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Cromwell, tal vez un pirata o el nombre de su barco, o simplemente una suave brisa vespertina

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Tierra Incógnita

Por Sealtiel Enciso Pérez

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Baja California Sur, por ser una península, es una tierra propicia para la creación de historias en torno al tema de los piratas. Algunas de ellas tienen como fondo eventos reales como fue el caso de Thomas Cavendish y Woodes Rogers, que fueron corsarios que saquearon a los Galeones de Manila frente al puerto de Cabo San Lucas; pero otras historias de piratas han sido producto del imaginario de los lugareños. Con el paso del tiempo, los nombres, reales o ficticios de algunos de sus participantes, llegaron a convertirse en toponímicos e incluso para ciertos eventos atmosféricos. Tal es el caso del cual nos ocuparemos en esta narrativa.

Después de hacer una acuciosa investigación en diferentes medios digitales e impresos sobre “el pirata Cromwell”, pude hacerme de una serie de datos que arrojan mucha luz sobre la existencia, o no, de este mítico personaje. Expondré aquí estos resultados dejando como siempre al amable lector, para que sea él quien decida la conclusión de la existencia de este escurridizo personaje.

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En un interesante relato, producto de la creatividad del escrito Manuel Alejandro Cota Crespo el cual se titula El Coromuel, menciona lo siguiente: Un día, allá a principios del siglo XIX, los diez o quince habitantes a que se reducía la población de La Paz, se hallaban reunidos frente a la casa única que entonces existía llamada la Casa del Rey. Contemplaban con gran sorpresa e inquietud un barco, que cual misterioso aparecido amaneció fondeado en el puerto, sin que se supiera por dónde ni a qué hora había sido su arribaje. En el aislamiento e incomunicación en que aquella gente vivía en ese apartado suelo, la presencia del buque fue un acontecimiento impresionante por lo extraordinario. ¿Qué buque será? ¿De dónde viene? ¿Qué vendrá a hacer?

Estas preguntas se repetían en voz baja, sin que nadie pudiera contestarlas por más conjeturas que se formaran, apurando los esfuerzos de una imaginación exaltada por el temor de la desconfianza.  Lo único de que pudieron darse cuenta, gracias a una anciana que mal deletreaba, fue que el buque se llamaba “El Cromwell” porque así se leía en grandes caracteres por babor y estribor de su proa; nombre que por su difícil pronunciación fue transformado desde luego en el de “Cromuel” y, poco a poco después, en “Coromuel”. El buque permaneció en completo aislamiento; nadie de a bordo vino a tierra, ni nadie de tierra se atrevió a ir a bordo.

Dos días después de su arribo y poco antes de obscurecer y comenzara a soplar la fresca brisa del sureste, echó al agua un bote que salió al mar. Al día siguiente a la misma hora salió a la mar otro bote; y así en lo sucesivo botes iban y botes venían aprovechando aquel vientrecillo vespertino, con tal regularidad que poco a poco las gentes que desde tierra estaban en constante acecho de cuanto en el buque pasaba, luego que comenzaba a soplar, se decían unas otras: “ya viene el viento del coromuel”, y como si se tratara de la cosa más novedosa e interesante, abandonaban sus ocupaciones y permanecían viéndolos hasta que se perdían a lo lejos de la costa, entre las obscuridades de la noche. Aquella extraña reserva que guardaban cautelosamente a bordo, mantenía viva la curiosidad insatisfecha de los habitantes del puerto, quienes dispuestos por su sencillez e ignorancia a ver lo sobrenatural, lo pavoroso en todo lo que no podía explicarse, se suponían y comentaban mil cosas diabólicas, algo de fantasmas y de hechicerías que pasaban en el misterioso buque, cuyo mal pronunciado nombre corría de boca en boca, despertando cierto temor supersticioso.

Al cabo de un mes de haber permanecido en el atracadero, el Coromuel, que con tal nombre lo seguían llamando, izó sus velas y se alejó del puerto sigilosamente, sin que volviera a saberse nada de él.

Pero al año siguiente, cuando las brisas del sureste comenzaron a refrescar las tardes de verano, se avisó en el horizonte, llegó otra vez a fondear en aguas de La Paz, y como en el año anterior, estuvo incomunicado con tierra y despachando sus botes al atardecer. Al tercer año, con los primeros soplos del vientecillo de que hemos hablado, vino a los habitantes paceños el recuerdo del mismo buque. ¡Ya viene el Coromuel —se dijeron. Y positivamente, a poco echaba anclas en el fondeadero. Mientras los habitantes de La Paz no podían darse cuenta de lo que el Cromwell venía a hacer a estas costas, una tarde de ese último año mencionado, el capitán y el contramaestre, recargados en la borda de popa y contemplando maravillados uno de los bellísimos crepúsculos por los que se singulariza este admirable cielo californiano, tuvieron la conversación siguiente:

–Por cierto —dijo el contramaestre— esto de venir a hacer excavaciones tan aventuradamente en estas playas desiertas y gastar tiempo y dinero no es cosa de alabarse.

–Tienes razón —dijo el capitán— pero ésta será la última vez que lo hagamos.

–En fin —dijo su interlocutor— supongo que debe haber alguna indicación en donde pueda encontrarse el tesoro.

