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Aborto legal: no lo pedimos, lo exigimos

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Sexo + psique

Por Andrea Elizabeth Martínez Murillo

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Acabamos de pasar el 28 de septiembre, Día de la lucha por la Despenalización del Aborto en América Latina y el Caribe, y aunque ya lo sabíamos, lo reafirmamos: México no defiende los derechos de sus ciudadanas, al contrario, se regodea en su machismo y abuso de autoridad.

La respuesta mediática a las diversas manifestaciones en favor del aborto ha vuelto a poner incómodos a muchos, y es que, siempre que las mujeres exigimos nuestros derechos, parece que una ira incontrolable se apodera de un sector de la sociedad que no quiere que las cosas cambien — porque al parecer la época victoriana les sentaba mejor— y siguen culpando exclusivamente a la mujer por quedar embarazada. Pero, ¿qué es lo que hay detrás del tema del aborto?

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Hay que tener varias cosas en consideración para poder abordar el tema del aborto legal en México.

1- Nuestro país es el primer lugar mundial en embarazo adolescente, pues en uno de cada seis partos la mama del bebé tiene menos de 19 años cuando va a parir. Aquí se visualizan dos problemas muy graves, niñas pariendo niñas y adultos embarazando niñas.

2- Pese a que es legal abortar en la mayoría de los estados de México por violación, si el embarazo afecta la salud y/o pone en riesgo a la mujer, malformación congénita del producto, inseminación artificial en contra de la voluntad y, por último, si el aborto fue provocado de manera imprudencial, la realidad es que aquellas mujeres que han acudido a hospitales para producirse un aborto son humilladas o se les niega el servicio.

3- La interrupción legal del embarazo se realiza antes de las 12 semanas de gestación, debido a que el feto aun no desarrolla la corteza cerebral, es decir, no se puede considerar un individuo o una persona ya que no tiene las conexiones y funciones nerviosas necesarias para sufrir o gozar, por lo que no puede “gritar” de dolor por su piernita — ni pierna tiene—  y mucho menos hablar dentro del vientre. Esos videos alarmistas que les encantan a los pro-vida son de abortos clandestinos que ya pasaron el tiempo legal y permitido para abortar.

4- Aunque parezca obvio, ¡las mujeres no se embarazan solas! Y no solo existen embarazos por calentura, como les encanta mencionarlo. Hay embarazos por violación — en muchas ocasiones perpetrados por algún familiar o por la pareja —, los métodos anticonceptivos fallan, el nivel socioeconómico no es el adecuado para criar o, simplemente, a la mujer embarazada no se le da la gana ser madre — otro tema tabú en México—.

5- Por cierto, es a los hombres a quienes tienen que decirles que usen condón, no a las mujeres: si no se habían dado cuenta, nosotras no tenemos pene

6-. Los pro-vida fundamentan sus creencias en una religión, y ¡México es un país laico! No se pueden crear leyes tomando en cuenta a alguna religión, por múltiples motivos pero mencionaré dos: porque no todos los mexicanos pertenecen a una religión y porque no puedes imponer tus creencias a los demás.                                             

Quiero recuperar un texto de Clara Navarro que resume muy bien la situación en nuestro país con la doble moral de los pro-vida:

No les importa el bebé, ni la vida, porque ahí afuera hay miles de niños abandonados, maltratados y abusados sexualmente. No les interesa que el niño nazca, lo que quieren es que la mujer pague las consecuencias de lo que la moral judeocristiana considera pecado, la sexualidad. Y se nota cuando argumentan con imágenes de condones o frases como “¿por qué tengo que pagar yo por tu calentura?, “mejor cierren las piernas”, “te hayan abortado a ti”, “que te quiten la matriz”. No son pro-vida, son moralistas que se hacen ideas a partir de premisas falsas.

Y es que, independientemente de la religión, las mujeres que quieren abortar lo van a hacer legal o ilegalmente, la única diferencia es que aquellas con el dinero suficiente pueden ir a la Ciudad de México (CDMX) u otro país, y las que no cuentan con recursos deben practicarlo a escondidas o en lugares insalubres. La consigna no es aborto sí o no, es aborto legal o aborto clandestino.

Por todo lo anterior salimos a marchar, para buscar una sociedad donde las mujeres puedan decidir sobre sus cuerpos y proyectos de vida, además de buscar generar condiciones para lograr el acceso al aborto seguro y con calidad de atención en todos los países de América Latina y el Caribe, porque en México solo hay dos estados de la república en los que es legal abortar —CDMX y Oaxaca—, y en América Latina sólo Cuba, Uruguay, Guayana, Guyana Francesa y Puerto Rico lo permiten.

Si estás pensando en abortar o conoces a alguien en esa situación, te dejo los datos generales para acudir a una clínica en CDMX para hacerlo. El servicio de Interrupción Legal del Embarazo (ILE) se brinda de manera legal, segura, confidencial y gratuita en las Clínicas de Salud Sexual y Reproductiva de la Secretaría de Salud de la Ciudad de México. La interrupción del embarazo es legal en la Ciudad de México hasta las 12 semanas de gestación.

