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Congreso de BCS aprueba Ley Mordaza

IMÁGENES: Internet / Congreso del Estado.

Ius et ratio

Arturo Rubio Ruiz

La Paz, Baja California Sur (BCS). El pasado 18 de abril, el Congreso de Baja California Sur aprobó una desafortunada inserción al Código Penal estatal, al establecer como figura delictiva lo que ellos interpretan como “discurso de odio” estableciendo como punible, el que alguien realice un acto “peyorativo o discriminatorio”, que además “incite a cualquier otro acto de violencia.”

El texto aprobado es el siguiente: Artículo 205 Ter. – Discurso de odio. Se impondrá de dos a cuatro años de prisión o multa de doscientos cincuenta a cuatrocientos días de trabajo a favor de la comunidad y hasta trescientos días de multa al que por medio de la palabra, escrito, gestos, simbología o cualquier otro medio de comunicación o comportamiento realice un acto peyorativo o discriminatorio e incite a cualquier acto de violencia contra cualquier persona, generando expresiones de hostilidad e intolerancia, ya sea en razón de su religión, origen étnico, nacionalidad, raza, color, ascendencia, género, orientación sexual u otro factor de identidad señalado en el Artículo 205 de este Código.

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Desde el punto de vista de técnica jurídica, es desastrosa la descripción de la conducta que pretenden sancionar, pues se trata de castigar un acto cuya descripción depende de la interpretación subjetiva de lo que es un acto peyorativo, del cual sólo establece que peyorativo no es discriminatorio, pues ambos términos son separados por una conjunción disyuntiva, “o”, lo que implica una alternancia entre dos concepciones distintas, una de las cuales, por ende, no es discriminatoria, pero además, ese acto peyorativo —cualquiera que sea el significado de peyorativo— o discriminatorio, debe incitar a cualquier otro acto de violencia. Incitar es, semánticamente, inducir con fuerza, y su campo de realización es el ánimo del receptor, cuestión que resulta imposible de apreciar objetivamente.

En resumen, estamos en presencia de un tipo penal de prueba imposible, por la conjunción interdependiente de elementos de apreciación subjetiva, conceptualmente variable y la imposibilidad material de concatenar el agente reactor (acto peyorativo o discriminatorio) con el medio generador (incitación) y el resultado consecutivo (inducir con fuerza a la concreción de un acto de violencia).

El tipo penal se denomina “Discurso de odio” y se sanciona con pena alternativa, es decir, que la pena privativa de libertad (2 a 4 años de prisión), pero puede cambiarse por una multa. Esta penalidad contradice el principio general que el propio código establece, de la conmutabilidad de las penas, pues la parte general del Código Penal estatal permite sustituir las penas de prisión, siempre y cuando no sean superiores a un año de prisión (Artículo 88, Fracción I).

La pena privativa de libertad es excesiva e inaplicable y solo tiene un afán que pretende ser disuasivo, pero resulta ineficaz. Ya deberían saber los diputados que las penas elevadas no inhiben la comisión de delitos.

El llamado “discurso de odio” es un cliché gestado en el progresista afán de llevar la intolerancia a niveles excesivos, y por lo subjetivo y abstracto de los conceptos inherentes, es imposible aplicar una definición objetiva universal.

Lo único identificable es la referencia a un discurso ofensivo, que alude a un grupo específicamente identificado por determinadas características comunes —etnia, nacionalidad, religión, preferencia política, inclinación sexual, etcétera—, pero no existe un concierto generalizado, uniforme, ni mucho menos una definición legal de objetiva exigibilidad obligatoria.

Este problema conceptual ha sido abordado por la Organización de las Naciones Unidas, y la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos concluye que no existe una definición universal de discurso de odio de acuerdo con el derecho internacional en materia de derechos humanos.

El concepto de discurso de odio no puede entonces concretarse en un simple dispositivo penal como se pretende hacer en Baja California Sur, por resultar en su descripción subjetivo, impreciso, de prueba imposible y, sobre todo, atendiendo a los principios de estricta legalidad, objetividad y debido proceso, constituye una abierta violación a la libertad de opinión y expresión, y por irónico que parezca, al derecho humano a la no discriminación y a la igualdad.