Entonces el capitán le refirió:

–Algunos años después de la conquista de México, uno de los piratas ingleses que invadieron el Océano Pacífico y se refugiaron en las costas de esta península, capturaron cerca de Cabo San Lucas uno de los galeones de Filipinas, y entre el botín entregado a dos de los piratas encontraron un documento en que se revelaba la existencia de un tesoro oculto en cierto lugar de la  “Ensenada de Muertos”. Pero solos y sin recursos no pudieron quedarse a buscarlo, más en una región desconocida y habitada por tribus salvajes. En un principio pensaron comunicar su hallazgo a algunos compañeros, pero comprendiendo que nada lograrían con eso, resolvieron volver cuando tuvieran los medios necesarios. Pero de inmediato surgió la dificultad de quién de los dos conservaría el documento. Por muchos años los había unido una amistad íntima que como hermanos se trataban, pero como cierzo que agosta el corazón de todo sentimiento noble y generoso, se desconfiaron mutuamente, y pretextando que podía morirse alguno de ellos o verse obligados a separarse, pensaron asegurar cada uno lo que le correspondiera.

 

Después de meditar largamente como zanjarían aquella dificultad, convinieron en dividir el documento en dos partes. De tal manera pensaron para sí, uno sin el otro no podrá venir en busca del tesoro.

Ya en Inglaterra se separaron con el propósito de procurar cada uno los medios para volver a la Nueva Albión, como por algunos años se llamó a esta península, y apoderarse del tesoro. Pero a pesar de sus esfuerzos no lo lograron y se resignaron a vivir en la mayor de las pobrezas. Uno de ellos murió al poco tiempo y la parte del documento que le pertenecía se fue trasmitiendo a sus sucesores hasta llegar a poder de mi esposa.

Inútiles han sido mis pesquisas para encontrar la otra parte; sin embargo resolví al fin venir a buscarlo, pero creo que no será posible por los datos incompletos que poseo. Así es que nos iremos para no volver más.

Pasados algunos días de esa conversación, algo extraordinario que pasaba en el barco en altas horas de la noche despertó a los pobladores de La Paz. Se alcanzaba a escuchar un exaltado vocerío, gritos aislados, estruendos de cadenas, luces que se movían rápidamente en todas direcciones, lo que hizo creer que el buque se preparaba para zarpar, pero no era eso, sino que parte de la tripulación se había amotinado dirigiéndose a la cámara del capitán para asesinarlo; pero este bravo marino, fuerte como un ballenato, repelió la inesperada agresión. Cuando estaban a punto de derribar la puerta del camarote, otro grupo de leales se enfrentó a los revoltosos dominándolos, entre ellos al cabecilla. Al día siguiente, ya restablecido el orden, entre las cosas que se recogieron pertenecientes al promotor del motín, el capitán encontró con grandísima sorpresa, el otro pedazo del documento que hacía falta para dar con el tesoro. Enseguida el buque se hizo a la mar, y pocos días después pescadores de la zona encontraron en la “Ensenada de Muertos” grandes excavaciones y dentro de ellas restos de baúles y cinchos de fierro enmohecidos.

El Cromwel ya no volvió a aparecer en estos mares, pero su alterado nombre había pasado a ser el de la brisa vespertina, cuya deliciosa frescura hace tan agradables las noches de esta ciudad de La Paz.

Existe una variante de esta narración la cual la escribe una persona con el seudónimo de “Abuelo choyero” y la cual titula “Mitos, cuentos y leyendas sudcalifornianas: El nombre del Coromuel”. En su documento narra lo siguiente:

El Coromuel es una hermosa playa que se encuentra en la bahía de La Paz, en el Municipio del mismo nombre, en Baja California Sur. Realmente es una de las playas más cercanas a la ciudad y muy bella, ya que se encuentra rodeada por un lado de los cerros que muestran la flora típica del lugar y por otro la bella vista hacia la bahía.

Una de las historias que se conoce entre los nativos del lugar y que dan origen al nombre del Coromuel, surge aproximadamente en el siglo XVIII, en aquella época donde los piratas merodeaban las aguas del Pacífico y del Golfo de California en busca de tesoros, así como el abordaje y saqueo a los barcos que en aquella época se dedicaban al transporte de mercancías, telas y piedras preciosas desde la India.

En una ocasión, una de estas temidas naves empezó a visitar la ensenada de éste bello lugar y misteriosamente se quedó por varias horas. Los nativos del lugar que se dieron cuenta de tal nave, lo único que hicieron fue esconderse para no ser vistos por los tripulantes y observar cómo podían sus movimientos, temiendo que en algún momento fueran a zarpar y ser atacados por estos piratas. Después de varios días de salir y regresar nuevamente a la ensenada, se empezó a correr el rumor de que en el misterioso barco se encontraba a bordo el osado Cromnwell, un famoso pirata que venía muy sigiloso en busca de un lugar seguro donde ocultar sus tesoros.

Cada vez que entraba a la ensenada este misterioso barco, los nativos del lugar, quienes no podía pronunciar bien éste nombre, decían “Ahí viene el Coromuel” en vez de “Cromnwell” descomponiendo el apellido original del pirata, dando origen al nombre del bello lugar que actualmente nos regala atardeceres únicos frente al muelle.

Finalmente encontré un excelente documento que viene a arrojar mucha luz sobre las especulaciones que por años se han dado sobre el origen del nombre del “Coromuel”. Este documento es de Darío Sbroggio, el cual se titula “El Corumel – El viento pirata”. En su interesante escrito dice lo siguiente:

El escritor Pino Cacucci en su libro “Le balene lo sanno” –título en italiano de unas de sus obras, que significa “las ballenas sí saben” el “Corumel” –alteración de la palabra inglesa Cromwell– es según este cuento “el nombre de un barco, probablemente inglés, que se presentaba en la bahía de La Paz a cada ocaso y, según algunos improvisados históricos estadounidenses, habría aparecido nada menos que en el siglo XVI, enviado por Oliver Cromwell en persona para vencer el dominio español en la región. Como conclusión de este relato nos dice Tal vez [la historia] no sea verdadera, pero como historia de contarse a la posteridad, es linda.