Requisitos generales

A continuación, se enumeran los requisitos para solicitar el servicio de Interrupción Legal del Embarazo (ILE) en estas clínicas.

Requisitos para residentes de otros estados

  • Original y copia de identificación oficial.
  • Comprobante de domicilio en original y copia.
  • Un acompañante con identificación oficial en original y copia.

Requisitos para menores de edad

  • Acta de Nacimiento en original y copia.
  • CURP
  • Credencial o documento con fotografía reciente (credencial de la escuela o certificado de estudios) en original y copia.
  • Comprobante de domicilio en original y copia (último recibo de predial, luz, agua, gas, televisión de paga, teléfono fijo o servicio de internet).
  • Acudir acompañada por madre, padre, tutor o representante legal con identificación oficial y comprobante de domicilio, ambos en original y copia.

Requisitos para residentes de la Ciudad de México

  • Identificación oficial, en original y copia.
  • Comprobante de domicilio (último recibo de predial, luz, agua, gas, televisión de paga, teléfono fijo o servicio de internet), en original y copia.
  • Hoja de Gratuidad. Una trabajadora social te ayudará en caso de no tenerla.
  • Un acompañante con identificación oficial en original y copia.
  • De manera opcional en los hospitales pueden solicitarte: CURP y/o acta de nacimiento.

 

Bibliografía

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AVISO: CULCO BCS no se hace responsable de las opiniones de los colaboradores, esto es responsabilidad de cada autor; confiamos en sus argumentos y el tratamiento de la información, sin embargo, no necesariamente coinciden con los puntos de vista de esta revista digital.




Leyendas viajeras

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California Mítica

Por Gilberto Manuel Ortega Avilés

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Como todos sabemos no existe una manera definitiva de contar una leyenda, ni se puede decir cuál de sus versiones es la verdadera y cuales las inventadas, ya que la naturaleza misma de estas narraciones favorece a su cambio y enriquecimiento, ya sea en su divulgación oral o escrita.

Por lo mismo, en muchas ocasiones estas leyendas viajan junto a las personas y se confunde su origen, aunque esto no demerita de ninguna manera su relato, pero es un fenómeno curioso e importante de identificar, sobre todo en caso de querer diferenciar las leyendas regionales de las externas.

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El primer ejemplo y el más importante, es la leyenda primigenia y por excelencia representativa a nivel mundial de México: “La llorona”. De este relato se presume su origen prehispánico, donde una mujer de blanco, posiblemente una deidad de nuestros antepasados, vagaba por las calles llorando y diciendo “¡Ay de mis pobres hijos! ¿A dónde me los llevaré?” poco tiempo antes de la conquista, presagiando el final de esta cultura.

Posteriormente, el mito evolucionó a su versión colonial, donde una mujer llora porque mató o abandonó a sus hijos, apareciéndose en los cuerpos de agua (ríos, lagos, arroyos, etc.) donde presuntamente ahogó a sus hijos.

Esta leyenda es un recurrente en todo el país, pero en Baja California Sur, debido a nuestra naturaleza casi isleña, la leyenda de la llorona no llegó antes de los años setentas, por lo que se puede deducir de los libros de leyendas históricos de la época; curiosamente, en épocas modernas la llorona es recurrente en nuestro estado.

La mujer y el camionero

No contamos con el lugar exacto del origen de esta leyenda, pero todos conocemos el relato del trailero, o taxista, que transportó a una mujer y al día siguiente se dio cuenta que era un fantasma.

Popularmente, se dice que el chofer le da su chamarra a la joven y al día siguiente va a la casa donde la dejó para recoger la prenda, pero en este domicilio le dicen que ella murió hace tiempo y lo llevan al panteón para que vea la tumba, para finalizar la historia con que la chamarra está gentilmente colocada sobre la tumba.

En Baja California Sur se habla de una leyenda similar, solo que en este caso es una joven vestida de novia que es dejada en el panteón de los San Juanes.

El diablo y la joven bailando en la discoteca

No existe situación más ochentera que encontrarte al mismísimo señor de las tinieblas dando unos geniales pasos de baile, enamorando a una joven, para posteriormente quemar el lugar y, en ocasiones, hasta a la infortunada dama.

Por supuesto que esta leyenda la tenemos aquí: se relata que, en un conocido antro de música retro de la capital sudcaliforniana, con fecha indefinida pero aproximadamente en los años 80s, una muchacha al estar bailando con un joven atractivo, se da cuenta de la pata de chivo y la cola que le salían a su pareja (haciendo alusión a la imagen clásica del diablo) y entonces comienza el incendio.

La enfermera fantasma

La enfermera fantasma o la planchada, haciendo referencia a su pulcro uniforme, es presuntamente una leyenda originaria de CDMX en la cual se relata que después de morir el espíritu de una enfermera sigue ayudando a los pacientes, siendo un espíritu amigable, que da confort.

