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El costo de la venganza

Isidro Ibarra Morales, quien fuera Secretario General del Ayuntamiento de La Paz. FOTO: Youtube.

Ius et ratio

Por Arturo Rubio Ruiz

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Sin importar el color de la franquicia política que detente el poder en el Estado, ha sido una práctica reiterada en el presente siglo, despedir a los empleados del servicio público que abierta o vedadamente simpaticen con el grupo político de oposición. Cada vez que la administración pública ha cambiado de siglas partidistas, el grupo que entra priva de la fuente laboral a quienes desde las filas burocráticas no les apoyaron en la contienda electoral.

Al margen de la inmoralidad o el abuso de poder que en muchos de los casos resulta evidente, una de las consecuencias sociales más costosas, es el tener que enfrentar indemnizaciones y pago de salarios caídos, en los casos en los que los despedidos logran vencer en tribunales a la entidad pública cuyo titular resulta responsable de haber separado ilegalmente del empleo al afectado.

Suman a la fecha muchos centenares de millones de pesos que ha costado al erario del Estado el número de despidos injustificados. Dinero que bien pudo haberse aplicado a seguridad pública, salud, educación o cualquiera otra de las funciones propias del Estado, es destinado al pago de indemnizaciones y salarios caídos.

Y es que ya llevamos 17 años que inició la tendencia, y el gobierno no ha aprendido la lección. Siguen cometiendo los mismos errores al despedir empleados públicos, y somos nosotros, los contribuyentes, los que terminamos pagando sus errores, y en muchos casos, sus abusos.

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Sin importar si el empleado merece o no ser despedido, si la dependencia oficial no cumple con las formalidades del procedimiento, el despido siempre será injusto, y en consecuencia, habrá que pagar indemnizaciones y salarios caídos.

A la administración que realiza el despido, no le importa hacerlo de manera ilegal, pues sabe que no tendrá que asumir las consecuencias de su ilegalidad, lo único que tiene que hacer, es “alargar” el procedimiento, para que sea la siguiente administración la que enfrente el pago. Ello encarece enormemente el costo del procedimiento, pero no importa, porque para el titular de la dependencia que ilegalmente despide trabajadores, no hay ninguna consecuencia.

No hemos sabido de ningún caso en el que se finque responsabilidad administrativa o penal a quien abusando de su cargo, prive de la fuente de trabajo a un subordinado. Así las cosas, estamos en  presencia de un círculo vicioso donde el erario estatal es gravemente afectado, el empleado despedido vive un grave quebranto económico al perder su fuente de ingresos, y si no cuenta con la representación de un buen abogado, no podrá beneficiarse con una indemnización y el pago de salarios caídos. Perdemos los contribuyentes, pierde el servicio público y el acto de autoridad —cuando es abusivo—, queda impune.

Parte de la causa generadora del problema, es la carencia de profesionales del derecho expertos en la materia, al servicio del Estado. No tenemos un servicio de consejería jurídica profesional de carrera. El gobernante en turno nombra a quien le viene en gana, sin que necesariamente reúna el perfil adecuado para el encargo. Eso y el afán de venganza se suman y generan una ecuación cuyo resultado es muy costoso para la ciudadanía, sin ningún castigo para quien toma la mala decisión de separar ilegalmente a un empleado público de su encargo.

El caso de los “desbasificados” en Los Cabos, es representativo. El Ayuntamiento perdió los juicios de amparo, y perderá los procedimientos en la vía laboral. Cientos de millones de pesos serán destinados a reparar el abuso del cuerpo edilicio, y no habrá sanción alguna.

Lo mismo ocurrirá en La Paz con el despido de quien fuera Secretario General de la actual administración municipal. Habremos de pagar una jugosa indemnización, y quienes realizaron el despido injustificado, los responsables del evento, no enfrentarán sanción alguna. Debemos terminar con esa costosa tendencia.

Ayuntamiento de La Paz. FOTO: El Centinela.

El Congreso de BCS debe intervenir y establecer un protocolo específico al cual deberán sujetarse todas las autoridades de la entidad, para asegurarnos de que todo despido de un servidor público, sea impecablemente apegado al procedimiento, y en casos de abusos o actuaciones indebidas, el funcionario responsable del despido injustificado sea sancionado, y se convierta en responsable solidario en caso de que la autoridad judicial resuelva en definitiva que el despido fue injustificado.