Sbroggio comenta en su documento: “Otra conclusión, de toda manera no totalmente exhaustiva, brota del libro “La fuerza y el viento” de Marita Martínez del Río de Redo, en el cual la escritora e investigadora histórica mexicana, enamorada de historias ligadas al mar y con particular atención a la piratería a cuyo estudio fue iniciada por su padre, el historiador y antropólogo Pablo Martínez del Río y Vinent, nos cuenta que “en Baja California sopla un viento llamado ‘coromuel’, el cual fue aprovechado en una ocasión por Cromwellcuya bandera se conserva en el Museo del Fuerte de San Diego en Acapulco– para hinchar las velas de su nave y darle caza a uno de los casi invencibles galeones de Manila”. De esta supuesta bandera –que en realidad es el retrato pictográfico del también supuesto Cromwell, quizás usada como bandera por el corsario inglés– parece que tenemos pruebas de su existencia, como puede probar la foto que aparece en el mismo libro de la escritora mexicana y como también confirman del museo de Acapulco que tiene en muestra el artefacto.

También cita Sbroggio lo siguiente: El libro de Peter Gerhard titulado “Pirates on the West Coast of New Spain 1575-1742“, un estudio completo y detallado sobre los piratas y los corsarios que infestaban las costas occidentales de México en aquellos casi doscientos años, donde el nombre de Cromwell nunca se presenta por todo el libro, ni siquiera para señalar el viento de lo cual hablábamos antes, ni menos como nombre de algunos barcos.

Aunado a lo anterior Darío Sbroggio puntualiza: un tal Thomas E. Jones, el cual, por medio de lo que descubrió en la “New England Historic Genealogical Society de Boston”, nos comenta que entre sus antepasados hay nada menos que el capitán pirata Thomas Cromwell, que nació, vivió y murió en el siglo XVII, aunque si activo en el otro lado de las costas mexicanas respecto a aquellas en las cuales operaba el nuestro misterioso Cromwell, no obstante, según las fuentes bibliográficas citadas por el supuesto descendiente de dicho pirata – entre estas, las obras no nombradas de William Bradford y John Winthrop, dos importantes cronistas de la primera mitad del siglo XVII, y la obra del reverendo puritano John Wheelwright intitulada “Mercurius americanus” –sus aventuras parecen hayan tenido que ver con tierras, como por ejemplo la de Yucatán– donde hay pruebas de “visitas” de este pirata –que no excluyen en su totalidad una presencia también entre las costas rocosas de la Baja California. La huella, por cierto, parece algo débil y haber comprobado que un pirata de nombre Cromwell haya existido realmente no es de gran satisfacción, teniendo en cuenta que podría ser, con muchas probabilidades, que este Thomas Cromwell no tenga nada que ver con el Cromwell que nos interesa.

Finalmente Darío Sbroggio menciona un último dato que puede arrojar luz sobre la probable existencia, o no, del llamado “Cromwell”: un manuscrito no fechado de Homer Aschmann en el cual, luego haber analizado las diferentes teorías ligadas al nombre de Cromwell, bosqueja una hipótesis que aunque no pueda ser considerada en su totalidad satisfactoria, de cualquier manera podría ser suficientemente probable. Aschmann supone que el nombre de Cromwell y la leyenda alrededor de la cual se mueve su fantasma, sean atribuibles a Oliver Cromwell, caudillo militar y político inglés que a mitad del siglo XVII puso fin, temporalmente, a la monarquía en Gran Bretaña. En realidad, como nos explica el mismo Aschmann, parece que Oliver Cromwell nunca dejó las islas británicas durante su vida, pero lo que parece cierto es que Gran Bretaña, especificadamente durante el gobierno de Cromwell, fuese bastante activa en el ataque al comercio de los españoles, ya sea en el Mar del Caribe, como por el otro lado de las costas mexicanas, sobre todo a lo largo de la amplia zona litoral que empieza desde el actual estado de Guerrero –Acapulco era sin duda el puerto principal-, hasta las costas del Pacífico y el Mar de Cortés. Según esa teoría parecería que los marineros españoles, sobre todo los que venían vencidos por un cualquier corsario inglés, hayan ligado el nombre del temible líder británico Cromwell, al avistamiento de cualquier barco inglés, trasformando todo esto en el espanto de los marineros gachupines en el Pacífico.

Sea cual fuere la decisión que tomemos al escoger una u otra versión del origen del nombre de “Coromuel”, no podemos negar la belleza de relatos que involucra cada una y el ingenio y dedicación que pusieron sus autores para legarnos esta hermosa palabra.

 

Bibliografía:

“El Coromuel” – Manuel Alejandro Cota Crespo

“Mitos, Cuentos y Leyendas Sudcalifornias: El Nombre Del Coromuel” – Abuelo Choyero (Seudónimo)

“El Corumel – El Viento Pirata” – Darío Sbroggio

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Luis y Karely, el primer matrimonio igualitario de Comondú

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El Beso de la Mujer Araña

Por Modesto Peralta Delgado

 

Ciudad Constitución, Baja California Sur (BCS). Hace 15 años, aproximadamente, Karely Falcom hacía su espectáculo de vedette en un centro nocturno de la zona de tolerancia de Ciudad Constitución, cuando atrapó la mirada de Luis. Él tenía una relación cuando se conocieron, pero al tiempo su pareja falleció, y encontró en la mujer transgénero, primero a una amiga, y luego al amor de su vida. Al tiempo se convertirían en el primer matrimonio gay de Comondú.