En el antiguo hospital Salvatierra se habla de una ánima con características similares, solo que aquí se trataba de una monja, que seguía cuidando de sus pacientes desde el más allá.

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Sobre la astroconciencia

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La demencia de Atenea

Por Mario Jaime

Para Alejandro Segura

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Hay una inferencia matemática de que los humanos accedemos al conocimiento de un 4 % del universo de materia común, del cual 3.6 % es de gas o polvo espacial. Según ese modelo, el 74 % restante es energía oscura y el 22 % es materia oscura. “Oscuro”  es un eufemismo para indicar algo totalmente desconocido, dos hipótesis para explicar el aberrante hecho de que los objetos celestes parecen no ralentizarse, e incluso a veces aceleran mientras se alejan unos de otros, y así conservar las leyes de la termodinámica en el marco de un modelo de relatividad.

Según los modelos matemáticos comúnmente conocidos como “Big Bang”, el universo curvo tendría una edad de 13 mil millones de años en una realidad sin tiempo real, con la posibilidad de multiversos de materia y antimateria.

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No quiere decir que la realidad sea así sino que son los modelos más aceptados. También hay un grupo de teorías físicas que pugnan por reemplazarlas como el Big Freeze, la Inteligencia eterna de Dyson o la Desintegración del vacío.

Tales escalas son imposibles de entender para la concepción humana fuera de ecuaciones y metáforas; además, como apunta Carlos Madrid, terminan siendo especulaciones más filosóficas que científicas y  aspiran a explicar el origen, la evolución y el destino del “Cosmos” a partir de  pocas observaciones indirectas.

Estos modelos nos dan la impresión de que nuestro conocimiento es minúsculo respecto a lo desconocido, una realidad enorme, probablemente infinita y arrebatadoramente terrorífica. Y sin embargo, lo paradójico es que nunca hemos sabido tanto como ahora. Por lo menos sabemos que no sabemos.

En el siglo XVIII el ilustrado genial, Georges Louis Leclerc, conde de Buffon, pretendió compendiar todo el saber humano sobre el mundo natural en 44 libros bajo el título de Histoire naturelle. ¡44 libros! Tan sólo en mi ordenador tengo más de mil. Eso no quiere decir ni por error que yo sepa más de lo que sabía Buffon.

De 1996 a 2019 se publican un promedio anual de 2 210 000 libros (diferentes títulos y re ediciones, sin contar el tiraje) en 128 países. Eso no significa que sean títulos sobre el conocimiento de la realidad, entre ellos hay miles de libros de autoayuda, religiones, arte o literatura de ficción.

No se sabe con certeza el número de artículos científicos que se publican cada año, hay una estimación de entre 30 mil y dos millones (Altbach & de Wit, 2018).

El promedio de artículos científicos anuales sería de 1, 015 000. Supongamos que leemos dos artículos al día por todo un año, no libros, ni otra información, únicamente dos papers diarios. Habremos leído 730 papers, lo que representa el 0.07 % de lo publicado anualmente. En diez años habremos leído 3650 de esos -solo publicados en un año especifico- lo que sería el 0.3 %. Empero, en promedio (si es que no hay un aumento exponencial) ya en ese tiempo se habrán publicado cerca de diez millones más de artículos nuevos lo que habrá reducido nuestro porcentaje a 0.04 %. Eso sin tener en cuenta de que la mayoría de estos contenidos escaparían a nuestra comprensión ya que no poseemos la capacidad técnica para ser sabelotodos.

En la actualidad tenemos conocimientos sobre la naturaleza que nos abruman. La tecnociencia revela imágenes, fases, escalas que nos permiten interpretar audazmente múltiples visiones y perspectivas que terminarán por convertirse en mitos, conocimientos frustrados o teorías anquilosadas y dejarán paso a nuevos e interminables aluviones de ciencia mientras haya algún humano razonable.

Lo interesante es la conciencia que emerge de los nuevos conocimientos respecto a nuestro lugar en el universo conocido. El filósofo mexicano Alejandro Segura utiliza el concepto Astroconciencia para referirse a la percepción de cada humano respecto a los límites de su realidad natural.

Partiendo de esta noción, pienso que nuestra astroconciencia se ensancha conforme nuevos conocimientos emergen.

Pensemos en un humano mirando al cielo hace 500 mil años. ¿Qué pensaba? ¿Qué hordas de ideas sobre espíritus o dioses ya muertos le impelían a sobresaltarse? ¿Qué pensaba del sol o de la luna? Pensemos en un sacerdote despedazando a un niño hace 100 mil años para regar la tierra con su sangre esperando la resurrección de la cosecha.