Que todo funcionario que lleve a cabo un despido injustificado, resienta en su bolsillo el resultado de su equivocación. Ya estuvo bueno de estar pagando justos por pecadores.




¡Cómo me da coraje que no disfrutemos el verano de La Paz!

La Paz. Su verano y su malecón. FOTOS: Modesto Peralta Delgado.

Colaboración Especial

Por Rebeca Olachea Pérez

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Estamos a pocos días de que de inicio una de las cuatro bellas estaciones del año: el verano. Se trata de la época más calurosa, con las marcas térmicas más elevadas. En esta parte del mundo el verano tiene lugar entre junio, julio y agosto. Este año 2017 el verano dará inicio desde el martes 20 de junio hasta el viernes 22 de septiembre. Tres meses es lo que abarca la temporada pero aquí en La Paz algunos paceños siempre difieren de la duración del mismo; algunos opinan que dura cuatro, cinco o hasta seis meses el calor en la ciudad. La queja todas las temporadas es la misma: “este año va hacer más calor que el pasado”. ¿Será cierto que sufrimos de temperaturas muy altas o solamente nos gusta quejarnos mucho?

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Wikipedia nos ofrece una lista de eventos climáticos extremos ocurridos en México después del siglo XIX. Se cree que cada uno de estos datos extremos sea un valor oficialmente medido por instrumentos meteorológicos dentro de los patrones del Servicio Meteorológico Nacional. En la lista de “temperaturas más altas” sepa usted que la ciudad de La Paz ni siquiera aparece. Es encabezada por Mexicali con un récord de temperatura de 55 grados y la finaliza Ciudad Valles en San Luis Potosí con 48 grados. En la lista en que sí nos encontramos es en la de “ciudades con menor precipitación” donde tenemos el tercer lugar con 88.7 mm anuales.

Ciertamente, la relación que existe entre humor y clima es muy cerrada. De cierto modo uno influye directamente en el otro y ha sido motivo de estudio desde siglos atrás. El calor puede tener algunos extraños pero conocidos efectos en nuestro comportamiento. Uno de ellos es la violencia, pues según estudios como el trabajo publicado en el año 2013 en Science, las temperaturas elevadas aumentan la cantidad de conflictos violentos interpersonales (las típicas peleas entre amigos o familiares). Algo a lo que se une el psicólogo Juan Carlos Sánchez, del hospital Morales Meseguer, que añade que es la unión de tres acontecimientos lo que provoca cambios en la personalidad: calor en exceso, cambios de residencia y cambios de hábitos durante las vacaciones de verano. “El calor afecta al sueño y los cambios de residencia y hábitos de vida hacen que el descanso disminuya y aparezca como efecto el cansancio, la apatía, el decaimiento, la debilidad, la desmotivación, que día tras día lleva a cambios de humor, al negativismo y a la impaciencia”.

Asimismo, la psicología Gestalt desde un punto de vista fisiológico, nos dice que el aumento de las temperaturas hace que el organismo se esfuerce en mantener una temperatura agradable en el cuerpo lo que supone cambios en el sistema nervioso central aumentando la ansiedad y generando insomnio; ya que, por encima de los 21 ºC de temperatura ambiente, el cuerpo humano tiene dificultades para dormir porque el metabolismo se sobreactiva para adaptarse al calor, una activación cerebral que repercute negativamente tanto en el sueño como en la ansiedad. No obstante, esto no es más que un trastorno de tipo adaptativo y pasajero al que el organismo se acomoda con rapidez y los síntomas —que son más intensos al inicio del verano— tienden siempre a remitir aunque el calor aumente. Por lo general, el tiempo de adaptación no supera la semana aunque en individuos insomnes o con predisposición a la ansiedad puede tardar más.

Otro de los puntos importantes para evitar que las temperaturas asciendan aún más es que debemos evitar ser una ciudad contaminante. El calentamiento global nos está afectando. Aunque no hay datos precisos de cuánta contaminación emite la ciudad de La Paz es claro que entre más ensuciamos y más basura tiremos más calor sentiremos, mas irritables estaremos y menos disfrutaremos del verano. El calor podrá afectarnos al principio pero el cuerpo se acostumbrará y también nosotros trataremos de no exponernos mucho al sol y dormir en algún lugar fresco. Aunque esto último cada día es más difícil con tanta inseguridad pero hay que buscar la forma de quizás, dormir al aire libre.

