventajas que proveen las tabletas electrónicas para leer. Fotos: Internet.

El librero

Por Ramón Cuéllar Márquez

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Hoy en día la humanidad vive una etapa importante, que dio inicio cuando se inventó la primera máquina que permitió el desarrollo de las civilizaciones. Esa primera invención lo cambió todo. A partir de ahí, comenzamos a evolucionar hacia diferentes rumbos y nos hicimos dependientes de los artefactos que poco a poco invadían la vida cotidiana, primero de las tribus, después de las familias y al final de los individuos. A partir de ese progreso, las cosas se tornaron tecnológicas, es decir, el estudio de mejores técnicas para facilitar la vida cultural y económica de los pueblos.

La tecnología surge como parte de la inteligencia: el pensamiento, la imaginación se vuelven concretas. De todas las actividades del quehacer humano, la que adquiere mayor relevancia es la militar, primero como un modo de defenderse contra otras tribus y después como elemento de sujeción y dominio sobre otros pueblos. Los nuevos inventos de inmediato debían tener una utilidad bélica, pues gracias a esas tecnologías, una sociedad podía crecer teniendo el control ejerciendo las guerras contra los débiles o contra los más fuertes, y con ello esclavizar, explotar y colonizar a quienes conquistaban. La tecnología se volvió la base de los imperios, puesto que con ella desplegaban su poder para sostenerse a través del tiempo. Ganadores y perdedores.

De ese modo la tecnología era soporte bélico, sí, pero también ha sido parte fundamental del proceso evolutivo que hoy conocemos. Digo, las cosas no han cambiado mucho, pues las guerras aún siguen sirviendo para lo mismo y su tecnología es más terrorífica. Pero, por otro lado, la tecnología incluso está al servicio de cuestiones más nobles, más humanas, sensibles, con capacidad de asombro que en efecto apoyan la cotidianidad. La ciencia, la artesanía, la agricultura, las telecomunicaciones, las artes en general, se han beneficiado para que la humanidad se vea a sí misma más allá de las guerras, que no son otra cosa más que negocios o empresas de sangre; ser una humanidad capaz de madurar y de dar el salto a lo nuevo, que sea su propio respaldo y no autodestrucción, hacer consciente su lugar en el universo.

En cada etapa se han dado esas mutaciones, transiciones en las que hemos dejado atrás viejos modos de producción, costumbres, tradiciones, manías, actitudes y por supuesto, artilugios que comenzaron a prosperar con más rapidez a partir de la Revolución Industrial, pero muy en especial a lo largo del siglo XX. El invento del automóvil supuso un cambio brusco, por ejemplo; el avión, el primer vuelo para desprendernos del ombligo del mundo; los cohetes espaciales, la pauta para buscarnos a nosotros mismos en las estrellas.

Así, la Literatura (con mayúscula) también ha sufrido sus propias transformaciones, que comenzó con el invento de la imprenta. A partir de ahí, los libros se convirtieron en parte esencial de las culturas. Por supuesto que hay antecedentes de siglos atrás, e incluso milenios, de la necesidad de dejar huella del conocimiento adquirido, que no se perdiera la información. Pero es hasta la llegada de los libros que el conocimiento humano toma una directriz por completo diferente y se vuelve la razón de ser de la enseñanza y de la preservación de información destacada, nuestra visión de las cosas se amplía y poco a poco despertamos de la ignorancia: quitarnos la venda de los ojos y que nos deja darnos cuenta que nos han administrado la vida unos cuantos en beneficio propio, quienes garantizan así su estabilidad y privilegios económicos, políticos y religiosos.

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El poder de un libro es mucho y a veces no somos muy conscientes de ello. O más bien, como dice un clásico, la información es poder. De ese modo, los libros llegaron para quedarse desde la creación de la primera imprenta en 1444, más o menos. De entonces a la fecha el florecimiento de las distintas ramas del saber permitió un impulso exponencial que llega a nuestros días. Un artilugio da paso a otro más novedoso, más sofisticado. No hablaré de cómo las industrias han ido haciendo los aparatos domésticos más endebles para que duren menos y de inmediato se adquieran. La cosa es la ganancia y el negocio. Tampoco hablaré de parte de quién debe estar la tecnología, de cómo muchos filósofos la ven como un peligro en el proceso evolutivo de la razón y el pensamiento humanos. Hablo de la transición, lo que ocurre cuando dejamos atrás lo que ya no sirve y que requiere ser renovado.

