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El Misionero Jesuita Clemente Guillén de Castro, Expedicionario y humanista

Tierra Incógnita

Sealtiel Enciso Pérez

 

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). A partir del año de 1697, dio inicio la gran epopeya misional, en donde empezaron a llegar los misioneros de la Compañía de Jesús, los cuales paulatinamente cambiarían el rumbo de la historia de esta península de California. Uno de los sacerdotes más destacados fue Clemente Guillén de Castro, el cual desarrolló una gran tarea en la exploración y atención de los grupos indígenas en las regiones más inhóspitas y apartadas que existían.

El ignaciano Guillén de Castro, nació en el año de 1677 en el Reino de la Nueva Galicia, dentro del Virreinato de la Nueva España, en el poblado que actualmente es la capital del estado de Zacatecas. A los 19 años ingresó al colegio de Tepotzotlán en donde realizaría sus estudios que lo investirían al final como integrante de la Compañía de Jesús. Su primero encargo fue ser maestro de gramática y filosofía en la región de Oaxaca, y posteriormente misionar por un tiempo en la región de Sinaloa. A finales del año de 1713, contando con 36 años, se embarca junto con 2 jesuitas más rumbo al puerto de Loreto, para iniciar con su trabajo de misionero en la península. Debido al mal tiempo que imperaba en el Golfo de California, en dos ocasiones emprendió rumbo a su destino pero fue desviado, hasta que en el último viaje naufragó costándole la vida a uno de los misioneros que lo acompañaban y a otras personas a bordo. Puesto a salvo en tierra firme, repone sus fuerzas y finalmente se traslada al puerto del Yaqui, del cual parte hacia Loreto, a principios de 1714, llegando con bien a su destino.

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Como solía ocurrir en esos años, debido a la gran escasez de misioneros y la gran necesidad que de ellos se tenía para consolidar los pocos enclaves misionales que se habían fundado, después de unos pocos meses que pasó el padre Clemente en Loreto aprendiendo la lengua Guaycura y algunos datos sobre la geografía de la península, se le comisiona para que pase a ser el sacerdote titular de la misión de San Juan Bautista Ligüí-Malibat, en sustitución del sacerdote Francisco Peralta. Durante los siguientes años, el padre Clemente se esmeró por tratar de atraer hacia su misión a los indios que merodeaban por el lugar, pero debido a la escasez de agua y la renuencia de los naturales a vivir en el sitio, hizo que la misión, muy a su pesar, se fuera despoblando.

Mientras tanto, en el mes de marzo de 1719, el virrey Baltasar de Zúñiga y Guzmán, ordena a los jesuitas de la península de California, que realicen una exploración por el rumbo de Bahía Magdalena, con el propósito de identificar un sitio que ofreciera un buen puerto al Galeón de Manila, así como que contara con una fuente de agua permanente y abundante para dar refresco a la tripulación. El designado para llevar a cabo esta misión fue el padre Clemente Guillén.

La expedición estaba comandada por el capitán del Presidio de Loreto, esteban Rodríguez Lorenzo, así como algunos soldados e indios, los cuales les servirían como intérpretes y para asistirlos en sus necesidades. Esta hazaña les llevó 43 días en donde recorrieron la distancia que hay desde Loreto, hasta un sitio indeterminado que se encuentra frente a Isla Santa Margarita. Durante este viaje estuvieron a punto de perecer por la falta de fuentes de agua suficiente, además de que los Guaycuras que habitaban estos sitios se mostraban muy recelosos de ellos y, en varias ocasiones parecía como que se iban a abalanzar sobre ellos, sin embargo, utilizando toda su destreza diplomática, así como una que otra hazaña de amedrentamiento, lograron mantener una tensa calma con todos, hasta el fin de la exploración. En términos de éxito del objetivo del viaje, todo fue un fracaso ya que ni se encontró un puerto adecuado para el galeón ni fuentes de agua abundante, más sin embargo para efectos de la conquista misional fue muy provechoso ya que se descubrieron nuevos parajes, nuevas rutas y sobre todo se puso en contacto con grupos de indios que podrían ser evangelizados.