Nosotros tenemos la bendición de tener el mar a corta distancia. Playas paradisíacas donde todavía, y esperemos que así continúen, no hay vendedores atosigándote ni lanchas pasándote a metros de distancia a toda velocidad. El calor va a llegar cada año. Es de las pocas cosas seguras de la vida. Aprendamos a disfrutarlo sin quejarnos, sin estresarnos y busquemos la forma de pasarla de lo mejor. Somos una ciudad con muchas ventajas. El calor es sólo clima y no podemos modificarlo, a nuestro humor podemos hacer el esfuerzo de mejorarlo, ¿por qué no? yendo a la playa. Disfrutemos del calor y quejémonos menos. ¡FELIZ VERANO!




El pan de Santa Rosalía, el mejor de BCS; pues ¿cómo lo hacen?

“Ojo de buey”, una muestra del famoso pan de Santa Rosalía, que se hace en El Bachicha: FOTOS: Modesto Peralta Delgado.

La Paz, Baja California Sur (BCS). No. Desgraciadamente, ni en la panadería “El Boleo” ni en “El Bachicha” quisieron hablar de una “receta secreta” para hacer el pan de Santa Rosalía: el de mayor fama en Baja California Sur —los primeros dijeron que “no había” un ingrediente secreto; los segundos sólo sonrieron ante la misma pregunta; ambos dijeron que era “el procedimiento”. Sin embargo, pareciera que en lo que coinciden ambas empresas y lo que le da el toque singular a su sabor es su preparación con leña de mezquite en antiguos hornos de barro.

En reciente visita de CULCO BCS a la cabecera municipal de Mulegé, pudimos constatar el trabajo que se hace en ambas panaderías. No por nada, tácitamente representa un atractivo turístico más, al punto que el INAH no ha permitido hacer modificaciones a la panadería El Boleo, cuyo edificio forma parte de la historia del poblado, eso sin contar con lo primordial: el sabor de las tradicionales pitahayas, ojo de buey o cochitos, entre otras delicias de harina y azúcar. ¿Una característica más? Su consistencia y sabor gozan de más duración que el de cualquier panadería en BCS.

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Como dice el dicho, las imágenes dicen más que mil palabras, así que preparamos este fotorreportaje sobre el procedimiento para preparar el famoso y exquisito pan de Santa Rosalía. Fotos exclusivas para CULCO BCS por Modesto Peralta Delgado.

“El Boleo”

Esta panadería que opera desde 1901 fungió como tal para la empresa minera del mismo nombre —la que le dio el impulso a Santa Rosalía—, la que traía sal europea para preparar el pan blanco. En 1954, el francés René Rouyer compró el negocio, pero en la década de los 60’s del siglo pasado, fue don José Gastélum Aguilar —ya fallecido— quien finalmente adquirió la empresa; luego, la heredó a don Jesús Gastélum Arcas, para ser administrada —actualmente— por los hermanos Gastélum Serna. Todo esto nos lo contó uno de ellos: don Jesús Gastélum Serna.

Ubicada en la avenida Álvaro Obregón, en pleno centro de Santa Rosalía, “El Boleo” continúa haciendo una impresionante cantidad de pan diariamente, que va desde 4 ó 5 mil piezas hasta más de 8 mil, en invierno —su temporada alta. Hasta la fecha, el pan lo elaboran con harina y azúcar mexicana y “algunos productos norteamericanos” en los tres hornos de barro originales, que tienen más de 100 años. En cada uno caben hasta 500 piezas que se cuecen en unos 20 minutos. ¿El secreto? Dice que todo está “en el procedimiento”, desde el amasado hasta la cocción en los antiquísimos hornos. Tal es la fama de sus panes, que Jesús Gastélum presumió haber recibido en su negocio la visita de los expresidentes de México Miguel de la Madrid y Carlos Salinas de Gortari, y recientemente, al empresario Carlos Slim Helú —a quien calificó de ser una persona “amable” y “humilde”.

La panadería “El Boleo” se ubica en el corazón de Santa Rosalía, a un par de cuadras del Palacio Municipal. El edificio es el original que funciona desde 1901, cuando efectivamente sirvió como panadería, pero en aquel entonces, para la empresa minera del mismo nombre.

En la parte trasera es amplio el local para preparar las masas y meterlas a los tres hornos de barro que funcionan con leña de mezquite.

