Descubren osamenta en El Conchalito. ¡Podría ser un entierro prehispánico!

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Osamenta prehispánica encontrada en El Conchalito, en La Paz. FOTO: Internet.

SudcaliCiencia

Por Marián Camacho

La Paz, Baja California Sur (BCS). El pasado jueves 8 de junio, el doctor Ignacio Leyva, investigador del Centro Interdisciplinario de Ciencias Marinas (CICIMAR) del Instituto Politécnico Nacional, se encontraba en la playa conocida como “El Conchalito” —dentro de las instalaciones del CICIMAR—, realizando monitoreos con un vehículo aéreo no tripulado tipo dron para investigar la marea roja presente en la laguna de La Paz. El Dr. Leyva buscaba un sitio donde aterrizar el dron cuando, para su sorpresa, encontró expuesto lo que parecía ser un cráneo humano. Acertadamente, el investigador no hizo ningún movimiento en el área del hallazgo y reportó inmediatamente a las autoridades del CICIMAR, quienes, a su vez, dieron aviso a la Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE) y al Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).

Ambas autoridades, PGJE e INAH, fueron convocadas para verificar el hallazgo, ya que el primer paso es decidir quién será la responsable de continuar la investigación. Si es una muerte reciente, correspondería a la PGJE; en el caso de que fueran restos antiguos, el INAH sería quien coordinaría. Al lugar de los hechos el primero en llegar fue el antropólogo físico Alfonso Rosales López del INAH, quien efectivamente, corroboró que, con base en las características físicas del cráneo y el reconocimiento previo de estar en una zona arqueológica, el hallazgo muy probablemente correspondía a un entierro prehispánico.

FOTOS: Marián Camacho.

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A partir de ese momento, la información del hallazgo se dispersó rápidamente en distintos medios electrónicos, y generó una lluvia de hipótesis de lo que pudo haber ocurrido en el sitio, hace por lo menos 300 años atrás. Para despejar dudas, su servidora decidió visitar el sitio de excavación para platicar con el antropólogo Alfonso Rosales López, quien muy amablemente compartió su conocimiento científico sobre este interesante descubrimiento.

El investigador del INAH es especialista en osteología antropológica, es decir, la interpretación del material óseo (huesos y dientes) para la reconstrucción histórica de individuos, grupos y/ o poblaciones. A partir del material óseo es posible conocer características de particularidad e individualidad como son: edad, sexo entre otros muchos rasgos, que incluyen condiciones de salud, vida y hasta costumbres que quedan marcadas a modo de cicatrices. En este sentido, el antropólogo nos compartió que en el hallazgo de “El Conchalito” no solo se encontró un cráneo, sino que al avanzar en el descubrimiento quedaron expuestas dos osamentas, al parecer completas. Con su experiencia científica pudo indicar, preliminarmente, que uno de los cráneos perteneció a un hombre adulto y, el otro, posiblemente a otro hombre más joven o a una mujer.

Es necesario precisar que, un rescate arqueológico completo de este tipo consiste en el descubrimiento total de las osamentas, el estudio en el lugar de los hechos, un posterior levantamiento para llevar las muestras a los análisis de laboratorio y, finalmente, su resguardo en los archivos osteológicos del INAH. De aquí deriva saber que la mayoría de los hallazgos no son expuestos en los museos y, en el caso de que esto ocurra, se utilizan réplicas de los huesos para su exhibición. El antropólogo Rosales López me comentó que estudiar los huesos y dientes, es aún más importante que exponerlos, por lo tanto, es necesario tener un resguardo de éstos que permita tenerlos a disposición cuando se cuente con los medios científicos y tecnológicos para analizarlos.

Un ejemplo de las muchas herramientas científicas que pueden utilizarse con las osamentas en El Conchalito, a través del avance tecnológico, son los isótopos estables. El análisis de estas formas de los elementos químicos presentes en los huesos puede indicar varias cosas muy interesantes, como su grupo de pertenencia —antiguos californios, mestizos o extranjeros—, y cuál era su dieta, entre otras.

Un dato que llama mucho la atención, de cualquiera que observe el hallazgo, es que ambas osamentas estaban enterradas juntas. De acuerdo con Alfonso Rosales, esto se debe a que los antiguos californios tenían en cuenta el momento de la muerte para elegir el tipo de entierro. Es decir, si murieron juntos, los enterraron juntos. En esta ceremonia ritual se observa que ambos cuerpos fueron enterrados boca abajo con las rodillas enrolladas, y después cubiertos y amarrados con una piel de animal, a modo de mortaja.

Finalmente, le pregunté al antropólogo que si es una tradición que los científicos les asignen un nombre a las osamentas que encuentran. Esto haciendo referencia a Lucy, el esqueleto de un homínido de la especie Australopithecus afarensis, de más de 3 millones de años de antigüedad descubierto en Etiopía en 1974. En ese caso, el nombre Lucy proviene de la canción Lucy in the Sky with Diamonds de The Beatles, que oían los investigadores en el momento del hallazgo. Mi pregunta fue recibida con una carcajada y respondida con una negativa. No es tradición asignar nombres, aunque algunas veces sucede.

Entonces querido Lector, ¿usted qué nombres sugeriría para nuestras osamentas recientemente descubiertas?

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Marián Camacho

Bióloga marina y comunicadora pública de la ciencia. Nació en la Ciudad de México, el 23 de noviembre de 1984, pero desde los tres años de edad radica en Baja California Sur, por lo que se autodenomina “choyera”. Licenciada en Biología Marina por la UABCS en 2006, Maestra y Doctora en Ciencias por el CICIMAR-IPN en 2009 y 2014. Es considerada persona muy preguntona y que siempre muestra interés por el mundo que le rodea. Su pasión es la investigación científica y su debilidad es compartir los resultados de la misma.

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