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Inicia la Feria del Libro Sudcaliforniano en Santa Rosalía

 

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La Paz, Baja California Sur (BCS). Este viernes 17 y sábado 18 de febrero, se lleva a cabo la Feria del Libro Sudcaliforniano en la Plaza Benito Juárez en Santa Rosalía, cabecera municipal de Mulegé; la Secretaría de Cultura a través de la Coordinación de Fomento Editorial del Instituto Sudcaliforniano de Cultura hacen una cordial invitación para estar presentes en este evento con varias actividades literarias.

La Feria del Libro contará con la presencia de artistas locales y nacionales, y tendrá como invitada especial se encuentra Ana Clavel; la autoras tiene publicados los libros Fuera de escena (1984), Amorosos de atar (Premio Nacional de Cuento Gilberto Owen1991), Paraísos trémulos (2002), Amor y otros suicidios (2012) y del libro de Minificciones Corazonadas (2014), además de sus novelas Los deseos y su sombra (2000) y Cuerpo náufrago (2005) que se han traducido al inglés, y El dibujante de sombras (2009) al francés.

Las violetas son flores del deseo (2007, traducida al francés y al árabe) obtuvo el Premio de Novela Corta Juan Rulfo 2005 de Radio Francia Internacional.¨Las ninfas a veces Sonríen fue galardonada con el Premio Iberoamericano de Novela Elena Poniatowska; además cabe mencionar que sus libros han dado origen a proyectos multimedia que conjuntan fotografía, instalación, performance, intervención artística   y vídeo.

Además, en Santa Rosalía, Jorge Peredo y Pablo Lizaldi presentarán Una familia jurásica, y Modesto Peralta Delgado sus Prólogos a la muerte; se esperan diferentes actividades lúdicas y literarias para todas las edades en la plaza ubicada frente a las oficinas del Ayuntamiento de Mulegé.

 

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El periodo romántico de la astronomía

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Urano. Imágenes: Internet.

Científicamente divertido

Por Miguel Ángel Norzagaray Cosío

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Tenemos la costumbre de ponerle nombre a todo. Esto incluye los periodos históricos, como El Renacimiento, el Medievo y muchos otros. En el caso de la historia de la astronomía, también sus diversas etapas han sido separadas y (etiquetadas) nombradas dependiendo de la manera de ser desarrollada o por otras causas. Existe el llamado periodo romántico y lo mencionaremos brevemente, aprovechando la fecha. Cabe aclarar que, al ser una ciencia, objetiva como cualquiera, romanticismo como tal no aparece, sólo los que nos movemos en estas aguas somos capaces de ver algo romántico, así como aquellos que en serio buscan ese extra en todas las cosas. Sirva también este breve texto para hacer ver que, en ocasiones, a los científicos les gana su naturaleza humana oportunista y chapucera.

Antes del romanticismo ¿qué?

En esta época, unos 50 o 60 años previos a 1800, hubo una evolución de la manera de desarrollar algunas ciencias. La formalización y el deseo de realizar descubrimientos empleando principalmente la observación y la razón. Fue la época productiva de la familia Herschel, que dedujeron la forma lenticular de la Vía Láctea, nuestra galaxia.

En este periodo también se descubrió el planeta Urano, que ya había sido observado y aparecía en diversos mapas celestes como una estrella. Es curioso que fue el primero en descubrirse, pues los anteriores ya eran conocidos desde la antigüedad, por ser visibles fácilmente a simple vista. Por ello, Herschel obró con cautela y anunció un nuevo cometa. Noches de observación revelaron un disco bien definido y una órbita lenta para ser cometa, así que se admitió como el séptimo planeta del sistema solar. ¿Habrá otros? Era una pregunta válida.

La independencia con la que la astronomía comenzó a desarrollarse, alejada de influencias no naturales (cosas metafísicas o de orden religioso) la hicieron blanco de ataque de diversos grupos, particularmente de algunos filósofos positivistas, que creían razonable que fuera imposible poder conocer jamás la composición química de las estrellas, decían que sólo sería posible conocer sus distancias y posiciones geométricas.

El romanticismo

Luego de trabajar de manera racional ante todo, e incluso de exagerar en esta postura en algunos casos, rechazando otros métodos, comienzan los intentos por hacerlo a un lado tal racionalismo y llega el periodo romántico. Es un intento por hacer descubrimientos con mayor libertad, sin estar encasillados con un método único. Una apertura en la forma de desarrollar, que llamaba mucho la atención en las nuevas generaciones de astrónomos y científicos de ciencias afines.