Y la Literatura también ha sido partícipe de esos cambios, que creció con los libros, maduró, se reprodujo y hoy está ante la disyuntiva de si morirá o se fortalecerá como instrumento del saber humano. Ahí están los nuevos dispositivos electrónicos que nos sirven para almacenar bibliotecas enteras sin que tengamos que ocupar edificios, pues todo se reduce a un pequeño aparato. Pienso en los jeroglíficos de la cultura egipcia inscritos en las paredes de sus edificios más memorables o en las tablas de arcilla de los sumerios y su escritura cuneiforme: el espacio que tenían que utilizar y lo que los libros sustituyeron a partir de su aparición. Eso ocurre hoy en día.

Hace unos meses compré un dispositivo que me permitió guardar 300 libros electrónicos. No lo niego: lo he disfrutado enormemente porque facilita la lectura, no es cansado y sobre todo tiene aditamentos que nos dejan buscar conceptos desconocidos con sólo tocar la palabra en cuestión. El asunto a final de cuentas es leer para gozo intelectual, pero quizá me resisto a creer que el libro en papel desaparecerá. ¿El libro está agónico? No lo sé, lo que sí, es que la transición se está dando sin que se detenga. Quizá no quiero aceptar que tarde o temprano ese cambio se dará sin dudas, porque se hace necesario un control ecológico de las maderas, que es el origen del papel con que se hacen los libros.

Un dispositivo electrónico economiza, sintetiza, no genera más desperdicio de papel (aunque a corto y largo plazo los productos se vuelven desechables y por tanto en más basura), es más cómodo utilizarlo en más de una manera, pero también debemos estar conscientes de que su durabilidad no es eterna, que corremos el riesgo de perder la información si no respaldamos, lo cual es una locura porque siempre hay que estar haciéndolo. Por otro lado, y aquí es donde pienso que el libro en papel lleva ventaja, si no hay energía eléctrica, no sirve de nada el artefacto, que es como si no existiera; en cambio un libro no necesita enchufarse ni cargarse. Tal vez sea necesaria la generación de un producto sintético que sustituya al papel de origen vegetal para que su supervivencia se garantice.

La transición se está dando irreversiblemente, tal y como sucede con la televisión, que poco a poco ha sido sustituida por el Internet, pues la gente ahora puede decidir lo que quiere ver y no lo que de manera unilateral la vieja TV nos imponía y a la que no le podíamos replicar nada. Al tiempo, todo al tiempo, que más temprano que tarde llegarán las respuestas, en especial en esta era moderna en que todo cambia de un día para otro. Renovarse o morir. La transición está en medio de esos dos puentes.




The Crown en Netflix: la nueva joya de la corona

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The Crown, producción millonaria en Netflix. Fotos: Internet.

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Por Marco A. Hernández Maciel 

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). ¿A qué se enfrentan las princesas de carne y hueso? El final feliz de la clásica historia que Walt Disney se encargó de contarnos una y otra vez durante años nos enseñó que ésta concluía al casarse y crear una familia. Para la reina Elizabeth II ese fue el comienzo de su historia, y Netflix lo trae con lujo de detalle en diez portentosos capítulos.

El productor y guionista Peter Morgan funge como creador y showrunner de este drama de época que nos traslada con lujo de detalle a la vida de la familia real británica, justo en los últimos días del Rey Jorge VI y el ascenso al trono de su hija Elizabeth. Pero antes de adentrarnos más en la serie es justo reconocer el trabajo que Morgan ha realizado entre los cuales destacan los guiones de: The Queen –nominado al Oscar por mejor guión original en 2006–; Frost/Nixon –que antes de ser llevada al cine fue una exitosa obra de teatro–; The Damned United –una de las mejores películas sobre fútbol jamás realizadas, sobre el legendario entrenador Brian Clough que llevó a uno de los equipos más humildes de Inglaterra a ganar la Champions League–; o Rush –película que retrata la rivalidad entre los conductores de Fórmula 1, Niki Lauda y James Hunt.

Con ese currículum y el apoyo del galardonado director de películas como Billy Elliot y The Hours: Stephen Daldry, The Crown se coloca como uno de los acontecimientos televisivos más importantes de 2016, y posiblemente de la historia. Si alguien dudaba que las plataformas de streaming han llegado para quedarse, esta producción estimada en 130 millones de dólares (13 millones por capítulo) vale cada uno de los centavos que se invirtieron en ella. La televisión está cambiando y el poder de elección que el televidente tiene el día de hoy ha empujado a la industria a plantearse nuevos límites que hace tan solo cinco años eran impensables para una producción televisiva.

