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Acuarelas y café, exposición de Ricardo Melgar Sánchez

FOTOS: Cortesía

El librero

Por Ramón Cuéllar Márquez

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). El viernes 6 de marzo se inauguró la exposición del Profesor Ricardo Melgar Sánchez, Acuarelas y café, en la Galería de Arte del Poliforo Cultural Universitario Ángel César Mendoza Arámburo de la Universidad Autónoma de Baja California Sur (UABCS), un acontecimiento que merece la pena destacar no sólo por la obra exhibida, sino por la entrañable trayectoria de uno de los maestros que ha dejado huella en la educación de Baja California Sur, por la entrega y dedicación, y por su amor a la docencia, tan necesaria y vital para que las generaciones se desarrollen y crezcan a la luz del conocimiento y la razón.

Nació en Santa Rosalía, B.C.S., el 7 de febrero de 1942 y se inició profesionalmente como profesor en la Sierra de Badirahuato, Sinaloa, del año 1961 a 1963, una década de muchos movimientos y cambios en el mundo, siendo la primera generación que enviaron a la sierra de esa entidad. Después regresaría a nuestro estado —en el que andaría en su mayor parte por brecha—, hacia el norte, en el municipio de Mulegé, de 1963 a 1965; en seguida hacia el sur, de 1965 a 1967 en el Rancho Las Lagunas, en el hoy municipio de Los Cabos. Estando ya en el sur del estado, de 1967 a 1971, en el Rancho El Rosario, Delegación de Santiago; de 1971 a 1974 lo asignaron a la comunidad de El Campamento, en Las Cuevas; de 1974 a 1982, en La Ribera, y finalmente, de 1982 a 1991 en la ciudad de La Paz, donde fue iniciador de la inclusión de niños con discapacidad en las escuelas primarias.

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Ese largo recorrido a través del tiempo y la tierra lo llenó de anécdotas y visiones de los paisajes que conoció, junto con la sociedad que habitaba aquellos escenarios. El Profe Ricardo Melgar pertenece a esa generación que no sólo amaba la carrera sino a la gente y sus tradiciones, costumbres que le eran familiares, cuya identidad eran sus raíces. Es por ello que una vez que dejó las aulas, después de más de treinta años —y que la mitad de ese periodo se lo entregó a los ranchos—, le encontró el gusto a la escritura y la pintura, talentos que habían estado latentes esperando por su tiempo, paciencia y experiencia que acumuló en sus viajes por toda la península de Baja California.

Ha escrito algunas narraciones que atienden la voz de los rancheros sudcalifornianos, de donde nació su admiración, su respeto y reconocimiento particular al esfuerzo de aquellos hombres y mujeres que forjaron los pasos de la nueva California, es decir, los segundos californios que fraguaron a sudor batiente su futuro. Así que de Tijuana a San Lucas, como chofer de yarda, para continuar moviéndose, ya jubilado, aprovechó para hacer sus apuntes tanto literarios como plásticos. En ese proceso se percató de que la acuarela podía fungir como transmisora de sus sentimientos por aquellos paisajes, porque los colores, los tonos de la acuarela se acercaban mucho al ámbito geográfico en el que vivíamos, pues reflejaba esos amaneceres y atardeceres de nuestro medio ambiente desértico u hostil. Según sus propias palabras, la acuarela es única para eso.

Toda esa experiencia de vida la podremos apreciar y constatar a través de sus cuadros, que se exhiben en la galería de Arte del Poliforo de la UABCS en estos días. Cada una de esas piezas manifiesta no sólo su punto de vista artístico, sino una vida completa en cada imagen, como si cada una platicara, café en mano, lo que se siente y experimenta vivir en estas tierras del Finisterra. Nadie como Ricardo Melgar Sánchez para hacernos vivir paisajes que tal vez conocemos, pero que nunca hemos vivenciado del mismo modo. El arte puede cambiar el rumbo de la humanidad y muchos parece que lo hemos olvidado. Es un buen momento de retomar el camino yendo a visitar la obra del Profe en la UABCS. No se arrepentirán.

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¿Qué “casi” no hay feminicidios en Baja California Sur?