El pan crudo se mete en charolas antes de hornearse, siendo hasta 500 piezas “de un jalón”; dicen los panaderos que “no hay receta secreta”, usando harina y azúcar como los elementos bases en cada uno de ellos. Todo está “en el procedimiento” artesanal.

En uno de los tres hornos de barro, antiquísimos, con más de un siglo de edad, los panes se cuecen a altas temperaturas en 15 ó 25 minutos. Aquí salen los bolillos o birotes.

“El Boleo” es toda una tradición de Santa Rosalía. El legado ha pasado de generación en generación —va en la tercera—, y presumen de producir hasta 5 mil piezas de pan cada día.

Entre 10 y 12 panaderos trabajan toda la noche para que cada mañana los lugareños tengan el pan calientito, recién salido del horno; algunos de ellos tienen más de 30 años en esta labor.

La clientela de “El Boleo” se deja ver muy temprano, y muchísimos viajeros que saben de la fama de este pan, no pueden irse sin comprar alguno de sus panes que, a diferencia de otros, puede durar varios días intacto en su sabor.

“El Bachicha”

Norberto Ramón Meza Murillo es uno de los actuales propietarios y trabajadores de esta legendaria panadería ubicada en la calle Doctor Adán G. Velarde, en la colonia La Nopalera de Santa Rosalía. Él pertenece a la tercera generación en este negocio que empezó en los años 30’s del siglo pasado con su abuelo: Norberto Meza Mero, el único y original “El Bachicha”, de 78 años de edad. Primero inició en la colonia Ranchería, pero desde 1984, el local se encuentra en La Nopalera.

El nieto de este personaje contó que “El Bachicha” trabajó en la compañía minera, y con el dinero del retiro invirtió en este negocio, que a la postre fue manejado por sus hijos Miguel Meza Cota y Norberto Meza Cota. Actualmente, son casi una veintena de trabajadores, casi todos artesanos del pan, quienes también usan antiguos hornos de barro donde producen aproximadamente 5 mil panes al día. Todo está en “el punto de cómo preparar el pan”, dijo, pues admitió que sí hay ‘ingredientes secretos’ pero no los quiso revelar. Sus ‘pitahayas ‘y ‘cochitos’ gozan tanto prestigio que tiene clientes que llegan a Cachanía y se llevan su pan hasta Guadalajara, la Ciudad de México, e incluso el extranjero, como Vancouver, Canadá.

La otra panadería legendaria de Santa Rosalía es “El Bachicha”, que ya va en una tercera generación produciendo miles de piezas de pan al día, mismos que preparan de diez a doce panaderos cada mañana.

Aquí también se trata de hornos de barro muy antiguos donde los panes salen listos para consumirse; por supuesto, viajeros de todas partes que visitan Cachanilla también saben de este expendio de pan y llevan varias bolsas de los productos a sus respectivas ciudades, incluso, del extranjero.

El pan birote, la telera y el pan para hot dog también entran en su oferta, y por supuesto, puede probarse en tortas y hot dogs por todo el pueblo al ser sólo dos las panaderías que los producen.

La “pithaya” es uno de los panes más afamados, caprichoso en su forma y con un relleno que deleita los paladares; a diferencia de otros panes, éstos suelen resistir varios días sin descomponerse y guardando el sazón.

“El ojo de buey” es preparado con mermelada de guayaba de un rancho cerca de Santa Rosalía; otra variedad de este producto es terminarlo con coco rallado.

Empanadas de “panocha”, como se le dice popularmente al piloncillo.

Los “cochitos” son panes de un color oscuro al que le dan esa forma con un sabor ligeramente tostado.

Las famosas “pitahayas”. Las auténticas son de Santa Rosalía.




No nos dejemos solos

Reciente foro sobre el peligro de ejercer el periodismo en México y en el Estado, realizado en la UABCS. FOTO: Modesto Peralta Delgado.