Cabe destacar que mis expectativas hacia la serie eran muy bajas. Nunca he sido un gran seguidor de las historias que involucren a la realeza y creo que eso reside en la banalización y desconocimiento que en nuestro entorno se maneja esa clase de información, y aquí no esperaba encontrar más que historias de amoríos y despilfarro de la familia real. Y si, sin duda los hay, pero con el curioso detalle que los amoríos y el despilfarro de la familia real repercuten en temas de Estado y de Gobierno. Y es el Gobierno representado por el Primer Ministro quien se encomienda a la monarquía para hacer su trabajo y en nombre de éste lo realiza, pero es el mismo Gobierno que coordina las acciones del Jefe de Estado –el monarca– y de su familia, y que decide en reuniones de gabinete y en cabildeos con el parlamento, situaciones como con quien pueden casarse los miembros de la familia real, o en que lugar deben residir.

Y fue ahí, en las imponentes apariciones de Winston Churchill interpretadas con esmero y aplomo por  el experimentado John Lithgow en una de las mejores caracterizaciones de su carera; y en la sorprendente evolución que el personaje de la reina Elizabeth II tiene a lo largo de la serie, llevada sobre los hombros de una prácticamente desconocida Claire Foy; donde se tejen las enormes responsabilidades de cada uno de sus personajes. El primer ministro, Churchill, aferrándose con todo a la silla gubernamental con un elevado y desorientado sentimiento del deber y la responsabilidad del poder; y una reina que carga con la corona como un peso enorme, indeseado pero necesario, dejando de lado sus intereses personales para convertirse en el ser celestial que el pueblo británico aclama.

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Así, con ellos dos como hilo argumental de la historia, la atención al detalle es sorprendente. La atmósfera de Londres envuelta eternamente en la bruma gris que ocupa cada resquicio de la fotografía; los decorados de interiores y exteriores que amedrentan al espectador por su exuberancia y soledad; el diseño de vestuario que refleja la personalidad del mundo de la época. Todo recreado a paciencia y dedicación que deslumbra a pesar de los tonos grisáceos que lo rodean.

Netflix sigue sorprendiendo. La mayor apuesta a la fecha de la plataforma ha cumplido su cometido y la segunda temporada ya está en producción. Después de éxitos como House of Cards, Orange is the New Black y las series basadas en los personajes de Marvel, este drama histórico significa un nuevo punto de referencia en las producciones televisivas. Se dice que actualmente estamos viviendo la época dorada de la televisión, y sin duda con esta serie las piedras preciosas se incrustan y brillan en la pantalla.

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Más libros y menos balas para La Paz

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La difusión de la literatura puede crear ciudadanos más concientes. Foto: Internet.

La Paz, Baja California Sur (BCS). La violencia se puede aminorar con conciencia, conciencia sobre el valor de la vida, el respeto al otro, y la paz y la honestidad como estilos de vida. Conciencia con la que no se nace; se adquiere, o bien, con la experiencia en el adulto —algunas veces venidas con dolor—, o a través de la educación, especialmente en los escolares, y uno de esos abrevaderos para despertar la conciencia y la sensibilización es el arte.

¿En qué punto se unen en este breve ensayo la violencia —la muerte violenta— y la promoción del arte y la cultura? En Baja California Sur, en donde se ha recortado un enorme ingreso al Instituto Sudcaliforniano de Cultura, y sirva además señalar que desde el Gobierno Federal a los municipales es tradición inyectar pocos recursos en este sentido, frente al creciente número de ejecuciones que desgraciadamente se ha salido de control y crecen exponencialmente. En breve, podríamos pasar a ser un Estado caracterizado más por su producción de muertos que de libros.

Sería bastante ingenuo pensar que la promoción cultural sea la única vía para frenar la guerra que ha desatado el narcotráfico en La Paz y otras ciudades, pero es igualmente ingenuo que la Federación recorte el total del presupuesto a ésta y otras entidades para este año, por motivos económicos cuando es un franco desdén. Si bien, como se dijo líneas arriba, ha sido parte de una tradición que el Gobierno Federal no sea generoso en apoyar el arte y la cultura, antes, al menos diplomáticamente lo disfrazaba, pero esta reciente decisión es evidencia del más cínico valemadrismo. Al gobierno no le importa la cultura. Parece que descubrimos que el agua moja, pero lo decimos porque ya estamos bien empapados.