 

marcha feminicidios la paz

FOTO: Roberto E. Galindo Domínguez

Hilo de media

Por Elisa Morales Viscaya

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). “Mamá, y ¿por qué no la mataron con ropa?” La pregunta, en la dulce voz de una niña de no más de 7 años que presenciaba con inocente candor algunas de las pancartas con imágenes de feminicidios en la marcha del #8M en La Paz, me heló la sangre. Esa es la marca de los feminicidios, asesinatos de mujeres firmados de violencia y saña, que conllevan la aplicación de la fuerza corporal para someter a la víctima, muchas veces de la mano de agresiones sexuales.

“Aquí no pasa nada” es una frase que escuchamos constantemente los sudcalifornianos cuando se trata de la violencia e inseguridad que hay en el resto del país; al respecto del feminicidio se dice lo mismo, que aquí, en Baja California Sur, no hay (casi) nada de eso.  Y quizá, al compararnos con otros estados históricamente más peligrosos, podamos creérnoslo. Sin embargo, ¿qué dicen las cifras?

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De acuerdo a la información presentada por el INEGI en el documento “Estadísticas a propósito del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer” presentada en noviembre de 2019, de las 283 mil 466 mujeres de 15 años y más que hay en el Estado, 55.4% ha enfrentado violencia de cualquier tipo y de cualquier agresor, alguna vez en su vida. Es decir, 156 mil 973 mujeres han sido sujetas a actos violentos y discriminatorios alguna vez, a lo largo de su vida.

A partir de esta información es posible afirmar que la violencia contra las mujeres en Baja California Sur es un problema de gran dimensión y una práctica social ampliamente extendida en la entidad; más de la mitad de las sudcalifornianas han experimentado al menos un acto de violencia de cualquier tipo.

De éstas, 44 mil 724 fueron sometidas a algún tipo de violencia sexual, que van desde señalamientos obscenos, que las hayan seguido en la calle para intimidarlas sexualmente, o bien, que directamente las hayan manoseado sin su consentimiento o hasta violado.

Ser una mujer joven, factor de riesgo

Las mujeres que se encuentran más expuestas a la violencia son las jóvenes de entre 20 a 24 años, ya que 64 de cada 100 mujeres de esas edades han enfrentado al menos un episodio de violencia o abuso. En cuanto a la violencia sexual, la edad desciende aún más: de entre las mujeres jóvenes entre 18 y 29 años, cuatro de cada diez han sido agredidas sexualmente.

Asimismo, las adolescentes de 15 a 17 años presentan niveles altos de violencia sexual, emocional y física; siendo menores de edad, ya han sido víctimas de abusos de diversa índole.

Feminicidios

En 10 años (2009-2018) se duplicó el número de mujeres fallecidas por agresiones intencionales, ubicándose en 184, en comparación con los 71 casos ocurridos entre 1990 y 2008.

Como se aprecia en la gráfica de INEGI, a partir de 2015 se observa un aumento significativo de los asesinatos hacía las mujeres. Del total de defunciones por homicidio de mujeres ocurridas en 2018, más de la mitad (52.2%) corresponde a menores de 30 años, mientras que entre los hombres de las mismas edades es de 38.4 por ciento. Es decir, las mujeres jóvenes son las más expuestas a morir violentamente, incluso más que entre los hombres de esa edad.

La saña feminicida

Mientras los homicidios contra los hombres han sido perpetrados en su mayoría con arma de fuego (75 de cada 100, en 2018), entre las mujeres, 44 de cada 100 fueron estranguladas, ahorcadas o sofocadas, ahogadas, quemadas, golpeadas con algún objeto o heridas con arma punzocortante.

Los datos muestran que las mujeres son asesinadas con mayor violencia y saña, utilizando medios que producen mayor dolor, con el fin de prolongar su sufrimiento antes de morir y, sobre todo, mediante la aplicación de la fuerza física para someterlas.

Estos son los datos que arroja INEGI en el reporte antes mencionado, sobre las muertes por agresiones intencionales (homicidios) de mujeres, desde la perspectiva de las estadísticas de defunciones, que registran el fallecimiento de una persona y la causa específica del deceso, registrado en el certificado de defunción. Pero, ¿qué dicen las autoridades encargadas de la procuración de justicia en Baja California Sur?