El siguiente año, en 1720, se envía al padre Clemente Guillén, al frente de un grupo de indios de su misión de San Juan Bautista y, unos cuantos soldados, a que tracen una ruta de exploración, desde su misión de San Juan Bautista, hasta el puerto de La Paz. Sobra decir que este viaje fue uno de los más peligrosos al que se enfrentaron los colonos, principalmente por lo abrupto de la serranía que se tuvo que traspasar, así como por el carácter belicoso y aguerrido de los Guaycuras, los cuales los veían como un peligro por ser competidores por la poca agua y el poco alimento que había en estos parajes. Durante los 26 días que duró esta expedición, a cada paso se encontraban precipicios infranqueables, abruptas y escarpadas montañas, y el azote siempre presente de la falta de agua. Debido a estas dificultades, a las que se sumaban los constantes asedios de grupos de guaycuras que buscaban amedrentarlos y que desistieran de su marcha, casi todos los indígenas amigos desertaron. Cuando llevaban un poco más de la mitad de los días que duró el trayecto, y ante la falta de agua y carencia de una ruta clara para poder sobrepasar la intrincada sierra, se convocó a una reunión en donde se analizaron las posibilidades de seguir a La Paz o regresarse, y finalmente después de no pocas objeciones, se decidió continuar.

Finalmente, el 6 de diciembre de 1720, Guillén de Castro y sus acompañantes, llegan a la bahía de La Paz, sitio al cual habían llegado en tan sólo dos días, por mar y embarcados en la balandra El triunfo de la Cruz, los misioneros Bravo y Ugarte, desde Loreto. Pasado unos días en el puerto y repuestas las fuerzan deciden regresar a la misión de San Juan Bautista, partiendo de La Paz el 10 de enero y llegando a su misión el 23 del mismo mes.

En el transcurso de este año, y tras los informes del padre Clemente sobre los parajes descubiertos dentro de la serranía que cruzó rumbo a La Paz, se le ordena que pase a formar una Misión en el paraje conocido como Apaté por los Guaycuras. El nombre que llevó esta misión fue Nuestra Señora de los Dolores, y contó con el presupuesto de diez mil pesos, los cuales fueron obsequiados por el marqués de Villapuente. Coincidió el poblamiento inicial del sitio con el cierre de la Misión de San Juan Bautista Malibat-Ligüí, debido a la escasez de naturales. Durante los años en que esta misión estuvo en el paraje de Apaté se vivieron condiciones muy adversas ya que el agua era salobre y de mala calidad, lo que impedía su uso para el cultivo. Sin embargo, se decidió mantener esta Misión principalmente porque servía como puente de ayuda y socorro para la Misión de La Paz, así como las otras que se fundaron en esta región austral de la península, decisión que demostró ser acertada por los sucesos que ocurrieron a partir del 1734 durante la gran rebelión de los pericúes.

En 1734, cuando el padre Clemente contaba con 57 años de edad, en el mes de octubre, dio inicio una rebelión encabezada por el grupo de los pericúes, pero que trascendió las fronteras de su región y se extendió a toda la península explorada por los misioneros, estando a muy poco de que concluyera con la salida y, en plan de huida, de los misioneros de la Compañía. Cuando por fin el gobierno virreinal decide enviar al gobernador de Sinaloa encabezando a un numeroso grupo de soldados e indios yaquis y mayos, para aplacar este movimiento indígena, deciden establecer su cuartel general en esta misión de Los Dolores. En 1737, sofocada esta insurrección, el sacerdote Guillén de Castro decide cambiar el asiento de su misión a otro sitio con mejor agua. El lugar designado fue un paraje conocido por los Guaycuras como Tañuetiá y, por los españoles como la Pasión. Este sitio estaba en el cajón que se formaba por el arroyo de Chillá. En este sitio continúa con su apostolado este sacerdote el cual ya para estas alturas 1744, se encontraba casi ciego.

En el año de 1746, y debido a su ancianidad y su ya casi total ceguera, se decide retirar al padre Clemente Guillén al Presidio de Loreto, en donde se conservó con gran actividad y siempre tratando de ser de utilidad para el sostenimiento de sus queridas misiones. Se cuenta que durante los días en que falleció, había llegado al Presidio de Loreto una anciana indígena que hablaba un tipo de lengua desconocida, y que buscando su bautismo se acercó al padre Guillén, mismo que le pidió el enseñara se lengua. En esta ocupación lo encontró la muerte en el año de 1748, a los 71 años de edad, y tras 34 años de trabajo duro e intenso entre sus amados Californios.