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Los descubrimientos de esta época son muchos: catálogos más detallados de miles de estrellas, el periodo orbital de muchos cometas, la luz ultravioleta, la distancia de la primera estrella o el movimiento del Sol en la galaxia. Muchos pasaban horas observando el cielo y cotejando cartas celestes, tratando de descubrir otro planeta o algún fenómeno nuevo.

El polémico descubrimiento de Urano

De los más notables, y que habla de la manera como algunas cosas se desarrollaban, fue el descubrimiento del planeta Neptuno. Tras ser descubierto Urano, muchos comenzaron a observarlo y a comprobar las Leyes de Kepler del movimiento orbital, que todo planeta cumplía a excepción de Mercurio. De gran utilidad fueron las tablas astronómicas de Bouvard, que incluían la órbita de Urano.

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Urano.

Poco tiempo se necesitó para que encontraran que Urano no cumplía del todo con las famosas Leyes del movimiento, así que surgieron diversas hipótesis incluyendo la posibilidad de que estuvieran incorrectas las Leyes de Newton, particularmente la del inverso del cuadrado. La hipótesis de mayor peso fue que otro objeto lo estaba perturbando, tal vez otro planeta no descubierto aún. A partir de la segunda ley de Newton, Le Verrier calculó en 1846 la posición aproximada de nuevo objeto y Johann Galle, en el observatorio de Berlín, lo encontró el 23 de septiembre, la misma noche en que se recibió la solicitud de Le Verrier, a un grado de distancia de la estimación. Fue llamado Neptuno, primer planeta descubierto primero en el papel. Al igual que Urano, ya había sido observado desde al menos dos siglos antes y lo habían incluido en mapas celestes, como “34 Tauri”.

El problema mayor fue la disputa entre francés e ingleses por adjudicarse el descubrimiento. Un año antes de Le Verrier, John Adams ya había hecho cálculos de su posición. El joven matemático inglés, hijo de granjeros, se entrevistó con el astrónomo James Challis, director del observatorio de Cambridge, para que buscara el nuevo planeta en la dirección estimada. Challis dio poca importancia al trabajo y se lo quitó de encima dándole una carta de recomendación para que fuera a buscar a George Airy, astrónomo real. Adams no lo pudo ver jamás y lo único que hizo fue dejar sus cálculos en casa del importante personaje.

Tiempo suficiente para que Le Verrier y Gaulle descubrieran Urano. Curiosamente, Le Verrier también había acudido con James Challis, quien de nuevo se desatendió del asunto.

Una vez que se supo que los alemanes habían encontrado el nuevo planeta a partir de cálculos de los franceses, los ingleses comenzaron lo que sería una larga alegata con respecto a la prioridad del cálculo de Adams. Se trata posiblemente del mayor pleito que se ha dado en el mundo de la astronomía por la autoría de un descubrimiento.

En esa época, se optó por adjudicar el descubrimiento tanto a Adams como a Le Verrier, pero la historia no terminó ahí. Se sabe que quienes trataban de encontrar información al respecto en los archivos históricos ingleses encontraba que la información oral mencionaba al matemático Adams como el que sufrió una injusticia que fue resarcida adecuadamente.

La verdad sale a la luz

Esta imagen comenzó a cambiar a mediados del siglo XX, cuando ciertos documentos que se habían mantenido en secreto salieron a la luz. En 1954, el astrónomo Marshall Smart recibió algunos papeles que fueron revisados por Rawlins, quien anunció que los ingleses habían falseado algo de la información.

No todos los documentos estaban en dicha colección. Algunos sabían de un expediente llamado archivo Neptuno guardados en la biblioteca del observatorio de Greenwich. Curiosamente, esta información era negada cada que se solicitaba. Todo indica que el archivo había sido solicitado por un astrónomo que olvidó devolverlo y que se había mudado varias veces a diversos países y se encontraba trabajando en cerro Tololo, Chile. Tras morir de un ataque cardiaco, el observatorio de Greenwich fue informado y Adam Perkins fue a Chile, donde encontró el expediente perdido.

De los documentos se supo que Adams no era un matemático de bajo perfil, sino bien conocido y que sus resultados originales distaban 20 grados de la posición de Neptuno. Tras leer los de Le Verrier modificó los suyos.

Luego de este descubrimiento, quedan muchas preguntas. ¿La figura de Adams fue utilizada por ser un matemático notable para urdir un fraude? ¿Estaba Adams consciente de esto? ¿Quiénes idearon tal mentira?

