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Juan Rulfo y su primera novela… que quemó él mismo

Juan Rulfo. Fotos: Internet.

Colaboración Especial

Por José Leónidas Alfaro Bedolla

 

“Vine a Comala porque me dijeron que aquí vivía mi padre, un tal Pedro Páramo. Mi madre me lo dijo. Y yo le prometí que vendría a verlo en cuanto ella muriera”. Pedro Páramo.

 “Después de tantas horas de caminar sin encontrar ni una sombra de árbol, ni una semilla de árbol, una raíz de nada, se oye ladrar los perros…” Nos han dado la tierra en El Llano en llamas.

 

San José del Cabo, Baja California Sur (BCS). Juan Rulfo (1917-1986) cumplió el primer centenario de su nacimiento. Nació en Apulco, Jalisco, el 16 de mayo de 1917. Sus padres fueron gente acomodada, pero lo dejaron huérfano cuando él apenas tenía 6 años. Bajo aquella circunstancia, fue internado en un colegio de Guadalajara.

A la edad de 17 años, su tío, el coronel David Pérez Rulfo lo llevó a vivir con él a la Ciudad de México. Al cumplir los 20 años, le consigue un trabajo en la Secretaría de Gobernación. Allí conoció a Efrén Hernández y a Jorge Ferretis, ambos, escritores que habían logrado escalar un poco, el primero como cuentista y el segundo como novelista. Fue Efrén quien se dio cuenta de las cualidades de Rulfo, y le compartió de su experiencia.

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El primer trabajo que desarrolló fue una novela que intituló: El hijo del desaliento. Por consejo de su tutor literario, envió un capítulo de aquella novela a revistas, pero no obtuvo respuesta. Por esta razón, la quemó. Sólo dejó un capítulo que le pareció que valía, y años después lo publicó. Sin embargo, llegó a la conclusión de que su quehacer de escritor no lograba nivel. Él mismo expresó al respecto: “Mi trabajo no convencía porque sólo quería desahogarme por medio de la soledad que había vivido, no en la ciudad de México, pero desde hace muchos años, desde que estuve en el orfanato. Yo estaba solo en la ciudad, una ciudad burócrata. Yo no conocía a nadie, así que después de las horas de trabajo me quedaba a escribir. Precisamente como una especie de diálogo conmigo mismo. Algo así como querer platicar un poco. En mi soledad en que yo… con quien vivía. Se puede decir: yo vivía con la soledad. El hombre está solo. Y si quiere comunicarse lo hace por los medios que están a su alcance. El escritor no desea comunicarse, sino que quiere explicarse a sí mismo. De eso se trataba en esa novela que yo destruí, porque estaba llena de retórica, de ínfulas académicas, sin ningún atractivo, más que el estéticado y lo declamatorio en su lenguaje, del cual me daba exactamente cuenta. Creo que me estaba llenando de retórica por andar en la burocracia. Me estaba empapando de ese modo de tratar las cosas. No era lo propio, como yo quería decir las cosas”.

En 1945 ingresó como vendedor de llantas a la Goodrich-Euzkadi, pero siguió insistiendo en escribir, también le escribía cartas a su novia, Clara Aparicio, con quien se casó el 24 de abril de 1948, y se la llevó a vivir a la Ciudad de México. Insistió en su preparación y prácticas literarias, obtuvo una beca en el Centro Mexicano de Escritores, y en 1953 publicó su libro: El Llano en llamas cuyo título es el nombre de uno de los 17 cuentos de aquel volumen.

Con este logró darse a conocer y confirmó la beca que le permitió dedicarse con más intensidad a su afición literaria. Laboró como fotógrafo en la Comisión del Papaloapan, y en el Instituto Nacional Indigenista como responsable de las ediciones. Al publicar Pedro Páramo en 1953, se reafirma como escritor; logra el premio Xavier Villaurrutia y forma parte del boom de escritores hispanoamericanos, quienes consiguen hacer que el mundo, principalmente el europeo, voltee hacia América Latina, y ponen atención a escritores como Octavio Paz, Carlos Fuentes, Julio Cortázar, Juan Donoso, Miguel Ángel Asturias, Gabriela Mistral —quien es distinguida con el Premio Nobel de Literatura, y años después lo consiguen Asturias y Paz.