Bibliografía

Ponce A., A. (2012). Misioneros Jesuitas en Baja California. 1683-1768.

Guillén de C., C. [Diario de la] Expedición a la nación guaycura en Californias y descubrimiento por tierra de la gran Bahía de Santa María Magdalena en el Mar Pacífico, hecha por el Capitán Esteban Rodríguez Lorenzo, su primer conquistador: 3 marzo-14 abril 1719.

Guillén de C., C. [Diario de la] Expedición por tierra desde la misión de San Juan Bautista Malibat hasta la Bahía de La Paz, en el Seno Califórnico [por el padre Clemente Guillén]: 1720.

Zambrano, F. Diccionario Bio-Bibliográfico de la Compañía de Jesús en México.

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Los Fabelman: De cómo Steven Spielberg se enamoró del cine

Kinetoscopio


Marco A. Hernández Maciel

Director: Steven Spielberg

Reparto: Paul Dano, Michelle Williams, David Lynch

La Paz, Baja California Sur (BCS). La primera película que vi en el cine fue Superman de Richard Donner. Allá por 1986, un tío me llevó al Cinema Juárez (hoy Teatro Juárez) y llegamos cuando la película ya había empezado. La sala oscura y enorme para un niño de 6 años, en lo que encontrábamos una butaca vacía, un gigante Marlon Brando enfundado en un traje blanco con una S al pecho, sufría por ver partir a su hijo a la par de los inolvidables acordes de John Williams, que nos decían que no había nada de qué preocuparnos; con esa música, la Tierra no corre ningún peligro. Entre chiflidos y aplausos que siguieron durante toda la película, las aventuras del superhéroe interpretado por Christopher Reeve se quedaron tatuadas en mis neuronas. ¿Será posible que en ese momento haya nacido mi fascinación por el cine? Lo más seguro es que sí, y cada que tengo oportunidad, no dudo en decir con orgullo yo, esa película la vi en el cine.

Esto viene a colación porque más o menos así empieza Los Fabelman, dirigida por Steven Spielberg, que es una película que está basada en su propia familia y sus recuerdos. En la escena inicial, el pequeño Sam tiene su primera experiencia cinematográfica y queda prendado de una escena de El Show Más Grande del Mundo, dirigida por el legendario Cecil B. de Mille. Una imagen que no puede quitarse de la cabeza y que quiere repetir hasta el cansancio, recreándola en el taller de su papá, hasta que su madre le sugiere filmarla, para que así la pueda ver cuando sea.

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Desde ahí, narrando la primera vez que tomó una cámara de cine y como esa cámara lo fue acompañando en momentos cruciales de su vida, Spielberg nos transporta a la intimidad de su familia, que a pesar de filmarse a través de una nostalgia que peca de optimista, es lo suficientemente hábil para introducir varias capas narrativas. Mismas que transitan por caminos de sufrimiento, infidelidad y egoísmo, desempolvando un acercamiento muy personal del director en cuanto a su historia familiar.

Además, aprovecha este film para mostrarnos un poco de su filosofía y visión del mundo en cuanto al matrimonio, amor, religión (judaísmo y catolicismo), y de paso también nos da la oportunidad de conocer el origen de algunas de sus obsesiones cinematográficas como las tomas a contraluz, la Segunda Guerra Mundial, y el tema más recurrente de persecuciones y cacerías de todo tipo donde el ingenio es la clave para derrotar al opresor.

Mención aparte merece la secuencia donde el aclamado director David Lynch se pone en la piel de la leyenda del cine John Ford. Sencilla y mordaz, logra englobar muchos conceptos del cine y su historia en dicha escena. No diré más, pero la próxima vez que tome una fotografía, no ponga el objeto de interés en el centro. Mágico, ¿verdad?

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¿Qué es un fundo legal?

Explicaciones Constructivas

Noé Peralta Delgado

 

 

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Es común en los historiadores de pueblos, ciudades o centros de población, el preguntarse cómo se originó ese lugar donde habitan las personas con sus respectivas viviendas, como se fueron adecuando áreas para las escuelas, parques, iglesias y oficinas de gobierno, hasta formar incluso grandes ciudades.

El origen de todo centro de población, al menos de manera reglamentaria y con todo lo que conlleva la documentación que acredite la propiedad de cada persona sobre sus predios donde se encuentran sus respectivas viviendas o establecimiento comerciales, se da siempre de la mano de un decreto anunciado por el gobierno. En el caso de México, los decretos se anuncian en el Diario Oficial de la Federación (DOF).