Pienso que Shakespeare no supo sobre neutrones, bombas nucleares, máquinas de vapor, peces abisales o agujeros negros. Homero no supo álgebra, ni Colón conoció el barómetro. Ni Galeno ni Hipócrates tenían el concepto de células ni supieron jamás de leucocitos. Linneo no conoció los cromosomas, ni Darwin el PC.

Sin embargo, por curiosos fenómenos históricos y azarosos, este aparente progreso no es lineal sino que se da a saltos, entre descubrimientos, redescubrimientos, censuras y vueltas de tuerca bastante complejas. Por ejemplo, un semita de hace cinco mil años conocía la cultura sumeria pero un europeo medieval del siglo X jamás escuchó hablar de ella, y ahora hay cientos de sumeriólogos. El conocimiento se oculta, se destierra y vuelve a emerger, no en círculos sino en vórtices informes. Un estudioso de la Biblia hoy sabe más que el propio San Jerónimo que la tradujo del griego al latín, o un historiador moderno sobre la génesis de la Iglesia, quizá sepa mejor su devenir primitivo que el mentiroso de Eusebio en el siglo III.

Un hindú de la época védica hace unos seis mil años probablemente creía que los cuerpos estaban hechos de pequeñas semillas, un discípulo de Demócrito cuatro mil años después pensaría lo mismo y le llamaría átomos a esas partículas pero un cristiano francés del siglo XIII no tendría la más remota noción de esas herejías.

Un alto mago de Ur en el 3000 a.C grababa logaritmos en arcilla pero Arquímedes, ni siquiera conoció tal concepto hasta que revivió gracias a Napier en 1614.  Hipatia pudo leer, quizá los tratados de Hermes y Tot pero un monje del siglo II ni siquiera sabía de su existencia.

Volviendo a Shakespeare, cientos de personas lo vieron actuar y disfrutaron sus obras pero 200 años después probablemente ningún inglés reconocía su nombre, y ahora un inglés actual quizá sabe más de su poética que los mismos contemporáneos del bardo.

¿Qué fenómenos del pasado y de la naturaleza que desconocemos conocerán nuestros descendientes? ¿Qué técnicas maravillosas y que conceptos dominarán? ¿Cuántos reinos nuevos y formas biológicas invisibles para nosotros serán comunes en el futuro? ¿Qué pensarán de nuestras absurdas hipótesis y nuestra miserable pequeñez?

Pensar en eso remite al concepto de sublime matemático de Kant, qué -por cierto- no conoció la radiación de fondo de microondas.

¿Cuál es el límite, la exposición y el entendimiento de la astroconciencia?

 

 

Referencias:

Altbach, P.G. & de Wit, H. (2018) Too much academic research is being published. University World News.

Madrid Casado, C. M. (2018). Filosofía de la Cosmología. Hombres, teoremas y leyes naturales. Pentalfa.

 

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Festejos y danzas de los antiguos Californios

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Tierra Incógnita

Por Sealtiel Enciso Pérez

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). La cultura de los habitantes primigenios de la antigua California fue amplia. Incluía ceremonias especiales para festejar el encuentro de rancherías, la llegada de ciertas estaciones del año, la conmemoración de eventos propios de su cosmogonía y algunas otras, que simplemente se realizaban por el gusto de estar reunidos y en paz.

Lamentablemente, de estas tradiciones no dejaron escritos y los pocos registros que se conservan están narrados a través de la óptica bastante prejuiciosa de los misioneros Jesuitas que convivieron con ellos durante 70 años. Es muy probable, que la nula lectura de estas narrativas misionales haga pronunciar a muchos de los jóvenes y no tan jóvenes ciudadanos de esta media península “que los grupos originarios, no tuvieron una cultura”. Comentarios totalmente errados y carentes de sustento.

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Como ya mencioné, fueron los jesuitas, llegados desde el año de 1697, los que fueron dando cuenta en sus constantes informes y correspondencia, sobre las ceremonias y danzas que realizaban los Californios, a las cuales catalogaban como “demoníacas y contrarias al buen espíritu cristiano”. Muchos de los datos que podrían interesarnos de estas manifestaciones culturales fueron omitidos en sus narrativas, puesto que los jesuitas, además de considerar “pecaminoso y ofensivo” el reproducir por escrito lo que habían presenciado, deseaban dar la imagen, a través de sus documentos, que la evangelización y la conversión de los naturales se realizaba de forma constante y permanente, cosa que no hubiera sido creíble si manifestaban que los Californios continuaban celebrando estas festividades y ritos.