Los resultados que se han dado en Cultura, por ejemplo, en la generación de libros y presentaciones de escritores, podría verse afectado. No se pueden negar las vicisitudes de algunas actividades, o la falta de ellas, pero son avances visibles; está gateando el bebé y lo quieren regresar a la cuna.

Para cualquier sudcaliforniano es evidente que las muertes violentas, especialmente las que son producto de la guerra entre células criminales, son imparables. Los delincuentes mandan, a través de la corrupción y el miedo, en las calles; han roto cualquier límite imaginado y han matado a gente cada vez más cercana. El problema es complejo y profundo, y a un ciudadano de a pie, sólo le resta sentirse impotente y vulnerable. No hace falta ser un reportero de la nota para poder tomar fotos de una balacera, ni hace falta consumir drogas para que una bala le quite la vida a algún inocente, en total impunidad.

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No hace falta ser reportero de la nota roja para encontrarse con balaceras y ejecuciones en La Paz. Foto: Max Rodríguez.

Pues bien, tampoco es nada nuevo que una forma de prevenir el delito sea educando. Hablamos más del niño o el joven que del que ya empuña una pistola; más de evitar consecuencias que desenredar una madeja podrida pero fuertemente enraizada. Y hablamos sí, en el sentido escolar, pero es sumamente importante el que se le genera fuera de los muros de la escuela, desde el ambiente de casa hasta las opciones que el gobierno con el impuesto que se les paga debería ofrecer en calles y recintos públicos, desde un partido de fútbol o un taller de danza en los parques hasta disponer de eventos artísticos de precios accesibles.

Quizá un problema de no aquilatar el impacto del arte y la cultura, es que la conciencia no es precisamente un indicador medible. Los gobiernos no quieren apostar por cosas que no se ven y que no deslumbran para la siguiente campaña electoral. Conceptos asociados con este tipo de actividad, parecen cosas abstractas, inútiles y de importancia baladí. Es muy probable que los políticos que no quieran apoyar la cultura apenas hayan leído un libro, y es que en ese sentido, son efectivamente representantes populares: es el eterno retorno de la ignorancia y el poder. No se puede esperar el mismo criterio de una persona expuesta a manifestaciones artísticas, que aquella que cuenta con la información más básica para no morir de hambre.

Este semestre me tocó dar clases en una preparatoria, y al visitarnos un periodista cultural de Tijuana, mientras éste exponía sobre su trabajo y realizaba preguntas para animar a los estudiantes, preguntó por qué cosas se distinguía La Paz. “¿Qué hace la gente de aquí?”, dijo, y un joven gritó: “Aquí matan”. No supe quién fue, su voz se ahogó en el tumulto de cuatro decenas de alumnos, y la visita continuó su charla. Si quien lo dijo fue por hacerse el chistoso o llamar la atención, o si le nació responder lo que es un asunto completamente público, en cualquier caso, el muchacho tuvo —tiene— razón: aquí matan. Esa es una macabra síntesis de nuestra realidad.

Y en esta defensa del recurso público para la cultura, reitero, no se vale la ingenuidad de presentarla como la única o más importante alternativa contra el delito; por supuesto, tampoco se trata de soñar con un público masivo para lecturas u obras de teatro. Se trata de que tampoco se desprecie y en cambio, se apueste por generar ciudadanos que crean en la honestidad y la paz. Su servidor, aún recuerda cuando su hermano mayor le acercaba a los libros o le comentaba pinturas del arte universal, y no hay nada que lo haga a uno ser un ejemplo, excepto algo: difícilmente dispararía contra alguien por dinero; sólo, y tal vez, empuñaría un arma por un asunto de defensa personal o por un ser querido, y toco madera para que nunca pase. Nunca se va a comparar, el miedo que da una película de terror en una muestra de cine, que el que acompaña a una balacera o una persecución policíaca; ni las lágrimas que se vierten en un hermoso concierto, con el que emergen ante el fallecimiento de un ser humano.

 




Noche de las Estrellas; breve historia del evento en La Paz

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Científicamente divertido

Por Miguel Ángel Norzagaray

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). ¿Qué es la Noche de las Estrellas? Cada año se reúne una gran cantidad de personas en el malecón para platicar de astronomía y compartir experiencias. El origen y objetivos son claros y La Paz no es el único lugar donde se realiza. Revisemos el evento y su historia.