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Esta creación de un nuevo centro de población, y que da origen a la fundación de un nuevo pueblo, se le denomina Fundo Legal, que con el paso del tiempo y el crecimiento poblacional urbano se va acabando dichos terrenos y termina por llegar a terrenos particulares de personas que forman núcleos de población en la periferia, pero ya se empiezan a llama los fraccionamientos.

Por eso es que los terrenos vendidos en el Fundo Legal dan origen a un título de propiedad, mientras que los particulares que venden en fraccionamientos entregan a los compradores escrituras públicas.

El término FUNDO, proviene del latín fundus que significa lo mismo, y dentro del derecho romano quiere decir una parte de tierra fructífera con límites y colindancias propias las cuales van destinadas a un dueño para su posesión. En México el término existe desde la época colonial, y consistía en que una Audiencia Real a cargo del virreinato, otorgaba cierta cantidad de terreno a un número de indígenas para que las tomaran como posesión, trabajarlas y disfrutar de sus ganancias.

Así fue como durante el periodo colonial en México, se crearon centro de población, sobre todo indígenas, donde estos a su vez gozaban de las ganancias obtenidas con el trabajo de dichos predios. Esos Fundos Legales creados en ese periodo fueron pocos y de muy pocas proporciones, por lo que los habitantes demandaban mas tierras para su trabajo, a lo cual ya en el México independiente fue imposible por muchos intereses diversos, a lo cual se inició la lucha por el reparto de tierras, plasmadas en las luchas revolucionarias de inicio del siglo XX.

Ya en pleno siglo XX, y con un México en relativa paz después de del conflicto civil armado, se fueron recreando la necesidad de los centros de población en toda la República Mexicana, y en particular en los territorios de la Baja California, en ese tiempo dividido en Norte y Sur; pero sin la necesidad de crear grandes superficies de tierra, sino crear con única finalidad de que los habitantes tengan su vivienda e inicien con una población urbana. Todo mediante decreto presidencial y una vez publicado en el diario oficial de la federación, por ende, se procedía a entregar títulos de propiedad a los pobladores. La dependencia que se encargaba de todo el procedimiento era el extinto Departamento de Asuntos Agrarios y Colonización.

Fue así como se iniciaron los primeros fundos legales en todo el territorio de la península bajacaliforniana. Por ejemplo, en el caso de La Paz, se realizó el decreto de creación de Fundo Legal de la ciudad originalmente el día 14 de noviembre de 1961, pero ratificado ya en el diario oficial de la federación el día miércoles 6 de febrero de 1963, con la disponibilidad de 1,196.01-79 hectáreas.

En el caso de todas las poblaciones del entonces territorio sur de Baja California, pasó lo mismo, con algunas fechas y superficies de diferencias, pero ya una vez creado el estado constitucional de Baja California Sur, se dejó este trabajo, y ya como gobierno de la recién creada entidad, hasta donde se sabe no se han vuelto a formar Fundos Legales en la geografía sudcalifoniana.

Existen dos casos atípicos, y son los casos de cuando ya no hay terrenos de cual disponer por parte del gobierno municipal o estatal y cuando un pueblo no tiene dentro de sus predios títulos de propiedad de sus pobladores. En el primero el departamento de Fundo Legal deja de ser funcional y estas oficinas regularmente se convierten en oficinas de asentamientos humanos o regularización de tenencia de la tierra; mientras qué en segundo caso, significa que son localidades el no tener certeza jurídica sobre la tierra, difícilmente pueden tener apoyos de tipo crediticio o hacer donaciones o ventas entre tercero particulares.

La certeza sobre la propiedad de la tierra, es algo muy importante y atrae a la legalidad y sobre todo a inversiones, y cuando esto no existe, se vive en la anarquía y la ilegalidad, hablando de la tenencia de la tierra.

 

Escríbenos…

noeperalta1972@gmail.com

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Las palabras terminan encontrándote, aunque no sean tuyas

El librero

Ramón Cuéllar Márquez

La Paz, Baja  California Sur (BCS). Hay libros que pretenden llevarlos al cine y a veces son un éxito, pero otros se convierten en monumentales fracasos de taquilla, a pesar de que la obra literaria obtuvo gran difusión y superventas, sin que necesariamente esto signifique que es malo, pues se ha asociado a los bestsellers como productos literarios inferiores, sobre todo por escritores alzacejas que tienen obras espléndidas y reconocidas en el mundo académico e intelectual.