En el mes del Orgullo Gay, y a casi un año de celebrar su boda, Karely nos contó surgió el amor entre ambos y cómo hicieron historia en este municipio al casarse con todas las de la ley. En el documento ante el juez firmaron como Luis Agúndez Ruiz y Gerardo Sánchez Domínguez. Debido a la contingencia por el COVID-19, esta entrevista con ella se logró vía WhatsApp, desde su domicilio en la colonia Chato Covarrubias de Ciudad Constitución. Esta es su historia.

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Del escenario al balcón

Karely Falcom nació el 29 de junio de 1967 en el entonces Distrito Federal, aunque su familia vive en Tabasco. De ellos se separó hace muchísimos años, sin embargo, en su documentación oficial desea conservar su nombre de pila: Gerardo Sánchez Domínguez, quien desde niño sentía su espíritu femenino, y de adolescente creció admirando a Olga Breeskin, por lo que ser vedette se convirtió en un sueño que finalmente alcanzó.

Viajó llevando su baile sensual por varias ciudades de México y de la frontera. Cuenta que ha sido un gran trabajo —e inversión—  para lograr su transformación: inyectarse silicón, colocarse agujas, tomar pastillas y arreglarse para pasar completamente como mujer, lo que ocurrió casi siempre. Pero faltaba ese “casi”. Fue en una gira por Coahuila que la catalogaron como travesti, cuando ella de verdad deseaba sentirse mujer. Así que, a los 22 años, y a un alto costo, en Estados Unidos se operó para el cambio de sexo.

A El Valle llegó hace casi 30 años. Su expectativa era muy diferente, pero con tantas décadas, ha logrado amar esta ciudad pese a que aquí —confesó—, pasó por el abuso de drogas y la prostitución a manos de un hombre del que más tarde se separó, sin embargo, quiso hacer un cambio, retirarse de ese estilo de vida. En buena medida, su hoy esposo ayudó en eso. Él la conoció en ese ambiente, se enamoró de ella y más tarde le propuso matrimonio.

El escándalo y la boda

Ella dijo que nunca había soñado con casarse vestida de blanco, y así lo hizo el 9 agosto de 2019 con Luis Agúndez Ruiz, trabajador de Servicios Públicos del Ayuntamiento de Comondú, quien nació el 25 de agosto de 1975 en La Paz. Luego de 12 años de noviazgo, él le pidió casarse y estaban por buscar un amparo para hacerlo, pero justo el Congreso del Estado aprobaba el matrimonio igualitario en BCS, así que ya no hubo necesidad de ello. Fue el 27 de junio de 2019 que se aprobó, en medio de largas sesiones de escándalo por grupos opositores y activistas LGBT. Ese mismo día, Karely, quien encabeza el grupo Diversidad e Inclusión Comondú anunció ante ellos su enlace civil.

Cuenta como anécdota que el día que fueron a las oficinas a dejar documentos para su unión civil, un par de reporteros que debían cubrir la nota del primer matrimonio gay en casarse en Ciudad Constitución, no los tomaron en cuenta, a pesar que pasaron frente a ellos. ¿El motivo? Karely tiene una apariencia completamente femenina, por lo cual, al parecer, no habrían visto pasar a la pareja de homosexuales por casarse, así que no los distinguieron. Sólo restaba organizar la boda en un salón al que acudieron alrededor de 100 invitados, según la entrevistada.

En su ceremonia estuvieron presentes los parientes de parte de él y amistades de ambos, incluso algunos políticos. Su madrina fue la licenciada Rocío Ontiveros; también mencionó entre sus invitadas a Norma Castañeda y Yadira Loya. Allí todos que presenciaron la entrega de anillo, el tiro de la liga y el ramo, y el baile del dólar como en cualquier boda tradicional. Así, finalmente firmaron sus papeles y son el primer matrimonio igualitario de Comondú. A pesar de “el escándalo” —según palabras de ella—, de llegaron a criticar como “un hombre tan normal prefirió llevar de blanco a un gay”, él ha sido quien la conminó a dar la cara si hubiera notas y fotos de la prensa. Por eso también, ella aceptó esta entrevista, a sabiendas que sería más contar su historia que publicar sus fotos. Y así fue, apareciendo en medios locales, pero hasta ahora no se había profundizado en su historia.

Luis ha aceptado todas las condiciones de su unión. No habrá hijos, ni deseos de una boda religiosa. Salen juntos —ella siempre busca salir a la calle muy femenina— y él ignora los rumores. En su trabajo y con sus parientes, respetan a Karely como su mujer. “A él no le importan las etiquetas y no me cuenta si llegara a haber alguna burla”, dijo. Él ha sido quien más le ha levantado el ánimo por todas las controversias que haya o que habrán de surgir.

Política

Karely es la actual Nuestra Belleza Baja California Sur Gay 2019, y desde el 2018, lidera la organización Diversidad e Inclusión Comondú, trinchera desde la cual ha querido pelear apoyos federales para este sector poblacional, ya que juzga que ocupan apoyos y no les dan “que porque no soy mujer, o porque no tenemos hijos”. Confiesa que le ha gustado la política. Ha participado activamente en campañas electorales, aunque a la hora de la hora “los que trabajamos nos quedamos en cero”. Y ¿por qué no? Sueña con algún cargo de representación popular con la idea de gestionar apoyos para su comunidad. “Me gustaría ser diputada”, dijo.