El sacerdote Francisco María Píccolo es uno de los primeros en hacer referencia a una festividad que él denominó como “el repartimiento de pieles a las mujeres una vez al año”. Esta ceremonia la pudo apreciar en una entrada que realizó en el año de 1716 en el Valle de San Vicente, donde posteriormente se establecería la Misión de San Ignacio Kadakaamán. De acuerdo a lo reseñado por Píccolo, se lee lo siguiente: Juntábanse en un lugar determinado las rancherías confinantes, y allí formaban, de ramas de árboles y matorrales una casita o choza redonda, desde la cual desembarazaban la tierra por un trecho proporcionado formando camino ancho y llano para las carreras. Traían aquí todas las pieles de los venados que habían cazado aquel año, y con ellas se alfombraba el camino. Entraban los principales dentro de la choza y, acabado el convite de sus cazas, pescas y frutas, se medio emborrachaban, chupando del tabaco cimarrón. A la puerta de la choza tomaba su lugar uno de los hechiceros en traje de ceremonia y predicaba en descompasados gritos las alabanzas de los matadores de venados. Entretanto los demás indios iban y venían, corriendo como locos sobre las pieles, y las mujeres daban vueltas alrededor cantando y bailando.

En fatigándose demasiado el predicador, cesaba el sermón, y con él las carreras; y saliendo de la choza los principales, repartían a las mujeres las pieles para vestuario de aquel año, celebrándose el repartimiento con nuevas algazaras y alegrías, a pesar del descontento necesario de algunas. Toda esta fiesta se hacía por ser para aquellas miserables mujeres la mayor gala y riqueza una piel de venado, con que poder malcubrir su desnudez.

Como podemos apreciar, esta ceremonia obedecía a un complejo entramado que no obedecía a la casualidad, sino que había sido desarrollada de forma intencional a través de muchísimos años. En ella, se ponía de manifiesto al carácter comunal de los productos obtenidos en la cacería, el papel preponderante que tenía la mujer en este grupo, las jerarquías y su reafirmación de poder ante el grupo, la transmisión de creencias y costumbres por los guamas o hechiceros, las habilidades motrices, la práctica de la danza y cánticos tradicionales, etc.

El padre Juan María de Salvatierra no pasó por alto estas actividades, y menciona en su correspondencia la forma en que los Californios manifestaban su alegría y beneplácito en las temporadas de abundancia de alimentos y esto lo hacían a través de danzas: Y son sus bailes muy diferentes de los que usan las naciones de la otra banda; pues tienen más de treinta bailes, y todos diferentes, y todos en figura, ensaye y enseñanza de algunas cosas esenciales para la guerra, para la pesca, para caminar, enterrar, cargar y cosas semejantes; y se precia el niño de cuatro y de tres años de salir bien del papel de su baile, como si fueran ya mancebos de mucha emulación y juicio: cosa que nos dio a todos mucho divertimiento de verlos. Este párrafo es de gran importancia para corroborar que los grupos de Californios desarrollaron una cultura compleja, en donde la danza era una actividad sumamente valorada y en la que se representaban, como lo hicieron y hacen muchos grupos étnicos, pasajes de su vida cotidiana así como rituales de su cosmogonía. Muy singular resulta el entrenamiento de los integrantes de estos grupos, a edades muy tempranas, en los diferentes bailes e incluso el reconocimiento que se ganaban por la mejor ejecución de ellos.

Continúa Salvatierra: los tres meses de la pitahaya son como en algunas tierras de Europa los tiempos de carnestolendas, en que en buena parte salen de sí los hombres. Así estos naturales salen de sí, entregándose del todo a sus fiestas, bailes, convites de rancherías distantes, y sus géneros de comedias y bufonadas que hacen, en que suelen pasarse las noches enteras con risada y fiesta, siendo los comediantes los que mejor saben remedar, lo cual hacen con grande propiedad. Conforme los Californios fueron evangelizados y convertidos a la nueva fe, se fue realizando un proceso de integración de la forma en que ellos manifestaban su regocijo y reverencia hacia lo sagrado, al incorporar a las ceremonias del ritual católico sus danzas. Este proceso es muy semejante al que se llevó a cabo en otras partes de la Nueva España. Así lo relata el sacerdote Salvatierra: los bailes tenían suma variedad y no poca destreza. Tuvimos aquí las fiestas de pascua de Navidad con mucho gusto y devoción, y de los indios también, asistiendo algunos centenares de catecúmenos a las fiestas, haciendo también sus bailes los cristianitos más de ciento.

Miguel del Barco también se suma a la lista de los jesuitas que hicieron observaciones sobre los bailes y ceremonias de los Californios: no es extraño, que adelantasen en este oficio de bailes, pues es el único que tienen en tiempo de paz: natural es adelantarse en lo que siempre se ejercita. Ellos se divierten y bailan por sus bodas, por la fortuna en sus pesquerías y cazas, por el nacimiento de sus hijos, por la alegría de sus cosechas, por las victorias sobre sus enemigos o por otras cualesquiera causas cuya gravedad no se detenían mucho en pesar y medir. Para estos regocijos solían convidarse unas a otras las rancherías y también se desafiaban muchas veces a luchar y correr, a probar las fuerzas y la destreza en el arco y flechas y en éstos y otros juegos entretenidos, pasaban muchas veces días y noches, semanas y meses en tiempo de paz.  Como podemos inferir, los Californios eran sumamente festivos y tenían danzas para una gran cantidad de eventos.