Corolario

Esta infortunada reforma tiene la etiqueta de autoritarismo e intolerancia a la crítica y expresión de las ideas en medios, una auténtica Ley Mordaza, que busca intimidar a los críticos del sistema y opinadores contrarios al grupo político en el poder. Tan pronto se publique esta hitleriana inserción punitiva, procederemos a combatirla vía amparo, pues es una flagrante violación a los derechos humanos consagrados constitucional y convencionalmente. Tanto trabajo legislativo pendiente, tantas leyes que armonizar, y nuestros diputados perdiendo el tiempo con estas nefastas reformas a la legislación penal.

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Antes de que nos olviden. Caifanes en La Paz

FOTOS: Modesto Peralta Delgado.

El Beso de la Mujer Araña

Por Modesto Peralta Delgado

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Es un honor y un privilegio estar en La Paz y contigo. Muchas, muchas gracias. Que Dios te ilumine y que Dios te bendiga, Raza. Bienvenido a tu ritual, a tu ceremonia… Con estas palabras de bienvenida de Saúl Hernández, Caifanes ofreció un impresionante concierto en La Paz en el marco del Choyero Fest, Música del Mar, la noche del pasado sábado 13 de abril en el estadio Guaycura. A las 9:33 de la noche, el público voló cuando las Nubes abrieron el espectáculo.

Sin duda, eran los artistas más esperados del evento. Hordas de paceños y paceñas con sus camisetas alusivas a una de las bandas más grandes que ha dado México, se cruzaban por pasillos, escaleras y espacios del estadio. Alrededor de las 8:00 de la noche, las filas para ingresar no estaban saturadas y es que el lugar nunca se abarrotó, estaría al 50% o menos de su capacidad. Además, algunos empezarían a ingresar desde las 12:00 del día que iniciaron las actividades. Hacia las 8:30 de la noche, Caloncho ofrecía un concierto de muy buena calidad, donde la gente le ofreció su admiración y cariño. Aunque a esa hora, inicialmente, se presentaría la banda, habría de pasar todavía una hora para que diera inicio su magia, el momento esperado: Caifanes en La Paz.

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Luego de Viento y Para que no digas que no pienso en ti, Saúl Hernández, el chamán, con su característica voz grave y serena, daba un sentido agradecimiento para iniciar el ritual. Fueron alrededor de tres o cuatro intervenciones, en las cuales habló a La Raza del feminicidio, del machismo —Hacen falta más hombres y menos machos, dijo, antes de proyectar Canción sin miedo en las pantallas—, de la naturaleza —para presentar esa joyita que es Tortuga— y del suicidio. El momento más emotivo fue cuando dedicaron un pequeño homenaje a Daniel Isaías, un pequeño que había fallecido y cuyo padre se encontraba en el público; al niño le dedicaron la magistral interpretación de Ayer me dijo un ave.

Algunas de las canciones más coreadas fueron No dejes que, Los dioses ocultos y Mátenme porque me muero, sin contar con que al irse vendrían las más celebradas: ante los gritos de “¡Otra, otra!”, regresaron y se echaron La célula que explota, con unos arreglos al teclado por el maestro Diego Herrera: ¡los acordes de inmediato fueron identificados!; y la cereza del pastel fue la clásica cumbia La negra Tomasa, que puso a bailar a más de uno. El concierto de dos horas, que culminó poco antes de las 11:30 de la noche, abarcó prácticamente todos sus éxitos contenidos en sus cuatro álbumes de estudio.

Hay que decir que los Caifanes ya no son los mismos de hace unos años. Saúl, en varias ocasiones, no alcanzaba sus propias notas; hubo unos pequeños errores de coordinación en un par de canciones; y hubo algunos arreglos, como en el caso de Afuera, donde, la palomilla, de repente nos preguntábamos “Pues ¿cuál rola están tocando?”, pues, ni de lejos, se comparan con los arreglos de lujo de la canción con que arranca El nervio del volcán —que este año cumple, ni más ni menos, que 30 años.