Aún falta investigar algunas cartas personales de la época, pertenecientes a la familia Herschell, que hace pocos años se supo que existían. Por lo pronto, lo más importante es que ahora sabemos que quien descubrió Neptuno fue Le Verrier.

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Le Verrier.

 




Día del Amor y la Amistad; ¿cómo y porqué se enamora un paceño?

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Corazones y osos de peluche en puestos en las calles de La Paz, por el Día de San Valentín. Foto: Modesto Peralta Delgado.

SudcaliCiencia

Por Marián Camacho

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Hoy 14 de febrero, Día del Amor y la Amistad —o Día de San Valentín— te explico que el enamoramiento de los paceños tiene que ver con cosas que van más allá de tener mujeres hermosas, hombres muy guapos, atardeceres espectaculares, así como playas y espacios solitarios que invitan al amor: La Eréndira, el terraplén de los cocos, el mirador del Pedregal, la playa del Cetmar, etcétera. Sin embargo, no sólo basta con comprar una nieve y caminar por el malecón para decir que se conoce la fórmula del amor paceño. No, ya no. Hoy tenemos que conocer la explicación que está detrás de todo esto.

El lenguaje del cerebro

En primer lugar, necesitamos saber que nuestras acciones están controladas por la voz de mando de nuestro cerebro. El cerebro es un órgano compuesto por millones de células, llamadas neuronas, que se comunican entre sí para generar diferentes respuestas. Esta comunicación se llama “sinapsis” y es el lenguaje de las neuronas. Al igual que en todo lenguaje donde las palabras o gestos nos indican algo, en la sinapsis existen algunas “palabras químicas” que se llaman neurotransmisores. Un neurotransmisor es una molécula que lleva información de una neurona a otra.

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Neurotransmisor (esferas amarillas) transmitiéndose de una neurona a otra. Imagen: Internet.

Pues resulta que, durante el enamoramiento, el neurotransmisor llamado dopamina se libera “mashín”. Es decir, cuando un paceño está enamorado, existen grandes concentraciones de dopamina liberándose lentamente. Es importante saber que la dopamina está relacionada con el deseo, la felicidad y la sensación de placer, todas presentes cuando uno está enamorándose. Además, los enamorados presentan estados de ansiedad (tiemblan las piernas) y estrés moderados que se manifiestan a través de un aumento en la sudoración, la presión arterial, el ritmo cardíaco y en los movimientos peristálticos intestinales (sí: las famosas “mariposas en el estómago”).

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El amor nos vuelve tontos

Pero ¿qué creen? Esta liberación alocada de dopamina tiene sus consecuencias. Por ejemplo, dicen por ahí, que cuando una persona está enamorada se “vuelve tonta”. Y esto tiene mucho de razón, porque resulta que, al aumentar la liberación de dopamina también aumenta la actividad del sistema límbico. El sistema límbico son las partes del cerebro encargadas de responder a ciertos estímulos y también, es ahí, donde se encuentran los instintos humanos. O sea que entre más dopamina hay, más respondemos a nuestros instintos. Y no sólo eso, cuando el sistema límbico “anda con todo” se inhibe el trabajo de la corteza prefrontal, que es la parte de “enfrente” del cerebro y que está involucrada en el razonamiento, en la expresión de la personalidad, en los procesos de toma de decisiones y en la regulación del comportamiento social adecuado en cada momento. Entonces, ya sabrán lo que pasa cuando alguien anda enamorándose y trae un relajo con la dopamina, el sistema límbico y la corteza prefrontal.

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Corteza prefrontal en rojo. Imagen: Internet.

¡Weeeey!, entonces hay que liberar constantemente un montón de dopamina y “puum” estamos enamorados para siempre

Desafortunadamente o afortunadamente, según como se vea, las concentraciones de dopamina disminuyen conforme avanza el enamoramiento. Algunos científicos afirman que, en promedio, la dopamina del enamoramiento se acaba en tres años. Ya sé, es súper poquito tiempo para que se acabe el cuento feliz. Sin embargo, después de este tiempo, contamos con nuestra amiga, la poderosa, la inigualable: oxitocina. Esta sustancia química es conocida como la “hormona de la unión” por la neurociencia, ya que es liberada en el cerebro de paceños y paceñas a través de interacciones amorosas íntimas. La oxitocina tiene un efecto calmante y disminuye la necesidad de más y más dopamina. Esta hormona es la responsable del sentimiento de calidez, relajación, seguridad e intimidad amorosa que la mayoría de la gente busca. Y lo mejor… nuestros cerebros nunca desarrollan tolerancia hacia ella, por lo tanto, una relación amorosa construida con “ladrillos” de oxitocina ¡puede durar para siempre!