Conforme los jesuitas fueron adentrándose cada vez más en la parte sur de la península, descubrieron ciertos sucesos que los escandalizaron y que tenían una relación muy profunda con el motivo de ciertos bailes entre los Pericúes: el adulterio era mirado como delito, que por lo menos daba justo motivo a la venganza, a excepción de dos ocasiones: una de sus fiestas y bailes, y otra la de las luchas, a que algunas veces se desafiaban unas a otras las rancherías, porque en ésta era éste el vergonzoso premio del vencedor. Durante las fiestas (bailes) había una “licencia” tácita entre los moradores de aquellas rancherías en donde se permitía el intercambio libre de parejas; lo anterior, causaba una gran repulsión y era motivo de reproche público por parte de los Misioneros. Algunos investigadores sostienen que este tipo de intercambios sexuales, más que un acto de promiscuidad irracional, era una costumbre que se sostenía sobre las bases de la exogamia, esto es, el evitar las taras o deformaciones que se dan entre los hijos al ser concebidos entre personas consanguíneas (padres, hijos, hermanos, etc.).

El modo de ajustar sus casamientos en la nación de Loreto, era presentando el novio a la que pretendía, por vía de arras, una batea, que en lengua monqui llamaban “oló”. Si se admitía, era señal de consentimiento, debiendo volver ella al pretendiente una redecilla; y, con esta mutua entrega de alhajas, quedaba celebrado el casamiento. En otras naciones se hacía el ajuste al fin de un baile, a que convidaba a toda la ranchería el pretendiente. Como ya lo había reseñado Salvatierra y aquí lo expone Del Barco también, la danza estaba presente en las actividades más importantes en la vida de una ranchería y el “casamiento” era una de ellas. De la misma manera, cuando un integrante de una ranchería fallecía se realizan ceremonias en las que no podían faltar los bailes: después de unos días, hacía la gente sus exequias o fiestas al muerto, y estas se reducían a ciertos cantos y bailes de noche (en los bailes había licencia general para que al concluirse se retirase cada uno con la mujer que quería).

El sacerdote Francisco Javier Clavijero, a pesar de que nunca estuvo en la California, logró concentrar una gran cantidad de cartas e informes elaborados por Misioneros que sí estuvieron en esta península, y con ellos elaboró un libro titulado “Historia de la Antigua o Baja California”. En este libro, encontré la forma en la que los Californios poco a poco incluían en sus bailes algunos movimientos que representaran sucesos extraordinarios en la vida de su comunidad, tal es el siguiente caso: habiendo hallado algunos indios entre la arena de la playa del mar Pacífico unas tinajas grandes de barro dejadas allí sin duda por los marineros de algún navío de las islas Filipinas, se admiraron, como que jamás habían visto vasijas semejantes, las llevaron á una cueva poco distante de su habitación ordinaria, y las colocaron allí con las bocas vueltas hacia la entrada á fin de que todos las observasen bien. Después concurrían con frecuencia a verlas, sin dejar de admirar aquellas grandes bocas siempre abiertas, y en sus bailes, en donde imitan los movimientos y voces de los animales, remedaban con sus bocas las de las tinajas. Más adelante en esta misma obra nos comenta Cuando los niños llegaban a cierta edad, les agujeraban las orejas y el cartílago de la nariz para ponerles pendientes, lo cual se hacía en un gran baile a que asistía toda la parentela, a fin He que el ruido impidiese que se oyera el llanto causado por el dolor de la operación. Con lo anterior, se reafirma la importancia de los bailes incluso en estas “ceremonias de pase” de la niñez a la adolescencia.

El arraigo de las costumbres “fiesteras” de los Californios era tal, que las colocaban por encima de cualquier compromiso u otra actividad que estuvieran realizando. Lo anterior era poco o nada comprendido por los Colonos europeos recién llegados, los cuales los juzgaban con los criterios propios de su cultura. En una ocasión, este “choque cultural” tuvo graves repercusiones e incluso estuvo a punto de dar al traste con el establecimiento de la Misión de San Francisco Javier. Esta situación es relatada por el Sacerdote Clavijero de la siguiente manera: La necesidad se agravó por una sublevación de los indios ocasionada por la temeridad de un soldado. Este estaba casado con una California convertida al cristianismo, la cual en junio se ausentó sin permiso de su marido y sugerida por su madre para asistir al baile y otras diversiones que entonces hacían los salvajes por la cosecha de las pitahayas. El soldado, disgustado por la fuga de su mujer, pidió licencia para ir a buscarla y traerla a Loreto; y habiéndosele concedido para cierto término, volvió sin haberla hallado; pero a pocos días, impulsado de su pasión, marchó de nuevo sin permiso del capitán y acompañado de un Californio, y habiendo encontrado en el camino un indio anciano que procuraba disuadirle de aquel viaje manifestándole que le era muy peligroso, riñó con él y le mató de un balazo. Excitados con el trueno del arcabuz, todos los bárbaros que se hallaban en las cercanías, acudieron prontamente, é indignados contra aquel temerario soldado, le mataron, e hirieron al Californio que le acompañaba”. Poco después, este grupo de Californios destruyó la incipiente choza que se había levantado como impronta de la Misión de San Javier, y no acabaron con la vida del misionero porque este se hallaba de viaje. Al poco tiempo se logró calmar a los Californios y se regresó a la paz en aquella ranchería.