Pese a ciertos, pequeños, desaciertos, el concertió prendió a La Raza —o Palomilla, en choyero—. Saúl Hernández posee un gran carisma y un probado dominio del público y del escenario, todo lo compensa su entrega, su humildad y la oportunidad de verlo en vivo en La Paz, como el ícono del rock mexicano que es, acompañado de los gigantes Alfonso André en la bataca y Diego Herrera en los teclados y el sax. La triada original de la banda pisaba el suelo paceño en una noche llena de melancolía, donde fans de todas las edades —literalmente: de todas las edades, pues fue un concierto donde hubo desde niños, niñas y adolescentes, jovencitos que coreaban sus canciones— se entregaron a esta poderosa banda. Los músicos se vieron felices y agradecidos, misma felicidad y agradecimiento que tuvieron sus fans.

La polémica de los precios

Para el Choyero Fest, Música del Mar, se esperaban alrededor de 8 mil almas, pero, aunque no tenemos las cifras, lucieron muchas, muchísimas butacas vacías. Semanas antes del concierto, en redes sociales fue criticado el alto costo del boleto que alcanzó los 3,60o pesos en la zona VIP. En una rueda de prensa previa al evento, le pregunté al director del Instituto Sudcaliforniano de Cultura (ISC), Víctor Hugo Caballero Gutiérrez, si era impensable proponer un festival de esta magnitud sin costo, pero respondió que había eventos de ciertas características, donde salía caro organizarlo y se requería cobro. Se anunció una inversión de 10 millones de pesos de recursos públicos, con la expectativa de obtener 16 millones, es decir, 6 millones de ganancia para eventos del ISC y un próximo festival. Al final, faltaron muchas personas a la cita, y los boletos, de última hora, se ofertaron en 500 pesos, que provocó descontento en quienes compraron los boletos más caros desde las primeras semanas. Incluso, los mismos Caifanes, en sus redes sociales, señalaron que el precio era muy alto y regalaron pases. Sin contar con un movedero de horario en las presentaciones.

Sería ideal que el ISC replanteara la cuestión de los costos, porque es merecible que esta capital tenga más festivales de este tipo. Hay que destacar lo positivo: la logística para el escenario en sí fue de primer nivel; fue una extraordinaria plataforma para que bandas locales dieran a conocer su música; y reunió a personas de todas las edades en un magno evento que, ojalá, reconsidere aspectos importantes y se logre convertir en una tradición.

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Localidades de BCS, geográficamente, mal ubicadas: el caso de San Nicolás (I Parte)

FOTOS Y MAPAS: Internet.

Explicaciones Constructivas

Noé Peralta Delgado

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Cuando se creó el Estado constitucional de Baja California Sur —aquel lejano 8 de octubre de 1974—, los municipios que se fundaron al mismo tiempo fueron: Mulegé, Comondú y La Paz. La repartición territorial se hizo de manera centralista en la Ciudad de México, donde se pretendió que los tres municipios originales tuvieran similitud en superficie y que las localidades quedaran distribuidas de manera equitativa dentro de dichas jurisdicciones. Aun así, el municipio de Mulegé se erigió como el de mayor tamaño, por encima de Comondú y La Paz, siendo estos dos últimos los que quedaron con un tamaño muy similar y, curiosamente, también los únicos que dieron nacimiento a otros municipios nuevos.

La división territorial de los municipios originales, viene marcada en el Artículo 120 de la Constitución Política del Estado de Baja California Sur, la cual se fue modificando con el tiempo, al irse creando los municipios nuevos. Con la creación del Ayuntamiento de Loreto en 1993, el municipio de Comondú salió afectado territorialmente, pues varios pueblos y localidades pasaron a ser “loretanos” desde ese año.

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Un caso muy particular, fue la localidad y campo pesquero de San Nicolás, que está ubicado en el golfo de California, muy cerca de Bahía Concepción. Los habitantes instalados allí por mucho tiempo, siempre pensaron que estaban en el municipio de Comondú y posteriormente en Loreto desde el año 1993, incluso los registros de nacimientos se hacían en la primera capital de las Californias; y es que por la cercanía y lazos familiares se dio por obviedad de pertenencia a otro municipio, menos a Mulegé.

Pero con los trazos que se hicieron en el “escritorio”, se puso como límite entre Loreto y Mulege una línea recta que va desde la punta de San Ildefonso, al Sur de la bahía San Nicolás, hasta el cruce de la carretera transpeninsular y el arroyo de Cadejé, que a la vez sirve de hito fronterizo con el municipio de Comondú. Por esta razón, el pequeño pueblo de San Nicolás, está ubicado totalmente en la jurisdicción del Ayuntamiento de Mulegé.