En su hablar, es muy desenvuelta. Dijo que la han invitado a dar pláticas contra las drogas con alumnos de preparatoria; insiste en participar en campañas políticas; y aunque por ahora sólo cuentan con ingresos por su marido, ya que pase la contingencia desea volver al trabajo. Por ahora, se dedica a ser ama de casa. Se le ve contenta; se siente querida y segura. Cuando alguien ha querido criticar su condición de transexual, con un pasado que incluyó adicciones, lo enfrenta con la cara en alto, orgullosa de ser quien es. “Yo valgo y encontré un hombre que sí me valoró”, finalizó.

Una veintena de matrimonios

Según datos del INEGI proporcionados a CULCO BCS, de 2015 a la fecha, en Baja California Sur se han realizado 18 matrimonios igualitarios, sin embargo, los datos a 2018 no contabilizaron la unión civil que aquí se abordó y otra de dos varones en Ciudad Constitución, por lo hasta la fecha habría al menos 20 bodas entre personas del mismo sexo en la media península.

En 2015 iniciaron estos registros con tres parejas de mujeres, a los que se sumó uno más al año siguiente; hasta 2017 se realizó el primer matrimonio entre hombres en BCS, sumado a otros tres entre mujeres el mismo año; y en 2018 uno más entre varones y nueve entre mujeres, sumando un total de 18 matrimonios igualitarios de 16 de lesbianas y dos de hombres gays.

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El Día del Orgullo LGBTTTIQ+

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Sexo + psique

Por Andrea Elizabeth Martínez Murillo

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). El día del orgullo LGBTTTIQ+ (lésbico, gay, bisexual, transgénero, transexual, travesti, intersexual, queer) ha sido un referente durante décadas, no solo para visibilizar las distintas orientaciones sexuales, sino también para exigir los derechos que, al día de hoy, aún son omitidos en varios países o que, aunque en el papel se encuentren muy bien redactados, en la realidad, se continúa ejerciendo la discriminación y el rechazo. En la actualidad, sabemos que junio es conocido como el mes del orgullo, en el cual se realizan diversas actividades, marchas, conversatorios, entre muchas más actividades para visibilizar la realidad de la comunidad LGBTTTIQ+, todos los colectivos y aliados esperan que sea primero de junio para poner los filtros de los colores del arcoíris, sin embargo, en plena pandemia, parecer ser que muchas empresas han olvidado este detalle.

La historia de la lucha por los derechos de las personas LGBT+ se remonta a la década de los 50´s, pero no fue sino hasta el 28 de junio de 1969, donde se considera que inició todo. Ese día se llevó a cabo una redada en un bar de Nueva York, llamada Stonewall, bar conocido por ser frecuentado por personas gays y trans que, cansadas del abuso de autoridad, comenzaron con manifestaciones que darían origen al día del orgullo. Se atribuye a una mujer trans, afroamericana y con VIH ser la pionera de este movimiento, su nombre era Marsha P. Johnson. Posteriormente, para 1970, las marchas tomaron más seriedad y se fueron extendiendo de forma exponencial, y a manera de conmemoración por lo ocurrido en Stonewall, se declaró al 28 de junio como el Día Internacional del Orgullo LGBT+.

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De esta forma, año con año, más personas se han ido sumando y se han convertido en aliados de la comunidad LGBT+, aunque no han sido los únicos. Cada vez encontramos diferentes marcas, instituciones y/o empresas que se declaran a favor de la comunidad y crean productos conmemorativos o campañas en redes sociales. Gracias a la mercadotecnia se ha vendido de todo, ropa interior, termos, banderas, accesorios, casi cualquier cosa que se le pueda imprimir un arcoíris, pero, el problema no son los artículos que ponen en venta, si no la intención de estos, que, por lo general, solo buscan atraer a ciertos sectores de la población para elevar sus ganancias y no por solidarizarse con el colectivo.

Es común que en el mes de junio, estas empresas cambien el nombre de sus productos o saquen mercancía de los colores del arcoíris, sin embargo, empezando julio, quitan sus filtros, guardan las banderas y regresan a la cotidianeidad que implica el rechazo y la discriminación para la población LGBT+. O como le ocurre a la marca H&M que lanzó su Colección del Orgullo ´Love For All´ pero no la vende en Malasia en donde el coito homosexual se castiga con 20 años de cárcel. Es fácil proclamarse aliado cuando tienes un mercado prometedor.

Por otro lado, la realidad en México está polarizada, el 41% de personas trans tiene estudios superiores pero, pese a ello, tienen menos oportunidades de encontrar un trabajo. No es suficiente con mostrarse como una empresa incluyente si, a puerta cerrada se permite el acoso laboral o simplemente se descartan los currículos de aquellos que no sean normativos. En específico, me ha parecido muy interesante cómo en plena pandemia, muchas de las empresas que se vanagloriaban de apoyar a la comunidad LGBT+, se han mantenido en silencio, esperando a que se acerque el 28 de junio para mostrar su “apoyo”.

Y es que este es uno de los grandes problemas que tienen los diversos colectivos que luchan por los derechos de las personas LGBT+, ya que se aprovechan de sus historias de vida, sus represiones, su lucha, y los utilizan para enriquecer a empresas dirigidas por hombres cis, heterosexuales y llenos de privilegios, que son los que se benefician al momento de vender su mercancía en vez de hacer políticas para sus trabajadores.

Por otra parte, el mes del orgullo busca visibilizar a todas las orientaciones sexuales, no solo a los hombres gays; las personas lesbianas, bisexuales y hombres y mujeres trans también pertenecen al colectivo y se debe de buscar que tengan los mismos derechos. Aún hay mucha gente que no reconoce a un hombre trans como hombre, solo por no haber nacido con pene y testículos, y lo mismo para las mujeres trans, que, al no tener oportunidades de trabajo, se les orilla a la prostitución, recibiendo estigma tras estigma.