 

Sin registro

Sudcalifornia suele aparecer con uno de los registros más bajos en México de feminicidios, pero de acuerdo con el Programa Integral para Prevenir, Atender, Sancionar y Erradicar la Violencia contra las Mujeres 2019-2024 de la Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia Contra las Mujeres (Conavim), presentado en septiembre pasado, Baja California Sur está entre las entidades donde menos existen mecanismos y procedimientos para frenar e incluso detectar los feminicidios. El no aparecer en los radares nacionales de este delito no se debe a que no existan, sino que ha sido por omisión en su registro.

A pesar de que a mediados del 2019 se tipificó formalmente el delito de feminicidio en Sudcalifornia (antes de eso, únicamente se encontraba como agravante del delito principal, homicidio), la Procuraduría General de Justicia del Estado de Baja California Sur (PGJEBCS) continuaba sin reportar los casos de feminicidio, siendo señalados de negarse a investigar bajo perspectiva de género. Finalmente, en 2019 se registraron dos casos de feminicidio en Baja California Sur. En 2020, no se ha registrado ningún caso.

 

¿Qué hacer?

De inicio, se requiere visibilizar el feminicidio en Baja California Sur, dejar de maquillar las cifras y obtener los datos fiables y confiables que permitan dimensionar la gravedad de la violencia feminicida para combatirla. Si no se registra adecuadamente el delito, es imposible hacer una investigación con perspectiva de género y esto favorece la impunidad.

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Ciencia y rebeldía en la lactancia materna

FOTO: Internet.

Mamá Científica

Por Marián Camacho

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). La leche materna es el alimento perfecto para las crías de los mamíferos, incluidos los bebés humanos, como resultado de millones de años de evolución. En el resto de las especies animales que producen leche para alimentar a sus crías, no existen (o al menos no lo sabemos) prejuicios ni necesidad de explicaciones acerca de por qué es el único alimento que deben ofrecer las madres a su descendencia en los primeros meses o años de vida. Sin embargo, los seres humanos, tan especiales como podemos ser, hemos desarrollado una cantidad increíble de dudas y discriminaciones sobre el natural y ancestral acto de amamantar a nuestros bebés.

Si bien es parte de nuestra naturaleza humana cuestionarnos y buscar respuestas sobre el mundo que nos rodea, la inserción en sociedades que dejan de lado la información científica y basan sus actividades en mitos y pilares de moralidad, puede llegar a castigar o, peor aún, impedir las manifestaciones de nuestro diseño biológico, moldeado y perfeccionado a lo largo de nuestra historia sobre la tierra.

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De tal forma, el presente texto pretende aportar información y referencias científicas, a través de los hipervínculos contenidos en él, sobre aspectos básicos de la leche materna. Asimismo, constituye una reflexión sobre las penalizaciones sociales asociadas a las madres lactantes y cómo es que, actualmente, la lactancia materna constituye un acto de rebeldía por parte de aquellas que osamos llevarla a cabo sin importar las consecuencias.

Comprobado científicamente

Paradójicamente, aun siendo científica de profesión, considero que no es indispensable que las mujeres conozcan a detalle la información que ha generado la ciencia acerca de la leche materna, para ofrecer ésta como el principal alimento en las primeras etapas de vida de nuestros hijos e hijas. Digo esto porque nuestro cuerpo produce leche sin importar si sabemos o no algo en particular acerca del proceso o del resultado final. Esto es así, porque los años de evolución han dotado a todas las hembras humanas con la maravillosa capacidad de alimentar a nuestras crías a través de nuestras glándulas mamarias, salvo en rarísimas excepciones, aún mucho antes que existiera la ciencia.

Sin embargo, dado que la mayoría de las sociedades modernas valora el conocimiento científico (o al menos así lo anuncian), aunque muchas veces no lo comprendan del todo o no lo utilicen dentro de sus pilares de desarrollo, los argumentos que utilizan la frase “científicamente comprobado” contienen cierta autoridad y pueden poner en tela de juicio ideas sin fundamento. Así, aunque estoy consciente que, para amamantar, como acto biológico, no es necesario conocer datos científicos sobre la leche materna, reconozco que, increíblemente, como un acto social, la lactancia materna parece requerir un escudo de información para justificar su cabida en nuestra cotidianidad. Por tanto, a continuación, presento algunos de los principales hechos, científicamente comprobados, que podrían ayudar a más mujeres en su decisión de iniciar o continuar con la lactancia de sus crías en este mundo moderno y muy civilizado.