En esta etapa, Juan Rulfo logra sonadas apariciones en la prensa mundial, viaja por Europa, Estados Unidos y América Latina; aunque de carácter serio, se abre camino exponiendo su talento. Cientos de periódicos, revistas, videos y ensayos sobre su obra, registran su talento. Pedro Páramo está considerada como la novela de más influencia en el idioma latino. Y varios de sus cuentos han sido llevados, igual que la novela al cine. Pero lo más relevante es que han sido motivos de estudio y análisis en foros internacionales, lugares donde ha sido reconocido como el más brillante de los escritores del mundo hispano.

Antonio Millán, crítico literario, en la revista Cuentos No. 48, basado en el cuento Macario, dijo: “Juan Rulfo se ha distinguido desde sus primeras letras publicadas por una fresca sencillez soleada de tierra provechosamente llovida y por una hondura de visión poco comunes en nuestro medio literario, dentro del cual habrá de ocupar tarde o temprano el puesto que le van ganando sus pensamientos”.

Este vaticinio se cumplió con creces. Juan Rulfo con su alcance creativo, logró la gloria personal, y también la de un país que en aquellos años, debido a la imagen proyectada por el cine, se creía en el resto del mundo, que éramos una nación de retrasados que sólo bebíamos tequila hasta explotar en sainetes que terminaban en un tenderete de muertos. La influencia de Rulfo en compañía de Octavio Paz y Carlos Fuentes, lograron proyectarnos una imagen más civilizada, eso fue por espacio de tres décadas 1950-1970, tiempo en el que se da el famoso “milagro mexicano”, tiempo en que los gobernantes tuvieron el acierto de catapultar al país hacia niveles de verdad progresistas.

Por desgracia aquel avance se detuvo, una banda de maleantes impulsada por la mente asesina de Gustavo Díaz Ordaz, cambió el destino de nuestra nación. De aquél engendro, han surgido, como una hidra venenosa, personajes como Carlos Salinas de Gortari que ahora comanda el Cartel más despiadado, nos ha sumido, a base de terrorismo, en el miedo, la desesperanza y el odio. El pasado 15 de mayo de 2017, lloramos de rabia y dolor porque nos han arrebatado a nuestro amigo Javier Valdez Cárdenas, un periodista valiente, un mexicano que entregó su vida por un México justo y progresista. ¡Javier, siempre estarás con nosotros!




Cómo pelar un chango a nalgadas

 

SudcaliCiencia

Por Marián Camacho

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Consígase un chango de regular tamaño, póngalo en su regazo boca abajo, dele muchas nalgadas hasta que vea que la región glútea empieza a mostrar ausencia de pelo y vea qué sucede… En el caso de los chimpancés, esta operación debe resultarle en extremo sencilla, porque estos changos carecen de pelo en las nalgas. Por lo tanto, podemos comprender que la expresión de “ese tipo no pela un chango a nalgadas” hace referencia a que la persona es una inútil. Sin embargo, para los chimpancés, la falta de pelo en el trasero es una característica evolutiva bastante útil que utilizan para reconocer a sus congéneres con facilidad.

Los chimpancés llevan por nombre científico Pan troglodytes y son de los parientes más cercanos que tiene el ser humano, al compartir con ellos más del 95% del material genético. Al igual que nosotros, los chimpancés pueden reconocer individualmente a sus congéneres, al observar sus rasgos físicos, solo que con una pequeña diferencia: además de verse a la cara para saber quién es quién, los chimpancés se ven el trasero.

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Para las especies sociales como los primates, donde se incluyen los seres humanos, chimpancés, gorilas, etcétera, el reconocimiento de los congéneres es crucial para la supervivencia. En los seres humanos, el reconocimiento del rostro es particularmente importante, ya que, los rasgos distintivos de ojos blancos, cejas, labios rojos y mejillas de una persona, señalan emociones, intenciones, salud y atracción sexual. De tal forma, los seres humanos somos expertos en reconocer caras, ya que tenemos áreas cerebrales específicas para ello. Asimismo, reconocemos las caras de las personas basados en la evaluación de toda la cara, no en las partes individuales. Por eso no somos muy buenos para reconocer caras cuando están al revés; la cara al revés tiene las mismas partes, pero es más difícil para nuestro cerebro ponerlo todo junto. Esto se llama “efecto de inversión” oefecto Thatcher”.

Los chimpancés son una historia diferente. Sabemos por una reciente investigación, presentada el año pasado por una científica holandesa y un científico japonés, que los chimpancés confían en observar los traseros de sus congéneres para reconocerlos. Las hembras muestran una hinchazón y enrojecimiento alrededor de la región anogenital en el momento de la ovulación, lo cual constituye una importante señal socio-sexual para los machos. Pero hasta ahora, no sabíamos si los chimpancés procesaban los traseros de la misma manera que los humanos procesan los rostros. Los investigadores teorizaron que, si este fuera el caso, habría un “efecto de inversión trasera”, es decir, tendrían más problemas para identificar los traseros invertidos que para reconocer los traseros en la posición normal.