Por estos motivo, sigue siendo de suma importancia alzar la voz y seguir luchando por los derechos de las personas LGBT+, aunque tengamos la pandemia encima y no podamos salir a las calles a marchar, no debemos pasar por alto esta fecha. Es por esto que diversos colectivos en Baja California Sur convocan a la marcha virtual del Orgullo BCS y se siguen proponiendo actividades vía Zoom o Meet para brindar información y espacios seguros.

Las personas del colectivo LGBT+ no solo existen en junio, existen todo el año y si bien, este mes busca visibilizar la lucha de todas las personas que pertenecen a esta comunidad, la lucha no acaba aquí, solo comienza.

 

 Bibliografía

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La estación de bomberos embrujada de San José del Cabo

Fotos: Internet

California Mítica

Por Gilberto Manuel Ortega Avilés

 

San José del Cabo, Baja California Sur (BCS). La labor del bombero es ampliamente reconocida por su heroísmo, pueden llegar a arriesgar la vida por proteger y salvar a los demás. Están preparados para enfrentarse al fuego, rescatar personas en peligro y atender emergencias. Pero, en la estación de bomberos de San José viejo, los bomberos han tenido que enfrentar una situación inesperada cuando sus guardias nocturnas se convirtieron, hace diez años, en experiencias de ultratumba donde se registraron muchas apariciones espectrales.

Miembros de la estación de bomberos de San José viejo, la cual se encuentra ubicada donde anteriormente estaba La Casa del Pueblo, sitio en el que solían realizarse velatorios populares, aseguraron que desde que se abrió dicha base, habían sido objeto de varios sustos y encuentros con seres del “más allá”.

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En la estación – relatan –, desde siempre se ha escuchado por las noches ruido de gente hablando, personas que caminan arrastrando algo, risas y llantos de niños, pero cuando acuden a revisar el lugar de donde provienen los sonidos, no hay nadie en el sitio.  Sin embargo, las experiencias se fueron haciendo más terroríficas al pasar de los meses, ya que varios elementos llegaron a ver personas que aparecían y desaparecían en las paredes.

Los bomberos mencionan que los hechos paranormales se han registrado siempre después de medianoche.  Han visto una mujer, dos hombres y un niño de aproximadamente 2 años.

Una de las apariciones más notorias, le aconteció a un elemento que se encontraba fuera de la estación, porque era el encargado de la radio, el cual en una ocasión observó a un hombre de complexión robusta que caminaba hacia la base, el hombre se encontraba totalmente en las sombras por lo que ver su rostro fue imposible para el bombero quien, pensando que era alguna persona que necesitaba ayuda, fue a buscarlo, pero este hombre se ocultó detrás de un pilar y al llegar al lugar el bombero se dio cuenta que no había nadie.

De igual manera, durante una guardia nocturna, otro elemento de la estación relata haber visto a una joven mujer vestida de blanco ingresando al patio; el bombero, al pensar que la dama se encontraba en algún apuro buscando ayuda, salió a su encuentro pero, para su sorpresa, presenció cómo la mujer se desvaneció en la pared de los baños.

Uno de los encuentros más aterradores fue cuando un bombero por la madrugada se levantó a buscar algo en la cocina que se encuentra en la parte de atrás de la estación, y al prender la luz de la habitación, observó a un hombre de mediana edad por la ventana que daba a la parte de atrás del edificio, riéndose de manera macabra y con ojos con un brillo rojizo.

El ángulo hacía imposible que fuera su reflejo, y el espacio entre la ventana y los barrotes no era mayor a 10 cm, por lo que toda la situación resultaba inverosímil; el bombero corrió asustado a avisarles a sus compañeros, de quienes se hizo acompañar para revisar lo que estaba pasando, pero al volver no encontraron a nadie.

La evidencia más escalofriante fue cuando un elemento se encontraba en la parte de afuera de la estación, y en ese momento se le cayó su teléfono celular; para revisar que no se hubiera dañado comenzó a usar todas las funciones del mismo pero al abrir la cámara se dio cuenta que no podía tomar fotos, después de insistir un rato logró tomar varias fotos al azar. Al revisar las fotos, se dio cuenta que en ellas aparecía retratado un niño de 3 años aproximadamente, el cual obviamente no se encontraba en el lugar, ya que eran las 2 de la mañana. El misterioso niño aparece en dos de las fotografías, la primera en el área de juegos y la segunda asomando medio cuerpo sobre una barda que divide al parque con la estación de bomberos.

Algunos de los elementos atribuyen estos fenómenos paranormales a que la estación se ubica donde anteriormente era regular velar difuntos, por lo que es posible que el alma de algunos de estos fallecidos aún se encuentre penando en el lugar, lo cual podría ser una explicación a la enorme cantidad de apariciones espectrales en este sitio.

La historia anterior fue publicada en un periódico de Cabo San Lucas hace aproximadamente 10 años.

 

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Last of Us: El Ciudadano Kane de los videojuegos (I)

FOTOS: Internet

Kinetoscopio

Por Alejandro Aguirre Riveros

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). El cine surge a la par del siglo XIX alcanzando grandes logros en unas cuantas décadas: en 1895 los hermanos Lumiere crean el cinematógrafo en París, en 1900 George Melies implementa los primeros efectos especiales y para 1920 la llegada del cine sonoro dice adiós a las funciones con música en vivo y un explicador.