  1. La leche materna es la nutrición perfecta para las crías humanas ya que se ajusta perfectamente a los requisitos individuales de cada bebé.                                                                   
  2. La leche materna contiene muchas proteínas complejas, lípidos y carbohidratos, cuyas concentraciones se alteran dramáticamente durante una sola toma, así como durante el tiempo que dure la lactancia, para reflejar las necesidades del bebé.
  3. Además de proporcionar una fuente de nutrición para los bebés, la leche materna contiene incalculables componentes biológicamente activos. Estas moléculas poseen diversos roles, guiando el desarrollo del sistema inmune de los bebés y de la microbiota intestinal, derivando en una excelente protección contra enfermedades.
  4. La leche materna promueve el desarrollo del cerebro, particularmente el crecimiento de la materia blanca.
  5. La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda la lactancia materna exclusiva durante seis meses, la introducción de alimentos apropiados para la edad y seguros a partir de entonces, y el mantenimiento de la lactancia materna hasta los 2 años o más.

Si bien, las aseveraciones antes expuestas están soportadas con artículos científicos, contenidos en los hipervínculos correspondientes, estoy al tanto que estos últimos son literatura demasiado especializada y de difícil acceso tanto por su descarga (la cual recomiendo hacer a través de Sci-hub, únicamente pegando la dirección del sitio web en la caja de escritura que aparece) como por estar escritos en inglés. De tal forma, que si usted, querida lectora o lector, coincide en alguna de estas situaciones, le hago la más grande de mis recomendaciones: la lectura del libro “Un regalo para toda la vida” de Carlos González. Este maravilloso pediatra español, escribe una joya de la divulgación científica sobre el tema de la lactancia materna, de la forma más amigable, divertida y comprensible que he conocido hasta el momento.

La leche que se volvió rebelde

Algo pasó en nuestra historia de sociedades humanas alimentadas con leche materna. Algo pasó con aquellas que durmieron en cavernas, cazaron mamuts, inventaron la rueda, crearon la ciencia, escribieron los textos más bellos e inteligentes, aumentaron la esperanza de vida como nunca antes y manifestaron el “progreso” de nuestra especie sobre el planeta. Algo pasó que, un día cualquiera, despertamos con varias consideraciones aceptadas, sin cuestionar, sobre la lactancia materna:

-No está bien amamantar en público.

-Volver al trabajo es la prioridad, la lactancia es secundaria; si no se puede continuar, la “mejor” alternativa es la leche de fórmula.

-No todas las mujeres pueden dar leche.

-Los niños “mayorcitos” (no hay una definición clara a qué edad se hace referencia) ya no deben tomar leche materna porque se hacen mañosos, ya no les sirve, ya no lo necesitan, etc.

Así han pasado mucho más días, con millones de mujeres cuestionándose su capacidad para alimentar a sus bebés, incluso cuando la OMS ha establecido, con base en estudios científicos internacionales, que prácticamente todas las mujeres pueden amamantar, siempre que dispongan de buena información, del apoyo de su familia y de un sistema de atención de salud. Es importante aclarar que hay rarísimas excepciones de mujeres que realmente poseen glándulas mamarias que no producen leche (una condición médica llamada hipogalactia), sin embargo, y alarmantemente, actualmente existen muchas mujeres que consideran que “no dan leche” cuando esto no es así y el problema radica en otros factores que nada tienen que ver con cuestiones biológicas.

Por otro lado, aunque la falta de información biológica genera grandes problemas para iniciar o continuar la lactancia, es relativamente fácil de solucionar. Sin embargo, las presiones socioeconómicas y culturales son desafíos mucho más difíciles de trascender. Esto queda evidenciado con millones de madres enfrentándose a un sistema económico con horarios y condiciones laborales que no favorecen en absoluto la conservación de la lactancia más allá del máximo de 90 días de la llamada “incapacidad”. Este último término nos coloca, de nuevo, en una imagen de debilidad al llamarnos incapaces, por no poder seguir produciendo al mismo ritmo que requiere el sistema. Sin embargo, es fundamental considerar que, nuestra capacidad para dar vida en un nuevo ser humano es innegable y que un término más adecuado con respecto a nuestra situación laboral sería algo como “pausa por maternidad”, ya que ni el embarazo, parto o puerperio (posparto) son enfermedades que nos incapaciten.