Existen diversas técnicas psicológicas encaminadas a reforzar los patrones químicos en las parejas que desean mejorar sus relaciones amorosas. Sin embargo, antes de intentar cualquier cosa, considero que lo más importante es comprender los principios básicos que generan nuestro comportamiento. Ya que como dijo la genial y enamorada Marie Curie, “no hay nada que temer en la vida, sólo cosas por comprender”.

¡Feliz Día del Amor y la Amistad!

 




“Cuando era otra persona”; historia de un transgénero en La Paz

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Se desenvuelve como un varón. Tanto por su tono de voz como por su barba, casi nadie imaginaría que nació mujer. Foto: Modesto Peralta Delgado. Fotos de interiores: Internet.

Por Modesto Peralta Delgado

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Está por cumplir 26, aunque puede aparentar hasta 10 años menos; salió de la carrera de leyes de una universidad de Guadalajara y vive actualmente en la capital sudcaliforniana; tiene la expectativa de tener esposa e hijos; asegura que no ha sufrido discriminación, y se le ve sonriente y seguro de sí mismo —“soy un chavo más”, dice—. Esta es la historia de un transgénero en La Paz, quien en exclusiva para CULCO BCS concedió una entrevista para hablar su transición de mujer a varón. Por petición del entrevistado, se omite su identidad.

Nació en junio de 1991 en La Paz, donde ha vivido con su familia, conformada por ambos padres y un hermano. Su sexo biológico fue de mujer, y aunque se había definido como lesbiana, poco a poco se dio cuenta que su identidad iba más allá, y que realmente era un hombre. Se desenvuelve como tal y  nunca habla de sí mismo en femenino; luego de unos cinco años inyectándose hormonas, su voz —y su expresividad en general— pasa por la de un muchacho. Tiene una rala barba y se ha quitado los senos.

“Yo creo que prácticamente lo traes en la sangre. Hasta este momento —y todavía en el tiempo que sigo en mi transición— me quedó pensado en cosas y digo ‘¡Ah, con razón!’. Empiezas a hacer muchos clics en la vida ‘pues por eso hacía esto’ (…) No sé, yo admiraba mucho los cuerpos del varón, me decía ‘¿porqué no me queda así la ropa?, ¿porqué yo no luzco así?’ Entonces es cuando, ya después, conozco el mundo transgénero”.

Sus padres lo sospechaban, pues —según dijo— comentaban que “iba a ser algo especial, no se ve entre lo común”. En su infancia usó ropa femenina, pero así fue hasta su graduación en la preparatoria —en esta ciudad—, ya que después de esa ocasión la ha rechazado. “El último vestido fue en la graduación de mi prepa, y nada más usé el vestido para bailar con mi papá, pero me cambié en ese mismo instante por pantalón y camisa”. Intentó hasta los 20 años, vestirse como “neutral”, con jeans, camisa y cabello recogido, aún así, pensaba que se veía como “la típica machorrita”, y fracasó en su intento de lucir una feminidad con la que se divorciaba cada vez más, hasta que en el último año de universidad decidió cambiar toda su apariencia a la de un varón.

Sin tener idea cómo empezar, informándose primero en la Internet, para noviembre de 2014 dio el paso definitivo en su proceso de transformación. Un año antes, en unas vacaciones en La Paz se lo dijo a su familia. “Lloraron al principio. Me decían que por qué no vivía dos vidas ‘tu vida profesional como mujer y tu vida personal como hombre’. Pero mi hermano fue el que me dijo ‘siento que nos estas pidiendo aprobación, permiso, pero es tu vida, haz tu vida, sigue adelante’, y mis papás comenzaron a entender”. Sólo le pidieron comenzar su proceso al concluir su carrera. Contó que a su papá fue a quién más trabajo le costó “dejar ir a su hija”, pero incluso, después, su mamá lo acompañó a la intervención quirúrgica donde se quitó los senos. A la fecha, ambos lo tienen tan asumido, que se disculpan cuando por equivocación —o por costumbre, como quiera entenderse— se refieren a él por su nombre de nacimiento o en femenino.