El pequeño pueblo de San Nicolás, según datos del INEGI del año 2020, tiene una población 90 personas (25 hombres y 65 mujeres), y está localizado en las coordenadas 26°32’40.598″ Norte y 111°32’52.679″ Oeste. Creemos que debe haber un error de la misma página gubernamental, ya que ubican a San Nicolás en el municipio de Loreto, precisamente.

Al tener una población escasa y tener poco valor económico, los municipios de Mulegé y Loreto no han tratado de fondo el tema de la jurisdicción, pero si usted va a estos lugares tendrá la oportunidad de disfrutar de unos hermosos acantilados frente al golfo de California ideales para el kayak, y también una pista solitaria de aterrizaje para aviones pequeños.

Escríbenos…

noeperalta1972@gmail.com

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Entre Máscaras y Alegría: El Legado Festivo de los Carnavales Paceños (II)

 

Tierra Incógnita

Sealtiel Enciso Pérez

 

La Paz, Baja California Sur (BCS).  A partir de la década de los sesenta, los Carnavales, experimentaron una transformación notable con la incorporación de los bailes de fantasía en los salones locales, marcando un giro significativo en la tradición festiva. Estos eventos adquirieron un esplendor particular gracias a los concursos de disfraces realizados en lugares cerrados, destacándose especialmente los martes de carnaval como el día cumbre de estas celebraciones. En esta nueva dimensión, diseñadores de renombre como Jaime Carrillo, Alejandro Balarezo, Nicolás Carrillo y Rodolfo de la Peña se convirtieron en maestros de la creatividad, elevando la festividad a través de sus habilidades en la confección de vestuarios. Los detalles meticulosos, desde bordados hasta arreglos de lentejuelas y plumas, todos realizados a mano, transformaban los salones en escenarios de gran colorido, encanto y magia. Los concursos de disfraces, presentados con solemnidad, se convertían en el distintivo de estos carnavales, deslumbrando a los asistentes con la maestría artística de los participantes. Mientras tanto, en los espacios abiertos de la festividad popular, los martes de carnaval presenciaban el desfile de carros alegóricos y comparsas, añadiendo un toque de diversión y esplendor al evento.

 

Con meses de anticipación, la maquinaria de los Carnavales, cobraba vida al registrar a las candidatas a reina del carnaval ante el meticuloso escrutinio del Comité de Carnaval. Este proceso no solo se limitaba a la mera elección, sino que se convertía en un espectáculo en sí mismo, desplegando campañas que incluían bailes, rifas, convivios y diversas funciones de diversión popular. El tejido social se entrelazaba con la tradición, mientras las ánforas de cooperación circulaban, recaudando fondos en apoyo a las aspirantes a reina. Con la acumulación de recursos, se llevaban a cabo recuentos públicos, donde la comunidad participaba con entusiasmo, aplaudiendo y celebrando a las candidatas que lideraban en las votaciones. Este proceso efervescente se repetía en dos o tres ceremonias de cómputos hasta llegar al término de la campaña, momento culminante en el que se declaraba a la triunfadora a través de un cómputo decisivo. Las demás concursantes, lejos de quedar en el olvido, eran honradas con el título de princesas de la Corte Real, subrayando la importancia de cada participante en esta vibrante tradición que fusiona la competencia con la camaradería, dejando un legado de alegría y unión comunitaria.

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La coronación de la reina, al inicio del festejo, emergía como el acto más solemne, inicialmente llevado a cabo frente al antiguo Palacio de Gobierno, donde se entrelazaban los bailes populares con la tradición arraigada en casas particulares. Con el tiempo, esta ceremonia evolucionó hacia los bailes de salón o bailes de gala, consolidándose como el epicentro de concursos de fachas y fantasía. La presencia de la reina y su corte real se convertían en el foco de atención y deleite de la sociedad en cada evento. En 1967, la Corte Real se enriqueció con la adición de la Reina de los Juegos Florales, marcando una expansión de la tradición. Aunque la plaza de armas o Jardín Velasco, posteriormente denominado Plaza de la Constitución, fue durante mucho tiempo el punto neurálgico de las celebraciones, los años sesenta presenciaron un cambio hacia el malecón. Este espacio más amplio permitió la incorporación de una variedad de juegos mecánicos y la introducción de la mercadotecnia moderna, transformando el carnaval en una experiencia más comercial con mayor venta de productos y mayor participación de firmas comerciales. Sin embargo, los años 1977, 1978 y 1979 marcaron tristezas en la historia del pueblo al suspenderse las festividades. A pesar de algunas interrupciones y cambios de sede, la tradición logró persistir y, desde 1997, se mantiene ininterrumpida en el malecón, consolidándose como el único espacio abierto que permite el esplendor de los eventos presididos por la Corte Real, compuesta por diversas figuras que engalanan el carnaval.