Asimismo, algunos sistemas laborales “apoyan” a las madres de familia a través de los servicios de guarderías y otras prestaciones, como una hora menos de jornada laboral o tiempos destinados a la extracción de leche, para que éstas puedan continuar trabajando. Desafortunadamente, ninguno de estos “apoyos” contribuye realmente a facilitar la lactancia materna, la cual debería ser a demanda de la hija o hijo y directamente del pecho de la madre.

Respecto a la imagen pública de una madre amamantando a su bebé, niña o niño (recordemos que la OMS recomienda un mínimo de dos años), ésta ha pasado de ser un ideal romántico de amor abnegado e incondicional a una transgresión a las buenas costumbres y el pudor que las mujeres decentes deben mantener. Desde mi visión, el acto de amantar no debe estar polarizado utilizando ninguna escala sentimental o moralista, incluso más allá de que, efectivamente, se desencadenan muchas reacciones hormonales que nos producen sentimientos de apego con la cría; en cambio, este mamiferísimo acto debería ser identificado y aceptado por los espectadores únicamente como el acto vital de alimentación de las crías humanas, al igual que dormir o respirar.

Las buenas noticias somos las muchas mujeres, que cada día somos más, rebelándonos contra estas consideraciones modernas, que nos informamos correctamente, buscamos y planteamos alternativas sobre las formas de iniciar o continuar la lactancia en cualquiera que sean nuestras actividades cotidianas (las cuales pueden, o no, incluir trabajos remunerados), y que, sobre todo, confiamos y amamos nuestros cuerpos con diseño biológico perfecto.

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La discriminación en Baja California Sur

FOTOS: Internet

Ius et ratio

Por Arturo Rubio Ruiz

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Este día el país está paralizado, en un ejercicio organizado por colectivos en contra la violencia y la desigualdad, que buscan la visibilización de los efectos de la victimización de que son objeto las mujeres. Es importante combatir los efectos, pero también lo es combatir las causas, y entre ellas, destaca la discriminación, que, como carga atávica, sistemáticamente se encuentra presente en todos los campos de interacción social en nuestra nación.

En esta lucha, que no es de hombres versus mujeres, sino de una sociedad informada combatiendo patrones de conducta equivocada, debemos hacer énfasis en erradicar la discriminación, en todas sus manifestaciones y en todos los ámbitos. Debe prevenirse, y en su caso, sancionarse.

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Contamos en la entidad con un marco legal que la sanciona, pero resulta inoperante, pues a la fecha, nadie ha enfrentado una sentencia condenatoria por el delito de discriminación. Sin sanción, la conducta no se inhibe. Habremos de analizar las causas por las cuales el asunto es letra muerta en nuestro Estado.

Entre las novedades que presenta nuestro Código Penal en vigor, destaca la reforma publicada el 10 de abril de 2019 relativo al delito de discriminación. En el título séptimo encontramos el capítulo de delitos contra la dignidad de las personas, donde se tipifica la discriminación en el Artículo 205, que establece una pena de uno a tres años de prisión o multa de 50 a 200 días y de 100 a 300 días de trabajo a favor de la comunidad, quien por motivo de género, edad, estado civil, embarazo, raza, procedencia étnica, idioma, religión, ideología, preferencia sexual, color de piel, nacionalidad, origen, posición social, trabajo, profesión, posición económica, discapacidad, características físicas, estado de salud o cualquier circunstancia que atente contra la dignidad humana y tenga por objeto anular o afectar los derechos o libertades de las personas, previendo seis hipótesis específicas:

  1. Provoque o incite al odio o a la violencia;
  2. Niegue a una persona un servicio o una prestación a la que tenga derecho;
  3. Veje o excluya a alguna persona;
  4. Niegue o restrinja derechos laborales.
  5. Niegue o limite un servicio de salud, principalmente a la mujer en relación con el embarazo; o
  6. Niegue o restrinja derechos educativos.

En el numeral siguiente, 206, se incrementa en un 50% la pena e impone destitución o inhabilitación para el desempeño de cualquier cargo, empleo o comisión pública por el mismo lapso de la privación de la libertad, cuando se trate de un servidor público que, por las razones previstas en el primer párrafo del Artículo anterior, niegue o retarde a una persona un trámite, servicio o prestación al que tenga derecho. Este delito se perseguirá por querella, salvo que se trate de grupos vulnerables.