A botepronto

Por Gladys Navarro

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). “Esto se jodió”, pensé ese día en que reporteaba desde la mañana el hallazgo de un cuerpo en la colonia Agua Escondida, por la noche, una ejecución en la colonia Santa María, en La Paz, y todavía no llegaba a mi destino, pues había quedado de reunirme con unos amigos. No llegué. Porque en el camino hubo un tercer reporte: el hallazgo de tres cuerpos más, desnudos y amordazados sobre el pavimento, en el libramiento Oceguera, casi a la medianoche del 31 de octubre, con todo lo simbólico de la fecha. Mientras conducía, en la obscuridad, sola, pensaba en la treintena de personas ejecutadas desde hacía, justamente, tres meses. Y recordé entonces el primer reporte policíaco desde ese tipo, ese día, el 31 de julio de 2014. Era de noche y también conducía. Los reporteros pasamos mucho tiempo fuera, conduciendo –cuando se puede— y armando las notas en el camino, en el bloc de notas del celular, en la libreta, o de plano dictando si hay alguien en la Redacción que nos reciba. Me desvié y me dirigí a la salida a Los Planes, en la zona de Agua Escondida, donde ya estaba un retén. Confirmé con las fuentes y salió el primer reporte hacia las 10 de la noche. Ese momento se considera el inicio de una época compleja para Baja California Sur, obscura y roja. Si nos pareció fuertísimo lo que conocimos, ese enfrentamiento entre grupos de la delincuencia organizada, lo que ocurrió tres meses después, la “noche de brujas”, subió de nivel. A la mañana siguiente lloré. Observé los rostros familiares, inocentes, con esperanza, sin entender y sin conocer, aún, y pasé del llanto a la indignación. Por lo que sucedía entonces, no sólo derivado de la guerra entre grupos, sino del silencio que esperaban de nosotros, de los comunicadores; por los bloqueos informativos, con las confirmaciones oficiales tardísimas, con la falta de datos elementales; por los “sutiles” intentos de censura, por eso y lo que vino después, la intención de las autoridades, todas, de minimizar el problema, la falta de respuesta inmediata, la simulada coordinación y los resultados entonces negativos y sostenidos. A casi tres años de esos primeros reportes, sumamos al menos 600 homicidios en circunstancias violentísimas, y hemos visto escalar los niveles. Y nos ha dolido como periodistas, como docentes, como jóvenes, como mujeres, como profesionistas que intentamos observar el fenómeno de la violencia en su complejidad, porque entendemos que la responsabilidad es compartida, pero no podemos negar ni disculpar las complacencias y las omisiones de los responsables, de los tres niveles de gobierno, que la ley obliga a garantizar nuestra seguridad, porque es nuestro derecho. Pero la situación no se descompuso de la noche a la mañana en Baja California Sur, tan solo hay que recordar las detenciones de los últimos años de presuntos líderes de cárteles de la droga, entre 2006 y 2010. Autoridades federales y estadounidenses reportaron la detención de Francisco Javier Arellano Félix, “El Tigrillo”, tuvimos a Francisco Javier Arellano Félix, “El Tigrillo”; Alfredo Collins Ortega, principal operador de Jorge Briceño López, alias “El Cholo” –presuntamente muerto—, lugar teniente de los Arellano Félix; Gustavo Rivera Martínez, alias “El Gus”, responsable de la logística para el trasiego de droga a Estados Unidos del cártel de Tijuana; Teodoro García Simental, “El Teo”, en La Paz. En 2012, la agencia AP reveló que la Policía Federal casi detuvo a Joaquin “El Chapo”Guzman, en una residencia en Los Cabos, pero huyó días antes del operativo. Seguramente muchos sudcalifornianos traerán a su mente otros episodios vergonzosos en la entidad pero que daban cuenta de cómo se estaba configurando, del papel que ha venido jugando, en este gran rompecabezas en donde lo único que importa es el poder y la ganancia. Y si nos faltan más elementos para reconocerlo, hay que recordar las cifras del Subsecretariado Ejecutivo Nacional de Seguridad, sobre los delitos en aumento en los últimos 11 años. En el 2005, reportó casi 17 mil delitos denunciados, de los cuales 8 mil  fueron por el delito que más nos aqueja como sudcalifornianos, el robo en todas sus modalidades. Desde esta fecha, los delitos se han mantenido o aumentado; para el 2017, la cifra llegó a 19 mil 781; para 2010, hubo un ligero descenso, 15 mil 778, pero en el 2012, los delitos denunciados fueron 20 mil 889 y en 2016 esa