 

Una de las singularidades que distinguen las Fiestas del Carnaval es su decidido énfasis en el aspecto cultural, un matiz que se consolidó en 1967 con la instauración de los Juegos Florales y la elección de la Reina de la Poesía. Esta innovación, gestada por los organizadores liderados por Don Alfonso González, no solo enriqueció las festividades con premios a comparsas, bailes y un espectáculo impresionante en el martes de carnaval, sino que también logró atraer la participación de representaciones de instituciones públicas y privadas, embelleciendo el evento con carros alegóricos y comparsas de gran lucimiento. Aunque experimentó una suspensión temporal, en 1980 la celebración fue rescatada bajo la coordinación del Profesor Jesús Murillo Aguilar y la dirección del Comité Central a cargo del Sr. Carlos Ponce Macías, con una contribución destacada de Rubén Jaime Salgado. Esta revitalización trajo consigo una diversificación de las festividades y sentó las bases para las ediciones posteriores. A partir de 1980, se optó por trasladar la celebración al malecón, considerándolo el escenario ideal para estas festividades, y se introdujo un enfoque educativo que fomentaba la creatividad del pueblo, reflejado en los impresionantes vestuarios de la corte real, los carros alegóricos y la promoción general del evento. Además, desde 1980 se destacó el impulso a la calidad de los juegos culturales, liderados por el Profesor Fernando Escopinichi Osuna, dando origen al prestigioso Premio Internacional de Poesía de la Ciudad de La Paz, posteriormente transformado en el Premio Estatal de Poesía.

 

A lo largo de las décadas de los setentas y ochentas, dos destacados artífices contribuyeron de manera significativa al esplendor de los Carnavales en La Paz. En el ámbito de los vestuarios de la corte real, los diseñadores Alejandro Balarezo y Lupita Cosío se erigieron como figuras clave, dotando a la celebración de un despliegue de creatividad y estilo. En paralelo, en el diseño y la realización de los imponentes carros alegóricos, el señor Alfonso Cornejo desempeñó un papel fundamental, infundiendo a la festividad una estética visualmente impactante. En el año 1987, se introdujo la entrega de la Presea Valor Cultural, un reconocimiento que, a pesar de su puntualidad, experimentó breves interrupciones en los años 1994, 1995 y 1996, y más recientemente en los años 2012, 2013 y 2014, debido a la falta de interés de las autoridades municipales. Para consolidar el esplendor de estas festividades, el Ayuntamiento de La Paz creó la Coordinación General del Carnaval en 2002, presidida por el Profesor Marco Antonio Ojeda García hasta el año 2008. Durante su gestión, Ojeda García se esforzó por infundir a los desfiles un mayor colorido, influyendo en la sociedad con mensajes ecológicos, educativos y culturales para estimular la identidad local.

 

A lo largo de un extenso periodo, arraigó en la tradición de los Carnavales el evento conocido como Domingo Chiquito, celebrado el primer domingo después del martes de carnaval y dedicado exclusivamente a los niños pequeños. Con el tiempo, este evento fue renombrado como Carnaval Infantil, transformándose en una jornada lúdica que replicaba la pompa y esplendor de los Carnavales principales, pero enfocada específicamente en el deleite de los más pequeños. En este evento, se recreaban las figuras de la reina, la princesa y el rey feo, mientras que las maestras de jardines de niños y madres entusiastas se convertían en las artífices de la organización, creando un ambiente de juegos infantiles y diversión general.