Hay escritores que debido a la dedicación literaria con que crean sus libros son rechazados por las editoriales comerciales por considerarlos demasiado cultos, pero de poco interés para el gran público. Yo creo que por eso existe tanto concurso literario lanzados por los gobiernos y las universidades, para hacerle frente a esos creadores que no obtienen respuesta en el mundo editorial, aunque puede ser un arma de dos filos, porque en ocasiones a los estados solo les interesa cumplir con su deber institucional, y terminan embodegando las publicaciones sin que se les dé amplia difusión. No es una regla general, pero sí ocurre con mucha frecuencia.

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Pienso en Mario Puzo, quien deseaba ser reconocido como un gran escritor por el mundo intelectual: sus primeras dos obras las escribió para ser admitido en el Olimpo de los dioses alzacejas. Nunca obtuvo ganancias económicas ni mucho menos reconocimiento, aunque algunos sí hablaron bien de esos dos libros, hay que decirlo. Así que decidió dejar atrás las exquisiteces culteranas y se dedicó a estructurar un libro libre de sus obsesiones de aceptación: de ahí nació El Padrino, un bestseller que como todos sabemos alcanzó el éxito internacional y con el que se inspiraron para hacer tres películas, con guiones del propio Puzo, en conjunto con Francis Ford Coppola.

Así que eso de que sueñes con hacer la gran obra de la lengua española para las editoriales comerciales es una apuesta económica que no están dispuestas a asumir; por supuesto, hay excepciones que han logrado una extraordinaria obra y ser un superventa —seguro que ya tienen dos en mente, ¿no?—, pero están contadas con la palma de la mano. Hay una película que vi en 2012 llamada en México Palabras robadas, pero en inglés The Words, es decir, Las palabras, que me parece es la forma en que debemos ver el filme, no por el robo, sino por la significación literaria que me produce. Según las reseñas cinematográficas, se trata de un drama romántico que me parece no le hace justicia a su estructura, que se maneja a varios niveles, pues no se trata solo de las relaciones humano-afectivas, ni creo que sea solo compleja y pretenciosa ni menos floja narrativamente como aseguraron algunos en su momento. Incluso algunos medios suizos dijeron que era un plagio de una novela de Martin Suter, de 2004, Lila, Lila, que incluso fue hecha película en 2009. Klugman y Sternhal, los directores, negaron tal cosa, pues según ellos era una historia que habían planeado desde 1999, mucho antes de que apareciera la mencionada novela.

The Words es una película debutante dirigida por Brian Klugman y Lee Sternthal, y protagonizada por Bradley Cooper, Zoe Zaldana, Dennis Quaid, Jeremy Irons, entre otros. La historia trata de un exitoso escritor —Clayton Hammond— que presenta su más reciente libro, The Words, quien va contando y leyendo la obra. El escritor actúa como narrador frente a un público y al mismo tiempo es el narrador que despliega la historia de Rory Jansen, un escritor que lucha por ser publicado y reconocido; sin embargo, al igual que con Mario Puzo, las editoriales han rechazado su primer libro por ser demasiado bello y culto. Decide casarse con Dora, su pareja, y como luna de miel se va a París, más que por placer, para olvidar la frustración de que no le publican su libro. Caminando por las calles, en un anticuario halla un maletín de piel que le gusta y Dora decide comprárselo. Al regresar a su país, la decepción de Rory es tan grande que está a punto de tirar la toalla para nunca más escribir porque ha sido rechazado nuevamente.

Atorado en la desilusión, se pone a revisar el maletín y descubre que dentro hay un manuscrito de hojas amarillentas y gastadas. Se pone a leerlo. Ahí es cuando entra el narrador del libro, quien comienza a contar su historia, ocurrida durante la segunda guerra mundial. Algunos dicen que la historia está inspirada en un hecho de la vida de Ernest Hemingway, quien en un viaje perdió su obra escrita hasta 1922 y que jamás recuperó. Rory queda impactado por el relato, lo que él siempre ha querido, aquellas palabras que hasta el momento no le han surgido más que a partir de sus lecturas y no de las experiencias que la vida le ha ofrecido. Para sentir el placer de cómo se escriben aquellas palabras, decide transcribirlas a su computadora, palabra por palabra, incluso los errores de dedo y las faltas de ortografía. 