cifra llegó a su máximo histórico, 24 mil 245, con un total de robos denunciados (hay que remarcar) de 11 mil 247. Este fenómeno delictivo tiene por lo menos una explicación: niveles mayores e inaceptables de impunidad, y se comprueba con la estadística del Índice General de Impunidad (IGI-MEX), coordinado por la Universidad de las Américas Puebla (UDLAP), en donde refiere que sólo el 99% de los delitos quedan sin castigo en este país, y Baja California Sur está en el grupo de entidades con un alto índice de impunidad. Y basta comprobarlo en nuestras cotidianidades, con los testimonios propios y ajenos. Todos quienes en algún momento hemos sido víctimas de algún delito que queda sin esclarecerse y peor aún, sin la reparación. En este contexto, el fenómeno de la violencia sigue creciendo en nuestra entidad, ahora concentrada en Los Cabos, que suma 178 homicidios de alto impacto, en siete meses, según los registros de la Procuraduría estatal. La cifra es alarmante, porque el Sistema Nacional de Seguridad, en su estadística municipal, no registró en 2011 en ese destino turístico, ningún homicidio doloso. El panorama luce obscuro y nada alentador, si a ello le agregamos solo unos datos más, los altos niveles de marginación que tenemos, porque en BCS también hay pobreza, aunque se pretenda minimizar. Cifras del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo (Coneval) indicaron en 2010 que el 40 por ciento de la población (86 mil 909 personas) tenían al menos alguna carencia social; casi 50 mil o sea, el 23 por ciento, considerados con pobreza moderada, y 12 mil vivían en extrema pobreza. Si bien, no podemos asumir que la pobreza es la causa de todos nuestros males, por supuesto que debemos entender que una persona vulnerable, en un contexto adverso, se vuelve más proclive a decidir satisfacer sus necesidades de la forma que sea, así sea cometiendo un ilícito. Si a eso añadimos que el crecimiento poblacional en BCS, y particularmente en Los Cabos, en los 90’s alcanzó una tasa del 10 por ciento y se mantuvo en ese rango hasta 2010, y consideramos solo el dato de que tenemos una Policía Estatal integrada por 200 elementos que se concentra solo en el sur del estado, y los policías municipales poco capacitados y con deficiente infraestructura, entonces quizá podríamos advertir que los tomadores de decisiones fallaron desde hace mucho tiempo. Es este el contexto que enfrentamos, no sólo el de las 600 muertes de alto impacto, sino el de las carencias, el de la violencia hacia la mujer que va en aumento, el de las colonias abandonadas por sus policías infiltradas, la mayor parte; el de los jóvenes que están siendo cooptados por los grupos “mejor organizados”, con las peores intenciones, jóvenes solitarios, con necesidades de todo tipo, muchas de ellas afectivas, porque sus padres deben trabajar jornadas extenuantes para poder medio sobrevivir. Y aún y cuando han existido tantas omisiones y decisiones tardías del Estado (basta recordar que el refuerzo federal a BCS llegó después de dos años de violencia en La Paz, justo cuando se trasladó a Los Cabos -que recibe 1.5 millones de turistas al año- a raíz de la presión de un sector empresarial poderoso y temeroso de un siguiente nivel en la alerta preventiva que mantiene ya el Gobierno estadounidense) las autoridades regresan el problema a las familias, señalándolas como lo hizo el gobernador, Carlos Mendoza Davis, acusando que el problema estaba en los hogares, por “la falta de valores”, por la falta de educación, por las adicciones; regresando, como hace poco compartía la investigadora, Lorella Castorena, el problema a las familias agobiadas, perdidas, con quienes las autoridades han sido indiferentes durante muchos años, a las que han dejado solas. Y en medio de toda la descomposición, ahí estamos los periodistas, intentando desarrollar –muchos— con verdadera convicción, un trabajo necesario, cuestionando, señalando, advirtiendo, alzando la voz, abriendo los micrófonos o narrando las historias, contabilizando los muertos, haciendo visible un problema complejo y grave, y sorprendiéndonos aún. Y de vez en vez, cuando se puede, seguimos compartiendo un café, en esas pausas necesarias para poner en común nuestra indignación y nuestra tristeza, y olvidando un rato nuestras soledades, recordando otra fecha y cómo la cubrimos, y pensando otra vez, en que esto se volvió a joder: a Max lo mataron el 14 de abril. No nos dejemos solos. Nos necesitamos.