Más adelante, el código le otorga a la discriminación el carácter de agravante en figuras típicas autónomas, como el homicidio y las lesiones, pues en los numerales 131 y 138 incrementa la penalidad hasta en un tercio, cuando dichos delitos sean cometidos por discriminación hacia la víctima.

La tipificación de la discriminación como delito en México, tiene su antecedente en la legislación penal de la Ciudad de México, en ese entonces Distrito Federal, que tras la reforma constitucional de 2008 estableció en su Código Penal, Artículo 206, una pena de uno a tres años de prisión o de 25 a 100 días de trabajo en favor de la comunidad y una multa de 50 a 200 días de salario mínimo a quien discrimine por edad, sexo, estado civil, embarazo, raza, procedencia étnica, idioma, religión, ideología, orientación sexual, color de piel, nacionalidad o cualquier otra que atente contra la dignidad humana y tenga por objeto anular o menoscabar los derechos y libertades de las personas.

Tipificar como delito la discriminación, en los términos planteados, implica una enorme dificultad técnica para su acreditación ante los tribunales, pues presenta elementos constitutivos de carácter subjetivo de difícil acreditación y, por otra parte, lo amplio del espectro dificulta la concreción de la conducta atribuible al indiciado.

Muchos que son discriminatorios no pueden perseguirse penalmente, porque no nos proporciona el legislador una definición certera de “dignidad humana”, concepto jurídico que debemos entender en su doble dimensión como derecho subjetivo y como derecho objetivo, y por otra parte, resulta casi imposible probar que se discrimina teniendo como objetivo “anular o menoscabar los derechos de las personas”.

Podemos concluir que es inoperante por inaplicable el tipo penal de discriminación y, a menos que se haga una correcta adecuación, seguirá siendo letra muerta.

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La doble discriminación contra la mujer lesbiana

 

FOTOS: Internet.

Sexo + psique

Por Andrea Elizabeth Martínez Murillo

La Paz, Baja California Sur (BCS). Este lunes ocho de marzo se conmemora el Día Internacional de la Mujer, una fecha que busca reivindicar la lucha de las mujeres por la equidad de género. Este largo caminar tiene ya varios años de existencia y es gracias a las redes sociales que encontramos cada vez más cobertura y expansión. Ahora ya es común leer y escuchar el grito de Ni una menos y ni una más, de mujeres manifestándose y exigiendo lo que por derecho es propio: seguridad y una vida y trato dignos. Y, aunque suene obvio, este grito desesperado engloba a todas las mujeres, lesbianas, bisexuales y mujeres trans, a todas aquellas que siendo mujeres no son reconocidas por sus mismos grupos de apoyo o por nuestra sociedad. Pero, ¿de dónde viene esta invisibilidad?

Para abordar el tema, recordemos que las mujeres lesbianas son aquellas que experimentan atracción sexual, romántica o emocional por otras mujeres. El término lesbiana es mucho más adecuado que homosexualya que tiene un componente político de visibilización de las mujeres que gustan de las mujeres. Es importante mencionar que el lesbianismo es una orientación sexual, así como la homo y heterosexualidad y es diferente de la identidad de género, que es el grado en que cada persona se identifica como masculina o femenina. Es por esto, que encontramos a mujeres lesbianas que son muy femeninas y otras que no se apegan a este concepto, lo que no significa que se crean o se sientan hombres.

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Ahora bien, históricamente, las mujeres lesbianas han sufrido múltiples discriminaciones:

  1. Por ser mujeres y vivir en una sociedad heteropatriarcal, que las obliga a vivir bajo la sombra de un hombre y les impone roles muy específicos como el de madre, cuidadora y dedicada al hogar. Menciona Josefina Lyon “la mujer no se ve como una sujeta deseante y se entiende que la lesbiana, como no es madre o no tiene hijos, no tiene sexo”. En el imaginario social, la mujer que no sirve para tener hijos, se convierte automáticamente en la cuidadora, ya sea de los padres o de los hijos de hermanos/hermanas y agregados, abnegadas y prohibidas en su sexualidad. La única mujer que tiene permitido no tener hijos es aquella que se va al convento y le sirve de por vida a otro hombre”.
  2. Por tener una orientación sexual considerada como inexistente o desvalorizada, a diferencia de la homosexualidad masculina — que no ha sido aceptada pero si reconocida—. Se mantiene la creencia de que, lo que las hace lesbianas es que no han probado a un buen hombre, pensamiento que ha provocado la realización de prácticas barbáricas como las violaciones correctivas con el objetivo de cambiar la orientación sexual de la víctima o curarlas de su lesbianismo. Lo terriblemente preocupante de esto, es que, en muchas ocasiones, es la propia familia la que organiza esta violación para enderezar a la mujer, como lo señala la investigación “Estado de violencia: diagnóstico de la situación de las personas LGBTIQ”, donde se expone que, en el 75% de los casos de violencia familiar, se utiliza la heterosexualidad obligatoria como mecanismo de control.  Aquí también se moviliza una herida narcisista en los hombres: ¿cómo no le voy a gustar?, o la distorsión cognitiva de yo la voy a hacer mujer, como si un pene definiera lo que es ser mujer.
  3. Por su identidad o rol de género que se aleja del típico concepto de feminidad. Existen lesbianas con roles de género tradicionalmente masculinos, donde se visten y actúan como los hombres de nuestra sociedad, sin embargo, esto no significa que se sientan hombres, simplemente prefieren ese tipo de ropa y forma de actuar.
  4. Por pertenecer a un colectivo que, en el fondo, sigue siendo machista. Una de las grandes quejas de las mujeres lesbianas es que en el movimiento LGBTTTIQALesbianas, Gay, Bisexuales, Travestis, Transexuales, Transgénero, Intersexuales, Queer y Asexual— son solo la pura letra, ya que no están visibilizadas como voceras de los movimientos, como mujeres que tienen organizaciones propias y que siguen luchando para que desde ambos lados se respeten sus derechos.

Todo esto es dado por una sociedad que no concibe la posibilidad de que existan relaciones sexuales y/o emocionales en donde no haya un hombre o un pene de por medio, incluso, es sumamente frecuente escuchar preguntas del tipo “¿y quién es el hombre de la relación?”, “¿quién lleva los pantalones?”, o “¿quién es la activa?”. Para empezar, esas preguntas no se le hacen a las parejas heterosexuales, es como preguntar en el primer encuentro si te gusta que te metan el dedo en el ano, es algo sumamente personal que no le debería de importar a los demás; por otro lado, se sigue reproduciendo la idea de que una de las dos tiene que ser el hombre y esto no es así, el lesbianismo es reconocer que eres mujer y te gustan las mujeres. Y no, no se da porque un hombre les haya roto el corazón o se hayan llevado muchas decepciones, es una orientación sexual al igual que la heterosexualidad.

Gran parte de esta invisibilidad se debe a que la sexualidad de las mujeres a lo largo de la historia ha sido construida en su mayoría por hombres, que han estudiado estos movimientos con todos los prejuicios, ignorancia e indiferencia que su machismo les permite ver. Y es que, hablar de ellas, las lesbianas, significa dar por hecho que hay otras formas de vincularse con las personas que no es la heteronormada, hay matrimonios, parejas, triejas lésbicas que funcionan, son estables y llevan la crianza de forma adecuada, porque la orientación sexual no tiene nada que ver con la capacidad de formar lazos afectivos o de criar a hijos propios o ajenos.

 

También es aceptar que los hombres no son indispensables para el goce sexual femenino, lo que al parecer los ha puesto a temblar. Como muestra, tenemos las reacciones tan curiosas que se despertaron en torno al uso de un succionador de clítoris en el mercado, en donde varios hombres se sintieron intimidados por la respuesta tan alegre de las mujeres por este nuevo compañero sexual.

Son por todas estas razones y varias más, que las mujeres lesbianas siguen siendo relegadas de la vida pública, perseguidas y atormentadas por una sociedad que, dentro y fuera de los colectivos LGBTTTIQA, no las ha terminado de entender y mucho menos de aceptar. Es momento de parar la lesbofobia — discriminación, odio y/o rechazo hacia las lesbianas — y aceptar que son personas con una orientación sexual diferente a la norma y que eso está bien. Aprovechemos la coyuntura que nos brinda este próximo ocho de marzo: grita, lucha, alza la voz por todas las mujeres, no solo las que son convenientes para esta sociedad.

Bibliografía

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