El manuscrito que encuentra Rory Jansen trata sobre Jack, un joven que se enlista al ejército durante la segunda guerra mundial, que en lugar de ir al frente, lo utilizan para cosas logísticas, como la cocina. Ahí conoce a un soldado que le habla de cosas que le abrieron los ojos, de libros que nunca había leído, así que le presta libros, con los que Jack se mete en un mundo desconocido que no sabía de su existencia. 

Dora, la esposa de Rory, por accidente lee la novela en la computadora, quedando fascinada con la historia, por lo que anima a Rory a que busque quién se la publique; en la confusión, sin aclararle a Dora que no es de él, guarda silencio y decide entregar el manuscrito al director editorial donde trabaja. Y ocurre lo impensable: el libro es publicado, obteniendo con ello un éxito comercial sin precedentes.

Aquí es donde entra el tercer narrador de la historia, que hasta ese momento no existía porque lo suponíamos muerto (pero estaba vivo, como el gato de Schrödinger): aparece el verdadero autor del libro perdido, Jack, ya muy anciano. Sentado en una banca, Jack le dice a Rory que él es el autor del libro que lo ha vuelto famoso. Jansen queda impactado y su primer impulso es ofrecerle parte de las regalías, pero Jack lo rechaza. No se entiende por qué a Jack anciano no le importa el dinero, pero al mismo tiempo quiere dejar patente que él es el autor. Esto derrumba a Rory y provoca que su relación con Dora entre en conflicto.

Mientras el autor de The Words va relatando a su auditorio, hay una escritora novel joven, Danielle, quien curiosa y seductora pretende sacarle el final del libro a Hammond, pues este los dejó en ascuas en la presentación aseverando que para saberlo debían comprarlo. Danielle termina sacándole el final de la novela, pero al espectador de la película le queda ambiguo porque se podría deducir que es un libro autobiográfico de Hammond, o quizás no. De este modo, como se puede ver, hay varios niveles narrativos: uno, el de Clayton Hammond; dos, el de Rory Jansen, su historia, y tres, el de Jack, el autor del manuscrito. Para mí hay cuatro planos más: uno, el de los guionistas de la película; dos, el de la historia que cuenta Jack; tres, el del anciano Jack que termina de contarle a Rory su historia, y finalmente, que me parece el más importante: el observador de todos estos narradores, quien es el que puede mirar el conflicto creado por las palabras de todos ellos.

Como se puede ver, no solo es una historia que funciona como matrioshka, sino que es el encadenamiento de la duda de quién creó a quién, cómo en apariencia es una historia que en realidad se convierte en una cadena que llega hasta nosotros como espectadores, que se adiciona a la anécdota de Hemingway y el reclamo de plagio de otra historia similar… Lo cual nos lleva también a mirar nuestras propias narraciones, si no somos, asimismo, una concatenación de relatos que no tiene fin y que en algún momento podemos encontrarnos con nosotros mismos frente al espejo o en la calle con nuestras palabras, que al parecer no me pertenecen, pero que en definitiva terminarán por encontrarme debido al gigantesco encadenamiento a que estamos sometidos desde que apareció la primera palabra y nos comenzó a enredar hace miles de años.

 

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Puerto Chale, visita obligada de los amantes de las ballenas

FOTOS: Sealtiel Enciso Pérez

Tierra Incógnita

Sealtiel Enciso Pérez

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Este domingo 12 de febrero, acudimos mi esposa y yo, a Puerto Chale, B.C.S. para realizar una visita recreativa y admirar a las hermosas ballenas que desde hace miles de años arriban a este sitio a aparearse y a parir a sus ballenatos, pero también, con intención de realizar un análisis de las condiciones que se tienen para que los prestadores de este servicio realicen el trabajo de atención al público en sus diferentes modalidades.