En unas cuantas décadas el séptimo arte ganaba una gran popularidad como medio de entretenimiento y, al mismo tiempo, iniciaba la búsqueda de una voz propia como medio de expresión.

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La Edad de oro de Hollywood

En este proceso jugó un papel clave la llamada “Edad de oro de Hollywood”: un término utilizado para describir el estilo narrativo y visual que enmarca al cine estadounidense entre las décadas de 1910 y 1960. Un estilo que destacó, principalmente, por la aproximación a la producción cinematográfica desde un enfoque industrial y mercantilista apelando a la naciente cultura de masas. Durante estos años reinaban cinco grandes estudios cinematográficos — algunos de los cuales aún prevalecen hoy en día —: Metro-Goldwyn-Mayer a quien debemos Motín a bordo (1935), El mago de Oz (1939) y Lo que el viento se llevó (1939); Paramount Pictures, el estudio de corte europeo que atrajo a cineastas de Alemania y Reino Unido para darnos cintas como Marruecos (1930) Shanghai Express (1932) y El signo de la cruz (1932); Warner Brothers, el estudio que se vendía como el de la clase trabajadora por sus películas de gángsters como El enemigo público (1931) y los musicales ambientados en la Gran Depresión como Desfile de candilejas (1933); 20th Century-Fox, que triunfaba con las cintas de John Ford como Las uvas de la ira (1940) y Qué verde era mi valle; y finalmente RKO (Radio-Keith-Orpheum), la fusión de una compañía de teatro, un grupo de estudios cinematográficos y una cadena de radio cuya especialidad eran los musicales y entre cuyas producciones destaca la comedia La adorable revoltosa (1938), la taquillera King Kong (1933) y, por supuesto, Ciudadano Kane (1941).

El Ciudadano Kane

Orson Welles, director del Ciudadano Kane, ya había acaparado la atención del público a la temprana edad de veintitrés años, aún antes de dedicarse al cine. Como integrante de la compañía teatral The Mercury Theatre, dirigió y narró el drama radiofónico La guerra de los Mundos con un único episodio transmitido como especial de Halloween en 1938. Una producción que despertó inquietud y miedo entre los oyentes que creyeron estar escuchando el reporte en vivo de una verdadera invasión alienígena. La genialidad de esta adaptación de la obra de H. G. Wells llamó la atención del único estudio cinematográfico con bases tanto radiofónicas como teatrales: RKO.

Orson fue invitado a producir un largometraje con ellos, pero se negó en un primer momento dada la fama que tenían los estudios en esos años de mantener un ajustado control sobre sus directores. La obsesión por el éxito en taquilla daba poco espacio para la experimentación y Welles rehuía a un ambiente con tan poco respeto por los verdaderos artistas. Al final aceptó, bajo una condición totalmente inusual en Hollywood: tener un control creativo absoluto.

Así fue como a los veintitantos hizo las maletas e invitó a sus amigos de la compañía Mercury Theatre para triunfar en Hollywood. La falta de experiencia en el cine fue compensada por ambición y la búsqueda por involucrarse en tantos aspectos de la película como fuera posible: desde dirigir hasta protagonizar. De esta forma, Welles llenó su equipo de producción con otros talentos sobresalientes de Hollywood abiertos a la experimentación. Entre ellos sobresale la participación de Gregg Toland: un destacado camarógrafo que contribuyó mucho al aspecto y las innovaciones técnicas de la película. El esfuerzo combinado de Orson Welles y Gregg Toland convirtió al Ciudadano Kane en una obra revolucionaria que enriqueció el vocabulario cinematográfico como muy pocas películas lo han hecho. A casi ochenta años de su estreno, su legado ha sido referencia directa en la obra de directores como Alfred Hitchcock, Martin Scorsese, Steven Spielberg, John Carpenter, Quentin Tarantino y David Fincher por mencionar algunos.

Welles capitalizó su maestría en el lenguaje teatral, no sólo a través de la amplia experiencia de Tolland en el uso de cámaras cuya tecnología permitía el uso de lentes especializados en mantener enfocada toda la escena a la vez. Un estilo que rompía con los establecido en aquellos años, donde el ojo del público era comúnmente dirigido a través de cortes y primeros planos hacia el rostro y las acciones de los protagonistas. En el Ciudadano Kane, esta técnica permitió a la audiencia leer toda la escena a través de una cámara flotante que parecía moverse a través de los objetos. Esto daba al público una presencia omnipotente y una perspectiva casi divina sobre los eventos que se revelaban frente a ellos. El uso del plano secuencia no era desconocido en aquellos años pero sí lo era la complejidad y el amplio uso de estos, así como la manera en que fueron trabajados para dar una comprensión más profunda de los eventos y personajes. Un logro que escapa a la vista en un primer momento, pero que implicó la construcción de sets especializados con paredes y muebles que se abrían y cerraban mecánicamente para abrir paso a la cámara. Una práctica común en nuestros días, pero que en aquel entonces significó la ampliación del lenguaje cinematográfico hacia el movimiento de cámara.

Una escena icónica en este sentido es aquella en donde la señora Kane organiza el papeleo para otorgar la custodia de su hijo al señor Thatcher. La importancia de este momento en la vida del joven Kane es aumentado por la capacidad de la audiencia para percibir el debate entre sus padres en un primer plano, mientras al fondo, a través de una ventana, lo vemos jugar a lo lejos en la nieve, en lo que parecen ser los últimos instantes de una plácida niñez violentamente interrumpida. Se trata de un uso de la cámara y el encuadre que hace recordar a la obra pictórica de los grandes maestros, en los que cada detalle enriquece la imagen en un juego impecable de luces, capas y contrastes.