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Crítica: Mujer Maravilla

Gal Gadot se apropió de la Mujer Maravilla. Ya en salas de cine de La Paz. Fotos: Internet.

Kinetoscopio

Por Marco A. Hernández Maciel

Calificación: ***** Clásico imperdible 

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Cuando Gal Gadot fue anunciada como la protagonista de Wonder Woman, la misoginia y demás horribles valores que explotan desde el anonimato de las redes sociales empezaron a emerger como burbujas en agua hirviendo: “es que le falta arriba, es que no tiene nada detrás, ha de ser campeona de natación, como que le hace falta más carnita”. En los foros de Facebook, comentarios en Twitter y cualquier otra plataforma o foro donde se pudiera discutir, la guerra entre marvelitas y dcliebers la iban ganado los primeros pues La Viuda Negra encarnada por Scarlett Johansson cumplía con la cuota de voluptuosidad que una heroína –según ellos– debe tener.

Entonces llegó Batman v Superman, y entre las dudas de Kal-El para comportarse como un auténtico Superman y las crisis existenciales de Batman, Diana de Temyscira llegó a salvar el día liderando a este equipo de héroes y librando al mundo de Doomsday (ups!, spoiler de Batman v Superman!). Porque fue ella, con seguridad, fiereza, agilidad, fuerza, liderazgo, entrega y heroísmo que pudieron hacer equipo para derrotar esta amenaza. Fue ella, quien arrebató todas las miradas con su porte y cautivó a todos los oídos con su impresionante tema, cimbrando el suelo con los tambores y después, alentando a la pelea con ese requinto  eléctrico que semeja un cuerno de guerra. En no más de 10 minutos en pantalla, Gal Gadot se apropió de la Mujer Maravilla.

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Ahí creció la expectativa, y ahí se vino el reto mayor pues fue esa expectativa la que derrotó a Batman, Superman y al Escuadrón Suicida. La temible expectativa se levantó como el mayor villano del universo fílmico de DC y es el turno de la Mujer Maravilla de hacerle frente. Es el reto de la directora Patty Jenkins y de Gal Gadot. No importa si el enemigo principal son los alemanes, Doomsday, Darkseid, Brainiac, Joker, Ares o a quien le pongan enfrente. Si no vence a la expectativa, el filme será otro fracaso y el universo DC estará al borde del colapso. Sin dar spoilers me da gusto decir lo siguiente: la expectativa ha sido espectacularmente aplastada por Patty y Gal. Y todos lo agradecemos.

Patty Jenkins nos ha entregado un filme donde se aferra a sus principios. Se olvida de tramas y de otros universos para centrarse en lo que nos importa: Diana. Y ya con un guión sólido, se dedica a filmarlo con agilidad, con gracia, con humor, con increíbles secuencias de acción y con personajes hechos a la medida. No podemos decir que el filme aporte nada nuevo, pero sí afirmar que usa de manera magistral todas las herramientas cinematográficas para darnos un espectáculo pleno. La dirección es una interminable toma de decisiones donde una mala, puede desencadenar una reacción en cadena que destruya todo lo demás –¿les suena algo la palabra “Martha”?– y aquí todas y cada una son hechas a la perfección. La directora no tenía margen de error y supo llevar a buen término su obra.

Pero había un detalle que estaba fuera del alcance de Jenkins. Gal Gadot fue seleccionada antes de que ella fuera contratada como directora. Y a pesar de que había dejado una muy buena primera impresión, ahora tenía sobre sus hombros la responsabilidad total. Solo diremos que así como Christopher Reeve es Supermán, Robert Downey Jr. es Iron Man; Gal Gadot es la Mujer Maravilla. Así de ese tamaño, enterrando por completo aquellas críticas iniciales y apropiándose enteramente de su personaje. Lo mejor, que en noviembre regresa en Justice League y ahí sabremos si el universo de DC corrigió el camino, por lo pronto, todo parece indicar que han aprendido la lección.

Y aunque la acción es desbordante, en la médula es un filme sobre madurar y aprender, sobre salir del cascarón, abandonar el paraíso y mantener las convicciones. Ahí, es donde Diana Prince es como todos nosotros y ya dependerá de nosotros si seguimos el ejemplo de Diana Prince. Porque para lo esencial, no es necesario ser una semidiosa ni tener superpoderes, para ello sólo tenemos que poner en práctica el ser humano que todos llevamos dentro.

La calificación de Kinetoscopio:

5 Estrellas: Clásico imperdible

4 Estrellas: Bien actuada, escrita y dirigida

3 Estrellas: Entretiene

2 Estrellas: Sólo si no tienes otra opción

1 Estrellas: Exige tu reembolso

0 Estrellas: No debería existir

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