Entonces, los investigadores realizaron una serie de experimentos. Primero, reclutaron alrededor de 100 humanos para mirar fotos de caras, traseros, y pies (de seres humanos y de chimpancés) y emparejarlos. Por ejemplo, veían una foto del pie de alguien y después otras fotos, y luego se le pedía que escogieran si esa era la que habían visto. Algunas de estas imágenes estaban en posición normal y otras estaban invertidas. Luego, los investigadores hicieron lo mismo con chimpancés.

Como se predijo, los seres humanos tuvieron “el efecto de inversión” para las caras, pero no para los traseros. Los chimpancés, por otro lado, tenían más problemas para emparejar las fotos de los traseros cuando estaban al revés, pero no las fotos de las caras. De tal forma, que la investigación concluye que los chimpancés procesan la configuración de los traseros de una manera similar en la que los seres humanos procesamos las caras.

Finalmente queda preguntar, ¿por qué es importante este hallazgo? Esta investigación proporciona una comprensión fundamental de los mecanismos básicos de cómo nos reconocemos unos a otros y cómo eso puede haber cambiado en el curso de la evolución. De tal forma, que comprender de dónde venimos y cómo hemos cambiado a través del tiempo, continúa siendo una pregunta muy atractiva y no tan fácil de responder como lo es “pelar un chango a nalgas”.




La banda de punk “Fallas del Sistema” se presentará en La Paz y Los Cabos

Promocionales de las presentaciones de “Fallas del Sistema” en La Paz y Los Cabos. Fotos: Cortesía.

Modulación Urbana

Por Beiren Esliman

 

La Paz, Baka California Sur (BCS). Todo listo en Baja California Sur, para recibir a el afamado grupo de punk Fallas del Sistema, quienes se presentarán en Los Cabos y La Paz, los días 26 y 27 de mayo, respectivamente, donde llenarán de energía a la gente que vaya a verlos en vivo.

Fallas del Sistema nace a principios de los años 90’s en la ciudad de Guadalajara, Jalisco. Este grupo anarcopunk tiene dentro de sus canciones letras que hablan en contra de las multinacionales, la globalización, la represión del gobierno hacia los pueblos y a favor de la protección de los animales.

En Cabo San Lucas, se estarán presentando el viernes 26 de mayo a partir de las 21:00 horas en el Rock Stone, donde alternarán con bandas locales como Toxic Ghst, Obra Negra, Juana Machete, Zaghan y Larva Tóxica; el cover será de 100 pesos.

“Lo importante de estos eventos es que las bandas foráneas conocen el talento que existe en Sudcalifornia y pueden intercambiar conocimientos, así como apoyarse para futuras presentaciones”, comentó José Gerardo “El Chivo” Díaz Salazar, organizador del evento en Los Cabos.

En La Paz, se presentarán en la Palapa Mar y Sol, ubicada en Palo de Arco y Cardón de la colonia Agua Escondida. Este evento, será para todas las edades y dará inicio a partir de las 19:00 horas, donde habrá rampas y otros aparatos para que los jóvenes y no tan jóvenes, puedan divertirse patinando un rato, ya sea con skateboard o patines.

También, durante su presentación alternarán con grupos locales como No Somos Nada, Por Nuestras Viudas, Obra Negra, Karkage, Hardcore Ritual, Cadavor y Mal Nacidos.

“Es muy difícil lograr que grupos de tanto renombre como Fallas del Sistema vengan a visitarnos, porque la situación geográfica es complicada y es costoso trasladar instrumentos y equipos de sonido, pero es gratificante saber que tiene muchos beneficios hacer el esfuerzo de traerlos, pues se da un intercambio cultural y las bandas locales dan a conocer su material”, comentó Carlos “Carlingas”, uno de los organizadores del evento en La Paz.




Crítica: Alien: Covenant

Alien: Covenant ya está en las salas de cine de La Paz. Fotos: Internet.

Kinetoscopio

Por Marco A. Hernández Maciel

Calificación: ****Entretiene 

 

ADVERTENCIA: Esta reseña contiene spoilers de Alien: Covenant.