No podía faltarnos en esta descripción de los bailes y danzas de los Californios, el punto de vista del colérico y bilioso sacerdote Juan Jacobo Baegert, el cual nos dice lo siguiente: También tienen sus canciones que llaman “ambéra didi”, y sus danzas que llaman “agénari”. Su canto sólo consiste en cuchicheos y exclamaciones inarticuladas, sin sentido preciso, que cada quien entona como le da la gana, para expresar su alegría y contento, porque ni su idioma, ni su inteligencia, permiten una verdadera poesía rimada. Y la danza que siempre acompaña a estas canciones, no es más que un extraño y absurdo gesticular, brincar y marchar; un ridículo caminar hacia adelante, hacia atrás y en círculos. Sin embargo, este modo de divertirse les da tanta satisfacción, que pasan una media noche y hasta noches enteras bailando sin cansarse. Más adelante el mismo sacerdote escribe lo siguiente: Estas canciones y estas danzas causan a primera vista la impresión de algo muy inofensivo, pero en el fondo, dan oportunidad a los más bestiales excesos, maldades y crímenes públicos, en gran número. Por tal motivo, les han sido prohibidas estrictamente, pero no es posible hacerlos desistirse de ellas. Dejando de lado el tono malgeniudo e intolerante del ignaciano, nos podemos dar cuenta de uno de los motivos por el cual estas danzas y festejos de los Californios no llegaron con más explicaciones y detalles hasta nuestro tiempo. Los prejuicios de algunos de estos sacerdotes los consideraban indignos y criminales, como para escribir más de ellos, por lo que simplemente los omitieron o describieron unas cuantas partes de ellos.

Como conclusión podemos decir que sí hubo festejos y danzas practicadas por los grupos naturales de la California. Que estas manifestaciones de su cultura obedecían, tal como lo hacen en la mayoría de los grupos de todo el mundo, a la conmemoración de sucesos destacados en la vida social o del ecosistema que les rodeaba. Finalmente, a pesar de lo prejuicioso y escueto de las referencias, los textos de los Misioneros Jesuitas dejaron constancia de estos hechos y nos han llegado hasta el día de hoy.

Ojalá que se den más estudios sobre el tema y, sobre todo, que algún experto en bailes y danzas pudiera hacer una recreación de las mismas retomando la poca información que existe pero apegándose al marco histórico de referencia. Nuestra historia Californiana bien merece este esfuerzo y un justo premio a aquel especialista que lo intente.

 

 

Bibliografía:

Barco, Miguel del, Historia natural y crónica de la antigua California. Adiciones y correcciones a la noticia de Miguel Venegas, 2a. ed. corregida, estudio preliminar, notas y apéndices por Miguel León-Portilla, México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Históricas, 1988, 482 p., dibujos y mapas (Serie Historiadores y Cronistas de las Indias 3).

Juan María Salvatierra, Misión de la California, edición de Constantino Bayle, Madrid, Editorial Católica, 1946, p. 141.

Francisco María Píccolo S. J., Informe del estado de la nueva cristiandad de California 1702, y otros documentos, edición de Ernest J. Burrus S. J., Madrid, José Porrúa Turanzas, 1962, p. 193-195.

Francisco Javier Clavijero, Historia de la Antigua ó Baja California. Méjico: Impr. de J. R. Navarro, 1852.

Juan Jacobo Baegert (2013). Noticias de la Península Americana de California. Edit. Instituto Sudcaliforniano de Cultura, La Paz, Baja California.  Pp. 266

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Explicaciones Constructivas

Por Noé Peralta Delgado

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Hablar del tabique o ladrillo recocido, es transportarnos varios milenios atrás en la historia de la humanidad, y sobre todo en uno de los primeros oficios del hombre: la albañilería. Aunque existen modismos sobre cómo llamarlo, los ingenieros y arquitectos coinciden en que la diferencia consiste en que el ladrillo es una ¨piedra¨ de lodo fabricada artesanalmente con tierra y material orgánico, principalmente composta y estiércol animal, que se le aplica temperatura para que adquiera la dureza necesaria para aplicarse en una vivienda; mientras que el tabique se supone que su elaboración es más industrial y fabricado con algunas normas de calidad de la construcción.

La historia del ladrillo, está íntimamente ligada a los inicios de la civilización humana y su necesidad de acondicionar un espacio de vivienda para protegerse de las inclemencias del medio ambiente y animales depredadores: de acuerdo a investigaciones arqueológicas en la zona de la antigua Mesopotamia, se ha descubierto que hace 11,000 años ya se usaban ladrillos para la construcción de algunos edificios y templos.