La salida fue, de esta ciudad de La Paz, B.C.S., a las 8:40 a.m. y, transitamos los 156 kilómetros de distancia que nos separa del poblado de Santa Rita. En este sitio existe una desviación hacia las costas del Océano Pacífico, donde se transita por 23 kilómetros de carretera en buenas condiciones. El recorrido lo hicimos en un automóvil Honda Civic, los cuales se caracterizan por no ser de mucha altura, así que ya se dará cuenta el amable lector, que si nosotros pudimos llegar en este vehículo, ustedes podrán hacerlo de la misma forma en la mayoría de los automóviles. El camino fue muy agradable, principalmente por estar un poco nublado, con poco tránsito en la carretera y sobre todo porque se puede admirar el hermoso paisaje desértico que rodea a esta ruta.

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Al llegar a Puerto Chale fuimos recibidos por una persona que estaba bajo una carpa en el centro de la carretera de acceso al poblado. Esta persona muy atentamente nos preguntó el propósito de la visita, y al mencionarle que era para avistar las ballenas, nos indicó que acudiéramos con una persona que estaba en el muelle, y que era la designada para determinar el turno de abordaje. Finalmente, nos señaló que podíamos utilizar los estacionamientos que existen para dejar los automóviles. Al acercarnos a estos sitios nos dimos cuenta de que cobraban 50 pesos por permitir aparcar el vehículo, más sin embargo no ofrecían ninguna otra cosa como sombra, vigilancia, etc. Este es un punto negativo para el poblado ya que prácticamente todo el terreno cercano al embarcadero está cercado y hace casi imposible que se pueda dejar el carro en algún sitio cercano a la playa, sino es pagando la cuota obligatoria. Afortunadamente cuando íbamos acercándonos, un automóvil, probablemente de uno de los habitantes del puerto, salió y rápidamente ocupamos el lugar, con lo que nos ahorramos este pago.

Al acudir con la persona que estaba en el muelle, nos saludó cortésmente y nos indicó que debíamos esperar a que se reuniera un grupo de unas 10 o 12 personas para que nos subiéramos a una lancha, o rentar un paseo privado para 2 o 4 personas, pagando la respectiva cantidad de 4 mil pesos. Le preguntamos el costo por persona en una lancha colectiva y nos indicó que era de 600 pesos por persona. Sin siquiera pensarlo le expresamos que esperaríamos a que se conformara la cantidad de personas para abordar una lancha colectiva, a lo que simplemente nos dijo que podría tardar tiempo en que eso pasara y que no nos aseguraba nada. Decidimos visitar los diferentes puestos de Tours que se encuentran en los alrededores del muelle para preguntarle si podían incluirnos en un tour colectivo a lo que muy amablemente nos comentaron que deberíamos esperar a que la persona del muelle nos encontrara un lugar. Nos expresaron que es más fácil el tomar una lancha colectiva si ya venimos con un paseo contratado con anticipación, ya que así sólo se llega con el personal de la agencia con la que se contrató y se espera a reunir la cantidad de 10 a 12 personas para completar el viaje colectivo (los cuales también debieron haber reservado con ellos), y es mucho más rápido y segura la salida.

Después de preguntar en 3 o 4 puestos que ostentaban una lona con el nombre de Tour a las ballenas en los alrededores del muelle, y recibir la misma respuesta de esperar, nos resignamos a deambular por el sitio y apreciar la infraestructura para prestar el servicio a los visitantes. El sitio está limpio, sin embargo, existen algunas zanjas de trabajos de construcción que se están realizando, y no cuentan con señalización que prevenga una caída u otro accidente. Tampoco cuenta con carpas o construcciones donde los visitantes puedan descansar y protegerse del sol, sin sentarse en los puestos de venta de comida donde necesariamente deben tener un consumo. Sí cuenta con 4 bancas de madera colocadas cerca de la playa donde pueden sentarse los visitantes, así como un espacio para tomarse fotografías. Cerca del muelle están unos 5 o 6 sitios improvisados para venta de alimentos, en donde simplemente se colocaron una o dos mesas con sus respectivas sillas, y en donde se brindan los alimentos a los clientes. Los precios de los alimentos son semejantes a los que costarían en un restaurante de buen nivel en esta capital, sin embargo, la presentación es un tanto improvisada. Al parecer, los mariscos son extraídos de lugares cercanos a Puerto Chale.