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A través de una amiga comenzó a averiguar el proceso. En Guadalajara hay muchos endocrinólogos y eligió a uno, quien primero lo hizo ir con un psicólogo para dar el paso definitivo, y así fue. Lo más caro, aseguró, es el inicio, pues el especialista le hizo varios exámenes de pies a cabeza, a lo que ha seguido el inyectarse hormonas masculinas, proceso en el que ha de seguir toda su vida, necesitando además extraerse los ovarios que podrían perjudicarle. Tal como es su apariencia hoy en día, es como desea seguir, es decir, sin modificar sus genitales. Ése es su límite.

“El primer cambio que tienes es la voz. (Las hormonas) te la hace más grave, te salen muchos ‘gallos’ como si pasaras por la adolescencia. ¡A mí me paró el periodo a la primera inyección! Ya no volví a tener un periodo desde hace dos años, todavía le digo a mis amigas ‘que sufrimiento con ustedes’” y suelta la risa. El proceso es para siempre. “Sí, nunca paras, nunca paras, solamente hay que ir con el endocrinólogo que te dice ‘ahora inyéctate un mes, ya elevaste tus niveles’. Cambia más que nada el tiempo de la inyección, pero toda tu vida te vas a seguir inyectando (…) Cuesta aproximadamente 300 pesos al mes, o 21 días, es una inyección aunque hay en pastillas y creo que hay en gel (…) Esa operación no la tengo, la de los ovarios, pero la tengo qué hacer, ha de estar en unos 40 mil. Sí necesito hacerlo, porque llega un punto en que se atrofian los ovarios y puede ser perjudicial para tu físico (…) Hay una operación en la que sí te pueden hacer el pene, te enrollan el clítoris, pero yo no llegaría a eso (…) Arriba (los senos), yo ya, fue hace como siete meses que me hice la operación”.

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A pesar de que la universidad de Guadalajara en la que estudió “es súper católica, son súper persignados”, no encontró mayores dificultades para recibir al alumno que ingresó como una alumna. “Cuando regresé a la escuela les dije, ‘les pido de favor que se refieran a mí de hombre’. Todos me apoyaron mucho, no he sufrido discriminación, en los absoluto. He sido un caso excepcional, no ha habido amigos o parientes que se me alejen”. Incluso, una maestra le pidió que apoyara a otra estudiante que también quería transformarse de mujer a hombre. “Salí de la universidad con excelencia y con mención honorífica, todos me quieren mucho en la universidad”.

En La Paz ha ido cambiando todos sus documentos a su nueva identidad masculina, y asegura que en las diferentes oficinas “fueron muy respetuosos”. Le llegaron a decir “‘es un caso es un caso nuevo’, y yo les decía, ‘pues investígale’”. Se tardaron seis meses en darle su certificado de secundaria, otro tanto para el de bachillerato, y ahora, su credencial de elector y su pasaporte, ya tienen su nuevo nombre y rostro. Porque también, al haber visto sus fotografías como mujer y las de ahora, es evidente que su fisonomía es distinta.

Él sabe que ha existido una campaña de la denominada Familia Natural en contra del matrimonio igualitario, y de colectivos y marchas de la comunidad gay en La Paz, en defensa de éste y otros derechos, sin embargo, se abstiene de participar. “Lo que no quiero es que me etiqueten por ser tránsgenero, porque soy una persona más, si llegan y me preguntan ‘eres tránsgenero’, digo que sí, pero no ando por la vida diciéndolo (…) Yo te diría que no (participa), respeto todo lo que se tenga que hacer, gracias a los movimientos he logrado ser quien soy ahorita, que haya un panorama más abierto, pero gracias a mi círculo social en el que me muevo, no vemos necesario eso”. Incluso, cree que algunas personas no heterosexuales se victimizan por su sola preferencia o identidad sexual. “Yo les comento que no se dejen aplastar pero que tampoco tomen esa etiqueta para que las demás personas tengan lástima (…) Lo que no me gusta es que las personas que están dentro (de la comunidad LGBT) se victimizan y quieren que uno los levante por su sola preferencia. Soy una persona más y jamás he usado este letrero para que decir ‘me estás haciendo de menos por esta razón’”.