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Al igual que los tripulantes del Covenant, esta película hace un viaje de dimensiones interestelares de momentos alucinantes y emocionantes, a tramos soporíferos y predecibles. Tiene escenas que pueden ser de lo mejor de la franquicia, a secuencias en las que todos sabemos qué, cómo, cuando y porqué va a pasar. Alien: Covenant, es una producción palomitera que es más cercana a un remake que a una aportación a la franquicia que consta ya de seis películas –sin contar las malas bromas que fueron Alien vs. Depredador.

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Y aunque lo más sobresaliente es que nos cuentan el origen del Xenomorfo y lo vemos emerger por primera vez en la línea temporal de la historia, esta aparición no emociona ni sorprende. Incluso se percibe como un personaje innecesario, ya que la amenaza del androide David como el origen y la mente –artificial– maestra detrás de la creación de la mencionada abominación es más terrorífica que la misma aparición del legendario monstruo.

De hecho, el verdadero protagonista de la historia es David, el androide interpretado por Michael Fassbender, quien también interpreta a Walter, el androide bueno, que paradójicamente son los personajes mejor desarrollados de la película, ya que todos los humanos son una bola de llorones  que siguen yendo solos a orinar o van a bañarse en unas ruinas oscuras donde nadie te podrá escuchar aunque grites desgarradoramente. Son una bola de clichés de malas decisiones y de carne, sangre y vísceras que tarde o temprano explotarán en la pantalla. Porque tarde o temprano, a todos, a todos, les llega su hora. Les dije que habría spoilers, aunque eso ya lo sabíamos porque ha pasado en todas las películas de la saga.

Es en esa repetición gastada de la fórmula que la película pierde lo que pudo haber ganado con su premisa de que los seres humanos seremos víctimas de nuestras creaciones. De que somos parte de un ciclo en el cual en la búsqueda de la verdad sobre nuestro origen, está la respuesta a nuestra extinción. En ese sentido, la película es una excelente secuela de Prometeus, ampliando el socavón filosófico en el que nos sumergimos en aquella producción, pero es una pésima precuela de Alien, porque a pesar de que el Xenoformo de sangre súper ácida se muestra en plenitud de facultades gracias a la tecnología digital, de repente el suspenso se convierte en una película de acción más parecida a Transformers que a un thriller de supervivencia al límite.

Al final, la película sufre lo mismo que sus protagonistas. Un guión que intentaba seguir el camino de descubrimiento mediante el suspenso y la angustia, que fue infectado por una idea que le exigía tener muchos aliens, mucha sangre, muchos clichés y un desnudo para mostrar en el trailer y activara las hormonas de un público que jamás había visto al Xenomorfo en pantalla grande. ¿El resultado? Un híbrido sin sabor, con algunas ideas buenas, con una ejecución en la dirección notable, pero que no es suficiente para salvarla de la mediocridad.

 

La calificación de Kinetoscopio:

5 Estrellas: Clásico imperdible

4 Estrellas: Bien actuada, escrita y dirigida

3 Estrellas: Entretiene

2 Estrellas: Sólo si no tienes otra opción

1 Estrellas: Exige tu reembolso

0 Estrellas: No debería existir

Los invito a seguirme en Twitter y hablar de cine en @marcoaric

 




¡Cómo me da coraje que no recordemos a nuestros maestros!

Imágenes: Internet.

Colaboración Especial

Por Rebeca Olachea Pérez

 

Más sabe el diablo por viejo, que por diablo. Dicho popular

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). “Maestro” o “maestra” es la forma en que llamamos, los mexicanos, a las personas que ejercen la docencia. Ya sea en preescolar o en universidad. Todos nosotros, aunque no queramos recordarlo, hemos tenido un número de dos dígitos de maestros en la vida, si no es que más. Básicamente tres en el kínder, seis en primaria, muchos en secundaria, y así; si nos ponemos a calcular, más o menos al terminar la preparatoria pasaron por nuestros ojos más de 45 docentes.

En el 2014, el INEGI en conjunto con la SEP, dieron a conocer que en el país hay 978 mil 188 profesores, en escuelas públicas y privadas. Nada más de primaria y secundaria. También hay otros números, menos alentadores. Sin embargo, en el examen PISA (Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes), hasta el año pasado, México permanecía en los 12 últimos lugares de 72 países evaluados.