Algunas de las reinas de los primeros carnavales de nuestro puerto se mencionan a continuación:

 

  • 1890, María González de la Toba
  • 1905, Laura Hidalgo
  • 1906, Lupe Savín
  • 1908, Margarita González Rubio
  • 1923, Tota Moreno
  • 1932, Susy Fernández
  • 1936, Jesusita Manríquez Mendoza
  • 1933, Chelo Nava
  • 1934, Manuelita “Chita” Boucíguez
  • 1935, Pilar Moreno
  • 1937, Flora Angulo
  • 1941, Lilí Torre
  • 1942, Aurora Viamontes
  • 1944, Socorro Lizardi
  • 1946 Chayito Rochín
  • 1947 Tichi Calderón
  • 1948 Arcadia “Nena” Beltrán
  • 1949 Beatriz Muñoz Milhe
  • 1950 Josefina Aragón Balarezo

 

Nuestros Carnavales paceños se revelan como un capítulo vibrante y colorido de la historia local, donde la tradición, la creatividad y la comunidad convergen para celebrar la alegría de vivir. A lo largo de los años, estas festividades han evolucionado, adaptándose a los cambios sociales y culturales, pero siempre preservando su esencia festiva. Desde las primeras celebraciones en la década de 1870 hasta la institución de eventos como los Juegos Florales y el Carnaval Infantil, la rica historia de estos festejos refleja la capacidad de La Paz para reinventarse y mantener viva la llama de la celebración a lo largo del tiempo. A pesar de desafíos y suspensiones temporales, la resiliencia de esta tradición se manifiesta en la energía contagiosa que llena las calles, plazas y malecón cada año. En la actualidad estas festividades continúan siendo un testimonio de la vitalidad cultural y comunitaria de La Paz, proyectando su luz festiva sobre las futuras generaciones que añadirán nuevos capítulos a esta entrañable historia carnavalesca.

 

Referencias

Rosa María Mendoza Salgado. Crónicas de mi puerto La Paz 1830-1959

Gilberto Ibarra Rivera. La Paz, ciudad y puerto mexicano. Origen, proceso histórico y símbolos emblemáticos.

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Presentan cartelera oficial de Choyero Fest; habrá 18 artistas sudcalifornianos

El Beso de la Mujer Araña

Por Modesto Peralta Delgado

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Este mediodía, Víctor Hugo Caballero Gutiérrez, director general del Instituto Sudcaliforniano de Cultura (ISC), dio a conocer la cartelera oficial y el programa completo del Choyero Fest, que habrá de realizarse el sábado 13 y el domingo 14 de abril próximos en el estadio Guaycura de La Paz; el evento contará con la presencia estelar de Caifanes el primer día, y de Leonardo De Lozzane, el segundo.

Se recibieron un total de 70 proyectos musicales para participar en el Choyero Fest, 12 de ellos de otros estados y diferentes países, y 58 de Baja California Sur. Sin embargo, finalmente seleccionaron a 18 grupos o solistas sudcalifornianos quienes estarán actuando desde las 12:00 del día de cada día —45 minutos, aproximadamente, cada uno—, en el mismo escenario que pisará Caifanes, el sábado 13 de abril a las 20:30 horas, y el vocalista de Fobia, el sábado a las 21:00 horas del domingo 14.

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Acompañado de Paulo Piña y Eduardo García Márquez —quienes forman parte de los cantantes sudcalifornianos con repertorio propio que actuarán en el festival—, Caballero Gutiérrez informó que el evento tiene una inversión de 10 millones de pesos de recursos públicos, estimando de 4 a 6 millones de pesos en ganancias que serán para proyectos culturales y para la edición número 2 del festival.

Se tiene previsto realizar, por lo menos, cuatro emisiones más del Choyero Fest; hay la probabilidad de que se abarquen a ciudades de otros municipios y surgió la idea de hacerlo con un tercer día de actividades para presentar proyectos musicales de otros lados del país o del extranjero. La iniciativa seguirá buscando ser una plataforma desde el instituto de cultura para hacer eventos masivos con cantantes de talla nacional y con producciones locales.

Al cuestionar si, siendo una institución pública, sería imposible realizar un festival de esta índole de forma gratuita, el Director del ISC explicó que el 90% de sus eventos son sin costo, pero “hay eventos con ciertas características”, como éste, en la que es necesario cobrar el acceso; además, señaló que esta es una oportunidad para que artistas locales puedan cobrar para promover su música, lo que a veces les resulta difícil cuando estos conciertos son organizados por la iniciativa privada.

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