En la entrevista se refirió a “cuando yo era la otra persona”. Aproveché para preguntarle de qué forma ve a la niña o la adolescente que fue, si es un mal recuerdo, pero explicó que no, “lo veo como lo que fui pero ya no soy. Ahorita me expreso más, mi carácter sigue siendo el mismo, pero soy otra persona (… ) Ahora tú me estás viendo,  tengo 25 años y voy a cumplir 26 años, ¡ahorita estoy en mi adolescencia!”, declaró sonriente. “¡A veces hasta se me olvida que soy tránsgenero! Me veo casado con mi esposa, con hijos. Yo, como te digo, soy otro chavo más solo que apenas estoy viviendo mi adolescencia pero por supuesto que me veo casado. (Por ahora) tengo trabajo, no tengo novia, anduve saliendo con una chava pero no se dio”. Y hasta el momento no le ha tocado tener una novia a quien tuviera que explicarle que él es un transgénero.

Tenía un nombre como mujer, pero con un alias que acortaba unas sílabas, y así, feliz, él decidió llamarse como sonoramente es más cercano a esa pasada identidad. “Todos, todos han sido súper comprensivos. Es otra generación, es otra mentalidad. Sí ha sido un poco difícil el contarlo, a veces piensas y digo, ‘¿porqué les tengo que decir?’, pero al final, son mis familiares y amigos”.




“Hasta el último hombre”: la redención de Mel Gibson

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Mel Gibson regresa a las grandes ligas de Hollywood con “Hasta el último hombre”. Fotos: Internet.

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Por Marco A. Hernández Maciel

Calificación ***** Bien actuada, escrita y dirigida.

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Todo indicaba que la carrera de Mel Gibson había terminado. Después de ser acusado de violencia intrafamiliar y de haber dicho comentarios antisemitas, Hollywood le había cerrado las puertas y no se veía la manera de que pudiera regresar. Se las ingenió para seguir activo con algunos proyectos de bajo presupuesto y este año, justamente 10 años después de aquella controvertida obra que fue Apocalypto, regresa con un potente film bélico que lo coloca de nuevo en las grandes ligas de Hollywood.

Hasta el último hombre cuenta la historia real del norteamericano Desmond Doss —interpretado por Andrew Garfield—, que fue condecorado por sus actos de heroísmo en la Segunda Guerra Mundial y que acudió a la lucha sin tocar un arma o disparar una sola bala. El reparto lo completan Hugo Weaving como el padre de Desmond y veterano de la Primera Guerra Mundial, y Vince Vaughn como el sargento Howell, que está intentando salir del encasillamiento como actor de comedia y poco a poco parece lograrlo.

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La película, que inicia con un tono inocente y campirano, puede llegar a ser sosa en un principio. Los diálogos y las situaciones se interpretan como un enorme sermón que no nos deja muy claro hacia dónde se dirige la historia, y las motivaciones del protagonista quedan poco claras. Pero pasando ese tramo de nostalgia en la visualización del sueño americano, la puesta en escena se tornan oscura, depresiva, incoherente, cruda, apabullante y asfixiante, pero eso es algo cinematográficamente muy bueno. El director logra una representación cruel de la guerra donde, irónicamente, el único con una misión clara es aquel que iba sin un arma en su hombro.

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Es ahí donde Mel Gibson entrega una lucha sin cuartel entre japoneses y americanos, sin tomarse ningún recato ni contemplaciones; a sangre y fuego va abriéndose paso entre la batalla donde nadie tiene la vida –o la muerte– asegurada. La cámara es como un soldado más que atestigua momentos de terror y angustia y que en cualquier momento puede caer abatida. La edición por su parte, logra crear la atmósfera adecuada en cada episodio de la cinta. Desde una sensibilidad que raya en la comedia romántica hasta culminar con el delirante y frenético ritmo de una batalla donde el horror se pasea con desparpajo entre las trincheras.

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Ahí, en todo ese caos, destrucción y muerte, la actuación de Andrew Garfield se sobrepone a su inicio bastante idílico, y nos entrega a un soldado comprometido no con la causa, no con su país, sino comprometido con la vida misma, con sus creencias y con sus compañeros de batalla. Poco a poco el guión nos va dosificando la información necesaria para que después de todo, podamos apropiarnos de esta increíble historia y sentirnos identificados con un personaje demasiado perfecto para ser verdad, tanto que el propio director lo clasificó en una entrevista como “un verdadero superhéroe pero sin traje de spandex”.

La calificación de Kinetoscopio:

5 Estrellas: Clásico imperdible

4 Estrellas: Bien actuada, escrita y dirigida

3 Estrellas: Entretiene

2 Estrellas: Sólo si no tienes otra opción

1 Estrellas: Exige tu reembolso

0 Estrellas: No debería existir

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