En 1609, Galileo Galilei apuntó su telescopio, de fabricación propia, a la Luna, Júpiter y otros astros. Por primera vez los astros eran vistos con gran detalle por un ser humano. Lo que vio no sólo lo dejó maravillado, sino que cambió el curso de la historia, apuntalando la teoría de Copérnico del heliocentrismo. Comenzó también una interminable lista de descubrimientos con telescopios cada vez más grandes y mejor fabricados. En el año 2009, cuatro siglos después, la UNESCO lo declaró Año Internacional de la Astronomía y se tomó la decisión de celebrar este gran suceso con una fiesta astronómica internacional. Así nació la Noche de las Estrellas, que llegó para quedarse, con el objetivo de promover la ciencia, especialmente la astronomía.

Desde ese primer año, en La Paz un grupo de entusiastas de la Comunidad Sudcaliforniana de Divulgadores de la Ciencia, recién formada en 2008, se puso en contacto con el Comité Nacional de la Noche de la Estrellas, por iniciativa de Alejandro Zárate, del CICIMAR. Con pocos días de anticipación a la fecha, se organizó el evento con apoyo de muchos entusiastas, frente al hotel Los Arcos. Pepe Farah y su grupo, de manera independiente, también organizaron su propia celebración esa misma noche del 31 de enero de 2009, en el muelle fiscal. Festejo abarrotado de gente deseosa de ver por telescopio y de conversar sobre el tema. Hubo conferencias, actividades para niños y telescopios para observar la Luna en fase creciente, iluminada 30%.

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Esa primera ocasión hubo más de 20 sedes a nivel nacional, algunas instaladas en sitios arqueológicos, otras en plazas cívicas, universidades y otras en centros culturales o de investigación. En La Paz siempre se ha organizado en el malecón. Es cierto que no es el mejor sitio para hacer observación con telescopio debido a la contaminación lumínica, pero sí es excelente para reunir personas debido a su fácil acceso y popularidad. Pasan por ahí cientos de personas y muchas que no sabían de la Noche de las Estrellas se quedan a disfrutar.

Unos cuantos entusiastas de la ciencia, apoyados por una creciente cantidad de colaboradores hizo poco a poco la diferencia con el primer evento. La incorporación de PACE, encabezado por Sara Díaz, con Aline Ambriz como brazo derecho contribuyeron con becarios comprometidos y dinámicos.

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Comenzó así un evento que año tras año se organiza por el ahora llamado Comité Local de la Noche de las Estrellas, formado por gente de diversas instituciones y sociedad civil. Centrado en las conferencias y actividades para niños, y aunque la contaminación lumínica de la ciudad permite ver sólo objetos brillantes, pero siempre se ha invitado a la gente para que lleve su telescopio para darle asesoría sobre su uso. A veces simples juguetes, a veces telescopios viejos en buen o mal estado, a veces aún en su caja sin estar armados, pero siempre hay quien llega con su propio equipo. A todos se les ayuda para que lo puedan usar cada vez mejor.

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Entre otras cosas, el creciente interés propició que se formara la Sociedad Astronómica Mira, con sede en La Paz, siguiendo los pasos de colegas de Santa Rosalía, donde ya se había formado la Sociedad Astronómica Merak encabezada por Eduardo Sández. Poco tiempo después se formó la Sociedad Astronómica Cetus, en Los Cabos, encabezada por Benjamín Fernández.

Estas tres sedes han sido constantes en organizar la Noche de las Estrellas desde 2013, sede La Paz y subsedes registradas las otras dos. Ya en alguna ocasión también Guerrero Negro tuvo su fiesta astronómica y esperamos que logren consolidarse grupos entusiastas en cada municipio sudcaliforniano.

La edición de 2016, la más reciente, fue mayor que las anteriores. Creció debido a que el Consejo Sudcaliforniano de Ciencia y Tecnología cerró su Semana Nacional de la Ciencia haciéndolo coincidir con la Noche de las Estrellas. Ya en años anteriores COSCyT ha participado como parte del equipo, pero conjuntar los dos eventos hizo que este año hubiera mayor infraestructura, se hicieran preparativos mayores y un programa de actividades más completo. Desafortunadamente a la mitad del evento la lluvia nos obligó a suspender y retirar rápidamente todo lo instalado. Imposible quejarse, es la primera vez en ocho años que así ocurre.

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De esta manera, la intención de hacer divulgación científica, con el tema astronómico, ha crecido año tras año y se va estabilizando conforme el equipo gana experiencia. Cada año adecuaremos el festejo a un nuevo tema y siempre hay imaginación suficiente para que la Noche de las Estrellas sea distinta a la de los años anteriores.