Otro escena destacada nos presenta al personaje de la segunda ex-esposa de Kane a través de una cámara que desciende desde un cielo lluvioso: en primer plano el rostro en un espectacular iluminado por un rayo, que más tarde se revela como el de Susan Kane, conforme la cámara atraviesa un letrero de neón anunciado que nos encontramos en el salón nocturno El Rancho, antes de descender a través de un tragaluz, para aterrizar sobre una Susan que se sienta a solas en una mesa borracha y angustiada. Así, en treinta segundos a través de un único movimiento de cámara sabemos quién es el personaje, lo que hace y la profundidad con que la muerte su ex marido la ha herido.

A la implementación del plano secuencia como vehículo narrativo se suma el uso de una iluminación expresionista, las tomas de ángulo bajo que dan énfasis al carácter y las dinámicas de poder, la implementación de primeros planos para aislar y amplificar expresiones, el uso del montaje para condensar en unos pocos minutos el transcurso de largos periodos de tiempo, las transiciones y paneos como puente de tensión dramática entre una escena y otra y la superposición de capas e imágenes en otras imágenes para proyectar un estado mental. Elementos de un rico lenguaje audiovisual cuyo uso marcó un antes y un después en la historia del cine y cuya herencia podemos encontrar directamente en cintas tan variadas como Batman Returns (1992), Indiana Jones en busca del arca perdida (1991), Los increíbles (2004), Érase una vez en el Oeste (1968), Perros de reserva (1992), La cosa del otro mundo (1982), La ventana indiscreta (1954), El club de la pelea (1999), Kill Bill Vol. 1 (2003), El proyecto de la bruja de Blair (1999), Rocky IV (1995), 2001: odisea en el espacio (1968) y Psycho (1960).

Sin embargo, todos estos ricos y complejos recursos visuales habrían sido un desperdicio si no trabajan al servicio de una historia que vale la pena contar. Y en este sentido, el guión de Herman J. Mankiewicz es tan revolucionario como el manejo audiovisual del Ciudadano Kane: para ir del punto A al punto B la película nos lleva a través de un laberinto de flashbacks y diferentes puntos de vista. El resultado es un mosaico subjetivo, incompleto y ocasionalmente contradictorio de la vida de un hombre al que la gente creía conocer mejor que él mismo. Pero recordemos: al inicio estamos al tanto de todo lo que va a pasar en la película a través del reportaje periodístico en el que conocemos la obra y vida del recién fallecido Charles Foster Kane. El resto es profundizar en dichos eventos, a través de la perspectiva de las cinco personas más cercanas para él, con lo que se va revelando una nueva pieza en el rompecabezas aparentemente inconcluso que termina siendo la película en sí. Una técnica radicalmente diferente a cualquier otra cosa vista en el cine hasta entonces y que abrió camino para una nueva forma de contar historias más allá de la narrativa lineal: Rashomon (1950), El año pasado en Marienbad (1961) o Memento (2000).

La guerra de las consolas

Cien años después la historia se repite con los videojuegos: el cambio de siglo trae consigo un nuevo y popular medio narrativo. Según las últimas cifras, el negocio de los videojuegos es ahora más grande que las industrias del cine y la música combinadas. Tan solo en 2018, el mercado global de videojuegos generó 152.1 mil millones de dólares y 2.5 mil millones de jugadores en todo el mundo. En comparación, ese mismo año la industria de taquilla global generó 41.7 mil millones de dólares y los ingresos mundiales de la música alcanzaron los 19.1 mil millones en 2018. Un ejemplo claro de la disparidad entre el séptimo arte y los videojuegos como industria del entretenimiento, se encuentra en la que ha sido hasta ahora la película más taquillera de la historia: Avengers: Endgame (2019). Cuando se estrenó el 16 de abril, recaudó más de 858,373,000 dólares durante su primer fin de semana. Incluso superó a Avengers: Infinity War (2018) que un año antes generó $678,815,482 en ingresos brutos. Pero aunque estas películas fueron sumamente exitosas entre el público general, palidecen ante el mayor hito de los videojuegos: el lanzamiento de Grand Theft Auto V en 2013 estableció el récord histórico de 1 mil millones de dólares en poco más de tres días.

A todo esto es necesario aceptar que, a pesar de los grandes avances tecnológicos vistos dentro de la industria de los videojuegos en los últimos años, lo cierto es que aún es un medio en búsqueda de su voz propia como medio narrativo. Una búsqueda cuyo contexto resulta similar al vivido por el Ciudadano Kane en los años dorados de Hollywood, donde las grandes compañías desarrolladoras de videojuegos simulan a los estudios cinematográficos con estrictos controles de producción que anteponen el interés económico sobre el valor artístico de una obra. En este sentido la gran lucha se lleva a cabo entre las principales consolas de videojuegos, que así como los grandes cinco de Hollywood (Metro-Goldwyn-Mayer, Paramount Pictures, Warner Brothers, 20th Century-Fox, RKO), reinan y luchan por acaparar la mayor cuota del mercado posible: Microsoft, Sony y Nintendo.

Entre el 2005 y el 2012 se dio pie a la séptima generación de consolas, en donde Nintendo se alzó como campeón único e indiscutible con 101,630,000 unidades del Nintendo Wii vendidas alrededor del mundo. En contraste, el Playstation 3 de Sony y el Xbox One de Microsoft alcanzaron números muy similares con 87,400,000 y 84,700,000 unidades vendidas respectivamente. En esta dura y competitiva lucha surge The Last of Us (2013), como un título cuyo éxito habría de nivelar la balanza de manera definitiva a favor de Sony.

Continuará

 

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