Existen sólo 3 o 4 negocios de venta de alimentos que son parte de las casas construidas con concreto y bloques, y que se adaptaron precariamente, sin embargo, aún requieren mayores arreglos para convertirse en sitios idóneos para el fin que se pretende. En varios sitios del puerto se cuenta con bocinas de las cuales emana música de diversos géneros y con un volumen alto, lo cual en ocasiones obliga a retirarse a un sitio más tranquilo. Cerca del muelle se encuentra unos baños para uso del público. El costo para poder ingresar es de 10 pesos por persona. Están bastantes limpios y con agua suficiente. Sólo noté que al salir del baño no cuenta con jabón para lavarse las manos.

Después de una espera de unos 25 minutos llegó una familia de unos 10 integrantes, por lo que nos acercamos para confirmar que todos juntos integraríamos el siguiente contingente que abordaríamos una lancha y así partir hacia el tour de las ballenas. Pasamos a un tejaban en donde anotamos nuestros nombres en una hoja, pero no se nos pidió ningún otro dato. Considero que esto no es adecuado ya que en caso de un accidente o emergencia difícilmente se podría ubicar a una persona si no deja más datos de identificación.

Finalmente, se indicó que, si se quería hacer el pago con tarjeta bancaria, al finalizar el tour se nos llevaría a un sitio cercano con acceso a internet para hacer el pago. A todos los participantes se nos entregaron chalecos salvavidas de excelente calidad. Algo que nos llamó la atención es que casi todos los chalecos (el mío no), llevaban amarrado un silbato, el cual se nos indicó que nos serviría para ubicarnos en caso de una emergencia o de topar con un banco de niebla. Finalmente, se nos condujo al embarcadero para abordar la lancha.

El muelle por el que se transita para subir a la lancha consta de tres largos tramos los cuales no tienen barandales a los costados, por lo que son inseguros sobre todo para los niños ya que pueden caer. El abordaje a la lancha fue rápido, en orden y bajo la vigilancia del lanchero, el cual demostró gran experiencia. Solamente se nos dio la instrucción de no acercarnos todos a uno de los lados de la lancha para evitar un accidente, pero no hubo mayores indicaciones para nuestra seguridad o en caso de tener algún accidente. Tampoco se nos indicó cómo debía ser nuestro comportamiento al estar cerca de las ballenas y qué cosas hacer y cuáles evitar. Este punto sería importante que se advirtiera a todos los visitantes puesto que ayudaría mucho a la seguridad y, sobre todo, a la protección y conocimiento de nuestras ballenas.
En el trayecto que hicimos, de aproximadamente unos 20 minutos, desde Puerto Chale hasta el sitio en el mar, donde nos detuvimos para admirar a las ballenas, pude percatarme que la lancha era casi nueva, bien pintada, limpia, con bastante refuerzo para convertirla en un medio muy seguro para llevar a una buena cantidad de pasajeros. El motor de la lancha era bastante nuevo. La lancha venía equipada con un aparato de radiocomunicación. No estaba a la vista el botiquín de primeros auxilios ni tampoco la pistola de bengalas o una lancha inflable en caso de naufragar o pedir auxilio. La Lancha contaba con una mallasombra, la cual protegía del sol a la mayoría de los paseantes.
Durante cerca de 50 minutos estuvimos paseando entre las ballenas, 3 de ellas se dejaron tocar por quienes así lo desearon y, pudimos obtener una gran cantidad de fotografías y videos con estos inolvidables momentos. Algo que no se está aprovechando es la posibilidad de sensibilizar a los visitantes sobre la importancia de Baja California Sur, y en este caso Puerto Chale, como sitio de reproducción y nacimiento de miles de ballenas que navegan por los mares. Podría grabarse un audio con esta y otra información también importante, y reproducirse a través de una o dos bocinas empotradas en la lancha, para que los visitantes reciban esta información, y se sumen a la conservación y cuidado de estos gigantes de los mares. También se podrían mandar imprimir folletos, de distribución gratuita entre los visitantes, con información relevante sobre las ballenas que llegan a este y otros sitios de Baja California Sur. Al finalizar pagamos la cuota requerida pero no se nos entregó comprobante alguno.
Retornamos a La Paz, sin mayores contratiempos, cargados de muchos recuerdos, fotografías y sobre todo con esta gran experiencia que para todos será inolvidable. Espero que esta crónica sirva como una crítica constructiva que ayude a mejorar la atención que se presta en este bello destino del municipio de La Paz, y al mismo tiempo una invitación para que mucha más gente lo visite y, disfrute del hermoso espectáculo de las ballenas.

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