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Pero instalándonos en estado de Baja California Sur, tenemos que a la llegada de los misioneros y las colonizaciones del siglo XIX del macizo continental se trajeron las técnicas para la elaboración del ladrillo y, siendo un elemento constructivo muy fácil de fabricar, se tuvieron las primeras ladrilleras en la historia de la península bajacaliforniana; así, con la piedra existente en las zonas serranas, los ladrillos fueron los materiales más utilizados en la construcción de edificios públicos y algunas casas de gente adinerada. Hay que recordar que en el siglo XIX, la mayoría de la población vivía en los pocos centros de población que se formaron en las misiones abandonadas por los misioneros, y que la gente con escasos recursos y muchas veces también por falta de motivación, hacían sus viviendas de una manera muy modesta a base de paredes de madera y barrotes y los techos de hoja de palma o laminas en mal estado.

Aún quedan en algunos pueblos misionales casonas antiguas hechas a base de paredes de ladrillo, algunas en muy buen estado de conservación y otras en plena destrucción por los agentes de la naturaleza y con nula conservación. Se dice que la misión de La Purísima se hizo con ladrillos, y que con el paso del tiempo y ante la falta de persona o autoridad que la mantuviera en conservación se destruyó por completo a inicios de la tercera década del siglo XX. También existen aún y de forma ¨milagrosa¨ las paredes de la misión de San Fernando de Velicatá y Santa María de los Angeles (Kabujakaamang), ambas en la zona norte de la península de Baja California, en pleno desierto central, que debido a las escasas precipitaciones pluviales se conservan sin intervención del ser humano.

Para la fabricación del ladrillo se ocupa de materiales que, una vez mezclados, forman una base de lodo o un tipo de barro, que se amolda en forma de cuboides o de manera rectangular; estos materiales consisten en una masa de tierra con ciertas características barrosas a la que se le agrega agua suficiente hasta hacerla un tipo de lodo, para luego agregarle en proporciones adecuadas material orgánico, consistente en ¨pajoso¨ o estiércol de ganado, y a veces composta de plantas del desierto. Una vez mezclados los ingredientes, lo que se hace de forma manual o artesanal, se introduce la masa resultante a moldes de madera previamente preparados para el fin y de las medidas que va tener el ladrillo final, siendo las más comunes 7cms de alto, 14cms de ancho y 28 cms de largo.

Cuando se tiene el ladrillo ¨crudo¨, es decir, ya seco y bien formado, se acomoda dentro del horno de manera que exista entre cada uno de ellos un espacio suficiente para que el calor generado pueda pasar entre los espacios y permitir el ¨cocimiento¨ de todos los ladrillos; en tiempos actuales, las ladrilleras usan leña del desierto, principalmente mezquite o palo fierro, y se encuentran en las orillas de las localidades por la gran contaminación ambiental que representan derivada del humo que producen. Hoy en día, el municipio donde hay más ladrilleras es Comondú, y es en las periferias de Ciudad Constitución donde se encuentran la mayor parte de ellas.

Cuando se fundó el valle de Santo Domingo en la década de los cincuenta del siglo pasado, y que fueron llegando los primeros colonizadores de varios estados del centro del país, fueron llegando también los primeros fabricantes de ladrillos que se establecieron en la zona oriente de Ciudad Constitución, por el sentido del aire para que se llevara el humo generado, y tuvieron unas empresas muy redituables económicamente. Se dice que, al existir una gran demanda de vivienda en la naciente ciudad, se tenían que agendar las entregas de ladrillos hasta por semanas de anticipación. Pero este floreciente negocio llegó a su fin, cuando llegó el cemento portland y la ¨arena blanca¨ a la zona y entró en escena el ya muy conocido actualmente como block hueco de concreto.

Con la fabricación del block de concreto se le pegó el tiro de gracia a la industria ladrillera, cuando ya de por si luchaba por conseguir los permisos de impacto ambiental debido a la contaminación que generaban proveniente de la quema del producto, aparte que los ladrilleros nunca quisieron modernizarse con plantas más tecnológicas y utilizando combustible menos contaminantes.

La razón principal por la cual se utiliza más el block de concreto que el ladrillo es la economía principalmente: mientras que el block cuesta el doble que un ladrillo, rinde el triple en muros. A esta importante razón, se le suma la rapidez y el uso de menos mezcla de mortero para pegarlos.

Actualmente se usa el ladrillo para la fabricación de fachadas tipo colonial, para hornos de panaderías o restaurantes o en algunos detalles constructivos decorativos, pero muy difícilmente van a volver los tiempos de esplendor económico para sus fabricantes como antaño, a menos que se hagan de máquinas especializadas y opten por aumentar de tamaño, eso sí, sin dejar de lado una convincente mercadotecnia.

 

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