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El próximo lunes será 15 de mayo y se festeja el Día del Maestro. La primera vez que se conmemoró esta celebración en México fue en el año de 1918. El calendario no siempre lo marca, pero los maestros y alumnos siempre lo tienen en mente. Ya se van a cumplir cien años de que se festeje al maestr@. ¿Qué celebramos? En nuestro estado el número de jóvenes interesados en ingresar a la docencia ha aminorado. Según El Financiero ser maestro en México está dejando de ser atractivo. En los dos últimos ciclos escolares la demanda bajó hasta un 30%. La reforma educativa, los exámenes de evaluación,  y más cambios a la profesión de maestro han provocado que sean menos los jóvenes interesados.

Pero, ¿recuerda usted a sus maestros? Antes de empezar a despotricar contra ellos diciendo que si no trabajan, que si se la pasan de “puente”, que ganan más, que tienen muchas vacaciones, etcétera, piense y reconsidere la pregunta, debe de haber algún maestro en su historial que haya marcado su vida. Haga un recuento y razone, ¿qué maestro le dio el mejor consejo? ¿Cuál de ellos se esforzó por usted en la primaria y logro que aprendiera a leer, o a multiplicar, o le inculco el amor por la lectura? Incluso, hay maestros que recordamos con sentimientos negativos por años al creer que eran demasiado “exigentes” con nosotros, pero que al pasar mucho tiempo recapacitamos y nos damos cuenta que sin su presión no hubiéramos acabado el ciclo, o tal vez la prepa o la universidad.

También recordemos a los que si no hay forma de encontrarles un lado amable. A los que gritaban sin motivo, no enseñaban nada o peor, nos marcaron con sus comentarios sagaces o hirientes. A ellos también hay que agradecerles que sin ellos, no hubiéramos podido reconocer a los buenos profesores, ni sabríamos exactamente qué No hacer al momento de enseñar. Porque todos enseñamos. Todos. En algún momento o en varias ocasiones en la vida se nos pone la ardua tarea de enseñar. En el trabajo, en casa, con los amigos. De frente tenemos la complicada labor de mostrar al otro como hacer algo, y es ahí donde comprendemos que enseñar no es fácil. Para nada es una ocupación sencilla. Transmitir un conocimiento de una manera adecuada es complejo y es necesario poner a trabajar todas nuestras habilidades. Ahora usted imagínese un salón de clases con más de 20 alumnos, hablando todos al mismo tiempo, esperando de usted lo mejor.

En estos tiempos todos somos maestros. El 15 de mayo deberíamos de celebrarlo cada uno. Los niños y adolescentes nos enseñan cómo usar la tecnología, los mayores de 30 les enseñamos como protegerse de los peligros que existen en las redes sociales. Aunque no sepamos como abrir una cuenta, sabemos que las personas que no muestran la cara tienen algo que ocultar, y que no es bueno andar dando datos, ni por teléfono. Hoy una niña de 12 años al mencionarle que antes los teléfonos eran de disco, me dijo que ella nunca aprendió a usarlos. A nuestro alrededor siempre va existir una persona que va a requerir que le enseñemos algo. Y así nosotros de los demás. “Todos los días se aprende algo nuevo”, dice un dicho, y tiene toda la razón.

Enseñemos pues a nuestros hijos, sobrinos, vecinos, tíos, padres, amigos. Compartamos nuestros conocimientos a los demás. Los tiempos están difíciles. Las computadoras y las tablets se están apoderando de nuestros niños. Antes de exigir al maestro de la escuela por la enseñanza de sus hijos, pregúntese que les ha enseñado usted antes de mandarlo a la escuela. La educación empieza en casa. A principios del siglo todavía se culpaba a la “nana perversa” (la televisión) de la mala conducta de los niños. Todavía no le han puesto nombre, pero la “tablet” es ahora esa “nana” que cuida de los niños, pero aún no sabemos a qué magnitudes va a llegar su corrupción. ¿Sabe usted lo que se puede lograr ver en la red? ¿Tienen los maestros el interruptor del Wi Fi? No. Lo tiene usted, lo tenemos nosotros en casa.

Los maestros que algún día a los que ya somos adultos nos enseñaron, bien o mal, están ahorita jubilados pensando en que tal vez pudieron hacer más. Orgullosos de los que saben lograron una carrera y son ciudadanos de bien. ¿Quién no se emociona al encontrar a un querido maestr@ y lo reconoce? Es una alegría de antaño, de sonrisas de infancia e ingenuidad de adolescencia. Recordémoslos con cariño, con respeto. Ayudémosles a los actuales maestros de nuestros hijos con lo que podamos. Enseñemos lo que mucho o poco que sabemos a los demás si lo necesitan. Pero sobre todo, no dejemos de aprender nunca.